China y Rusia: el eje que pone nervioso a Washington tras la caída de Afganistán
Las principales incógnitas que surgieron a partir de la caída de Kabul en manos del movimiento talibán fueron qué deparará el futuro para la región Asia-Pacifico; las consecuencias para la imagen de Estados Unidos frente a sus aliados; que va a pasar con los refugiados y si realmente es viable un gobierno talibán -con todo lo que ello implica- en pleno siglo XXI.
Para analizar este contexto, consulté al periodista y analista internacional Lucio Garriga Olmo y me dijo lo siguiente.
“Durante estos días la administración Biden intentó justificar su apresurada salida al afirmar que la estadía en Afganistán se debió al combate antiterrorista contra Al Qaeda luego del atentado de 2001 y no a la construcción de “una democracia unificada y centralizada”. Esta campaña discursiva encuentra varios flancos débiles.
El primero de ellos sería preguntarse por qué, si efectivamente fue así, no se retiraron en 2011 luego del asesinato del ideólogo de dicho ataque y máximo líder de AQ, Osama Bin Laden, y de la importante desarticulación nacional que la organización terrorista sufría por entonces.
El segundo es que ingresó en Afganistán por la amenaza de seguridad nacional que representaba la alianza entre los talibanes y AQ, ¿Y ahora? ¿La llegada al poder de los talibanes no representa una amenaza de seguridad nacional? ¿Acaso Washington escucha los cantos de sirenas de los líderes y portavoces terroristas que prometen respetar los derechos de las minorías y no permitir ataques a países vecinos?
Aunque algunos líderes mundiales piden tiempo para evaluar sus acciones futuras, la primera experiencia del Emirato Islámico de Afganistán, las acciones emprendidas durante estos meses en territorio ya conquistado y la liberación de los presos del Estado Islámico y AQ en las distintas prisiones tomadas no permiten esperar cambios significativos, dice Lucio.
De cara al futuro, Biden anticipó que, si llegara a ser necesario, EEUU desplegará una fuerza antiterrorista focalizada y especializada que le permita “actuar rápida y decisivamente” para acabar con las amenazas. Probablemente lo necesite porque según su secretario de Defensa, Lloyd Austin, un grupo extremista podría representar una amenaza de este tipo en los próximos dos años“.
Después de estas reflexiones, no pude evitar preguntarme lo siguiente…
¿Qué va a pasar con los países vecinos de Afganistán?
Por un lado, hay muchas implicaciones, tanto para Irán como para Pakistán, un país absolutamente clave a la hora de solucionar cualquier situación en el contexto afgano. Incluso para Rusia, que puede tener la creencia de que esta es la revancha por el fracaso que sufrieron precisamente en 1989. Por otro lado, seguro China también ve con buenos ojos el que haya expulsado del país a su gran adversario geopolítico, Estados Unidos.
Pensemos que Moscú insiste en que sus intereses actuales en Afganistán se limitan a garantizar la seguridad de las fronteras de sus aliados en Asia Central, pero sus intenciones últimas no están tan claras y esto preocupa bastante a Washington. A los gringos no les cabe la incertidumbre, menos en un momento de debilidad.
Pese a que el Kremlin declaró a los talibanes como “terroristas” en 2003, Rusia ha organizado en los últimos años rondas de conversaciones con ese grupo y otras fuerzas de oposición, sin incluir a miembros del gobierno afgano.
Los dirigentes de Afganistán, ahora en el exilio, sólo han sido invitados a una conferencia internacional celebrada en Moscú en marzo de este año, en la que también participaron representantes de la llamada “troika ampliada”: Estados Unidos, China, Rusia y Pakistán.
Pero lo que MÁS preocupa en Washington estos días es realmente qué incidencia puede tener China para seguir expandiendo su abanico de influencia en la región.
China y Afganistán, ¿un solo corazón?
En los últimos años, Beijing ha entrado con cautela en la política afgana y ha estado probando suerte en la diplomacia de la reconciliación. También ha mostrado cierto interés en desarrollar los importantes recursos minerales de Afganistán, incluso en una mina de cobre de propiedad china al sureste de Kabul (acaso pensaste que solo EEUU tiene intereses en los recursos naturales? Inocente palomita).
“Los talibanes esperan la participación de China en la reconstrucción y el desarrollo de Afganistán” dijo Hua Chunying, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, esta semana. Ya desde hace años Pekín había estudiado la opción de extender el Corredor Económico China-Pakistán (CPEC) hasta Afganistán, con la construcción de autopistas (de Kabul a Peshawar), trenes (a Kandahar) y oleoductos.
Y por supuesto, la idea de extender el Corredor Económico China-Pakistán, uno de los primeros proyectos de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, en Afganistán es bien recibida, pero en Pakistán ni te cuento.
