Las leyes económicas y la realidad real

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En esta ocasión, decidí que más que enfocarme en una problemática de la actualidad, quiero hablar de “Economía”. Sin dudas que, cuando se habla de ella, los debates son acalorados y para nada aburridos: todos opinan y probablemente cada uno tendrá una postura diferente. Incluso, es notable cómo se contradicen los economistas entre sí. Es por ello, que hoy quiero presentarles algunas de las principales ideas de esta apasionante y contradictoria ciencia, contarles las contradicciones entre las diferentes corrientes de pensamiento económico y, finalmente, contrastarlas con la realidad (y con el sentido común) y ver cuán acertadas están:

  1. “No puede existir demanda sin que haya oferta” o “la oferta crea su propia demanda” este enunciado se conoce en economía como “la ley de Say” y se trata de una idea fuertemente relacionada con la teoría clásica. De algún modo, lo que está ley trata de decir es, que evidentemente, para que alguien pueda consumir un producto, primero ese producto debe existir, por lo que es muy importante estar siempre pendientes de la estructura de producción: si ella funciona bien, siempre existirá un mercado para vender el producto.
    Sin embargo, en la historia aparece otro famoso economista que no estaba para nada de acuerdo con esta ley: el célebre Sr. Keynes: quien decía que, en muchas ocasiones, la demanda efectiva es menor a la oferta, lo cual llevaba a la generación de excedentes y que en esos casos era importante incentivar la demanda para que se puedan colocar esos excelentes.
    Y… ¿en la realidad? Fuera del plano teórico, todos tienen razón, aunque digan exactamente lo contrario. Existen periodos de tiempo, generalmente los de crisis económica, donde la demanda cae y donde un país tiene muchos factores productivos (recursos) ociosos. En esos casos, la historia ha demostrado que los incentivos para hacer crecer la demanda han servido para salir de la crisis, ya que al incrementar la demanda, se producía más para satisfacerla y así, se incrementaba el ingreso. Pero también es cierto que, este es un remedio temporal y mientras se tengan recursos ociosos. En el largo plazo, si no hay incentivos para la producción, por más demanda que exista, no habrá disponibilidad de bienes y no se podrá consumir (miremos el caso de Venezuela: el desabastecimiento y las largas colas para conseguir algunos bienes).
  2. “El dinero no es riqueza” esta ley se basa enteramente en el sentido común, sin embargo, es ampliamente ignorada, incluso por muchos gobernantes que llevan adelante la política económica. El dinero, es básicamente un instrumento de intercambio y su valor se encuentra en el poder adquisitivo del mismo. Es decir que, la riqueza de una persona reside en su posibilidad de acceder a bienes y servicios.
    Entonces, un país en su conjunto, no puede aumentar su riqueza aumentado sus existencias de dinero. En criollo: que apelemos a “la maquinita” no nos hace más ricos, si es que la producción y disponibilidad de bienes y servicios no aumenta.
  3. Y… como frutilla del postre, les voy a contar de otra interesante ley económica y que realmente es importante traerla a colación: se trata de la “ley de Gresham”. La misma establece que cuando en un país circulan dos tipos de monedas, y una de ellas es considerada por el público como “buena” y la otra como “mala”, la moneda mala siempre expulsa del mercado a la buena. En otras palabras, las personas siempre querrán ahorrar en la moneda buena y deshacerse de la mala.
    Entonces, si la contrastamos con la realidad, podemos notar que los argentinos no somos egoístas cuando queremos comprar dólares y deshacernos del peso, sino que solamente estamos tomando decisiones económicas racionales, tratando de mantener el poder adquisitivo futuro (para algún día poder llegar a cambiar de auto o cumplir el sueño de la casa propia). En definitiva, el problema no es la gente, el problema es el peso y las políticas económicas que llevaron al peso argentino a ser la “moneda mala”.
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A modo de cierre, no es posible demostrar fehacientemente que una teoría es correcta y otra no lo es. Cuando hablamos de leyes económicas, tenemos que tratar a las mismas como un “conocimiento no exacto”, aplicado a un contexto y recordar que se trata de una “ciencia social” sin verdades absolutas.

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1 thought on “Las leyes económicas y la realidad real

