Energía desde una visión nacional: breve síntesis general

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Tema muy extenso y abarcativo, pues la Energía –en todas sus formas- es el fluido vital para todo el accionar social y económico.

Para los apátridas, sean liberales, neoliberales o libertarios, la Energía es un simple “commodity”, un bien o servicio meramente transable y exportable. Solo nos ven como meros productores de materias primas.

Para las progresías fuera de foco, la Energía importa muy poco, pues “compran” mensajes de todo tipo, instalados por nada inocentes ONGs anglosajonas, con supuestas “prioridades absolutas”, como el ultra feminismo, las “identidades o temas de género”, el ultra ecologismo, el ultra indigenismo, y temas por el estilo que sucesivamente son puestos en cartelera; evidenciando esa operatoria la intencionalidad de sacar del orden de las prioridades al desarrollo socio económico…para el cual la Energía es vital. ¡Incluso algunos progres promueven la genocida ideología neo malthusiana de frenar por completo el crecimiento y el desarrollo, total los pobres y los excluidos no les importan y los Intereses Nacionales les son ajenos por completo!

Para quienes pensamos en Clave Nacional, o desde el Pensamiento Nacional, como lo definió Jauretche, la Energía es un insumo básico de alto valor estratégico para el desarrollo, y la prioridad es abastecer a precios razonables, al mercado internom para promover la industrialización y el bienestar humano. Las eventuales exportaciones solo deben hacerse una vez provistas todas las necesidades internas, evitándose los nocivos cuadros de pobreza energética.

La pobreza energética se da cuando no se abastece satisfactoriamente al mercado interno en toda nuestra dilatada geografía, o cuando los precios convierten la energía –en todas sus formas- en un insumo inaccesible, muy caro.

Para poner la Energía como motor del desarrollo, como la savia vital que moviliza todo el entramado socio económico, evitándose que sea coto de caza de especuladores y de intereses sectoriales, muchas veces ligados al exterior, es necesario desarmar la maraña normativa que puso a todos los energéticos como  simples bienes y servicios transables, sin importar el correcto abastecimiento prioritario y a precios razonables, del mercado nacional.

Esa fuerte puja entre las opuestas concepciones del rol de la Energía, es de muy larga data, como es poco conocido pero muy concreto en la Historia Argentina.

La generación y venta de electricidad, en las grandes ciudades, estuvo en su mayor parte en manos extranjeras, llegándose a escandalosos esquemas tarifarios con leoninas ventajas para las empresas extranjeras prestadoras del servicio, como los negociados de la empresa CHADE y otras, al punto tal que los concejales porteños que les eran sumisos y funcionales, fueron en su momento llamados “los concejales chadistas”, tal como lo refieren varios estudiosos de esos conflictivos temas.

La propia creación de la petrolera estatal, en 1922, fue un gran hito, que permitió abastecer al mercado interno, cobrando precios accesibles, acordes a los menores costos de producción nacionales, por ese entonces muy inferiores a las producciones de Medio Oriente, que las dos petroleras anglosajonas imponían como referenciales.

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El golpe de Estado de 1930, con fuerte tufo petrolero, “volvió las cosas a la normalidad” precedente, encareciendo los combustibles y achicando a YPF.

Como es metodología usual de los apátridas liberales, las persecuciones contra Yrigoyen, Mosconi y Baldrich, fueron simplemente feroces. Fue el alto precio que les hicieron pagar por ser los principales responsables de crear y desarrollar YPF.

Yrigoyen fue el presidente que creo YPF. Mosconi y Baldrich fueron los dos Generales e Ingenieros, que dirigieron con patriotismo a la petrolera estatal hasta que el golpe de Estado oligárquico de 1930 los destituyó.

Con el peronismo, el manejo Nacional de todo el Sector Energético adquirió un matiz mucho más acentuado y amplio, al abarcar no solo los hidrocarburos, de los cuales se construyó el primer gran gasoducto y se fomento la producción carbonífera; sino también la energía eléctrica –cuya producción y distribución se estatizó- más los fuertes impulsos a las tecnologías hidroeléctrica y nuclear, con notable visión de grandeza nacional, al crearse Agua y Energía Eléctrica y la Comisión Nacional de Energía Atómica, entes señeros de desarrollos tecnológicos y de concreciones de obras de gran valor estratégico.

