Así lo confirma el reciente relevamiento efectuado por el Ministerio de Energía Y Minería referido al comportamiento de los usuarios frente al surtidor durante el mes de marzo. El informe deja en claro que en un contexto de vacas flacas, pueden privarse de ciertos placeres pero no de ponerle a su auto la mejor nafta o gasoil.
Según indica el documento, la demanda interanual de combustibles de máxima calidad “al público” trepó 12.48 por ciento (11.80 el diesel y 13.16 la nafta) y más del 23 por ciento si se lo compara con el año 2015. Y por el contrario, los tradicionales retrocedieron, 10 por ciento en el caso del gasoil y un insignificante margen en la súper y la común.
Tomando en cuenta la aplicación “Precios en Surtidor”, presentada recientemente por la cartera que conduce el ex Shell, Juan José Aranguren, la diferencia promedio en todo el país entre ambos productos es de 2 pesos. Si se proyecta al consumo de un año, el ahorro por utilizar el más barato es de casi 5.000, pero evidentemente ese argumento no resulta válido para la lógica del automovilista argentino.
Prueba de ello es el ensanchamiento de la porción de la torta que le corresponde a cada variedad: Hace tres años atrás la venta de estos carburantes representaba el 26 por ciento del total, mientras que hoy trepa al 31.
La tendencia, de acuerdo a la opinión de los especialistas, se funda en la fuerte campaña de marketing que proponen las compañías petroleras para incentivar el uso de este tipo de combustibles más que en sus prestaciones. Y también de los estacioneros, que reciben un mayor caudal de comisiones.
En este segmento YPF (Infinia) es la líder indiscutida alcanzando en marzo el 60 por ciento del market share, seguida por Shell con el 23.7 y AXION el 10 por ciento. La lista la completan Pampa Energía (ex Petrobrás), Oil Combustibles y Refinor.
