Mis recuerdos con el “Lole”

Escribe Guillermo Reyna Allan –

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Confieso que la muerte de Carlos Alberto Reutemann me conmovió. Quizás tanto como la de Maradona.

Con mi amigo Héctor Abascal sabíamos levantarnos temprano en las mañanas de domingo en las que había carreras de Fórmula Uno y nos íbamos a Canal 12. En el estudio mayor de la emisora podíamos ver las competencias que el canal no podía pasar porque no tenía los derechos de retransmisión.

Disfrutábamos de esas competencias que nos ofrecían monstruos como Niki Lauda, Gianclaudio Regazzoni, James Hunt, Nelson Piquet y, obviamente el “Lole”.

Cuando Reutemann firmó con Lotus (de Colin Chapman) daba otro paso gigante en su ya reconocida trayectoria. Su nuevo jefe, estaba extasiado con Reutemann, aunque el auto no era competitivo y Lole no estaba a gusto ni con el coche ni con las roturas ni con lo mal que calzaban los neumáticos Michelin en Lotus.

El autódromo de Buenos Aires era (por lo general) la segunda carrera de las temporadas, después de Kyalami (Sudáfrica). Y allí llegaba el gran circo de la Fórmula Uno.

Martini (marca de un aperitivo) era el sponsor principal de Lotus y ofreció un ágape-conferencia de prensa con sus pilotos (Andretti y Reutemann y el dueño de la escudería Chapman).

Quien esto escribe estaba maravillado. Los veía de cerca, aunque debo confesar que no era la primera vez, allí estaban los mejores del mundo. Los pilotos del equipo campeón y se prestaban a la requisitoria de quienes cubríamos la nota.

En un momento, dirigiéndome a Reutemann le pregunto: “¿Qué es lo que más le molesta de los periodistas”. Debo hacer un paréntesis en el relato para recordar que Lole y su esposa, Mimicha, eran blanco de miles de notas, sobre todo de aquellos que reportaban a revistas de prensa amarilla.

Volviendo a la conferencia de prensa y mi pregunta, un colega (porteño él) dijo: “que le pregunten boludeces”.

Reutemann tomó el micrófono y dijo: “Todos los periodistas serios, más allá del calibre del medio que representan merecen mi respeto”. Dio por cerrada la conferencia y me llamó aparte para brindarme una exclusiva. Imaginen la bronca e indignación de quién se había burlado por mi pregunta.

Ese gesto de humildad y respeto me llenó de orgullo y admiración para con el santafesino.

Muy orondo me encaminé hacia los teléfonos habilitados (claro, no había celulares) y pasé mi nota.

En otra ocasión hice, para un ya desaparecido diario de Posadas, una editorial en defensa de “Lole”.

Lo criticaban. Le decían “pecho frío”, “perdedor”, etc. Recuerdo que escribí: “Todo aquel que tilda de miedoso a Reutemann debería subirse a un auto de carrera y competir”. No se puede menospreciar a ningún piloto, y menos aún a quien nos representaba en la máxima categoría del automovilismo mundial.

Supo decir Reutemann: “Si uno le tiene miedo a la muerte no podría subirse a un auto de carrera”, una respuesta que adoptó después de romperse las piernas, en 1972, tras un accidente en el circuito Easter Monday Thruxton International, en Hampshire, Inglaterra, durante un test con un Brabham BT38 del equipo Rondel, propiedad de Ron Dennis.

No fue campeón, es cierto. Un punto, solo un punto, lo separó de la corona que se llevó esa vez Nelson Piquet. Deberíamos recordar que en esa temporada Reutemann tuvo que lidiar con sus competidores en la pista y con su equipo fuera de ella.

Murió Carlos Alberto “Lole” Reutemann. Los que vivíamos esa Fórmula Uno nos quedaremos con la imagen de un ganador. Después de todo, fue tras Fangio el piloto que mejor nos representó en la Fórmula Uno Internacional.

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