Techos verdes: confirman su eficacia para retardar el escurrimiento de lluvias
Un estudio experimental del efecto hidrológico de “techos verdes” para su utilización en el Gran Resistencia, determinó que son eficaces para retardar el tiempo de escurrimiento y amortiguar los “caudales picos” de las precipitaciones. Por lo tanto, se considera viable para morigerar los problemas relacionados con la creciente impermeabilización de las ciudades de la región.
Las “cubiertas verdes” de tipo extensivas son sistemas que se colocan sobre techos tradicionales para disminuir los efectos de la impermeabilización del suelo urbano, buscando laminar los hidrogramas de escurrimiento que se generan, aumentando el tiempo de escurrimiento y disminuyendo el caudal pico.
Dichas cubiertas verdes están compuestas por varias capas construidas con distintos elementos, con características y propiedades diferentes, estando la capa superior constituida por un sustrato orgánico, de poco espesor, que permite el crecimiento de vegetación de bajo porte y por el que recibe su nombre.
Para un grupo de investigadores de la Facultad de Ingeniería de la UNNE el aumento de la impermeabilización asociada a la creciente urbanización, la baja pendiente natural del terreno y su localización en una zona de riesgo hídrico hacen propicia la implementación de este sistema en las ciudades que conforman el Área Metropolitana del Gran Resistencia.
En ese sentido, avanzaron en un estudio experimental, a fin de evaluar cualitativa y cuantitativamente el efecto de este tipo de techos. Para ello, se construyó un modelo físico de la cubierta extensiva, utilizándose además otra de tipo plana tradicional como contraste.
Se realizaron 5 ensayos consecutivos, de 2 minutos de duración cada uno. En todos ellos se simuló una precipitación de 4 litros, sobre la superficie de 0,123 m2 y se midieron los caudales drenados.
La misma operación se realizó sobre una cubierta plana impermeable (losa), para la cual se registró el hidrograma de escurrimiento directo. Posteriormente, se compararon ambos hidrogramas y se analizaron sus parámetros característicos: tiempo de base, caudal pico y el tiempo en el que éste se produce.
RESULTADOS.
De acuerdo a lo observado, se registró una diferencia marcada en los hidrogramas de escurrimiento de la losa tradicional y de la cubierta verde.
La cubierta de losa plana registró un tiempo base de 119 segundos; tiempo al pico de 11 segundos; con respecto al caudal pico; caudal pico de 81,8 cm3/segundos.
En tanto, la cubierta verde registró un tiempo base de 480 segundos (incremento del 400%); tiempo al pico de 30 segundos (incremento de 273%); y un caudal pico de 17 cm3/s (reducción de 79,2%).
“Los resultados preliminares obtenidos mostraron un notorio efecto amortiguador y retardador del escurrimiento de este tipo de cubiertas”, resaltan los autores del proyecto, Néstor Iván Holsbach, becario de investigación de la Facultad de Ingeniería, y el Dr. Ing. Jorge Pilar y la Dra. Arq. Claudia A. Pilar, director y codirectora, respectivamente, del proyecto de investigación, que fue financiado por el CIN.
Señalaron que si bien este tipo de cubiertas verdes es mencionado en numerosas publicaciones, no es fácil encontrar datos cuantitativos de sus efectos desde una óptica hidrológica, por lo que el proyecto concretado en la UNNE será un importante aporte en ese sentido.
Agregaron que los resultados obtenidos en el estudio se podrían refinar cuantitativamente, debido a que no se tuvo en cuenta la reducción de la porosidad del sustrato a causa de la precipitación y las condiciones de borde del modelo.
En ese aspecto, actualmente se está avanzado en una continuidad de la investigación, incorporando un simulador de lluvia y la utilización de otros tipos de variedades vegetales y diferentes pendientes de cubierta, cuyos resultados se están procesando.
“Por lo expuesto, queda claro que los techos verdes constituyen una estrategia constructiva alternativa que redundará en beneficios ambientales, paisajísticos y también técnicos” resaltó el Dr. Pilar, director del proyecto.
Indicó que la construcción de cubiertas verdes permitiría retardar el flujo del agua de los techos hacia la red colectora pluvial, como consecuencia de la absorción radicular y del efecto almacenador del manto de tierra.
PERSPECTIVA DE ESTE TIPO DE TECNOLOGIAS
Para fundamentar la factibilidad de implementación de cubiertas verdes en el Área Metropolitana del Gran Resistencia, así como en otras ciudades de la región, los investigadores de la UNNE explicaron que desde un punto de vista hidrológico, el crecimiento de la urbanización se ve reflejado en el incremento de áreas impermeables, lo que provoca un mayor volumen de escurrimiento superficial, un aumento del caudal de pico de ese escurrimiento, además de una aceleración de ese proceso.
Ello tiene un efecto significativo en muchas de las grandes ciudades de la región NEA, especialmente las que se localizan en áreas planas, con drenaje complejo, que ante la ocurrencia de precipitaciones intensas (inclusive de algunas de mediana intensidad) quedan paralizadas por los anegamientos producidos. Y esto se torna preocupante en el contexto de cambio climático por el que se está transitando.
Como respuesta a esta problemática, algunas ciudades, siguiendo la tendencia internacional liderada por Francia y ciudades como Copenhague o Barcelona, dictaron normativas que promueven el uso de los denominados techos verdes.
En Argentina, la Ciudad Autónoma Buenos Aires promulgó en 2012 la Ley 4428 de “Techos y Terrazas Verdes”, iniciativa que fue incluida posteriormente en el Código de Edificación de la Ciudad (CE). También la ciudad de Córdoba promulgó una normativa similar en el año 2016, cuyos términos originales fueron flexibilizados por la oposición de los promotores inmobiliarios.
Sin embargo, en la Región NEA aún no se han puesto en vigencia normativas similares, a pesar que ciudades como Resistencia han sido pioneras en el uso obligatorio de medidas no estructurales y de mitigación como parte del abordaje de la problemática del drenaje pluvial urbano.
En el caso del Área Metropolitana del Gran Resistencia (AMGR), se observa una urbanización que crece a una tasa del orden de 2 hectáreas por semana, no siempre planificada adecuadamente, lo que sumado a la baja energía del relieve (pendiente regional inferior a 10cm/km) son condiciones de contexto que hacen propicia la implementación de los techos verdes, que en ese escenario complejo podrían servir como gran ayuda en la búsqueda de un sistema de drenaje pluvial urbano eficaz y eficiente.
El aumento de la impermeabilización asociada a la creciente urbanización provoca una reducción de la infiltración, de la percolación, del escurrimiento subsuperficial y del subterráneo, incrementando el volumen de escurrimiento superficial.
“Así, el uso generalizado de los techos verdes permitiría minimizar los efectos de precipitaciones de elevada y mediana intensidad, reduciendo y retardando el agua de escurrimiento directo, mitigando los anegamientos por lluvias de calles, veredas y lotes urbanos” coinciden los autores del proyecto.
Agregaron que las coberturas vegetales además de colaborar como filtro retardador de las precipitaciones, también aporta un beneficio estético en las construcciones.
OTRAS VENTAJAS
Este tipo de superficies presenta ventajas que benefician al entorno urbano y a la obra arquitectónica.
Algunos de los beneficios más relevantes son la retención de polvo y sustancias contaminantes propias de las ciudades, incremento de la superficie verde en ciudades, protección contra la radiación solar en edificios, aumento de la eficacia térmica de la cubierta, absorción del ruido, así como la reducción de la carga de agua en las canalizaciones, de los costos de depuración de aguas residuales y minimización de los riesgos de inundación en las ciudades.