Educación en crisis: ¿cómo recuperar el aprendizaje perdido?

El aprendizaje está en crisis: Dar prioridad a la educación y las políticas eficaces para recuperar el aprendizaje perdido

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El aprendizaje está en crisis: Dar prioridad a la educación y las políticas eficaces para recuperar el aprendizaje perdido

América Latina y el Caribe se vio afectada de manera desproporcionada en términos sanitarios, económicos y educativos durante la pandemia, y ha sufrido uno de los períodos más largos de cierres de escuelas. Alrededor de 170 millones de estudiantes se vieron privados de recibir educación presencial. Explora esta historia inmersiva sobre el impacto de la pandemia y las estrategias para reducir la pobreza de aprendizajes

Margarita, una activa estudiante de 13 años que vive en Imbabura, Ecuador, tiene la esperanza de regresar a clases presenciales después de más de un año de no ir a la escuela y de aprendizaje virtual como resultado de la pandemia de COVID-19. Su familia tuvo incluso dificultades para conseguir las herramientas necesarias para conectarse a internet desde casa de modo que ella participara en las actividades pedagógicas en línea. “Con la pandemia las clases fueron virtuales, pero nosotros no teníamos señal [a internet] para que yo pudiera estudiar”. Margarita no es la única. La COVID-19 ha causado interrupciones sin precedentes en la educación en todo el mundo. 

El impacto de la pandemia de COVID-19 en el aprendizaje 

Los niños en todo el mundo han perdido una cantidad enorme de tiempo de claseEn el pico de la pandemia en abril de 2020, se estima que los cierres de escuelas relacionados con la COVID-19 interrumpieron la educación de más de 1600 millones de niños en 188 países. A nivel mundial, desde febrero de 2020 hasta febrero de 2022, los sistemas educativos no impartieron enseñanza presencial durante 141 días de instrucción en promedio, y esta situación afectó de manera desproporcionada a los niños más pobres. 

Si bien algunos países reabrieron las escuelas de manera rápida, muchos las mantuvieron cerradas durante períodos excepcionalmente prolongados. Otros las reabrieron solo de forma parcial. Numerosos países que tenían resultados de aprendizaje deficientes antes de la pandemia tendieron también a mantener las escuelas cerradas por más tiempo, y las interrupciones prolongadas en la enseñanza agravaron estas desigualdades. 

El mundo enfrenta una crisis dentro de una crisis. Las estimaciones de la pobreza de aprendizajes muestran que incluso antes de la COVID-19, la crisis del aprendizaje ya se estaba profundizando. Nuevos datos publicados en “The State of Global Learning Poverty: 2022 Update” (i) (La situación mundial de la pobreza de aprendizajes: Actualización de 2022) indican que en 2019 la pobreza de aprendizajes —la proporción de niños que no pueden leer y comprender un texto simple a los 10 años— era un 57 % más alta de lo que se pensaba anteriormente. Tras los cierres de escuelas prolongados y debido al acceso desigual a la enseñanza remota y presencial, la pobreza de aprendizajes ha aumentado un tercio en los países de ingreso bajo y mediano, y se estima que el 70 % de los estudiantes de 10 años no pueden entender un relato sencillo. 

Además, las tasas de deserción escolar se incrementan en algunos países, junto con el matrimonio a temprana edad, el embarazo precoz, el trabajo infantil y los problemas de salud mental.

La desigualdad en el aprendizaje va en aumento. Los cierres de escuelas han profundizado las disparidades existentes en la educación, y las pérdidas de aprendizaje son peores para los niños más vulnerables. En todo el mundo, los estudiantes de familias de condición socioeconómica más baja se vieron afectados de manera desproporcionada por las interrupciones en la educación relacionadas con la COVID-19. A nivel global, al menos 463 millones de niños no pudieron acceder a programas de aprendizaje a distancia de radiodifusión y digitales en medio de los cierres de las escuelas, y 3 de cada 4 estudiantes que no pudieron participar en esas actividades pertenecían a familias pobres o vivían en zonas rurales. 

