De las microturbinas hidroeléctricas a los espejitos de colores solares

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Entre los gobiernos de Ricardo Barrios Arrechea y Oscar Herrera Auad, pueden realizarse varios notables paralelismos.

Ambos llegaron al cargo en gobiernos democráticos, ganando elecciones en forma incuestionable. Son médicos, muy respetados en sus ejercicios profesionales. Son vecinos de la ciudad capital provincial, siendo personas consideradas de bien. Ambos desarrollaron buenas gestiones de gobierno, una de ellas finiquitada, y la otra en plena ejecución; lo cual no significa que no hayan tenido errores, humanos al fin.

A Barrios Arrechea le corresponde el mérito de haber tenido el coraje cívico de comenzar la estratégica obra de la Central Hidroeléctrica Urugua-Í, pese a todas las presiones del entramado de poder vinculado a la generación termoeléctrica, cuyo monopolio total rompió esa importante usina hidroeléctrica. Al día de hoy suministra energía limpia y es la más económica que dispone Misiones, siendo uno de los puntales que evitó el corte del servicio en esta provincia cuando colapsó el Sistema Interconectado Nacional, afectando también a partes de países vecinos.
Mucho mayor el mérito, pues sin duda debió enfrentar las trabas interpuestas por un personero de los intereses termoeléctricos, como lo es claramente Jorge Lapeña, en altas funciones nacionales en esos años, y responsable directo del freno total al Plan Nuclear, pero esa es otra historia.
Ambos gobernadores encararon programas energéticos vinculados con las denominadas “nuevas tecnologías” o “tecnologías limpias de generación”, entre muchas formas de definirse y clasificarse, dentro de la hiper difusión que en forma masiva realizan ONGs “ecologistas” y sectores involucrados con esos tipos de generaciones de energía.

Otro notable paralelismo es que ambos gobernadores fueron influidos para tomar dichas decisiones, por profesionales muy enfocados en ese tipo de tecnologías de generación, de micro escalas y evidentemente muy lejos de la visión estratégica que debe centrarse en las grandes fuentes de generación y en soluciones a escalas macro.

Erico Barney, un muy buen tipo, carismático, honesto en lo personal, pero claramente centrado únicamente en su entorno cercano y de algún modo un hippie supérstite a sesenta años de los paradigmas de los años ’60, tiene una frase emblemática, a la cual se apegó excluyentemente: “lo pequeño es hermoso”; y en ello se centró cerradamente, como también se focalizó en los aspectos puramente técnicos, desoyendo toda idea referente a la necesaria inserción social y económica de sus proyectos. Seguramente por el fuerte influjo de su personalidad, la Facultad de la cual fue referente e incluso Decano, parecería que nunca siquiera consideró estudiar los grandes proyectos hidroeléctricos binacionales, como tampoco los siete de potencias medianas, que con fondos provinciales se estudiaron a niveles de proyectos ejecutivos para ser construidos en cursos de agua interiores de Misiones.

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A tal punto la Facultad de Ingeniería de la UNaM omitió todo estudio
hidroeléctrico por fuera de las muy pequeñas micro centrales, que en oportunidad de haber sido invitado a exponer sobre el tema, el entonces Decano Ing. Alfaro, con mucha amabilidad, concurrió a verme para que le facilite datos esenciales de grandes proyectos hidroeléctricos, pues en esa casa de estudios nada tenían… Lo recuerdo bien, pues yo fui otro de los oradores en esa jornada de disertaciones.

Y ese enfoque excluyente, en algunos tópicos denostadores con escasos o nulos fundamentos, respecto a las grandes hidroeléctricas, que parecía ser el pensamiento “energéticamente correcto” en ese ámbito, lo conozco bastante bien, pues diserté como invitado, en cuatro oportunidades, en la FIO (Facultad de Ingeniería de Oberá, de la UNaM), de la cual también soy egresado de tres Posgrados y una Especialización; además de conocer y apreciar a algunos de sus calificados docentes.

