Guerra en Ucrania: mundial, peligrosa y explosiva
Cuando todos los flashes de los medios internacionales apuntaban hacia Medio Oriente, con los distintos frentes de Israel contra Hamás, Huties y Hezbolá, en otra latitud del globo, un conflicto podría cambiar para siempre con tan solo un puñado de coreanos. Como si fuera poco, todo indica que ambas Corea, del norte y del sur, están metiéndose, poco a poco, en el campo de batalla ucraniano, con distintos intereses pero con un mismo fin, aprovechar un conflicto externo para destruir a su hermano peninsular.
Los muchachos de Kim Jong-un
La OTAN, encabezada por el liderazgo histórico de Estados Unidos, junto al servicio de inteligencia de Ucrania, atestiguan que tropas de Corea del Norte abandonaron sus fronteras para instalarse en Rusia, con el fin de combatir a favor de Moscú. Cerca de 12 mil hombres del régimen norcoreano estarían en la región rusa de Kursk, la misma que había sido tomada por algunas semanas por Ucrania. Allí, además de entrenarse, estarían preparándose para adentrarse en suelo ucraniano.
La respuesta de Corea del Sur sería la de enviar armas a Kiev para combatir a su hermano rebelde en suelo europeo. Más allá de que parezcan dos disputas regionales que tienen un “crossover” en la geopolítica, hay una situación de gravedad aún más extrema.
El sentido de participación de Corea del Norte y Corea del Sur en la guerra ruso – ucraniana es, lisa y llanamente, la internacionalización de un conflicto con un papel activo de los países asiático. Esto conlleva a que Estados Unidos y China estén aún más atentos a los acontecimientos en el territorio ucraniano en disputa.
No es desacertado creer que Pyongyang y Seúl aprovechan la guerra entre Rusia y Ucrania para poder limar asperezas, todo esto dado en un contexto de crecimiento de las hostilidades indirectas entre ambos países. Sin embargo, la lectura más fina dice que puede ser el disparador para la expansión paralela de conflictos regionales con carácter global.
Si Corea del Norte y Corea del Sur luchan directamente, uno contra el otro en Ucrania, abre el camino para que la península dónde habitan originalmente se transforme en un caldero. Para esto hay que entender dos cosas, a estos países solo los mantienen en una paz armada un simple armisticio firmado tras la conocida Guerra de Corea entre 1950 y 1953. Además de ello, la presunción casi fetichista de que Kim Jong-un es propietario de un impresionante arsenal nuclear y que no le temblaría el pulso en poder utilizarlos en caso de considerarlo necesario.
Detalles a tener en cuenta de esta oleada de conflictos coreanos en Ucrania. El hecho de tener presencia norcoreana en Rusia puede significar que el Kremlin podría estar agotando sus recursos humanos en el campo de batalla. La gran preocupación acá sería por un ejército ruso completamente diezmado y que depende de la colaboración de Kim Jong-un. La otra explicación es que Rusia no necesita a Norcorea, sino que utiliza a tropas norcoreanas para generar temor en la comunidad internacional. Es básicamente imponer incertidumbres sobre la posibilidad de utilizar armas nucleares a través de las tropas norcoreanas, y en esa incertidumbre, sembrar el terror en Occidente por la escalada potencial del conflicto.
Escalada mundial
Si explotan Seúl y Pyongyang tras su incursión en Ucrania, esto habilita a que se activen aún más focos de conflictos en el mundo, sobre todo, el que quizás sea más determinante. Nada impide, a simple vista, que China invada Taiwán envalentonado por el contexto mundial y por la fragilidad de los sistemas de alianzas en el mundo. Una guerra entre China y Taiwán sería el gran desencadenante de una guerra mundial, no solo por la devastación que puede traer este conflicto sino por los efectos económicos a nivel mundial que puede acarrear. El comercio mundial pasa por esa zona y podría verse totalmente debilitado, aunque, por otro lado, China sabe a la perfección y posiblemente no ejecute una ofensiva directa si el contexto internacional no lo amerita, por esa misma razón es tan peligroso que Corea del Norte y Corea del Sur trasladen sus problemas históricos al campo de batalla ruso – ucraniano.
El factor americano es uno de los temas que evidentemente se pone sobre el tablero cuando está internacionalización activa del conflicto emerge. En unas cuantas semanas, Estados Unidos elige presidente. La Casa Blanca podría tener por primera vez a una mujer en el cargo, como lo es Kamala Harris representando al Partido Demócrata, o puede ser testigo del retorno de Donald Trump defendiendo la bandera republicana. El tema es que ambos candidatos tienen maneras muy distintas de concebir la política internacional. El escenario que podría ser catastrófico es ante una eventual elección demócrata donde mantenga la maquinaria bélica de Ucrania y busque combatir indirectamente a Corea del Norte, ahondando en las diferencias globales.
Si Trumpa asciende al poder, la cosa podría ser distinta, entendiendo que en repetidas ocasiones dijo tener la voluntad de acabar lo más rápido posible con la guerra entre Ucrania y Rusia. También es conocida la situación de que fue un presidente estadounidense que tuvo una relación bastante flexible con la Rusia de Putin y la Corea del Norte de Kim Jong-un.
Todo esto viene a colación porque es parte de la síntesis que puede estar haciendo el Kremlin. Jugando con la desesperación de un posible triunfo de Trump en las urnas, sumado a las tropas norcoreanas y el morbo acerca del poderío y el peligro nuclear es un combo explosivo para que el Plan de la Victoria ucraniano quede medianamente postergado, y donde el reloj sea el mejor aliado de Putin.
El gran desafío que afronta el mundo o el sistema de alianzas a nivel mundial es el de mantener los conflictos regionales dentro de sus zonas y no permitir que tomen una escalada mundial activa, ya que sería un simple disparador para hablar, en un futuro incierto, de la tan ponderada “Tercera Guerra Mundial”.