Cierres de escuelas en América Latina y el Caribe 

América Latina y el Caribe se vio afectada de manera desproporcionada en términos sanitarios, económicos y educativos durante la pandemia, y ha sufrido uno de los períodos más largos de cierres de escuelas. Alrededor de 170 millones de estudiantes se vieron privados de recibir educación presencial durante aproximadamente 1 de cada 2 días de clases desde el inicio de la pandemia (Reseña del Grupo Banco Mundial: Mi Educación, Nuestro Futuro). Millones de niños y adolescentes corren el riesgo de abandonar los estudios debido a que están retrasados en el ámbito académico. 

Las pérdidas de aprendizaje previstas y reales son muy altas, y más graves en los primeros grados y entre los niños más pequeños y los niños de entornos socioeconómicos más bajos. Se espera que los puntajes promedio de la educación primaria en lectura y matemáticas disminuyan a niveles registrados hace más de 10 años, cuando las mejoras ya eran muy lentas. Es posible que alrededor de 4 de cada 5 alumnos de sexto grado no puedan comprender e interpretar adecuadamente un texto de longitud moderada. 

Se proyecta que estas pérdidas de aprendizaje se traduzcan en una disminución del 12 % en los ingresos a lo largo de la vida de los estudiantes actuales. La salud psicosocial y el bienestar también se han visto muy afectados. 

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Según nuevas estimaciones, los objetivos de pobreza de aprendizajes anteriores a la pandemia están ahora fuera de alcance. La comunidad internacional se comprometió en el Objetivo de Desarrollo Sostenible 4 (ODS 4) a eliminar la pobreza de aprendizajes para 2030. Sin embargo, en 2019, quedó claro que el mundo estaba muy lejos de lograrlo. Ante esta evidencia, el Banco Mundial estableció también un objetivo provisional complementario de reducir a la mitad la pobreza de aprendizajes. Después de la COVID-19, esas ambiciosas metas parecen completamente inalcanzables. A esta crisis en la educación se debería responder con ambición, no con aceptación, y se necesita un compromiso político, respaldado por medidas, para acelerar la recuperación del aprendizaje. 

La recuperación del aprendizaje: mitigar los efectos de la pandemia y revertir las pérdidas 

El aprendizaje en el futuro y décadas de beneficios económicos y sociales están en juego. Se necesitan medidas urgentes para garantizar que la actual generación de estudiantes reciba una educación que sea al menos tan buena como la de las generaciones pasadas y futuras. 

La buena noticia es que se conocen las maneras de recuperar el aprendizaje perdido debido a la pandemia. Un programa de recuperación pedagógica adaptado al contexto, que consiste en estrategias basadas en evidencias, puede ayudar a los estudiantes a volver a las trayectorias de aprendizaje que tenían antes de la pandemia. 

El nuevo Marco para la Recuperación y Aceleración del Aprendizaje (el marco RAPID) (PDF, en inglés) introduce cinco medidas de política para establecer un programa de este tipo. Si bien las dos primeras medidas de política (esto es, acercarse a los estudiantes y mantenerlos en la escuela, y evaluar los niveles de aprendizaje periódicamente) apoyan una recuperación equitativa, e incluyen el seguimiento y la planificación, las tres medidas restantes constituyen estrategias para mejorar la enseñanza, el aprendizaje y el bienestar. La composición del programa debería ser flexible para que los países puedan tener acceso a una gama de opciones de políticas y seleccionarlas, combinarlas y adaptarlas a su propio contexto.

El desafío central de la recuperación del aprendizaje es que los objetivos deben alcanzarse en menos tiempo que en el caso de las cohortes anteriores a la pandemia. Para ello es necesario un marco acelerado que promueva el retorno urgente de los niños a la escuela, evalúe los niveles de aprendizaje, y apoye una enseñanza y un aprendizaje más eficaces. El marco RAPID ayuda a los países a: 

Realizar evaluaciones regulares. Las mediciones de referencia del aprendizaje ayudan a tomar decisiones informadas sobre dónde y cómo movilizar recursos a nivel de los sistemas para prevenir la pérdida de aprendizaje y la deserción escolar entre los estudiantes más vulnerables. Será fundamental disponer de mejores datos e indicadores. Los actuales esfuerzos para recopilar y utilizar datos tienden a ser fragmentados y poco frecuentes, especialmente en los países de ingreso bajo y mediano, donde los efectos de la crisis del aprendizaje se dejan sentir con mayor intensidad.

