Bienvenido Brasil al viento de cola

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No hay mal que dure cien años, pero sí diez

Desde hace más de treinta años, Brasil es el principal demandante de nuestras exportaciones. Además, hace 25 años que es el primer origen de nuestras importaciones. Partiendo de estos datos, ya se advierte la centralidad del país vecino para nuestra economía: un quinto de nuestro comercio internacional de bienes se explica por este país. En la misma dirección, por razones geográficas y culturales, Brasil es el país que más turistas envía a Argentina. En este marco, y a modo de ejemplo, sólo en 2 de los últimos 35 años la Argentina pudo crecer mientras la actividad brasileña caía, lo que refleja la fuerte correlación entre ambas economías. Entender cómo viene afectando la economía brasileña a la dinámica local y sus perspectivas para 2021 nos ayudará a precisar el curso que seguirá nuestro país en los próximos meses.

El principal mercado sudamericano está estancado y sufriendo de turbulencias político-económicas desde 2014. Lo que comenzó como una desaceleración de la producción, se profundizó con caídas en 2015 y 2016. A fines de ese año la presidenta Dilma Rousseff fue destituida (impeachment) y reemplazada por su vicepresidente, que no tuvo elevados niveles de aceptación y sólo logró una tibia recuperación de la economía.

Luego del primer año de gestión de Jair Bolsonaro, el 2020 parecía ser el año en que la economía brasileña finalmente superaría el pico de actividad alcanzando en 2014. Sin embargo, el Coronavirus golpeó con fuerza a la primera economía del Mercosur y la recuperación quedó trunca. Al momento, este país tuvo más de 45.000 casos y 1.000 muertes por COVID por millón de habitantes, ubicándose entre los países más afectados por la pandemia a nivel global. Como resultado, el PBI se contrajo más de 4% el año pasado, quedando casi 7% por debajo de los niveles de 2014.

Este complejo panorama en materia sanitaria, política y económica también impactó en el mercado cambiario: durante el año pasado, el Real brasileño se depreció 30%, pasando de 4,0 BRL/USD al cierre de 2019 a poco más de 5,3 BRL/USD a fines del año pasado. Considerando la acotada inflación de esta economía, la mejora de la competitividad externa de su producción de bienes y servicios, o sea su abaratamiento en dólares, fue relevante. De esta forma, a pesar de que Argentina mantuvo en 2020 una competitividad multilateral en torno a su promedio histórico, el tipo de cambio real bilateral con Brasil se ubicó 20% por debajo de su media, sumando un problema extra a la caída de la demanda a la hora de exportar.

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Producto de la recesión y la depreciación brasileña, las exportaciones argentinas a este destino cayeron 25% entre 2014 y 2019. En la misma línea, la producción industrial argentina se contrajo 13% entre ambos años, resultado, entre otros factores, de los problemas de la primera economía sudamericana. Considerando que las ventas a este destino suelen ser bienes industriales, favorecidos por el esquema de cero aranceles que fija el Mercosur y las complementariedades entre ambas estructuras productivas, se entiende la relación entre ambos números. Más preocupante todavía, luego de un 2020 pandémico, la caída de las exportaciones ascendió a 44,5% entre 2014 y 2020 y el derrumbe de la industria acumuló 19,5% en igual período.

¿Qué esperar para 2021?

Durante este año, el gobierno brasileño pondrá fin a muchas de las herramientas que se diseñaron para expandir la economía en respuesta a la crisis que provocó la pandemia. Sin embargo, se espera que su actividad tenga una importante recuperación: la mediana de proyecciones del Consenso de Mercado que elabora el Banco Central de Brasil arroja un alza del 3,5% del PBI, mientras que el FMI proyecta una suba de 3,6%. Así, aunque no se espera que el nivel de actividad recupere los niveles de 2014 hasta 2023, sí habría una recuperación de buena parte del terreno cedido en 2020, que nuestro país debería aprovechar.

Mejor aún, la industria brasileña experimentaría una expansión de 4,2%, pudiendo incrementar la demanda de nuestras exportaciones manufactureras. Algunos de los productos argentinos que podrían beneficiarse son pick-ups, utilitarios, autos, autopartes, plásticos, colectivos y motores. Todos estos tienen un fuerte vínculo con el complejo automotriz, que genera un importante volumen de empleo privado registrado, puestos de trabajo que se ubican entre los de mayor calidad. Por este motivo, es una buena noticia que este sector tenga una perspectiva aún mejor que el nivel general de la economía vecina: según las estimaciones locales, las ventas automotrices brasileñas crecerían cerca de 15% en 2021, lo que representa un avance muy considerable, aunque mantendría la venta de vehículos un 15% por debajo de los valores de 2019.

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Ahora bien, la mejora de la demanda, de las “cantidades”, no será la única: también se espera una apreciación cambiaria, es decir, una mejora vinculada a la parte nominal de la economía. Luego de un 2020 de fuerte depreciación, el Real brasileño se fortalecería significativamente este año, e incluso es probable que perfore 5 BRL/USD, ayudado por el ingreso de capitales que está provocando el exceso de liquidez global. Como resultado, nuestra producción se abarataría medida en la Reales, tornándose más competitiva. De esta manera, una parte no menor de los envíos que se perdieron el año pasado por nuestro encarecimiento en relación con la producción brasileña podrían recuperarse este año.

En síntesis, después de muchos años, las noticias que llegan de nuestro principal socio comercial son alentadoras. Este año se conjugarían una mejora de nuestros precios de exportación (alza de commodities agrícolas), una recuperación de la demanda externa y nuestra producción se abarataría en relación con la brasileña. De esta manera, nuestro país podría apuntalar su tan alicaída como necesaria generación genuina de dólares en 2021. No obstante, y tal como venimos sosteniendo, al viento de cola externo hay que acompañarlo con buenas políticas económicas -y esperar que la segunda ola de Coronavirus nos encuentre con la mayor cantidad de población vacunada posible-.

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