El poder de la santidad
Muchas veces anhelamos cosas de Dios, pero no vemos respuestas y eso puede deberse a que nos falta santidad. Tenemos que tomar conciencia de que la Santidad es un estilo de vida, consiste en entender la Palabra y el corazón de Dios. La felicidad del hombre tiene que ver con tener el privilegio de tener comunión con Dios y estar con Él, veamos qué más nos dice la Palabra de Dios.
1º Pedro 1:13- 19 “Así que piensen con claridad y ejerciten el control propio. Pongan su esperanza en la salvación inmerecida que recibirán cuando Jesucristo sea revelado al mundo. Por lo tanto, vivan como hijos obedientes de Dios. No vuelvan atrás, a su vieja manera de vivir, con el fin de satisfacer sus propios deseos. Antes lo hacían por ignorancia, pero ahora sean santos en todo lo que hagan, tal como Dios, quien los eligió, es santo. Pues las Escrituras dicen: «Sean santos, porque yo soy santo». Y recuerden que el Padre Celestial, a quien ustedes oran, no tiene favoritos. Él los juzgará o los recompensará según lo que hagan. Así que tienen que vivir con un reverente temor de él mientras sean «extranjeros en la tierra». Pues ustedes saben que Dios pagó un rescate para salvarlos de la vida vacía que heredaron de sus antepasados. Y el rescate que él pagó no consistió simplemente en oro o plata sino que fue la preciosa sangre de Cristo, el Cordero de Dios, que no tiene pecado ni mancha.”
Dios es el ser más feliz del universo, y la verdadera razón es que Él es Santo. Es verdaderamente feliz porque es verdaderamente Santo.
La corrupción y el pecado trajeron tristeza y sufrimiento en el mundo y esto lo padecemos todos los seres humanos, pero hay buenas noticias: los hombres pueden participar de la felicidad de Dios, reconciliándose con el Creador y cambiando de vida, llamando pecado a lo que Dios llama pecado, para poder ser partícipes de su santidad. Dios mismo no puede hacer que un ser como el hombre sea verdadera y permanentemente feliz de ningún otro modo que haciéndole santo.
La Biblia presenta al hombre que en verdad es feliz o dichoso, dice en Mateo 5:8 “Dichosos los de corazón limpio, porque ellos verán a Dios”. La felicidad del hombre consiste en tener el privilegio de tener comunión con Dios y estar con Él, con su presencia ahora o viviendo con Él en la eternidad.
Todos los hombres, dice la Biblia, quieren terminar bien al final de la eternidad, pero no todos lo lograrán. El cielo, o sea el lugar de la morada de Dios, es un lugar especial y sólo los de limpio corazón entrarán en él.
I- LA SANTIDAD DE DIOS.
Este llamado a la vida santa se basa en el hecho de que Dios mismo es santo. Porque Dios es santo, exige que nosotros también seamos santos. Muchos cristianos tienen lo que podríamos llamar una ‘santidad cultural’. Se adaptan al carácter y al esquema de comportamiento de los creyentes que los rodean. Si la cultura cristiana que los rodea es más o menos santa, dichas personas son más o menos santas también. Pero Dios no nos ha llamado a ser como los que nos rodean.
Nos ha llamado a ser como Él mismo es. La santidad consiste en nada menos que la conformidad con el carácter de Dios.
Nuestro esfuerzo tras la santidad debería ser visto en relación con Dios. Podemos decir que existen tres niveles de santidad:
– Nivel I: Hacerlo por nosotros mismos, es decir que elegimos el camino de la santidad y nos apartamos del mal en todo lo que hacemos porque nos hace daño, dejamos el pecado porque descubrimos que no nos hace bien.
– Nivel II: Hacerlo por el prójimo, elegimos vivir en santidad por los demás, por nuestro testimonio, para ayudar y bendecir a quienes nos rodean.
– Nivel III: Hacerlo por Dios que es Santo. Decidimos vivir una vida en santidad porque tratamos de imitar al Señor, como dice en Efesios 5:1 “Imitamos a Dios como hijos amados” Debemos evitar el pecado, no sólo porque le hacemos daño al prójimo o a nosotros mismos, sino fundamentalmente porque desagrada a Dios.
II- LA SANTIDAD DE LA IGLESIA.
La Iglesia es el cuerpo de Cristo, es la manera como Jesús se hace visible ahora en la tierra y por ello la Iglesia de nuestro Señor Jesucristo debe ser SANTA.