Acercarse a todos los niños y mantenerlos en la escuela. La medida normativa más inmediata es mantener las escuelas abiertas y lograr que los niños vuelvan a la escuela. A medida que las escuelas reabran, es fundamental hacer un seguimiento de la reinscripción de los niños y entender por qué algunos estudiantes no han regresado a la escuela. 

Priorizar la enseñanza de los conocimientos básicos. Dada la asombrosa pérdida de tiempo lectivo, los esfuerzos de recuperación del aprendizaje deben centrarse en el contenido elemental perdido y dar prioridad a las habilidades y los conocimientos más fundamentales que son necesarios para avanzar. Esto requerirá ajustes en los métodos de enseñanza, como la instrucción focalizada para alcanzar los niveles de aprendizaje de los estudiantes, así como asegurar que el plan de estudios se centre en las habilidades y los conocimientos básicos que los niños necesitarán en sus respectivos grados. 

Incrementar la eficiencia de la instrucción, por ejemplo, mediante programas de recuperación del aprendizaje. Para recuperar el aprendizaje perdido, los sistemas escolares deberán apoyar iniciativas que aumenten la cantidad de aprendizaje dentro de las aulas, como maestros mejor formados y el uso de estrategias de recuperación centradas en el estudiante (a saber, programas de autoaprendizaje individualizados, tutoría y orientación, programas de aprendizaje acelerado y programas de recuperación para los estudiantes que han abandonado la escuela). 

La tecnología y la innovación desempeñan también una función en el logro de estos objetivos. La educación a distancia e híbrida ha llegado para quedarse. Al proporcionar a los maestros acceso a la tecnología y las habilidades necesarias para utilizarla eficazmente con el fin de mejorar la prestación de servicios educativos, se puede ayudar a preparar los sistemas de enseñanza para futuras crisis y ayudar a los maestros a subsanar las brechas de aprendizaje. 

Desarrollar la salud y el bienestar psicosociales. La pandemia ha agravado los riesgos para los niños y los jóvenes que ya son vulnerables, entre ellos las mujeres y las niñas, los niños con discapacidad y los niños que viven en situaciones prolongadas de conflicto o desplazamiento. Abordar la salud mental y las necesidades psicosociales de los niños y los jóvenes y apoyar su bienestar es una medida importante en sí misma, pero también es fundamental para garantizar que ellos puedan aprender.

En marzo de 2022, un informe conjunto de Unicef, la Unesco y el Banco Mundial (i) proporcionó información actualizada sobre lo que están haciendo los países en términos de políticas e iniciativas para la recuperación de la educación. Alrededor de 90 países respondieron que están implementando programas específicos para mitigar las pérdidas de aprendizaje. 

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Estrategia de África occidental y central para reducir la pobreza de aprendizajes 

A pesar de los avances recientes, la educación en la región está en crisis. El 80 % de los niños de 10 años en África occidental y central no saben leer ni comprenden un texto sencillo, y más de 32 millones de niños no van a la escuela, lo que representa el mayor porcentaje de todas las regiones del mundo. 

