La revolución Blockchain como política pública
La irrupción de la tecnología Blockchain a nivel mundial, implica la llegada de nuevos paradigmas que forman parte de una nueva visión incluso filosófica, donde la descentralización total se erige como principal estandarte.
“La primera generación de la revolución digital nos trajo el Internet de la información. La segunda generación –alimentada por la tecnología Blockchain– nos está trayendo el Internet del valor: una nueva plataforma para remodelar el mundo de los negocios y transformar para bien el antiguo orden de los asuntos humanos”. (Don y Alex Tapscott).
El eje central de estas líneas es hacer un breve análisis de este fenómeno y su aprovechamiento para poder desarrollar una eficaz política de inclusión financiera entendiendo que el objetivo en esta nueva época pasa principalmente por comprender cuáles son las nuevas oportunidades y cuáles desafíos regulatorios que brindan los avances tecnológicos, focalizando especialmente en los segmentos más vulnerables de la sociedad.
En el contexto global donde la crisis sanitaria generada por la pandemia del COVID 19, ha dejado al descubierto (a la luz de las nuevas tecnologías), la innecesaridad burocrática plasmada en procesos que forman parte de infinidad de sistemas tradicionales, incluido el financiero, como así también la brecha y las desigualdades de acceso al mismo. Es así que “la integración de todos los hogares y empresas a los servicios financieros constituye un paso necesario para lograr sistemas financieros más profundos, transversales y equitativos, que promuevan un mayor crecimiento económico y el desarrollo sostenible”.
La llamada inclusión financiera alude al acceso a diversos productos y servicios financieros de calidad. Con ella se facilita el acceso a servicios o productos financieros seguros de diversos segmentos de la población, en especial de los segmentos no bancarizados. Significa, para personas físicas y empresas, tener acceso a productos financieros útiles y asequibles que satisfagan sus necesidades —transacciones, pagos, ahorros, crédito y seguro— prestados de manera responsable y sostenible, siendo de esta forma la inclusión clave para reducir la pobreza e impulsar la prosperidad.
Por otra parte, el concepto que resulta menester reseñar es el de Blockchain, que en las líneas que se exponen aquí, hará las veces de puente conector entre los distintos sectores sociales y el expresado concepto de inclusión financiera. Blockchain se define como un mecanismo digital para crear un libro de registros digital y distribuido, en el cual dos o más participantes integrantes de una red peer-to-peer (entre pares) pueden intercambiar información y activos de manera directa, sin intermediarios. La Blockchain autentica a los participantes, valida que éstos tengan los activos sobre los que quieren tranzar, y registra los intercambios en dicho libro de registros digital, del cual todos los partícipes tienen una copia actualizada y cuyos asientos o registros, que no son modificables, son cronológicamente organizados y empaquetados en bloques, encriptados, y vinculados unos a otros.
Los elementos esenciales de Blockchain son: i. distribución: los participantes están físicamente separados, pero conectados a través de una red de la cual son nodos, con acceso al registro; ii. encriptación asimétrica y pseudonimia; iii. inmutabilidad, salvo que se acuerde lo contrario; iv. tokenización: las transacciones en una Blockchain involucran la transferencia segura de valor, en forma de tokens, que es la representación digital de algún activo, o una forma de retribuir a los participantes, o incluso datos agrupados; v. descentralización: la red y sus protocolos son operados y están mantenidos en múltiples computadoras de la red distribuida, lo que significa que no hay una sola computadora que corra la Blockchain.
Con estos conceptos delimitados, pasaremos a tratar la hipótesis de si es posible plantear un ecosistema de inversión/financiamiento o micromecenazgo que, con las bondades del Blockchain (y considerando los elementos normativo-regulatorios vigentes en argentina), permita integrar por un lado a emprendedores, desarrollistas e innovadores que desean obtener recursos económicos para sus proyectos, y por otro lado pequeños y medianos inversores o ahorristas que puedan tener una alternativa confiable y virtuosa que les permita obtener un retorno o diferentes utilidades al financiar los antedichos proyectos.
A modo de simplificarlo, podremos un ejemplo: ¿Cómo es posible aprovechar una red de Blockchain que fuera desarrollada por un Estado provincial, en un entorno que cuenta con diferentes desarrolladores y empresas nucleadas en un polo tecnológico? ¿Por qué no utilizar esa red de Blockchain para integrar a los desarrolladores/ emprendedores y a los pequeños ahorristas que no tienen (en este contexto económico nacional y mundial), demasiadas alternativas de ahorro más allá de las tradicionales como por ejemplo un plazo fijo, generando además mayor rentabilidad y sabiendo que la inversión se ve reflejada de manera concreta en una inversión local? Incluso, ¿por qué no aprovechar esta oportunidad para incluir a aquella gran parte de la población que no está bancarizada? ¿Se puede montar a la red Blockchain un sistema de financiamiento que sirva para unir y conjugar la participación de todos los actores, cada uno con sus intereses particulares para generar un círculo virtuoso?