Claro está que el bloqueo interpuesto por EEUU como represalia por no haber hecho Argentina el aporte de carne de cañón en la Segunda Guerra Mundial, atrasó varios planes de equipamiento, como la gran central termoeléctrica de San Nicolás.

Con algunos interregnos de políticas nacionales en lo energético, como en el frondizismo, en parte en el gobierno militar de Onganía y sucesores (muy posiblemente por la positiva influencia de Guglialmelli, con fuertes apoyos al Plan Nuclear y el comienzo de construcciones de grandes hidroeléctricas en el Comahue), y en el breve tercer período peronista, la mayoría del extenso período entre 1955 y 2003, fue gobernado por diversos personeros del liberalismo y del neoliberalismo, doctrinas claramente antinacionales, que como tales afectaron profundamente las necesarias prioridades estratégicas de todo el Sector Energético, el cual fue desguazado, privatizado, y casi todo extranjerizado.

Los liberales y neoliberales locales, son pro termoeléctricos por definición y por ser mandaderos de las grandes petroleras anglosajonas. Por ende, se oponen a las competidoras hidroeléctricas y nucleares, con las que no pueden competir ni en precio del kWh, ni en eficiencia económica ni ambiental.

En las últimas tres décadas y media, las petroleras transnacionales prestan sus apoyos encubiertos, bajo la tapadera de bien financiadas ONGs “ecologistas”, a las energías eólica y solar, presentadas como “grandes soluciones” pero que en realidad son intermitentes y por ello dependen de usinas convencionales, por lo general termoeléctricas, para estabilizar voltaje y cubrir frecuentes baches de generación.

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Son las “renovables” que en forma semiencubierta, siguen indirectamente quemando hidrocarburos. ¡Claro que de esas “minucias”, los enceguecidos militantes “progres” ni se enteran! Pero este ya es otro tópico del tema general.

En el medio siglo (1955-2003) de liberalismo económico antinacional, y en particular durante el menemato, se formó una intrincada maraña legal y reglamentaria, que en buena parte sigue vigente, impidiendo en los hechos utilizar todo el potencial energético para el gran objetivo del desarrollo nacional.

En parte se revirtió ese proceso antinacional, en los doce años del gobierno con fuerte impronta nacional entre 2003 y 2015.

Se reestatizó y nacionalizó YPF en 51 %, se dio muy fuerte impulso al Plan Nuclear, se reimpulsó la producción de carbón y se comenzó a instalar una usina carbonífera, se terminaron Atucha 2 y la gran hidroeléctrica Yacyretá, y hubo cuantiosas inversiones en infraestructura eléctrica, en Generación (instalándose varias grandes usinas termoeléctricas, además de lo ya expresado en lo nuclear y lo hidroeléctrico), Transmisión y Distribución. Destacada fue la interconexión en alta tensión (A.T.), de todas las provincias continentales, con más de 5.000 kilómetros de líneas en A.T.

Se dio fuerte impulso al desarrollo de los biocombustibles, pasando a ser Argentina uno de los grandes productores mundiales, dándose también fuerte impulso al yacimiento hidrocarburífero de Vaca Muerta, uno de los mayores del mundo en su tipo.

En esos doce años, también se comenzaron las obras de las dos grandes hidroeléctricas en el Río Santa Cruz, se comenzó la gran central nuclear Atucha 3; y se rubricaron acuerdos con China y Rusia, para la hidroeléctrica Chihuido 1 y otras dos grandes centrales nucleares, además de construirse buena parte del Gasoducto del Nea (GasNEA).

Todas esas grandes obras, fueron paralizadas al comenzar los muy negativos cuatro años de neoliberalismo descarnado, del precedente gobierno macrista, lo cual también dejó como funesta herencia una deuda externa descomunal e impagable, en los términos contractuales originales.

Además, el neoliberalismo exacerbó hasta el paroxismo, las instalaciones de “energías renovables” eólicas y solares, bajo términos contractuales muy lesivos al país, entre ellos tarifas dolarizadas e indexadas, además de favorecer escandalosos negociados, uno de ellos protagonizado por empresas y allegados del propio expresidente Macri.

Tal es una breve síntesis del Sector Energético Argentino, que para una mejor comprensión, requiere análisis pormenorizados de distintos aspectos del amplio y complejo tema, lo cual se hará posteriormente, Dios mediante.

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