El mate, el dulce de leche, el asado, el Boca vs River, y tantas otras cosas son las que representan al argentino a donde vaya. Sin embargo, hay un lado B de ese bagaje de argentinidad que viene con nosotros, y casi como un fantasma que acecha y devora, la deuda externa es algo tan argentino como lo mencionado anteriormente. Hoy, ese fantasma vuelve al país con un nuevo préstamo del FMI, el número 28 en nuestra historia, la cual parece repetirse constantemente.
La deuda antes de ser Argentina
En 1822 arranca la historia deudora de nuestro país, aún cuando no se había conformado como tal. En ese momento, Bernardino Rivadavia (jefe de Estado de las Provincias Unidas del Río de la Plata) comenzó a coquetear con la idea de adquirir capitales del extranjero para poder volcarlos a las obras públicas, principalmente el puerto de Buenos Aires. En 1824 consigue el empréstito con la banca Baring Brothers de Reino Unido, desembolsando un millón de libras esterlinas. En cuanto a la falta de pagos e intereses, el resultado fue funesto ya que Rivadavia embargó la escuadra naval y dos fragatas que estaban en construcción en Inglaterra. Debido a esto es que no se pudo hacer frente a la ocupación naval de Reino Unido sobre Malvinas en 1833. Este nefasto acuerdo se terminó pagando en 1903.
Rosas cambia el asunto. El restaurador decidió cortar con la fiesta importadora que provocó el primer déficit fiscal fuerte en Buenos Aires, aplicando su ley de aduanas de 1836 fortaleciendo las manufacturas y la producción agrícola local. Esto es importante, ya que le dio suficiencia para empezar a pagar nuevamente intereses en deuda desde 1844.
A modo de comparación, el gobierno de Rivadavia importaba por 8 millones de pesos fuertes, en tanto que exportaba por 5 millones, dando un fuerte déficit. El gobierno de Rosas para 1851 (un año antes de su caída) seguía importando cerca de 8 millones pero exportaba por 10 millones de pesos fuertes, es decir, en superávit fiscal. Si, la historia es clara, en el origen de nuestro país, el liberalismo dio déficit y el proteccionismo dio superávit.
Una senda historia de deudores
Mitre, Sarmiento, Roca y en menor medida Avellaneda, siguieron con el oscuro y obsecuente camino de la deuda externa. Mitre y Sarmiento, principalmente por el mantenimiento de los gastos de guerra, en el marco de la delimitación del territorio nacional y con fuerte impacto en la Guerra de la Triple Alianza.
El caso de Roca vio un predominante ingreso de capitales extranjeros por empréstitos varios que fueron tomados. Muchos de ellos destinados a la ampliación de la red ferroviaria nacional y a diversas obras de carácter público que se buscaban concretar. La cuenta seguía subiendo.
Paralelamente a los empréstitos tomados y a la deuda que no paraba de crecer, la generación del 80 llevó adelante una repartición de tierras que fue vital para el futuro económico argentino. Muchas tierras en pocas manos permitió que la productividad argentina quede en manos de la especulación, algo muy importante y que explica el afán de toma de préstamos desde el exterior. Además de ello, la construcción del país por esos añosprovocó un crecimiento exacerbado de la burocracia pública administrativa. Para 1902, eso le costaba 6 pesos oro per cápita, mientras que en Suiza costaba 1,20 y en EEUU 1,0. Esto es importante porque la credibilidad internacional para adquirir nuevos préstamos y sobre todo el fin último de los mismos en cuanto a utilidad, debía reflejarse en el déficit fiscal, y ante una elevada burocracia, gran parte del dinero exterior iba a destinada a mantenerla. La historia de nuestro país vuelve a ser tajante, quienes llenaron de burócratas fueron los liberales.
De hecho, este problema lo volvieron a tener los gobernantes de 1900 hasta 1916. Tras la asunción de Yirigoyen, el dinero de la deuda era para financiar el déficit fiscal provocado por la excesiva contratación de empleados públicos, sumado a un contexto mundial adverso. La Primera Guerra Mundial se llevó por delante a las economías de todo el mundo, sumado al período entre guerras y el crack de 1929, que en Argentina provocó el paso del modelo agro exportador al de sustitución por importación.
En la Década Infame, que dura desde 1930 hasta 1943, el hecho económico más resonante fue el Pacto Roca – Runciman, en donde Argentina entrega su control financiero a Reino Unido, cayendo más profundo en las relaciones económicas desiguales.
