Citronela: un mercado mundial que espera industrializar lo artesanal
Históricamente, un sector importante de la comunidad en la zona del Alto Uruguay se abocó a la producción de citronela en volúmenes bajos. Actualmente, El Soberbio es el principal municipio del país en el que se cultiva de la mano de numerosas familias, que transmiten de generación a generación sus prácticas culturales.
Según datos del Ministerio de Industria, más de 300 colonos producen y venden su producción a intermediarios o también la ofrecen en circuitos comerciales informales, tales como ferias o bien en bidones que distribuyen en diversos municipios.
Desde el punto de vista comercial e industrial, la producción se realiza con estándares de calidad en la mayoría de los casos acotados y a partir de modelos con un potencial de crecimiento relativamente bajo.
Ya desde hace muchos años se identificó a través de distintas fuentes las posibilidades de la explotación agraria en Misiones con foco en las esencias.
Fue en 1.962 cuando Juan M. Oberauer radicado en El Soberbio, elaboró un croquis para la Sociedad Argentina para la Investigación de Productos Aromáticos, destacando la producción verde y destilación de algunas especies aromáticas .
Según cuentan los lugareños, la citronela es una planta perenne de la familia de la grama, que se adaptó en El Soberbio por el clima, “ya que soporta sequías y lluviaradas y únicamente es sensible a las heladas”.
Oportunidades de desarrollo. “Fortalecimiento de la producción sustentable de Citronela en El Soberbio” es el programa que se inició hace un año y busca mejorar la producción de citronela realizada por productores familiares, mediante la adopción de prácticas de manejo sustentable a través de los distintos ensayos que se instalarán en las explotaciones de los productores esencieros con el objetivo de generar información clave en la mejora de la productividad del cultivo. El Ministerio del Agro y la Producción, SENASA, Secretaría de Agricultura Familiar, Campesina e Indígena de la Nación, la Universidad Nacional de Misiones, el Instituto Nacional de la Yerba Mate, las Escuelas de la Familia Agrícola (EFAs), cooperativas y asociaciones trabajan de forma mancomunada.
Pero la citronela no únicamente ocupa la agenda de las instituciones vinculadas al agro. También los planes llegan de la mano del sector industrial. “Vemos una gran oportunidad en todo ese conocimiento y capacidad de muchos años en el proceso producción de la citronela y también en el proceso de destilación de manera muy rústica y sin los elementos tecnológicos disponibles como para poder hacerlo en volumen y la calidad homogénea que hace falta para que grandes empresas sean compradoras”, expresó en conversación con Economis el ministro de Industria, Nicolás Trevisán.
El puntapié para iniciar la producción industrial de la citronela se esboza a partir de acuerdos con Nación para la financiación de kits de destilación industrial con tecnologías y con niveles de calidad que permitirán que los consorcios familiares barriales destilen de forma conjunta en un espacio común que les permita el control de calidad y la estandarización de las unidades de medidas necesarias, entre otros aspectos claves. “Los fondos jamás alcanzarían para otorgar un kit de destilación a cada productor ya que cada kit tiene un costo alto dada sus características de calidad, electrónica, cantidad de sensores, sistemas de automatización y además, son de acero inoxidables,”.
El desarrollo industrial de la citronela y, a futuro de otras esencias, implica necesariamente hacer más atractivo el negocio, alcanzando otros niveles de calidad y generando otros rindes. Bajo esas premisas, el panorama sería otro ya que “la citronela se vende en dólares, es un producto de precio internacional y tiene un precio que es sumamente conveniente en relación al volumen”, refirió el Ministro.
Según algunos especialistas, la industria de las esencias no tiene techo dado que tanto los perfumes como los aromas se utilizan en varios sectores, yendo desde lo gastronómico hasta la perfumería, pasando por empresas farmacéuticas y otros tantos.
Uno de los argumentos que más respaldan el asociativismo entre productores es sin dudas aquellos casos en los que se requiere de grandes inversiones de capital para mejorar la actividad productiva y el rendimiento. Frente a la carencia de recursos, la asociatividad siempre es una oportunidad y, paradójicamente, es el máximo desafío para los productores.
