Contra el centralismo porteño

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La designación de un empresario, sin trayectoria política ni compromisos con las luchas populares, como director ejecutivo de la Entidad Binacional Yacyretá ha revelado la persistencia de prácticas anquilosadas  del centralismo porteño en la toma de decisiones del Gobierno Nacional.El centralismo porteño tiene una significación histórica que es más que simbólica para los pueblos de provincias como Misiones que desde la organización nacional después de Caseros ha sido condenada a suministrar mano de obra y recursos naturales baratos a las grandes ciudades.Lógica que no se ha roto en la toma de decisiones de los movimientos populares del siglo XX que más allá de logros históricos en la construcción de un país más justo siempre se vieron ganados por lo urgente para postergar lo necesario.  No negamos los legados históricos ni las tradiciones del radicalismo, el justicialismo y socialismo democrático, más nos identifican, pero somos conscientes que la crisis de representatividad que implosionó el sistema de partidos a principios de siglo obliga a revisar las prácticas políticas en defensa de los principios de justicia y libertad.Esa práctica nefasta que calificamos como centralismo porteño entendemos está en el núcleo de los debilitamientos de los gobiernos populares que terminan en nuevos ciclos conservadores y neoliberales.El centralismo porteño es un método de organización que se corresponde con la idea de la revolución desde el Estado. Pero hay que aprender de la historia, aún de la más reciente. El poder concentrado en la Casa Rosada o en los comité de Buenos Aires, siempre ha terminado obturando la dialéctica entre pueblo y dirigencia, propia del centralismo democrático, que construye la toma de decisiones en base a debates que fluyen de abajo hacia arriba, de la periferia al centro. No puede haber disciplina partidaria si las decisiones políticas de los órganos superiores de cualquier frente o partido no son tomadas en consenso y sin respetar la libertad de crítica.Alberto Fernández parece haberlo tenido claro. Ya antes de haber sido elegido como candidato del campo popular sostenía argumentos que pueden resumirse en su frase: “soy el más federal de los porteños”.  Dirigentes, militantes y simpatizantes del radicalismo popular de Misiones, en su momento resistimos, por constitución ideológica y ética, los mandatos del Comité Nacional de la UCR cuando la orden era votar por Macri y resistimos mandatos del Comité Provincial en la misma sintonía gorila. Identificados con las luchas por el federalismo y la democratización de los partidos, nos sentimos nuevamente sorprendidos, más que por las designaciones decididas en Buenos Aires en cargos de relevancia política, por la vigencia de esas prácticas avasallantes del centralismo porteño, que, desde Avellaneda y Juárez Celman sabemos es también ejercido por provincianos cooptados por el sistema.  No es el poder central el que conoce las prioridades y necesidades de cada provincia, sino cada organización política local.Que quede claro que no hacemos política como un juego de disputas personales, sino como una responsabilidad y compromiso que asumimos en nuestras constituciones subjetivas. Reivindicamos y hacemos política desde jóvenes a pesar de la carga antipolítica del sentido común que ha logrado en nuestro país poner bajo sospecha a cualquiera de nosotros dedicados a la política.Reiteramos no hacemos política por los cargos, pero sí entendemos que la lucha política en esta etapa histórica de nuestro país tiene centralidad en ganar los gobiernos para manejar el aparato del Estado.Ganar el Gobierno no es ganar el poder, los gobiernos pasan el poder queda.Por eso hablamos de la centralidad de la lucha por manejar al Estado que nunca es  neutral.Y en este sentido los cargos políticos que forman parte del nivel de los órganos superiores de una Administración pública cualquiera, adquieren una significación asociada al proyecto político que ganó las elecciones.El viernes negro de la gestión Fernández que tuvo sus causas precisamente en la falta de compromiso de los funcionarios de segunda línea de la Anses con el proyecto político, debe servir de experiencia.  La forma de provisión de los cargos de designación política debe fundamentarse básicamente en la confianza, pero no personal como la que generan las amistades sino en la confianza política que no nace de un repollo sino de las trayectorias y las relaciones que van construyendo la militancia política. En base a estas interpretaciones consideramos que las designaciones en la EBY, el INYM y el FET debieron haber sido al menos consultadas con el Frente de Todos de Misiones.Hacemos pública estas observaciones porque el mismo Presidente pidió que le hagamos saber de los eventuales errores de gestión. Lejos estamos de la intención de debilitar el frente popular. Al contrario. Divulgamos nuestra interpretación para fortalecerlo en el debate desde las bases..

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