Una sólida asociación con Pakistán, que tiene una influencia considerable con los talibanes, mejora las perspectivas de China en Afganistán. Sin embargo, esta evaluación positiva está sujeta a la paz y la estabilidad en Afganistán y a las garantías creíbles de los talibanes sobre su desvinculación de los movimientos islamistas en la inquieta región china de Xinjiang (si te interesa leer que sucede en esa región, te recomiendo esta lectura). Sin embargo, Pekín tiene esperanzas y no sorprende que haya sido uno de los primeros en ofrecer una bienvenida condicional a la toma del poder por los talibanes en Kabul.
¿El error estratégico de EEUU?
Durante 20 años, Washington ha luchado y en su mayoría no ha logrado reducir el nivel general de “terrorismo global” y crear un clima político más “saludable” (desde la mirada occidental) en el mundo musulmán. Podríamos decir que en el nivel más fundamental, Estados Unidos ha logrado su objetivo estratégico: ha evitado ataques catastróficos en suelo estadounidense -motivo inicial por el cual decidió invadir Afganistán y posteriormente Irak- principalmente volviéndose extremadamente hábil para destruir las “células terroristas” a través del manejo estratégico de información.
Estados Unidos ha pagado un precio demasiado alto por este “éxito”. Sin embargo, ese precio ha caído con el tiempo a medida que Washington ha desarrollado lo que, en conjunto, es un mejor enfoque antiterrorista según este informe del Departamento de Estado. Después de llevar a cabo compromisos militares insosteniblemente costosos en Afganistán e Irak, Estados Unidos no alcanzó al retirarse del Medio Oriente en general demasiado rápido y permitió que resurgieran viejas amenazas.
Pero desde alrededor de 2014, Washington se ha decidido por un modelo de retirada del campo de batalla y apostó por inversiones particularmente en fuerzas de operaciones especiales y poder aéreo, para apoyar a las fuerzas locales que llevan adelante la mayor parte de los combates. Cuando se combina con herramientas no militares como la cooperación de inteligencia, los esfuerzos para hacer cumplir la ley y la ayuda económica, este enfoque brinda una protección razonablemente buena a un precio razonable. Esto falló en Kabul, un poco te conté sobre esto en el anterior newsletter, sino te dejo este articulo -con traducción automática- al respecto.
¿Alguien quiere pensar en India?
Una de las justificaciones de Biden para poner fin a la intervención militar en Afganistán es la importancia de hacer frente a los nuevos desafíos de una China en ascenso en la región del Indo-Pacífico. Para India, que ve a China como una amenaza mayor que Pakistán, el enfoque de la administración Biden en equilibrar a China es ciertamente bienvenido.
La convergencia entre los intereses indios y estadounidenses en el Indo-Pacífico creció rápidamente en el último año de la administración Trump y ha continuado en los primeros meses del mandato de Biden. Los ambiciosos planes de la administración Biden para el Diálogo de Seguridad Cuadrilátero -una asociación estratégica conjunta con Australia, India y Japón conocida como el “QUAD”- de la cual hablé en profundidad en este newsletter, han colocado a Nueva Delhi en el primer lugar de la lista de prioridades estratégicas de Washington.
Para empeorar las cosas para la India, está el nuevo papel de Rusia en la región. Nueva Delhi no ha mostrado demasiado entusiasmo por la creciente asociación estratégica de Moscú con Beijing en los últimos años. Esa asociación está adquiriendo ahora una nueva dimensión con la inclinación rusa hacia Pakistán y los talibanes.
Durante los últimos años, Moscú ha enfatizado repetidamente la importancia de involucrar a los talibanes, mientras que Nueva Delhi redobló su apoyo al gobierno electo en Kabul. Moscú también ha mantenido a la India fuera del llamado proceso de la troika. Creada en 2019, la troika para negociar la paz en Afganistán incluía a Estados Unidos, Rusia y China, si querés ver que opina este grupo, te dejo esta declaración del Departamento de Estado de EEUU. (Cabe destacar que ya hicieron un llamado urgente a reunirse, así que pronto tendremos novedades).
Pakistán fue incluido en una troika ampliada este año. Moscú defendió la decisión de mantener fuera a Nueva Delhi argumentando que esta última tenía poca influencia con los talibanes y, por lo tanto, no podría contribuir al proceso de paz. Rusia, al igual que China, ha mantenido abierta su embajada en Kabul desde que colapsó el gobierno de Ghani y está lista para iniciar conversaciones con los talibanes.
El exitoso acercamiento de Rusia a los talibanes en medio del distanciamiento deliberado de India del grupo solo ampliará la brecha en asuntos regionales entre Nueva Delhi y Moscú. Las fisuras entre los dos se han ampliado en los últimos años, sobre todo debido a los crecientes vínculos de la India con Estados Unidos en el contexto de un conflicto cada vez más agudo entre Estados Unidos y Rusia.
(Realmente los aliados estadounidenses están pasándola peor que los médicos en la pandemia).
Repasando, los últimos acontecimientos en Afganistán podrían intensificar las contradicciones entre China y la India, consolidar las relaciones entre India y Estados Unidos y producir una mayor distancia entre India y Rusia, acelerando el ritmo de transformación de las relaciones de las grandes potencias de la India que ya estaba en marcha.