En una situación ideal, la conformación de consorcios geográficos de productores sería sinónimo de la mejora de la calidad de las producciones, así como también ampliación del margen de posibilidades para que los volúmenes logrados sean acordes a lo demandado por los mercados internacionales.
En la provincia existen muchos casos que han llegado a buen puerto, así como también otros, que no lograron prosperar. La Bodega Escuela en la Estación Experimental INTA Cerro Azul fue un gran proyecto co-diseñado en 2005 y gestionado con el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), la Facultad de Ciencias Exactas, Químicas y Naturales de la Universidad Nacional de Misiones (UNaM) y el Ministerio del Agro, que buscó hacer operativo un espacio productivo compartido para que los productores misioneros logren vinos certificados e ingresen a los mercados de comercialización provinciales y nacionales. Si bien en aquel entonces significó un futuro promisorio para las más de 100 familias que cosechaban uvas en la región centro y sur de la provincia, el proyecto no prosperó.
Ademar Galiano es propietario de 6 hectáreas en el casco céntrico de El Soberbio, se dedica a la elaboración industrial de 400 litros anuales de citronela y también produce derivados: repelentes atomizadores líquidos y pipetas para mascotas. Sus productos están certificados por ANMAT y de la mano de ADEMI oportunamente los comercializó en Compras de Misiones y estuvo recibiendo asesoramiento en cuanto a packaging y diseño de etiquetas.
El productor que se describe como “nacido, criado y malcriado en El Soberbio” montó un proyecto agroturístico complementario en el cual muestra la producción explicándole a los turistas las bondades de la planta de citronela y los procesos de elaboración.
“Mis padres destilaban y yo me fui cultivando. En google no hay nada sobre alambiques y citronela. Fui cultivando con amigos y con la familia. Fui aprendiendo con la facultad de la calle, indagando, consultando, observando, debatiendo con ingenieros químicos y esos perfiles”, contó a Economis.
Galiano indicó que una de las principales bondades de la citronela es que “no hay una fecha específica para el corte, sino que el productor lo maneja a su tiempo, lo puede hacer escalable. La planta es anual, se cultiva y se aprovecha el mayor rendimiento en verano. Pero como tenemos buen clima podés hacer dos o tres cortes al año”.
“Hace 30 años esto era una superpoblación de citronela. Todas las familias tenían una o dos hectáreas. Hoy no hay 500 familias que produzcan, no tenemos 100 alambiques a fuego directo y son pocos los que tienen caldera… Cuando el tabaco entró en la zona, los productores se volcaron a esa producción y en su momento implicó tumbar el monte, buscando tierra fértil y desprotegiendo las fuentes de agua”. Y allí radica, desde su mirada y conjuntamente con la falta de energía, una de las principales limitaciones para la producción.
Una destilería que permita organizar la producción con mayor rapidez es parte de las proyecciones a futuro. “Hoy tengo un alambique propio, con caldera. Me gustaría tener una destilería y mecanizar, porque hoy, es todo mano del hombre y tracción animal, demora más. Se puede mejorar con fuertes inversiones orientadas a la destilería”. Esto podría ser el puntapié inicial por ejemplo, para poder abastecer a la provincia entera con repelente con base de citronela, en lugar de comprar un producto hecho afuera de la provincia.
Además, está plantando eucaliptus de varias especies que tienen un proceso de destilación similar al de la citronella y trabaja con un ingeniero químico especializado. “Hay otros mercados nacionales e internacionales para esto. Los empresarios requieren este producto y lo terminan trayendo desde la India. Nosotros podemos hacerlo en Misiones y venderlo”, ultimó.
Lo cierto es que sigue latente y a la espera de inversiones la posibilidad de industrializar lo artesanal, generalizando oportunidades de desarrollo local de la mano de un cultivo emblemático y motivando el arraigo en los jóvenes.