He aquí que el nuevo rol del Estado debe ser el acompañar este proceso revolucionario y apuntando a morigerar la brecha y acceso, con el fin último de lograr la inclusión financiera multisectorial. Es fundamental que, en primer lugar, el estado ponga a disposición todos sus recursos técnico económicos a los efectos de la creación de una red de Blockchain libre, que permita que todos los sectores de la sociedad puedan aprovecharlo para explotar, rediseñar y expandir sus proyectos y que aquellos ajenos a ese desarrollo se involucren apoyando económicamente a esos sectores, encontrando en ello una viable y segura alternativa de ahorro, creándose así un círculo virtuoso para todos. Blockchain es la base necesaria para poder seguir de cerca el vertiginoso desarrollo de la tecnología, y tal como sostienen estudiosos de la Universidad de Harvard, su infinidad de aplicaciones y utilidades esta recién en proceso de aparición, siendo que alcanzara probablemente su apogeo dentro de las próximas décadas. Asimismo, no menos importante resulta desarrollar un adecuado marco regulatorio que permita instalar, desarrollar y maximizar las potencialidades inherentes a la tecnología Blockchain, fomentando la integración y participación de todos los sectores.
Nuestro país ha reglamentado un esquema de financiamiento colectivo o crowdfounding, sin demasiado éxito, en gran medida por una cuestión de hiper regulación, rigidez o incluso pocas expectativas puestas de que fuera un esquema de negocios próspero. Este escenario encuentra ahora con el estallido Blockchain, otra alternativa que rompe con el esquema de crowdfounding tradicional: la TOKENIZACION. Esto quiere decir que las transacciones en una Blockchain involucran la transferencia segura de valor, en forma de tokens, que es la representación digital de algún activo, o una forma de retribuir a los participantes, o incluso datos agrupados;
Laura Iglesias, CEO de Evolution Invest explica: “El término tokenización se usa para hablar de la transformación de un bien o un valor de su versión física a la digital. Convierte un conjunto de datos en caracteres cifrados que ocultan la información sensible para protegerla durante su trasmisión de un punto a otro. En la actualidad, es un concepto fuertemente asociado al mundo financiero, pero, en realidad, este método de digitalización se puede usar para almacenar y proteger cualquier tipo de documento que sea de valor, evitando su deterioro, pérdida o fraude. Los tokens se han convertido en la nueva forma de representar algo del mundo real en el espacio digital para facilitar su manejo. Su creación es un proceso simple y aplica para casi todo documento que represente la identidad o la propiedad de algo: una escritura, una partida de nacimiento, un contrato o un bono. De esta forma, su propietario accede a la posibilidad de realizar trámites de forma completamente remota, pero extremadamente segura.”
“La tokenización de acciones complementa o reemplaza la función registral del libro de acciones legal mediante uso de blockchain y un token digital que representa a la acción, a su titular y los derechos inherentes. La autoridad de aplicación puede ser un nodo observador (conocido como RegTech) capaz de ver en tiempo real quién es el benefciario final de cada título” (Heredia Querro, Sebastián). Para que el sistema funcione, a la tokenización se suman los contratos inteligentes, consistentes en programas que establecen qué se puede hacer y qué no con el token y registrar votos, cobro de dividendos y limitaciones a la transmisibilidad.
Pero sucede que hoy por hoy desde el punto de vista normativo, el desarrollo y aplicación de estas nuevas tecnologías basadas en Blockchain que permiten infinidad de posibilidades a través de los criptoactivos encuentra una gran laguna legal en nuestro país. Se han esbozado algunas incompletas y confusas definiciones, que, además, no abarcan en toda su extensión todas sus variables, ni mucho menos constituyen una regulación unificada. Por el contrario, distintas dependencias del gobierno han ido regulando las criptomonedas (que son por definición una especie de criptoactivos), en forma parcial. “En este sentido, las principales regulaciones han sido emitidas por la Unidad de Información Financiera (“UIF”), el Banco Central de la República Argentina (“BCRA”) y la Administración Federal de Ingresos Públicos (“AFIP”), y cada una de estas entidades utiliza distintos conceptos para este tipo de activos.” He aquí que debemos forzar una interpretación por analogía respecto de los tokens (no todos los tokens son criptomonedas), lo cual lleva la cuestión a un terreno de incertidumbre e inseguridad jurídica que necesariamente debe corregirse.
Como todo desarrollo tecnológico de las últimas décadas, la experiencia nos dice que estos avances serán cada vez más vertiginosos, por lo que es fundamental una rápida adaptación normativa que permita encuadrar, con la flexibilidad que el caso requiere, todo lo relativo al Blockchain y criptoactivos, acompañada de programas de sandbox (es un campo de pruebas para la experimentación con modelos de negocio novedosos que aún no cuentan con un marco regulatorio claro) o similares políticas para el desarrollo de estas actividades.
Entendemos que ahí está la clave que permitirá a los sujetos de los distintos sectores sociales integrarse en un nuevo esquema interconectado y descentralizado, siendo necesariamente el Estado quien debe poner las reglas del juego claras y fomentar la participación de la sociedad. Por supuesto que ello implica un plan integral, infraestructura, capacitación, pero lo fundamental a priori, es delinear una política pública que genere un compromiso para con todos.
Únicamente la autoridad Estatal podrá garantizar un marco regulatorio claro, unificado y que brinde seguridad jurídica. Entendemos es primordial hacerlo, con la profundidad y especificidad que amerita, todo ello fijando como horizonte el poder acompañar este revolucionario proceso y por el contrario, no quedar rezagados frente al nuevo mundo de Blockchain, entendiendo que la técnica legislativa a utilizarse debe contar con recursos que permitan a las futuras normas, ser flexibles y poder adaptarse al constante cambio y avance de la tecnología.