Sheila se graduó de Licenciada en Relaciones Públicas en el 2019. Pero al finalizar su formación profesional la satisfacción no fue completa, al contrario se sintió un poco perdida. Si bien afirma que estudiar es importante y abre muchas puertas, sintió una gran frustración al no tener el deseo de ejercer su profesión. 

Hoy Sheila Navarro, a sus 27 años, es protagonista de una historia que inspira y motiva a cambiar de paradigma. Fundó Vuela Lejos, un exitoso emprendimiento que combina la pastelería con su amor por la cocina y viajar, que surgió en la época de pandemia. 

En una entrevista con Economis la joven emprendedora sostuvo que “cuando estaba haciendo la carrera lo que me gustaba eran las materias que tenían que ver con emprender, con lo empresarial, pero no las que eran propias de la carrera. Igualmente no tuve mucho tiempo para frustrarme porque me recibí en noviembre de 2019 y al poco tiempo fue la pandemia en el 2020”. 

El panorama no era muy favorable. Si bien el aislamiento le quitó la presión de salir al mundo laboral, también frustró sus planes de cumplir el sueño a su abuela de viajar a Europa, para conocer España, lugar de donde emigró su tatarabuelo y por el cual trabajó más de ocho años. La tristeza fue inevitable pero en lugar de encerrarse en ese dolor busco darle sentido a los días. 

“Toda crisis te lleva a dar una vuelta de tuerca, en ese contexto encontré mi camino, el encierro no fue fácil y lo único que me mantenía bien de la cabeza, era cocinar. Siempre me gustó la cocina pero en la pandemia particularmente hacía cosas dulces, todos los días me levantaba y decía ¿ahora qué hago?. Fue una época que me ayudó a conocerme y a descubrir mi amor por la pastelería”, relata. 

Ese descubrimiento despertó en Sheila las ganas de emprender. En su búsqueda de elaborar productos que despertaran el interés de los clientes, su madre le propuso hacer galletitas de diferentes países y unir así su amor por la cocina con su pasión por viajar. “Era una forma de viajar con los sabores, conocer lugares e historias”.

Expresó que detrás de cada elaboración, hay mucho más que solo cocina: “Hay amor, interés y mucho trabajo”. La emprendedora busca cuidar cada detalle desde el primer día y darle a los comensales no solo un producto rico sino también la posibilidad de viajar en cada degustación, es por ello que no indaga en internet recetas aleatorias, al contrario se nutre de historia, de recetas e idiomas a través de otras personas. 

Con cuatro años de trayectoria, sigue reinventando sus productos manteniendo su esencia, calidad y sabor. Aunque todavía no posee un lugar físico para comercializar sus productos la demanda se mantiene en buen número  y va en aumento. “Me manejo con stock, porque son productos que tienen corta durabilidad y mucha rotación. También por pedidos particulares, tengo la línea saludable que son exclusivos”. 

Navarro compartió que aunque el emprendimiento es unipersonal, no se trata solo de un trabajo suyo sino de todos los que de alguna u otra manera le dieron una mano en el proceso. “Desde el día uno tengo el apoyo de mi familia, mi mamá me dio la idea de hacer galletas, mi hermana me ayudó a hacer el logo, mi familia probó cada galletita, las personas que se tomaron el tiempo para pasarme recetas, hacerme traducciones, además tengo mucho el apoyo de mi pareja, tomamos las decisiones juntos muchas veces, así que no se trata solo de mi”. 

Señaló que al iniciar el acompañamiento y ayuda de sus padres fue fundamental, ellos aportaron tanto en lo emocional como en lo material, y eso le permitió encarar el desafío con mayor convicción, por lo que se dedicó al 100% en darle una identidad y estilo único a sus productos, trabajó minuciosamente en los detalles que quería que tengan sus productos. Como los mapas en packaging, la historia, la receta y las formas. 

“Emprender de por sí es un desafío, y la situación socioeconómica lo vuelve un poco más complicado pero también te hace reinventar todo el tiempo. Un emprendedor todos los días se levanta pensando en la situación que se va a encontrar, como las subas de los precios en los insumos y demás, pero es algo que lo vive toda la población”, expresó. 

Recordó que al principio no tenía las herramientas necesarias para la elaboración de los productos, de igual modo trabajó arduamente para cumplir con sus clientes, así con la primera venta grande pudo comprarse una licuadora y posteriormente otros materiales. Estas experiencias que atesora en su corazón día tras día la motivan a seguir por el camino de la pastelería, al igual que el apoyo de la población quienes la vuelven a elegir y recomendar sus productos al ver su forma de reinventarse constantemente y sumar productos tradicionales e innovadores.  

“Le sigo apostando a las galletitas, porque es lo que a mí me gusta, pero también incluyó otras cosas, por eso la demanda sigue bien. Hay momentos y momentos pero está ahí seguir invirtiendo”, dijo. 

Con un poco de influencia de su abuela, sumando su propio interés y la visión de seguir creciendo, recientemente comenzó a estudiar en el Instituto Argentino de Gastronomia IAG de manera online, con mucha expectativas de adquirir conocimientos y perfeccionar el proceso de creación de los dulces. “Esta es mi segunda carrera profesional, la diferencia entre estudiar algo que uno ama y algo que no le gusta mucho es increíble, encarás con otra actitud y un entusiasmo en que quieres exprimir cada información”.

En cuanto a la visión a futuro planea adquirir un local e instalar su propia cafetería manteniendo su impronta, siempre en Misiones ya sea en su ciudad natal o en la capital de la tierra colorada, con el objetivo de poder enseñar y compartir los conocimientos adquiridos con quienes quieran incursionar en el rubro. “Aunque muchas veces me sienta cansada, porque esto exige mucho, no me veo en otro lugar”.

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