“ Pero ustedes no son así porque son un pueblo elegido. Son sacerdotes del Rey, una nación santa, posesión exclusiva de Dios. Por eso pueden mostrar a otros la bondad de Dios, pues él los ha llamado a salir de la oscuridad y entrar en su luz maravillosa. Antes no tenían identidad como pueblo, ahora son pueblo de Dios. Antes no recibieron misericordia, ahora han recibido la misericordia de Dios» (1Pedro 2:9-10)
La responsabilidad está expuesta, no podemos ser irresponsables, sino personas que atienden la solicitud de Dios, de ser sus representantes, con todo lo que significa.
Mateo 5:14-16 “Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que están los cielos.”
La época en que DIOS ha determinado que vivamos, está plagada de cambio en los diferentes ámbitos de la vida de los seres humanos. Sin embargo, no debemos olvidarnos que unas de las características del pueblo cristiano, es que somos Bibliocéntricos, es decir, la Biblia es la Palabra de Dios. “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón”. Hebreos 4:12
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SANTIDAD EN LOS LÍDERES.
La Palabra de Dios nos enseña en 1 Timoteo 3:1-13; refiriéndose a los ancianos o pastores y los diáconos que son personas separados por Dios; reconocidos por la iglesia de acuerdo a los requisitos bíblicos, lamentablemente a veces, no se nota una diferencia de vida de los líderes y los demás hermanos de la congregación.
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SANTIDAD EN LOS MIEMBROS.
Lo que hace evidente la santidad de un hijo de Dios es el fruto del Espíritu Santo, es decir lo que el Espíritu Santo produce en su interior. En Gálatas 5:22-23 nos recuerda que la clase de fruto que el Espíritu produce en nuestra vida es: amor, alegría, paz, paciencia, gentileza, bondad, fidelidad, humildad y control propio. ¡No existen leyes contra esas cosas!
Dios quiere que cada hijo e hija sean santos, apartados de las formas de vida del mundo, separados de los deseos de la naturaleza pecaminosa ya que los resultados son más que claros: inmoralidad sexual, impureza, pasiones sensuales, idolatría, hechicería, hostilidad, peleas, celos, arrebatos de furia, ambición egoísta, discordias, divisiones, envidia, borracheras, fiestas desenfrenadas y otros pecados parecidos. Permítanme repetirles lo que les dije antes: cualquiera que lleve esa clase de vida no heredará el reino de Dios. (Gálatas 19-21)
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SANTOS EN LAS CONVERSACIONES.
Triste es decirlo pero en muchas congregaciones, el chisme es como un deporte, es una parte de la vida normal de la iglesia, eso está mal, al igual que la murmuración. Filipenses 2:14 nos recuerda “Hagan todo sin quejarse y sin discutir”
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SANTOS EN EL HOGAR
El primer lugar donde debe vivirse y experimentar la vida cristiana es en la casa. El primer lugar donde cada hijo e hija de Dios debemos ser santos es en la casa, ya que “los que se niegan a cuidar de sus familiares, especialmente los de su propia casa, han negado la fe verdadera y son peores que los incrédulos.” (1Timoteo 5:8) Nunca debemos olvidar que nuestro primer ministerio es nuestra familia, allí es donde debemos practicar la santidad diariamente y en cada momento.
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SANTOS EN EL TRABAJO.
La santidad de un hijo de Dios debe ser percibida por todas las personas y en todo lugar, eso implica también el lugar donde trabajamos. (Colosenses 3:23)
LA SANTIDAD TE CATAPULTA A LUGARES QUE NO CONOCISTE!
Estar en lo alto, estar arriba y no abajo! ¡Ser cabeza y no cola!
Salmo 24:3-5 “¿Quién puede subir al monte del SEÑOR? ¿Quién puede estar en su lugar santo? Sólo los de manos limpias y corazón puro, que no rinden culto a ídolos y nunca dicen mentiras. Ellos recibirán la bendición del SEÑOR y tendrán una relación correcta con Dios su salvador.”
El camino de la santidad es el camino que Dios mismo trazó para nosotros. Estamos llamados a ser santos, a practicar la santidad en nuestras casas, trabajos, en la escuela, en el barrio y en todos lados, debemos ser luz en la oscuridad para que todos puedan conocer al Dios vivo a través de nuestras vidas.
Que Dios te bendiga y tengas una semana de completa victoria!