¿Cómo se soluciona la pulseada tasa de interés y dólar?

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Por Gustavo Reyes. Desde el lanzamiento del plan para frenar el “ACV” que sufrió la economía entre el II y III trimestre del año pasado, el BCRA ha modificado progresivamente su regla monetaria – cambiaria. 1 Estos cambios (ver Cuadro 1) han profundizado la dureza de la política monetaria y habilitado el uso de mayores municiones para frenar las presiones sobre el dólar.
Las sucesivas modificaciones de la regla de la política monetaria – cambiaria han obedecido claramente al escaso éxito alcanzado, hasta ahora, para contener la inflación y las presiones cambiarias. Estas presiones se originan en gran parte de un complicado círculo vicioso que resulta difícil de romper en la presente coyuntura política (a 6 meses de las elecciones presidenciales).
El círculo vicioso mencionado anteriormente se alimenta tanto de problemas económicos (coyunturales y estructurales) como de una enorme incertidumbre sobre el rumbo que seguirán las autoridades que emerjan del proceso eleccionario. Entre los problemas económicos puede citarse al financiamiento futuro de las cuentas públicas (aún alcanzando el equilibrio del déficit primario se requieren recursos para el pago de los servicios de la deuda), el creciente endeudamiento del BCRA (Leliq) requerido para cumplir con su meta de 0 emisión monetaria y la cada vez más difícil concreción de las reformas estructurales que necesita la economía para su buen funcionamiento (laboral, previsional, impositiva y de coparticipación de impuestos, apertura de la economía). La difícil solución a estos problemas se potencia con los posibles cambios bruscos en las reglas de juego económicas que pueden acontecer en el panorama post-elecciones (temor al retorno de controles cambiarios, mayores regulaciones al sector exportador, relación con los organismos internacionales de crédito, reestructuración forzosa de la deuda, etc.).
En la economía cotidiana, esta incertidumbre y los problemas citados se reflejan en una menor demanda de dinero doméstico por parte de los agentes económicos. La caída en los deseos de la gente de mantener dinero genera un excedente de pesos que se produce a pesar del sobre-cumplimiento de la regla de emisión nula de Base Monetaria del Banco Central2 . Este exceso de pesos presiona tanto al mercado cambiario como a la inflación y el BCRA para evitar esto, trata de reducirlo emitiendo más letras Leliq (absorbe pesos). El mayor stock de Leliq presiona al alza a las tasas de interés y esto a su vez, aumenta nuevamente el stock de dicha deuda del Banco Central en forma automática (la amortización de estas letras se realiza mediante su renovación cada 7 días). El aumento de la deuda remunerada de la autoridad monetaria vuelve más inestable el cumplimiento futuro del compromiso de emisión cero de Base Monetaria y esto, lógicamente, hace caer nuevamente la demanda de pesos. Esta dinámica junto con los problemas comentados anteriormente, retroalimentan el círculo vicioso de altas tasas de interés y presiones sobre el mercado cambiario.

La pulseada entre las tasas de interés y el dólar
Si bien en los primeros meses del plan esta pulseada desapareció (relativa calma en la cotización del dólar junto con una caída en las tasas de interés), a partir de febrero las presiones sobre el dólar se intensificaron y como puede observarse en el gráfico, el aumento en las tasas de interés no pudo calmar totalmente la dinámica del precio de la divisa.
¿Por qué son altas las tasas de interés?
El nivel de las tasas de interés tiene componentes domésticos y externos. Entre los últimos hay dos que son fundamentales: la tasa de interés internacional y la prima de riesgo (promedio) de los países emergentes.
Dentro de los factores internos, también hay también dos que resultan clave: el sobre riesgo que deben pagar los bonos argentinos y la tasa de depreciación esperada del peso . Tomado como base 100 el día previo al inicio del plan (26 de setiembre de 2018), se puede observar que los principales componentes externos que afectan a la tasa de interés no han cambiado sustancialmente: subió un poco la prima de riesgo promedio de países emergentes pero bajó más la tasa de interés internacional.
No ocurre lo mismo con los factores domésticos: el sobre riesgo de Argentina prácticamente se duplicó y las expectativas de depreciación, que habían bajado en los primeros meses del año, volvieron a subir en los últimos meses situándose en niveles similares al de las primeras semanas del plan. 