Imagine que las niñas y los niños llegan a la escuela preparados para aprender, reciben una educación de calidad e ingresan al mercado laboral con las habilidades necesarias para convertirse en ciudadanos productivos y realizados. Los líderes de África occidental y central respaldaron esta visión en el Llamamiento a la Acción de Accra en Materia de Educación (i) durante una reunión ministerial conjunta organizada por el vicepresidente de Ghana, Dr. Mahamadu Bawumia y en la que participaron más de 40 ministros de Finanzas y Educación de África occidental y central. En el evento, se dio a conocer la nueva estrategia regional de educación del Banco Mundial From School to Jobs: A Journey for the Young People of Western and Central Africa (i) (De la escuela al mundo laboral: Una travesía para los jóvenes de África occidental y central), en que se establecen objetivos ambiciosos para lograr resultados a gran escala para 2030. El Banco Mundial pondrá en marcha la estrategia a nivel de los países y pondrá en práctica y hará un seguimiento de los compromisos de Accra, especialmente para aumentar el financiamiento del sector de educación y focalizarse en los objetivos de la estrategia, que incluyen reducir la pobreza de aprendizajes. 

Si se implementan bien y se mantienen en el tiempo, muchas de las políticas delineadas en el documento pueden revertir las pérdidas de aprendizaje, fortalecer la lucha contra la pobreza de aprendizajes en el largo plazo, y servir de motores para que los sistemas de todo el mundo obtengan mejores resultados.

Un compromiso para revertir los efectos de la pandemia 

Un fuerte compromiso político —tanto a nivel nacional como mundial— de dar prioridad al aprendizaje de todos los niños es un primer paso crucial para revertir el déficit de aprendizaje derivado de la pandemia. Un compromiso real significa metas claras, priorización de las políticas y los recursos, y financiamiento. 

La recuperación debe comenzar con un compromiso político a nivel nacional. Para lograr una aceleración del aprendizaje amplia y sostenida, estas intervenciones a corto plazo deben implementarse a gran escala, y esta implementación tiene que formar parte de una estrategia nacional de reformas estructurales a largo plazo. Se necesitan coaliciones nacionales en favor de la educación para respaldar un compromiso de alto nivel. Para recuperar las pérdidas de aprendizaje de los niños y los jóvenes se necesita el esfuerzo de los educadores, las familias y los administradores de todo el sistema educativo. 

También se requiere un compromiso mundial. Una coalición de organizaciones está creando conciencia sobre estas cuestiones, promoviendo metas ambiciosas pero realistas, proporcionando conocimientos y evidencias de lo que funciona, y brindando apoyo financiero. Entre estas organizaciones se encuentran el Grupo Banco Mundial; la Unesco; Unicef; el Ministerio de Relaciones Exteriores, del Commonwealth y de Desarrollo del Gobierno del Reino Unido (FCDO); USAID, y la Fundación Bill y Melinda Gates. 

El Banco Mundial apoya a los países mientras trabajan para acelerar la recuperación del aprendizaje. Como la principal fuente de financiamiento externo para la educación en los países en desarrollo, la cartera del Banco, dotada de más de USD 23 000 millones, tiene como objetivo mejorar el aprendizaje y proporcionar a todos el acceso a la educación que necesitan para tener éxito. En los últimos tres años, el financiamiento del Banco para educación se ha duplicado en comparación con la década pasada. Los proyectos benefician al menos a 432 millones de estudiantes y a 18 millones de maestros, es decir, un tercio de los alumnos y casi una cuarta parte de los docentes de los países clientes. 

Se invita a los países de todo el mundo a respaldar el Compromiso para la Acción sobre el Aprendizaje Básico que reconoce que el aprendizaje básico proporciona los elementos esenciales que sustentan otros tipos de aprendizaje, conocimientos y competencias a un nivel superior. Al hacerlo, se sumarán a miembros de la comunidad mundial de la educación y otros asociados, entre ellos la sociedad civil y organizaciones juveniles, que se comprometen a adoptar medidas urgentes y decisivas para reducir a la mitad la proporción mundial de niños que no pueden leer y comprender un texto simple a los 10 años de aquí a 2030. 

Con la implementación urgente de estas políticas, es posible recuperar y acelerar el aprendizaje y crear sistemas educativos más eficaces, equitativos y resilientes. Esto es lo que se necesita para aumentar el aprendizaje tanto como sea posible para 2030, y continuar esa labor posteriormente, y garantizar que todos los niños y jóvenes tengan la posibilidad de forjar el futuro brillante que se merecen. 

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