Desigualdad de género: menos de un tercio de las fuentes consultadas por medios periodísticos en Misiones son de mujeres
Escribe María del Rosario Millán, Investigadora, IESyH CONICET, Docente de Comunicación Social, FHyCS -UNaM. El 2020 nos dejó lecciones bastante duras, entre ellas nos mostró la centralidad de la información para el funcionamiento de la sociedad. Pero precisamente la calidad informativa no es algo que goce de buena salud en los medios argentinos, tampoco en los locales. Dos preguntas son centrales para pensar qué tipo de calidad informativa recibimos los ciudadanos: ¿de qué hablan las noticias? y ¿quienes hablan? La segunda es tanto o más importante que la primera porque alude a la pluralidad y diversidad de perspectivas o voces presentes en la agenda. En ese sentido, evaluar la pluralidad informativa de los medios de comunicación es un aspecto que nos acerca a pensar los problemas y las condiciones de acceso al espacio público, el ámbito donde debatimos los “intereses del bien común”. Y si de eso se trata, hay una deuda pendiente que saldar en materia de paridad de género. En efecto, las desigualdades en el acceso a la palabra pública siguen siendo extremadamente alarmantes. Un relevamiento de los principales medios digitales en Misiones realizado en 2020 muestra la distribución entre varones y mujeres en las principales fuentes utilizadas para hablar sobre los temas de la agenda pública. Los datos no sorprenden porque no son nuevos, pero no por eso resultan menos alarmantes. El 73,8% de las fuentes que mencionan el género corresponden a voces masculinas, sólo el 25,4 % a voces de mujeres y el 0,8% entra en la categoría de géneros no binarios.
Esa distribución se sostiene en todos los medios relevados, lo que nos habla de un patrón generalizado. La enorme desigualdad de género en las principales fuentes consultadas por los medios agrava más aún el panorama de la pluralidad en el espacio público. Porque el contexto en el que se leen esos datos es una abrumadora cantidad de noticias que presentan una sola fuente, 62,8%; más el 19% que no menciona fuentes.
Es decir que la distribución de las voces se da en un escenario de escasa pluralidad de fuentes y perspectivas, ya que el balance en el uso de fuentes está muy desequilibrado. Además, predomina la mirada oficial pues las fuentes más consultadas son funcionarios, es decir personas con cargos públicos que representan la perspectiva gubernamental o de algún sector del Estado.
Si vemos cómo se distribuyen esas voces en los temas encontramos nuevamente la matriz de división de género y más desigualdades.
Al considerar porcentajes totales de presencia de fuentes según el género en la agenda de los medios, los únicos temas en los que se registra cierta paridad son los de educación y salud, 4,4% varones, frente al 4% de mujeres.
Mientras que la mayor diferencia está en los temas “duros” de economía, producción y servicios: 13,6% de fuentes masculinas frente al 1,61% de fuentes femeninas.
Los temas que tienen presencia de mujeres como fuente principal, son los temas vinculados a derechos humanos, cuestiones de género, diversidad, infancia, pero aún así los números son bajos, si se considera la relación de esos temas con el resto de la agenda: 1,4% de voces femeninas frente al 0,4% de voces masculinas y el 0,2% de otres identificaciones de género.
Como segunda fuente principal en el rubro relacionado a derechos humanos, género, infancia, tercera edad figuran las mujeres casi exclusivamente, aunque en una mínima proporción, 0.7% respecto del total de fuentes consultadas. La mayor participación de mujeres, 4,8%, se reitera en los temas de Educación y Salud mientras que las diferencias disminuyen apenas un punto porcentual en los temas de economía, producción y servicios.
Otro dato interesante de observar es la relación entre el género de la fuente consultada con los actores protagonistas de las noticias. Es decir, quienes hablan en nombre de qué sectores de la sociedad. Para referirse al sector científico la presencia de mujeres es de apenas el 0,2%. Nos es que falten mujeres en la ciencia, es que en este ámbito cuesta que alcancen niveles de prestigio según los estándares de la carrera científica. En el sector religioso no se registran fuentes de mujeres. No extraña el dato, es un ámbito dominado por hombres, como el sector estatal.
En relación con los diversos sectores de la sociedad a los que aluden, las voces femeninas nunca superan a las masculinas. Tienen mayor presencia en los sectores de educación y salud. También son consultadas en aquellas noticias que tienen como protagonistas a los sectores de la sociedad civil (organizaciones, ongs, vecinos, comunidades, electores, partidos políticos, entre otros). Un sector definido por intereses vinculados a la vida en común y la lucha por la redistribución de los recursos, es decir por la política en el sentido amplio. No es casual entonces que las mujeres figuren como fuentes para hablar en nombre de esos sectores. Las mujeres llevan mucho tiempo luchando por sus derechos y por los de todes también. Sin embargo, parece que los gritos que retumban en las calles, ese que todes escucharon y que logró la aprobación de la ley IVE, sigue sin resonar en los medios. Es que las desigualdades se sostienen por dos vías: una que permite acaparar oportunidades (mejores salarios, menos responsabilidad en las tareas de cuidado, por ejemplo) y otra que adapta a diferentes ámbitos la reproducción de relaciones asimétricas. Los medios no son la excepción. Seguiremos, hasta que nos escuchen en nuestras casas, en las calles, en los medios.