En el barrio La Tablada un grupo de mujeres produce panificados y mejoran sus ingresos

En el barrio La Tablada, de Posadas, un grupo de mujeres trabaja de manera cooperativa en un emprendimiento de panificados en el marco de la economía popular.

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En el barrio La Tablada, de Posadas, un grupo de mujeres trabaja de manera cooperativa en un emprendimiento de panificados en el marco de la economía popular.
Las familias que integran el proyecto se reunieron  con el diputado Martín Sereno (Partido Agrario y Social), agradecidas por el acompañamiento y apoyo a la tarea colectiva que emprendieron para paliar la crisis.
“Estas compañeras de La Tablada decidieron organizarse ante la falta de empleo y generaron su propio trabajo con el que poco a poco van mejorando sus ingresos a través de la economía popular. Charlamos con ellas con la idea de aportar a su proyecto colectivo de panificados. Se trata de nueve mujeres y un hombre que encararon la producción, compraron un horno a crédito, arrancaron con poco, y hoy están produciendo más de 30 kilos diarios. A esto nos referimos cuando hablamos de la economía popular, que en una provincia con un 50% de trabajo no registrado, se consolida como la opción para miles de misioneros y misioneras”, destacó el legislador y dirigente de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP).

Sustentar la economía familiar
Cecilia Sanabria, es una de las mujeres que generó el emprendimiento al que denominaron “El progreso de La Tablada”. Ellas tomaron la decisión, acordaron las voluntades, los horarios, las inversiones y el esfuerzo para salir adelante con un proyecto productivo que las contiene a todas y que mejora el ingreso de las familias.
“Nos va muy bien, tenemos muchas expectativas porque la gente nos apoya, nos compra, empezamos con algunos pedidos, y hoy estamos entregando 27 kilos de pan y más de 15 de prepizzas, y la expectativa es seguir creciendo”, cuenta la joven.
Agrega que la intención de este grupo de mujeres fue sustentar su economía y están satisfechas por el apoyo que tienen. 
“Al principio hubo dudas con empezar algo nuevo; pero vimos que con esfuerzo y dedicación podíamos salir adelante. A veces nos quedamos sin pan para tanta demanda, porque por ahora no podemos producir más. Hacemos todo a mano, amasamos, nos dividimos en grupos y salimos a vender. Todas nos encargamos de empaquetar y vender juntas; implica un gran esfuerzo y dedicación; pero tenemos ganas de crecer”, se entusiasma Cecilia.

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“Con sus compras la gente nos motiva”Hasta el momento, uno de los hombres que integra el trabajo cooperativo de “El progreso de La Tablada” es Horacio Barrios. “Trabajamos en la panadería a full, con un grupo de compañeras y pensando en el futuro siempre en beneficio de nuestras familias. Creemos que ayudar al crecimiento económico de la comunidad, nos viene bien a todos. Somos vecinos del barrio, nos conocemos, y por eso decidimos apostar a este trabajo colectivo. Gracias a Dios la gente con sus compras nos entusiasma; vendemos casi toda la producción y eso nos anima para seguir adelante y vamos por más”, sostuvo Horacio.
El objetivo del grupo es conseguir una amasadora, una refinadora y un horno más, y así poder crecer en la producción y ofrecer más productos de panadería.

Comenzaron con 20 kilos y superan los 35
Daiana Barrios es parte del proyecto que apuesta a la economía popular y ante la falta de empleos formales y para generarse un ingreso dentro del Programa Potenciar Trabajo donde están incluidas algunas de estas mujeres. Así decidieron fortalecer una idea que tenían desde hacía tiempo. Entre todas juntaron plata y compraron un horno y arrancaron con la panadería.
“Empezamos por la terrible desocupación que hay en esta pandemia. Con varias compañeras organizamos el proyecto de la panadería; vendimos rifas y pusimos un poco de plata cada una para los insumos, y hace más de un mes avanzamos con la idea de trabajar juntas. Sabíamos cómo se hace el pan, y aprendimos el tema de las ventas.”La primera semana hicimos 20 kilos y hoy amasamos más de 35, todo a mano. Después queremos ampliar pero necesitamos maquinaria; estamos en eso y no vamos a aflojar”, enfatiza Daiana.Por ahora producen en una casa particular; pero también sueñan con tener un local. Comienzan a la medianoche, y se van turnando por grupos, el último ingresa a las 5 de mañana, y desde temprano tienen todo preparado para entregar. “Vendemos a familias particulares y a negocios, y ya tenemos clientes fijos. Estamos muy entusiasmadas porque hacemos un trabajo digno con el que resolvemos la economía de nuestras familias”, subrayó.
“Queremos crecer cada vez más”Otra trabajadora de la economía popular que se sumó al proyecto colectivo es Raquel Acosta, y como las otras mujeres también colabora desde hace tres años en el merendero donde se alimentan las niñas y niños del barrio.
“Cuando planificamos tener una panadería, nos fijamos las prioridades y fuimos por un horno que es fundamental. Ahora apuntamos a tener todas las herramientas e insumos como una amasadora y una refinadora para mejorar la calidad y la variedad, y poder contar con una panadería completa”, dice Raquel, esperanzada.
A este grupo no le falta capacidad ni ganas. “Enseguida vendimos la primera producción y fuimos aumentando la cantidad de kilos. Lo proyectado supera lo que planeamos, y nuestro sueño es llegar a tener una panadería con todos los productos que busca la gente: dulces, tortas, masas finas”, detalla.
Estas nueve mujeres y un hombre que trabajan en conjunto coinciden en que “esto individualmente no lo podríamos hacer, por eso avanzamos en un trabajo colectivo que nos gusta, nos da orgullo y nos dignifica”, remarcó Raquel.

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