En ese contexto, los esfuerzos investigativos y ejecutivos estuvieron
concentrados exclusivamente en pequeñísimos proyectos, que no solo no aportaron soluciones (puede decirse que de tan pequeños “no movían la aguja” en los rubros de Potencia Instalada y de Generación), sino que tampoco fueron capaces de solventar mínimos gastos de mantenimiento, mientras sus exiguas producciones de energía terminaron desalentando a quienes lo apoyaron.

Terminaron siendo recursos dilapidados, negándose sus mentores a que al menos sirvieran como experiencia para encarar proyectos algo mayores y por consiguiente autosustentables. Como referencia comparativa, Brasil desecha todo proyecto menor a 1.000 KW (1 MW), y de los siete construidos en Misiones, el mayor apenas superaba los 30 KW.

En síntesis, el programa de las micro centrales hidroeléctricas fue un fracaso total en lo operativo, por estar centradas en muy bajos niveles de Potencia Instalada, y por lo mismo muy lejos de ser soluciones concretas a las acuciantes grandes y fuertemente crecientes necesidades de energía abundante, que imperiosamente necesita Misiones para crecer y desarrollarse.

Más allá que los mini proyectos, como las micro hidroeléctricas o algunos paneles solares con respaldos de baterías, pueden ser útiles para alguna escuela rural muy alejada, o una unidad sanitaria perdida en el monte, o un destacamento policial o de Gendarmería, lejos todos ellos de las líneas eléctricas interconectadas; sin duda la solución de las grandes y crecientes necesidades eléctricas provinciales no pudo ni podrá venir de las instalaciones de mini usinas, hayan sido ellas micro hidroeléctricas antes, o paneles solares hoy, ni a futuro.

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Más allá de los relativamente importantes aportes de fondos y respaldos a las micro centrales hidroeléctricas, por parte de La Provincia y La Nación, y de haberse construido siete de ellas, ninguna pudo subsistir, precisamente por no ser viables en lo económico, por sus bajísimas potencias y capacidades muy limitadas de generación, motivo por el cual no se pudieron autofinanciar, terminando siendo plata tirada infructuosamente.
En la actualidad, otro profesional egresado de la misma Facultad, y
claramente imbuido de la misma orientación general, en este caso hacia las solares, está orientando acciones en ese sentido; primeramente con una “gran central” de 10 MW teóricos, cerca del barrio Itaembé Guazú, en Posadas, y se planifica insistir en esa muy limitada tecnología instalándolas en establecimientos educativos.

Es necesario enfatizar que los rendimientos de los paneles solares son paupérrimos, produciendo solo en horarios de heliofanía (con sol) y con rendimientos muy decrecientes al alejarse del cenit (del mediodía), disminuyendo o anulándose sus producciones en días nublados o lluviosos, y con probables problemas de mantenimiento ante las fuertes granizadas que solemos soportar y otros fenómenos climáticos violentos, frecuentes en la región; además de depender de muy contaminantes baterías si sus pequeñas producciones se quisieran almacenar para brindar el servicio de noche.

Por otra parte, nada se dice del costo real por kWh solar, el cual es –salvo no demostrada excepción- muy elevado y nada competitivo.

A la vez, y en forma opuesta a la declarada y demostrada orientación favorable a las energías hidroeléctrica y nuclear, evidenciada por el actual gobierno nacional, pueden calificarse de estruendosos los silencios que en el ámbito provincial se evidencian respecto a la toma de decisiones de importancia estratégica, vinculadas con impulsar las grandes centrales hidroeléctricas de Corpus, Panambí y Garabí, así como algunos de los proyectos provinciales, como el muy factible, rentable y nada contaminante Túnel del Urugua-Í.

El tema no se agota. En otro artículo, se evaluarán distintas acciones, a lo largo de varias décadas, que evidencian la carencia de un Plan Energético Provincial a largo plazo, lo cual lleva a improvisaciones, marchas y contramarchas. Claramente, el tema energético, por sus complejidades técnicas, es una especie de tabú, el cual suele omitirse y tratarse con visión cortoplacista, opuesta a su carácter estratégico, que requiere planes de largo alcance.

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