Broken chains on the Argentine flag. Concept of revolution and national independence

El 9 de julio no es nuestra independencia

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Basta un alumno curioso para poner en cuestionamiento la hegemonía de la efeméride del 9 de julio como el día de la “Independencia Argentina”. Ese alumno o alumna es aquel que pregunta sobre quién fue el diputado misionero que nos representó en el congreso de Tucumán. Ante lo cual recibirá dos respuestas posibles. Una, que el docente no lo sepa y prometa averiguarlo para la próxima clase. La otra, que reconozca que no hubo ningún diputado misionero en Tucumán. Y allí sí, al alumno insidioso se le abre un amplio abanico de preguntas: ¿por qué no fue ningún diputado de Misiones? ¿Entonces, no declaramos la independencia? ¿La declaramos en otro momento? ¿Cuándo la declaramos?

Si la sociedad misionera fuera igual de curiosa que nuestro alumno imaginario sabría que el 9 de julio no es nuestra independencia y que, por lo tanto, no tenemos nada que festejar con tanta pompa, desfile, actos y demás. El 9 de julio de 1816 declararon la independencia aquellas provincias que respondían a Buenos Aires, algunas de las cuales hoy conforman la Argentina y otras que forman parte del Estado Plurinacional de Bolivia. Pero no Misiones. Y tampoco Corrientes, Entre Ríos, Santa Fe y la Banda Oriental, la actual República Oriental del Uruguay.

Todas estas provincias no enviaron diputados a Tucumán por la sencilla razón de que ya eran independientes. ¿Desde cuándo? No lo sabemos en términos documentales, ya que no existe un acta formal de la independencia de las provincias que integraban la Liga de los Pueblos Libres, pero sí está claro que, desde 1815, este espacio institucionalizado se sentía independiente de España. Y no solo de esta metrópoli, también independientes de Portugal, que asolaba las fronteras de Misiones y la Banda Oriental; del Paraguay, que había invadido la margen izquierda del Paraná; y de Buenos Aires y su proyecto centralista y unitario. 

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Algunos historiadores consideran que fue en el congreso de Arroyo de la China, el 29 de junio de 1815, cuando se dio ese paso independentista, pero al no haber una prueba documental concreta no se lo puede afirmar en forma tajante. En una carta dirigida al Director Supremo Pueyrredón, de julio de 1816, el Protector José Artigas le informa que la Banda Oriental “juró su independencia absoluta y respectiva” hace más de un año atrás, en una referencia temporal que bien podría relacionarse con la reunión de junio. Además de esta nota, existen otros indicios que avalan la teoría de la declaración en el marco del congreso de Arroyo de la China.

Recordemos que, por aquel entonces, nuestra provincia era gobernada por el Comandante General Andrés Guacurarí y Artigas, actual prócer misionero. Misiones integraba, en igualadad de condiciones, la Liga de los Pueblos Libres que comandaba su padre adoptivo Artigas. En esa liga confluían todas las provincias del litoral, las que, al igual que Misiones, tampoco enviaron diputados.

Por ende, está más que claro que el 9 de julio de 1816 no se declaró la independencia de Misiones ni la de ninguna de las otras provincias de la región. Es cierto que hoy formamos parte de una misma Nación, una Nación que es posterior a las provincias, tal como lo reconoce la Constitución Nacional. Esto quiere decir que cada jurisdicción tuvo su propia trayectoria en el marco de la revolución y la independencia. Unos, encolumnados detrás de Buenos Aires, otros, siguiendo al Protector Artigas. Unos, reunidos en Tucumán, en julio de 1816, otros, en Arroyo de la China, en junio de 1815. Dos trayectorias institucionales, dos proyectos de encauzar el proceso revolucionario y dos declaraciones de la independencia. Una, la nuestra, que bien pudo haber sido el 29 de junio de 1815, la otra, la de varias provincias hermanas de nuestro país, el 9 de julio de 1816.

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Entonces ¿por qué seguimos celebrando el 9 de julio como el día de LA independencia? Por el mecanismo de colonización pedagógica y cultural que el país central le impuso al resto del territorio. Nuestros medios de comunicación, nuestras autoridades y, por sobre todas las cosas, nuestro sistema educativo repite y perpetúa una visión de la historia centrada en Buenos Aires y ajena a nosotros mismos. Ya llegará el día en que nos quitemos el lastre de la historiografía porteñocéntrica y nos animemos a convertir a la periferia en el centro de nuestros estudios. Ese día nos resultará evidente el contrasentido de celebrar una independencia de la que no participamos, mientras negamos aquella de la que fuimos parte. 

Por último, este 9 de julio va un abrazo artiguista a aquellas provincias argentinas que celebran un nuevo aniversario de su independencia.

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