La Bolsa y el cuento de la “timba financiera”

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Nuevamente, estimado lector, vengo a repasar historia reciente para recordarles en breves líneas como la política mata a la economía, y eso lleva indefectiblemente a enormes incoherencias. 

Primero, va una breve definición -que me encanta-, sobre uno de los tantos mercados existentes en el mundo: “el mercado de valores” que es un espacio o recinto, físico o electrónico, donde oferentes y demandantes cumplen el sueño de transformar el ahorro en inversión productiva. 

Cuando una persona compra acciones o bonos de empresas privadas, acá o en cualquier lugar del mundo, financia o se hace en parte dueño de proyectos que concretan las empresas. Obviamente ambos quieren ganar dinero, y para eso deben producir, contratar personal, y pagar impuestos en los países o distritos donde desarrollan sus actividades. 

Luego, aparece otro actor que cruzando los áridos caminos de los déficits fiscales en la mayoría de los casos, están sedientos de captar ese mismo capital. Ése suele ser el Estado, que por necesidad, por corrupción, por populismo e incluso por ser los dueños del mundo, como Estados Unidos, suben sus tasas de interés, emiten bonos y se transforman en una aspiradora de recursos demencial, en pos de satisfacer esas ambiciones. Esto no es para nada bueno para las empresas, ya que se reducen las TIRes (Tasa Interna de Retorno, que mide la rentabilidad de la inversión) El resultado, sobre todo con un mercado tan reducido como el nuestro, es que el Estado se devora todo el crédito que podría ir al sector privado. 

En Argentina, querido lector que tantos avatares ha tenido en nuestro hermoso y bendito país, el Estado se convirtió en “un ferviente amante del Capitalismo, ¡Viva la Bolsa!” ¿Pero cómo, no fue el propio Sergio Massa, Diputado Nacional, el que en los años de Macri como Presidente, quien forzó la aprobación de la Ley de Renta Financiera? 

Imponer un gravamen a quienes compran empresas que ya cotizan en bolsa, empresas que ya pagan impuesto a las ganancias, implica reducir por la vía tributaria el objeto de la inversión, que es precisamente ganar dinero. 

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Lo más doloroso es que todo esto se llevó a cabo luego de uno de los blanqueos de capitales más importantes de la historia argentina. Le dijeron: “vení, blanqueá, que te voy a cuidar”. Pero lo abrocharon con un impuesto que usted ni sabía que le iban a cobrar. No llore, que ahora viene lo peor. Igual le prometo terminar con algo lindo para que no me odie por rememorar estos sapos que nos tragamos. 

Cuando asume Alberto Fernández…no se me adelante al cuento lector…¿ya lo sabe? Bueno se lo cuento a otro más joven que usted. El ministro Martín Guzmán comenzó a retirar dicho impuesto, porque lógicamente ya nadie quería invertir en la bolsa, pero el 

Mercado le era necesario para financiar el déficit exorbitante de un gobierno que excusándose con la pandemia, gastó al estilo Estados Unidos, pero en un país con pesos, pequeño detalle.

Y si, el final es cantado, el entonces presidente de la Cámara baja, Sergio Massa, toma el cargo de superministro de Economía, y termina de pulverizar cualquier renta que se le cobre a un inversor que compra deuda argentina, pagando además tasas tremendamente altas para que el dólar no se le escape. Pero bueno, se le escapó igual. 

A esta altura usted ya sabe que, sin importar la ideología, el único crédito viable para sostener una PyME era conseguir las líneas subsidiadas, y con ello, un negocio formidable para pocos. 

Le prometí felicidad al final de la nota. Esta vez el mercado está de fiesta, y mire que peino canas y llevo trabajando en bancos de inversión y casas de bolsa desde 1998, ¿Sabe las que ví? El blanqueo del presidente Milei superó en depósitos bancarios a las propias reservas. Es decir que, en breve, vendrá un festival de préstamos en dólares a las empresas exportadoras como jamás se ha visto en la historia. 

Algo que ya ocurrió es que, además de gratuito, el blanqueo y sus fondos no fueron absorbidos por el Estado, sino por la defenestrada “timba financiera” a la que aludía Segio Massa en 2019, ahora financiando principalmente a empresas dedicadas a la producción de gas no convencional en Vaca Muerta. Y también las empresas que cotizan en bolsa. Todo sin pagar impuestos, como ocurre en todas partes del mundo. 

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¿Ahora entiende que mi felicidad pronto será la suya? Argentina está creciendo con los dólares literalmente saliendo del colchón, empresas invirtiendo en infraestructura, el crédito yendo al sector productivo. No al Estado, que ya no necesita plata, porque sencillamente como se dijo, NO HAY PLATA. Y todo fue a los privados. Esto recién empieza: reformas laborales, desregulaciones, ingresos de capitales (no golondrinas sino inversión extranjera directa), crecimiento de reservas, baja de Riesgo País, fortalecimiento del peso, menos inflación… en fin. Parece que que en la ruleta salió colorado 32 y esta vez, la banca pierde y se la lleva la gente. 

Sólo es cuestión de esperar un poquito más. Guarde esta nota y en diciembre del 2025 me cuenta. Eso sí, después no diga que no le avisé. El mercado tiene mucho por revalorizarse aún, esto no es simplemente un “efecto blanqueo”. Es la confianza, que generó un blanqueo sin precedentes, donde los fondos fueron donde debían, y no a impuestos obscenos para la corona. 

Con mis años en el mercado, con la experiencia que les conté que tengo, me duele cuando escucho decir peyorativamente “timba financiera”. Pero más me duele que aquel que dice que la quiere destruir, a los cinco minutos va a pedir “la escupidera”, solamente para seguir destruyendo riqueza, por el motivo que fuese. 

Bienvenidas las inversiones. Busque un asesor que perfile bien el riesgo que quiere tomar, y a transformar sus ahorros en inversión productiva, porque esto recién empieza.

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