“Bienvenido al show. El país en modo recital”
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Anoche, el Presidente transformó el Movistar Arena en una suerte de teatro libre de críticas y aplausos garantizados. Allí, entre acordes de Charly, coreos de Lemia y riffs de batería de Bertie Benegas Lynch, presentó su nuevo libro La Construcción del Milagro. El milagro mismo!!!!.
No era solo un lanzamiento editorial: era un espectáculo multifunción donde los ministros ya no solo gobiernan, sino que presencian el acto, efusivamente, desde la primera fila.
Allí estaban, como si fueran el elenco de respaldo: Bullrich, Pettovello, Sturzenegger, Petri, Santilli… y hasta Menem, según la crónica. Aplaudiendo el karaoke mientras el país desafina.
Luces, humo, coros, ministros en primera fila. Un país en crisis, pero con muy buen sonido.
Muchos no daban crédito a lo que veían por redes y TV. Gente, es lo más normal del mundo. Un país serio hace eso. Y esta gente vino a poner seriedad al despilfarro anterior, a la casta y coso y todo eso. Fue un magnífico show surrealista en medio de la crisis.
Mientras la inflación desafina, vendemos como nunca en la historia dólares de reserva para contener el dólar y que hagan negocio los “especuladores” que no especulan, la deuda marca récord histórico pues pedimos deuda para pagar la deuda y, nada de eso, llega a la mesa de los argentinos, el gobierno ensaya nuevos acordes de optimismo.
Dicen que fue un éxito. Claro, en la Argentina siempre hay público para el espectáculo: las entradas y el show la pagamos entre todos.
Adentro, el cantor gritaba hasta hace poco “no hay plata”. Afuera, la gente hace números para llegar a fin de mes; y sí, no hay plata.
Y en el medio, una banda presidencial que confunde la épica con el karaoke.
Lo preocupante es que mientras él hace los bises, el país sigue esperando que alguien toque la de crecer.
Entiendo que muchos hayan votado con bronca o esperanza. Lo que cuesta entender es que todavía haya gente pensante aplaudiendo este despropósito, como si el ruido tapara la realidad.
No está mal tener un presidente que cante. Lo grave es que nos acostumbremos a que el show reemplace al gobierno.
Porque cuando se naturaliza el espectáculo, la realidad deja de tener sonido.
De un lado de la reja esta la realidad, y del otro lado también hay una realidad (bastante irreal por cierto).
Hasta la próxima.
