¿Llegó para quedarse? Llegó para quedarse

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Cuando estábamos cerrando el 2019, si alguna organización misionera hubiese puesto como objetivo de planificación 2020 “Desarrollar políticas de teletrabajo”, merecía hoy estar en el top 5 de la revista Forbes.

Es que el impacto del Coronovavirus en nuestras vidas (y por ende en el mundo de las organizaciones) fue tan grande e imprevisto, que absolutamente nadie estaba preparado.

El mundo del trabajo se transformó por completo, y con eso nuestras vidas. En el caso de las organizaciones misioneras, algunas venían aplicando políticas de “home office” de forma incipiente, también plataformas de venta online, APP, pago online y otras. Pero ese proceso inicial se profundizó. Y lo que era una idea para los próximos años, se transformó en el YA.

A la vez que corríamos al supermercado a abastecernos, organizábamos la vida con los hijos e hijas sin ir a la escuela, comenzamos a organizar nuestros equipos de trabajo de una forma nueva.

De qué hablamos cuando decimos TELETRABAJO. En un Tweet: “Trabajo que una persona realiza para una organización (privada, pública, del tercer sector) por medio de las telecomunicaciones”.

¿Esto que vivimos hoy es teletrabajo? Sólo en parte. En verdad se trata más de la necesidad de trabajar desde casa, debido a la crisis sanitaria y económica.

Pero lo que si vivimos es el impulso a un momento nuevo de las organizaciones, donde la agilidad toma un rol protagónico. Este nuevo momento nos tiene a los tumbos, haciendo lo que podemos. Pero de forma gradual, planificada o radical, cada organización encontrará la forma de transformarse.

Llegaron para quedarse modalidades de trabajo que tiene beneficios personales, colectivos, sociales, medioambientales, y la lista sigue.

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¿Cuáles son los principales cambios que ya están sucediendo?

·       Trabajar por objetivos vs. Trabajar por horarios: el cumplimiento de metas es más central que antes.

·       Consecuencia de lo anterior: Saber poner objetivos. Un enorme desafío, que los empleados tengan objetivos claros, medibles y que tengan un tiempo para cumplirse.

·       Fortalecer los equipos: tareas que antes las hacía una sola persona, ahora necesitamos que la hagan varias personas por partes y coordinándose entre sí. Trabajar en células y por proyectos gana terreno sobre trabajar por áreas permanente.

·       Herramientas: se vuelve prioritario aplicar una organización de las tareas y responsabilidades utilizando la tecnología. No siempre desarrollando grandes plataformas, sino aplicando herramientas que ya existen, algunas gratuitas y otras muy económicas.

·       Animarse a re-pensar el organigrama: algunos puestos pueden aplicar el teletrabajo, otros no. Sincerar esta situación y que eso no genere conflictos internos es clave para lo que se viene.

·       Cualidades personales: toman un protagonismo relevante las actitudes de las personas, características vinculadas a la creatividad, la innovación, que quizás no conocíamos del todo en los integrantes de la organización. ¡Y esto es una gran oportunidad! 

·       Liderazgos: el rol de los jefes necesita transformarse, encontrando el equilibrio entre exigencia, motivación y acompañamiento en esta nueva forma de trabajar.

·       ¡Confianza!: un valor trascendental. Para trabajar en equipo, para delegar y responder las demandas. Controlar y ver a una persona en su lugar de trabajo es cada vez más difícil. Y para eso, necesitamos confiar.

Hay empresas que ya estaban invirtiendo (tiempo y recursos) en su transformación cultural, y seguro va a ser para ellas más fácil transitar este camino. Lejos de subirme a ser un gurú de las “nuevas tendencias de las organizaciones”, refuerzo la hipótesis inicial: esta nueva realidad llegó para quedarse aunque todavía no podamos medir el impacto real. De hecho quedan muchas cosas por avanzar y que son de vital importancia: leyes laborales que regulen el teletrabajo, negociaciones colectivas que contemplen y protejan a quienes trabajar desde sus casas, definir más claramente las obligaciones del empleador y trabajador, y muchas otras variables que exceden ahora a esta columna.

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La sociedad Misionera y por ende las empresas, tienen una característica importante: la juventud. Son muchas las empresas familiares donde las nuevas generaciones vienen pidiendo pista. Lo mismo sucede en el sector público. Esta crisis de salud y económica traerá como principal resultado un nuevo rol de las personas en las organizaciones, en sus liderazgos y en la forma que se vinculan con sus clientes. Entonces, la transformación cultural llegó para quedarse.

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