¿Y los refugiados afganos?
Le pregunté a Lucio y esto fue lo que me dijo.
“La toma del poder talibán traerá aparejada la expansión de problemas a los que la comunidad internacional aún hoy no les encuentra soluciones. Por un lado, el aumento de los flujos migratorios hacia los países vecinos, como Irán y Pakistán, y centros de poder occidentales, como Europa, en momentos en los que los discursos de odio y xenofobia crecen considerablemente por todo el continente”.
Ciertamente, según la oficina de la ONU para los refugiados (ACNUR), desde principios de año cerca de 400.000 personas -de las cuales casi el 80% son mujeres y niños- se han visto obligadas a huir de sus hogares y se sumaron al triste número de 2,9 millones de desplazados internos. Ante los pronósticos que anticipan un aumento en el corto y mediano plazo, la comunidad internacional deberá coordinar políticas para atender estas demandas con dos condimentos extras: sus recientes y rotundos fracasos y la pandemia de Covid-19.
Además, Europa se encuentra en un momento de transición política importante, donde está a punto de perder a su líder, Angela Merkel, a quien le dedicamos esta edición del newsletter que te invito a volver a leer. Esto genera un nivel de incertidumbre muy grande, abre varias incógnitas aún sin respuestas.
Algunas voces europeas se han pronunciado en contra de la retirada apresurada de Afganistán y esto generó rispideces en Washington.
Consulté a Lucio al respecto y me expresó lo siguiente: “¿Qué pasó con “América is back”? se preguntó esta semana el presidente del comité de Defensa del parlamento británico, Tobias Ellwood. La salida desorganizada de Estados Unidos pone en entredicho su política exterior porque abandonó a un aliado ante el fuego terrorista mientras miles de personas le pedían ayuda. En este punto se asemeja más al aislacionismo y nacionalismo trumpista que al multilateralismo prometido. “Espero que “America First” no se haya convertido en “America alone (América solo)”, dijo el presidente del comité de Asuntos Exteriores del parlamento inglés, Tom Tugendhat.
Muchos países vecinos como Pakistán, India y Turquía son los mayores receptores de refugiados afganos, albergando casi 3 millones de personas.
En el ámbito latinoamericano, Argentina sacó un comunicado conjunto con varios países -incluido Estados Unidos- compartiendo la preocupación por la posible violacion de derechos humanos hacia niñas y mujeres en territorio afgano.
Por otro lado, Chile, México y Costa Rica se sumaron a la iniciativa internacional de recibir a los refugiados afganos.
Coincido con el colega analista cuando dice que “ la mala salida de Afganistán llevará, por un lado, a los aliados de Estados Unidos a replantearse sus lazos y sus vínculos al evidenciar que, en última instancia, Washington parece dispuesto a dejar caer a las personas de sus aviones con tal de dejar atrás, como dijo Biden, un asunto que no es de “interés de seguridad nacional””.
Pero…
¿Cómo se pueden financiar los talibanes si no son reconocidos como un gobierno legítimo?
Droga. Esa es la respuesta según Lucio. “Según la ONU, Afganistán controla el 85% del opio mundial con exportaciones valuadas entre 1.000 y 3.5000 millones de dólares. Además, en 2010 el país se convirtió en el mayor productor mundial de hachís y desde el 2015 produce metanfetaminas. A pesar de que los talibanes han dicho que no se dedicarán a su comercio (lo que iría en contra de su propia historia) los impuestos generados sobre los productores y comerciantes le significaron, según la ONU, ingresos por 640 millones de dólares en 2020”.
Y si, otra no les queda. Pensa que el banco central de Afganistán tenía 9.400 millones de dólares en activos de reserva en abril, según el Fondo Monetario Internacional. Eso equivale a aproximadamente un tercio de la producción económica anual del país.
Estados Unidos no necesitaba ninguna nueva autoridad para congelar las reservas, porque los talibanes ya están sancionados bajo una orden ejecutiva aprobada después de los ataques del 11 de septiembre de 2001. Mejor prevenir que curar, como dije, a los yankees no les cabe la incertidumbre.
Más allá de las reservas, Estados Unidos también envía aproximadamente 3.000 millones de dólares al año en apoyo al ejército afgano, o aproximadamente el 15% del PBI del país. La financiación solo se puede gastar si el Secretario de Defensa certifica al Congreso que las fuerzas afganas están controladas por un gobierno civil y representativo que está comprometido con la protección de los derechos humanos y los derechos de las mujeres.
Entonces, todo el dinero se encuentra congelado en Nueva York. Los talibanes tendrán que vender droga o abrirse una cuenta en OnlyFans para financiar su nuevo régimen básicamente, cual problemas millennials.
Con esa bella imagen ya en tu mente, me retiro. Si te interesa profundizar un poquito más, ayer escribí este artículo al respecto siendo un poco más optimista respecto al futuro de las relaciones de EEUU con sus aliados.