¿Quiénes son los estudiantes, que junto a Satellogic y Elon Musk enviaron un satélite al espacio?

Más de 20 estudiantes argentinos se unieron para desarrollar un satélite que viajó al espacio en un cohete de SpaceX la compañía de Elon Musk. Donde la empresa Satellogic puso su parte.

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Más de 20 estudiantes argentinos se unieron para desarrollar un satélite que viajó al espacio en un cohete de SpaceX la compañía de Elon Musk. Donde la empresa Satellogic puso su parte.

Estos jóvenes el 25 de mayo, mientras se celebraba la creación de la patria, pudieron cumplir su sueño de enviar un satélite al espacio. A bordo de un cohete de SpaceX, luego de casi tres años de trabajo en el proyecto, estos jóvenes lograron su cometido.

“Hoy miro para arriba y pienso que a 500 KM de distancia me está pasando por arriba, lo que hace meses tenía en la mano”, comenta Tomás Burroni, uno de los estudiantes que participó del proyecto. En total fueron más de 20 los estudiantes que formaron parte, Burroni de 24 años cuenta cómo fue el proceso para que su creación llegara al espacio.

Burroni, inició ingeniería espacial en la Universidad de San Martín en 2016, según cuenta en ese momento no existía nada parecido en el país o la región. Sus opciones eran irse a los Estados Unidos o Europa, pero a sus 18 años, no estaba dentro de sus posibilidades. Como era un apasionado de la tecnología, la física y la matemática, se puso a estudiar eso.

“Ahí tuve la suerte de encontrarme con mucha gente que pensaba como yo. Que le encantaba hacer proyectos y meter mano con un destornillador o una soldadora para hacer robots, cohetes de agua y cosas así. A lo largo de los años, además de la cursada hicimos proyectos para divertirnos y seguir aprendiendo”.

Al final de su cursado el decano de su facultad le propuso participar de una competencia llamada Open Space. “Querían grupos de alumnos que presentaran proyectos y al ganador lo mandaban al espacio. Busqué a mis amigos y a los dos días ya éramos un equipo de 10 personas. Todos estudiantes de ingeniería espacial y electrónica enloquecidos por poner algo en el espacio. Nombramos al equio TIAB- to infinity and beyond, que le robamos a Toy Story- a partir de ese momento, todos los sábados a la tarde nos juntábamos en un laboratorio que nos dejaba el decano para pensar qué íbamos a hacer y cómo”, contó.

¿De qué se trataba la competencia?

Lo interesante de Open Space es que el proyecto ganador viajaba al espacio con un satélite de Satellogic, una empresa argentina que nació en 2010 y que cuenta con más de 20 satélites en el espacio. Entonces, el ganador tenía la posibilidad de poner su proyecto en el espacio para que orbite y mande datos para ser utilizados.

Después de la competencia, ¿Qué sucedió?

A finales del 2019, presentamos el proyecto y pasamos a la semifinal. Justo nos agarra la pandemia y eso nos cambió todo porque no podíamos ir al laboratorio a probar los avances y a seguir construyendo el proyecto. Pero decidimos seguir porque todos teníamos ganas y a los pocos meses presentamos la semifinal con un vídeo. Pasamos y fuimos a la final. La misma tenía un jurado con personas muy conocidas de la industria. Era una locura para nosotros. aunque todo fuera virtual.

Y, ¿Ganaron?

En realidad, presentamos el proyecto y nos quedamos a la espera de la devolución. Tardaron bastante y en un momento vuelven para decir que había un empate. Así que hicieron una votación una vez más y volvió a ser empate. Resulta que éramos nosotros y otro equipo que se llama Space Shielding. Los organizadores nos proponen en ese momento la oportunidad de construir un proyecto en conjunto. Nos daban una semana y querían que cambiáramos las misiones para viajar juntos. Y si no podíamos hacerlo, uno de los jurados iba a tener un “voto de oro” y decidía quien viajaba.

¿Lograron un acuerdo?

En este proceso donde tuvieron que reunirse desde ambos grupos para ensamblar sus ideas, Burroní cuenta:

Julio, el líder del otro equipo, y yo decidimos que queríamos ir juntos. Hacer un proyecto más grande e ir por todo. Estudiamos todas las formas posibles y nos juntamos con Open Space. Presentamos un plan y lo aceptaron. Desde ese momento pasamos a ser casi 20 personas con un proyecto más grande al pensado. Nos pusimos a trabajar día y noche. Nos tomó mucho tiempo, porque con la pandemia se hacía muy difícil. Gran parte fue por videollamadas con compañeros de distintas provincias.

¿Cuál era su propuesta?

Nuestro grupo decidió crear el proyecto Universitwin. Nuestra idea era poner en un lugar que teníamos del satélite muchos sensores de todo tipo. El objetivo era juntar para alimentar una IA que es un “gemelo digital”, una copia virtual de un sistema. Que en este caso es un satélite.

