Nicolás Dei Castelli, de Hidrelco: “El 2024 fue muy difícil para la construcción, pero tenemos expectativas para el 2025”

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Años de experiencia en la construcción y un compromiso directo con sus trabajadores. Esa es la carta de presentación de Hidrelco, una de las principales constructoras de Misiones, fundada en 1979 por el ingeniero Roberto Dei Castelli. Originalmente focalizada en obras eléctricas de alta, media y baja tensión amplió, por demandas del mercado, su accionar a todo el espectro de obras civiles, públicas y privadas, la empresa atravesó diversas crisis y siempre supo reafirmarse. Ahora el grupo está al mando de Nicolás Dei Castelli, quien mantiene la fuerte impronta familiar en la conducción. 

“El 2024 fue muy difícil para la construcción, pero tenemos expectativas para el 2025”, asegura el joven empresario.

La verdad es que los finales de 2023, con el cambio de Gobierno y el fuerte impacto de la devaluación y la inflación, nos dejaron un panorama muy complicado. Muchas obras se paralizaron porque no había valores claros, no sabíamos cuánto costaba construir. En nuestro caso, usamos metodologías de reajuste en los contratos pensadas para una inflación del 30% anual, pero este año la realidad superó cualquier previsión”, detalló.

—¿Cómo impactó eso en los empleos dentro del sector?
—El impacto fue enorme. En 2022, había un promedio de 9.000 puestos de trabajo en Misiones. Hoy, esa cifra cayó a 5.000, sostenida mayormente por el sector privado y la obra pública provincial, porque el apoyo de Nación se frenó casi por completo. Es cierto que la Provincia invierte mucho en obra pública, pero el panorama nacional fue devastador, sobre todo desde junio. Muchas empresas tuvieron que reducir personal, incluso aquellas con mucha trayectoria, y eso duele porque perder capital humano tiene un costo muy alto. A nivel nacional, la situación fue aún más grave: se perdieron más de 100.000 empleos en el sector de la construcción. Esto no solo afecta la economía, sino también el tejido humano de nuestras empresas. Perder trabajadores capacitados es un costo muy alto que vamos a sentir cuando el sector se reactive.

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—¿Qué rol tuvo el Gobierno nacional en esta crisis?
—Hubo un momento en que las empresas de Misiones dejaron de recibir cualquier fondo nacional. Por ejemplo, los certificados de noviembre de 2023 se cobraron recién en enero, y muchas empresas no pudieron sostenerse. Además, hubo mucha incertidumbre porque ni siquiera teníamos un interlocutor claro con quien negociar. La Cámara de la Construcción y el gobierno provincial hicieron esfuerzos enormes viajando a Buenos Aires para gestionar recursos, pero los cambios constantes en los ministerios dificultaron cualquier avance. Esto no solo afectó a las empresas, sino también a miles de trabajadores que dependen de este sector.

—En este contexto, ¿hubo algo que ayudara a estabilizar la situación?
—Hacia finales de este año, hubo algo más de control sobre la inflación y el dólar, lo que permitió proyectar mejor. Esto hizo que empezaran a normalizarse algunos insumos, como cubiertas, que durante dos años no se conseguían. También se desataron algunos “nudos” en los acuerdos firmados a mitad de año, lo que permitió que se reactivaran ciertos proyectos, como las viviendas en ejecución. Sin embargo, no hablamos de una normalización completa, sino de un panorama que empieza a mejorar lentamente.

—¿Cómo afectó esto la relación humana dentro de las empresas?
—Fue muy duro. El sector tiene una dimensión humana que muchas veces no se ve. Te llegan mensajes de trabajadores preguntando si hay algo para ellos, y muchas veces no hay respuestas inmediatas. En mi caso, logramos sostener al personal redirigiéndolo a una obra privada, pero muchas otras empresas no pudieron hacerlo. Este año nos enseñó lo complejo que es mantener el capital humano en medio de la crisis.

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—Hablando del futuro, ¿cómo ve el 2025 para el sector?
—Somos optimistas. Creemos que tocamos fondo y que ahora hay reglas más claras y precios más previsibles. Si se mantiene cierta estabilidad cambiaria y las provincias reciben los fondos que necesitan, podemos empezar a reactivar obras y generar empleo nuevamente. La construcción es un sector multiplicador; cada peso que se invierte genera un impacto positivo en la economía.

—Hay quienes critican la obra pública como sinónimo de corrupción. ¿Qué opina al respecto?
—Es una generalización peligrosa. Las empresas constructoras de Misiones tienen mucha trayectoria y están capacitadas para obras importantes. Somos generadores de empleo, y detrás de cada proyecto hay familias que dependen de este sector. Demonizar la obra pública no solo afecta a las empresas, sino también a miles de trabajadores que esperan recuperar su lugar.

—¿Cuál sería el mensaje para quienes dependen del sector?
—Que seguimos teniendo esperanza. Este año fue durísimo, pero estamos convencidos de que, con reglas claras y políticas a largo plazo, podemos recuperar lo perdido. Misiones necesita infraestructura, viviendas, escuelas y rutas. Si logramos mantener el rumbo, el 2025 puede ser el año en que volvamos a crecer.

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