La fascinante idea de un misionero: convertir el plástico en combustible para autos

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Con una máquina que convierte el plástico en combustible quiere terminar con la basura en Misiones 

Walter Rosner, un nombre para recordar. Su trabajo podría marcar un antes y un después para el medioambiente y quién sabe  cuántas aplicaciones podría tener su máquina. Hace un año y medio creó un reactor para convertir el plástico en combustible, y lo logró

Vive en Dos de Mayo con su familia, es metalúrgico y trabaja en la instalación de máquinas para la industria tealera. 

No sólo logró transformar en combustible el plástico, sino también pudo destilarlo y convertirlo en nafta, gasoil, aceite, parafina, brea etc. El método que utilizó es la pirólisis. 

“Estuve un tiempo en Europa y vi cómo se interesaban en reciclar los plásticos. Me puse a investigar y comencé a trabajar en mi casa. Hice un reactor para descomponer el plástico y los gases que despide sirven para potenciar la máquina”, resume Walter.

“Sale un combustible normal como el de la estación de servicio. Ya lo usé en varios vehículos y máquinas. Estoy mejorando la destilación para probarlo en autos a inyección electrónica”.

“El primer reactor lo hice en mi casa, fue en una escala de 2 a 3 kilos de plástico. La máquina que tengo ahora procesa hasta 30 kilos”, indicó.

Walter hizo pruebas con diferentes plásticos, botellas, bolsas, electrónicos, silobolsa y otros. Señaló que las bolsas son las que más litros de combustible producen. “Hice ensayos también con cubiertas y no da mucho combustible pero sí carbón que puede usarse en las calderas”, explicó. 

Para un litro de combustible crudo se necesita un kilo de plástico más o menos.  “Es un circuito cerrado, no sale todo el gas que vuelve al proceso. No sale al aire. Se inyecta a la caldera con aire y eso genera más potencia”, destacó Walter. 

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En tres horas y media se obtiene un combustible listo para su uso. “Lo que tengo es un prototipo. La patente está en trámite. Igualmente este sistema existe en otros países, la diferencia es que integré la descomposición del plástico y la destilación del petróleo en una sola máquina”. 

El motor de Walter está en el cuidado del ambiente. Ideó esta máquina como una salida al reciclaje. Siempre observó que al separar los residuos, el plástico nunca tiene un destino. Las chacras de los agricultores acumulan bidones con agroquímicos, los arroyos terminan siendo el destino de bolsas y botellas. Este panorama le hizo pensar que los municipios necesitan un sistema para procesar la basura. 

“Si cada municipio tiene su reactor de combustible, puede vender el producto a las destilerías. Sería más barato que transportar el plástico”, explicó. 

Vale la pena contar cómo nace esta iniciativa. El año pasado, en plena crisis, Walter y su familia deciden mudarse a Europa donde tienen familia, para procurar un futuro mejor. La travesía duró poco más de un mes. “Cuando estuve allá pensé: ‘Todo muy lindo, pero me necesita mi país’; y ya volvimos con esta idea. Vimos que allá pagaban por el plástico y que se lo reciclaba. Y nos dio ganas de hacer eso”, contó Walter. 

“Fueron muchas noches de no poder dormir, hasta que un día se dio. La primera vez que el combustible funcionó, esa noche no pude dormir”, contó.

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