Juan Domingo Perón vino a romper con esa tendencia. Su gobierno es el que paga finalmente la deuda externa en 1952, convirtiendo a Argentina en un país deudor por 12500 millones de pesos de moneda nacional a ser acreedor por 5 mil millones de pesos moneda nacional. Única vez en nuestra historia donde estuvimos libre de deudas y fuimos acreedores en el mundo. Esto solo duró hasta 1955.
La Argentina del FMI
Derrocan a Perón en el 55’ y comienza una etapa de profunda tristeza económica. Las relaciones carnales con el Fondo Monetario Internacional arranca en 1956 y nos tiene a maltraer hasta hoy. No hubo uno solo acuerdo en el que hayamos salido bien parados como país deudor.
Desde 1956 hasta 1976 se da un proceso de gradual aumento de la deuda externa tomada dentro del FMI y al Banco Mundial, en consonancia con la alineación total con Estados Unidos en un contexto de posguerra y de mundo bipolar con la Unión Soviética. En el mismo momento, el país se sumergía en crisis institucionales constantes que se dividían entre gobiernos militares de facto y endebles gestiones radicales, con la actuación cada vez más virulenta de facciones armadas de izquierda. El retorno de Perón en el 73’ no cambió la cosa y la deuda seguía creciendo.
Explota todo en la última dictadura. Desde lo económico, Martinez de Hoz adopta las medidas neoliberales de los famosos Chicago Boys. El resultado fue desastroso: la deuda creció un 364% desde 1976 hasta 1983. Lo peor de todo es el cambio de noción para la toma de deuda. Hasta aquí, habíamos visto que las experiencias estatales tomaban deuda para obras públicas, para la guerra y para mantener la burocracia, sin embargo, los militares entreguistas que gobernaron en la última dictadura cívico militar lo hicieron para especular. Aplicaron la famosa bicicleta financiera, aquí comenzó todo eso. Aprovecharon el diferencial entre tasas de créditos nacionales e internacionales para sacar ganancias. Sumado esto a la estatización de la deuda privada que le salvó la vida a varios grupos empresariales, entre ellos, la familia Macri.
El gobierno de Alfonsin enfrentó serios problemas económicos y la deuda seguía aflorando. Las dificultades para refinanciar los pagos sumado a los cambios a nivel internacional le jugaron una muy mala pasada que se decantó en un déficit fiscal de 7.6% al final de su mandato.
La era Menem – De la Rúa estuvo signada por la convertibilidad en cuanto a las deudas. Se buscó mantener la paridad económica o la relación peso – dólar en uno a uno bajo un endeudamiento brutal que decantó en la crisis del 2001 con el país en el mayor default de la historia: 95 mil millones de dólares. Todo esto durante más de una década que le valió privatizaciones, fuertes tasas de desempleo y la confirmación del quiebre de la industria nacional que ya se venía proponiendo desde la última dictadura. La estocada final lo dio el corralito, donde golpeó a la clase media argentina de manera directa.
Un tumultuoso siglo XXI
Relación amor y odio si las hubo entre el modelo Kirchner y el modelo Macri. La gran diferencia de ambos es que uno saldó deudas mientras que otro las tomó.
La faceta económica kirchnerista tiene muchos vaivenes y críticas pero algo innegable es el proceso estabilizador durante el gobierno de Néstor, en consonancia con la transición de Duhalde. El abandono de la convertibilidad y la pesificación, en conjunto con refinanciación y crecimiento de la industria nacional pudieron solventar dos pagos de canjes, en 2005 y en 2010. Si se toma la relación deuda/PBI, según datos del Fondo Monetario Internacional entre 2003 y 2013, el país experimentó una merma de la deuda del 73%, siendo el país con mayor desendeudamiento del mundo.
Macri hizo todo lo contrario. Su premisa de “volver al mundo” solo trajo consigo un descomunal préstamo del FMI, el más grande de su historia, en ese entonces fue de 57 mil millones de dólares. Esto le valió una investigación internacional por la falta de protocolos para acceder a dicho préstamo y por la utilidad del mismo, en donde la bicicleta financiera volvió a aflorar.
Esta es parte de nuestra historia. Como país que, por razones internas y externas, fue relegado a los márgenes del concierto internacional, la deuda externa fue una constante sombra que acompañó al sillón de Rivadavia. Mientras tanto, hay un único vencido que se repite en todas las facetas de nuestra historia. La deuda es pagada por los que menos tienen.