  1. LEYES ECONÓMICAS ABSTRACTAS O LA ECONOMÍA EN SU CONTEXTO GEOPOLÍTICO
    Con relación al artículo “Las leyes económicas y la realidad real”, del portal Economis, pueden acotarse varias cosas, las que por cierto no son secundarias.
    El autor demostró reiteradamente su adhesión implícita (casi explícita, podríamos decir) al liberalismo económico, y al neoliberalismo rampante; posición personal que es de su única incumbencia…pero como esas doctrinas nos afectan…y perjudican a todos los argentinos de bien, cabe este análisis.
    Insiste en los análisis económicos supuestamente “asépticos”, de pureza teórica no contaminada con el entorno socio – político, o si se quiere, con el contexto geopolítico.
    Esto último implica meter a la economía en el mundo real, fuera del limbo teórico de autores de última nada inocentes, como A. Smith, J.B. Say, R. Dornbusch, M. Friedman, L. von Mises y otros, fuertemente funcionales al “poder establecido”, el establishment. Dicho más claramente, a los poderes que nos oprimen y …llegado el caso… saquean.
    Tampoco fueron ni son simples teóricos los economistas críticos al liberalismo, el neoliberalismo y el “libertarismo”, como Friedrich List, Aldo Ferrer, J. Stiglitz, Ha Joong Chang, T. Piketty, A. Sen, P. Krugman, y otros; sin olvidar valiosos aportes de profesionales de otras disciplinas, que hicieron notables análisis, como los argentinos, el agrimensor Raúl Scalabrini Ortiz y el ingeniero Marcelo Diamand, también entre muchos más. En un contexto diferente, no deberían olvidarse los aportes de Mariano Moreno, Manuel Belgrano y Mariano Fragueiro, estos tres en los albores de nuestra patria. Sus ideas económicas fueron dejadas en el olvido por sucesivas camadas de liberales, que nos ataron al rol de economía primaria y dependiente.
    Todos los del segundo grupo –en parte menos conocidos, pues el “poder establecido” los margina y “ningunea”-, no fueron neutros en sus análisis, evidenciando con claridad y en muchos casos con notable valentía sus motivaciones, hayan sido patrióticas, o con fuertes improntas de equidad social, o ambas cosas.
    En síntesis, muchos de los “teóricos puros” se refugiaron en el limbo de las teorizaciones, incluso algunos –como Say- sin importarles mayormente el apego de las mismas con la realidad; o no se salieron del libreto “políticamente correcto”. Los otros, que sentaron posturas sin importarles tener que chapalear en el barro de los hechos concretos para eso, nunca dejaron de vincular sus ideas y análisis con ejemplos de la realidad, en muchos casos molesta y dolorosa.
    Desde ese segundo enfoque, comprometido y en nada “neutramente purista”, se analizan los ítems centrales del análisis del joven articulista económico de la UNaM.
    • La “Ley de Say” es en sí misma un engendro falaz, abundando ejemplos de ofertas que nunca encontraron su propia demanda, aun en épocas de prosperidad. Si así fuera, no habrían quiebras en años de crecimiento económico y mejoras sociales, ni proyectos totalmente fallidos en ese contexto. Cito solo uno, de muchos: el automóvil Ford Edsel, fracaso total en ventas y ejemplo paradigmático de proyecto fallido, en los prósperos “treinta exitosos” años de crecimiento y desarrollo continuo en las potencias industriales tradicionales y en algunos emergentes.
    • Situar a Keynes, de algún modo el heterodoxo más reconocido, en el mismo plano de veracidad del “nuboso” Say (de quien Keynes dijo que fue el primero que se instaló a vivir cómodamente en la nube de sus teorizaciones), no parece ajustarse al justo reconocimiento que sin duda merece.
    • Mencionar casi a la ligera, el desabastecimiento que padece Venezuela, sin analizar el contexto geopolítico de agresión constante por parte de EEUU, sus socios y algunos de sus satélites dóciles, y las claras implicancias de esas agresiones en buena parte de las penurias que sobrelleva la hermana nación bolivariana, no evidencia un claro apego a la verdad ni a las causas esenciales de algunos hechos económicos. Tan absurdo como sería analizar los serios problemas de todo tipo que tuvó Vietnam sin citar el contexto, cuando soportaba los bombardeos diarios que realizaba EEUU en su territorio. Y esos dos ejemplos de ningún modo implican adherir al “socialismo” o al comunismo; como sí evidencia en cambio, la sumisión al liberalismo descarnado predicado por los atlantistas, la omisión de esa realidad geopolítica.
    • Respecto al dinero circulante, que en sí mismo no implica riqueza, sino un mero instrumento de transacciones y eventual ahorro; y relacionado eso con la bimonetización que padece la economía argentina, tampoco es completo ni terminante aplicar ninguna “ley” económica ad hoc, si no se contempla todo el contexto en el cual se embretó a nuestro país. Existen fuertes factores de poder, que en un prolongado proceso que ya lleva casi medio siglo, instalaron la bimonetización en Argentina, con el objetivo concreto de hacer desaparecer nuestra moneda –uno de los más concretos símbolos de soberanía-, buscando subsumirnos bajo el yugo del dólar, con todas las implicancias negativas que de eso derivarían; entre ellas la pérdida del señoreaje por parte del Estado Nacional, y la imposibilidad de devaluar ante subas de costos internos. Todos esos factores de poder neocolonialista, se vinculan con el neoliberalismo como doctrina político – económica.
    • Con relación al rol inflacionario de la emisión monetaria, presentado por los “gurúes” liberales como una “ley” inflexible y de rigurosa consecuencia, existen al menos tres contundentes mentís que demuestran que no necesariamente sucede. Por una parte, los fuertes procesos de monetizaciones en casi todo el mundo, a consecuencia de la pandemia, no desembocaron en procesos hiperinflacionarios, al menos hasta ahora. Similar nula consecuencia inflacionaria tuvo la masiva estatización de empresas y subsidios gigantescos a Bancos y entes financieros, implementado todo eso en EEUU mediante una gigantesca emisión monetaria, para solucionar la crisis de los derivados financieros que estalló en 2008. Por otra parte, muy ocultado por los personeros del liberalismo económico, existen antecedentes de naciones que financiaron vastos planes de obras públicas realizadas con insumos nacionales, financiado todo mediante emisiones monetarias masivas, neutralizadas luego de producir el efecto buscado, o sea luego de concretadas las obras y revitalizada la economía nacional.
    En concreto, la realidad es mucho más compleja que la mostrada con las teorizaciones económicas que no tienen en cuenta los múltiples factores que inciden en el mundo real.
    Insistir en esas teorizaciones puede ser muy valorado por sectores afines al neoliberalismo, doctrina apátrida por excelencia, y puede generar adhesiones del
    establishment. En cambio, fundamentar desde la heterodoxia económica suele ser un sendero mucho más azaroso, y la única recompensa concreta es saberse en el sendero de los Intereses Nacionales. El patriotismo, concretamente.
    MGTR. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
    Analista de Temas Económicos y Geopolíticos

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