Los estudiantes pensaron a ese gemelo digital, para que grupos de estudiantes o investigadores sin acceso a estos equipamientos de software de la industria espacial, que suelen ser costosos, pudieran usar su modelo para ayudar a simular o testear un diseño propio de manera más económica. Hoy está disponible para descargarlo y seguir construyéndose, brindando la posibilidad a otros chicos para poder empezar con algo y meterse en la industria espacial.

¿Y el otro equipo, qué presentó?

El otro equipo presentó un estándar para protección contra la radiación. Algo que sirve mucho en el espacio por la radiación del sol que afecta a componentes electrónicos. Los satélites grandes tienen que usar componentes caros que soportan esa radiación. El equipo diseñó un escudo de distintos metales que protegen los equipos. Así no es necesario comprar el equipo específico y cualquier grupo puede armar su propia misión con componentes baratos que son protegidos por estos escudos.

Ambos grupos compartían la visión de gestar herramientas para que otros tuvieran un acceso fácil y barato para ingresar a la industria espacial, en palabras de Burroni: Democratizar el acceso al espacio, por decirlo de alguna manera. Por esa razón fue tan fácil ponernos de acuerdo para trabajar juntos. Al final, los objetivos eran los mismos, aunque las misiones fueron diferentes.

El despegue

En este proceso, los estudiantes pasaron muchos obstáculos, elementos que no llegaban, o que llegaban y no funcionaban. Horas de preparación, estudio, acuerdos, porque al ser un grupo grande de personas, tenían que tomarse un tiempo.

Problemas que tienen todos los equipos que desarrollan proyectos tan largos. Nos tomó casi tres años y recién a principios de este año finalmente entregamos la cosa a Satellogic. Ellos lo llevaron a su planta de producción y verificaron que estaba preparado para ir al espacio. Además, comprobaron que el proyecto que entregamos era seguro para instalar en su satélite. Eso es algo que revisan mucho, porque es su trabajo y si no funcionaba bien podíamos costarle mucha plata. Por eso, nos acompañaron en todo el momento, algo que les agradecemos, y conseguimos lograr los estándares que piden.

Finalmente, el 25 de mayo, vieron su sueño cumplirse cuando el cohete del SpaceX de Elon Musj llevaba el satélite que hicieron estos chicos. Después vieron cuando lo soltó en órbita, un momento para ellos inexplicable: Para gente como nosotros, que estudiamos ingeniería espacial, poner algo en el espacio es un sueño.

En este proyecto estuvieron en un equipo, chicos de la Universidad de San Martín, de las carreras de Ingeniería Espacial y Electrónica, además trabajaron en conjunto con chicos de Mendoza, de la Universidad Nacional de Cuyo, que eran estudiantes de Ingeniería en Mecatrónica, también dos chicos de Ingeniería Electrónica de la UTN de Córdoba y un diseñador de la UBA. El otro equipo, tuvo estudiantes de Ingeniería Electrónica de la Universidad Nacional de la Plata, un ingeniero químico y varios chicos más de carreras afines.

Los equipos eran bastante variados, esa diversidad ayudó mucho porque cada uno trajo ideas y perspectivas propias. No siempre estábamos de acuerdo, pero eso nos ayudó a desarrollar algo mucho mejor a lo que hubiéramos hecho solos.

El futuro de estos chicos.

Estos chicos, mientras tanto esperan los datos que recopila su satélite, para alimentar el diseño de su IA.

Los compañeros de Mendoza propusieron al “gemelo digital” como tesis de grado y la universidad está interesada en que siga el proyecto para armar más modelos. Mientras que los chicos de Space Shielding necesitan los datos para demostrar que los escudos funcionan y la electrónica sobrevive al espacio.

Además de sus logros, diseñaron una computadora que coordina todos los sensores, que no costó mucho según sus palabras

Es una computadora que nos salió muy barata, creo que no supera los U$S 400, tiene un montón de interfaces. Esto no era parte del objetivo principal, pero fue un agregado importante. Todo el diseño de hardware y software está libre para usar. Se puede descargar, armar y la pueden usar para su propio proyecto o mejorarla.

Estos jóvenes brillantes se están abriendo paso en el mundo de la tecnología, hoy Burroni puede decir que es parte de la empresa Satellogic, que le permite desarrollar todo lo aprendido en el camino. Julio, el líder del otro grupo, por su parte ingresó a una empresa llamada Skyloom, también argentina, que está desarrollando satélites para comunicación láser. Estos proyectos colaboraron a que generen experiencia, los contactó con gente en puestos estratégicos, además de darlos a conocer como un grupo de estudiantes que a pesar de todos los obstáculos pasados en la pandemia lograron un objetivo, generar algo, que no solo era para ellos, sino pensando en dar acceso a otros jóvenes para que también tengan un futuro.

Fuente: Forbes Argentina. 

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