De esta forma, el aumento de las tasas de interés en los últimos meses responde mucho más a factores domésticos que externos y los mismos están claramente relacionados al círculo vicioso que se explicaba anteriormente.
¿Cómo se frena la espiral de altas tasas de interés y presiones cambiarias?
¿Qué nos enseña la experiencia histórica? La economía de Argentina ha tenido numerosos episodios en su historia contemporánea donde las tasas de interés también han tratado de calmar las presiones sobre el dólar. En algunos de estos casos la economía terminó prácticamente explotando pero en otros, la explosión pudo ser evitada. Dentro del primer grupo, se encuentran los ejemplos de la salida de la Tablita de Martínez de Hoz, del final del Plan Primavera (terminó en hiperinflación) y del último año del Plan de Convertibilidad (que desembocó en un corralito y luego en una fuertísima devaluación). Si bien en todos los casos se podrían encontrar importantes diferencias, la similitud es que en todos estos episodios, las mayores tasas calmaron al tipo de cambio solamente en forma temporal pero luego la economía terminó en una gran crisis.
En los casos donde la explosión económica logró ser evitada, en todos ellos se produjo la implementación de algún plan específico que frenara el proceso. Ejemplos de estos planes que abortaron los colapsos pueden encontrarse tanto con sistemas cambiarios flexibles como rígidos. Como ejemplo del primer caso puede citarse al denominado Plan Bonex a fines del año 1989 que, con una drástica sustitución forzosa de bonos y plazos fijos produjo una fuerte contracción monetaria y cortó el círculo vicioso entre tasas de interés y presiones cambiarias.
¿Qué podemos esperar? El hecho que solamente resten 6 meses para las elecciones presidenciales es sin duda una enorme restricción para que el actual gobierno lance un plan que corte definitivamente este proceso (no puede asegurar que va a seguir en sus funciones para terminar de ejecutarlo). Solamente podría lanzar un plan en el hipotético caso que el actual gobierno registre una eventual importante victoria en las elecciones primarias (las “paso” – durante el mes de agosto), pero dadas las actuales encuestas, esta opción por ahora no resulta la más probable.
Por estos motivos, el Banco Central en los últimos meses ha tomado medidas para reforzar la dureza de su política monetaria (reducir la demanda de dólares) y ha negociado con el Fondo Monetario la forma de estar habilitado para aumentar la oferta de dólares lo más posible en la medida que las turbulencias cambiarias lo requieran.
De esta forma, dadas las restricciones presentadas por el cronograma electoral, el escenario más probable es que de acá a las elecciones la economía probablemente continuará con la peligrosa puja entre las altas tasas de interés y las presiones cambiarias. El nuevo gobierno, inexorablemente deberá lanzar un plan específico que apunte a solucionar los problemas antes mencionados y eliminar el círculo vicioso en el que se encuentra actualmente la economía.
 

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Advierten que por la crisis nacional, la inversión cayó 5% en términos reales en Misiones

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Sin dudas el año 2018 se ha destacado por la gran cantidad de noticias y cambios económicos que se sucedieron… especialmente a partir de mayo, cuando se inició la corrida cambiaria (que afortunadamente no implicó una corrida bancaria) que generó una serie de cambios en las políticas monetarias y fiscales.
Los fenómenos internacionales, que afectaron a todos los países emergentes del mundo (como la suba de tasas de interés en Estados Unidos a partir de mayo y la corrección que está teniendo la bolsa de valores en Wall Street) tuvieron en Argentina un efecto mucho mayor que en otros países debido a la alta necesidad de financiamiento externo para el gasto público nacional, a una muy mala cosecha (que implicó una brusca caída en el ingreso de divisas por exportaciones y en la recaudación por retenciones) y a otras medidas que mantenían en valores muy altos el riesgo país de Argentina… de esta manera se fue gestando la corrida cambiaria, la caída de la actividad económica y una aceleración de la inflación.
Los consecuentes cambios de política económica implicaron políticas monetarias sucesivamente más restrictivas, una aceleración del proceso de reformas diseñadas para lograr el equilibrio fiscal a corto plazo y la solicitud de ayuda al Fondo Monetario Internacional para acceder financiamiento a tasas menores a las existentes en el mercado.
De esta manera se aceleró el programa económico (dejando de lado el denominado “gradualismo”) implicando en primer lugar una fuerte disminución de las obras públicas (si bien se continuaron la ya iniciadas, hubo un fuerte freno a nuevas licitaciones) lo cual generó claramente un impacto en el sector de la construcción, con el efecto derrame que esto implicó en la economía nacional.
Estas noticias generaron que una inflación anual cercana al 48,5% y con una contracción anual de la actividad económica que ya ha alcanzado el 4,3% en octubre (último mes con información disponible).
A su vez, también se observa que en el sector fiscal entre 2015 y 2018 hubo un importante crecimiento de la trasferencia de recursos nacionales a las provincias (creciendo un 19% en términos reales o sobre la inflación) mientras que los recursos administrados por el gobierno nacional sufrieron una caída del 10% en términos reales, dejando consecuentemente en una situación fiscal mucho más holgada a las provincias que a la nación (mientas que hasta 2016 había 21 provincias con déficit fiscal, hoy sólo 4 se encuentran en esta situación).
Dentro de este marco, el sector público provincial de Misiones para el año 2019 prevé (a través del presupuesto) un incremento nominal en el gasto público del 25% (apenas en línea con la inflación proyectada en los escenarios más optimistas), con incrementos en gastos de personal del 23% (ya anunciados por el gobernador en dos tramos) y en la inversión pública del orden del 18% en términos nominales. Si bien, como se mencionó anteriormente la situación fiscal de la provincia es más holgada que la de nación, estos datos nos muestran que el sector fiscal provincial no generará grandes impulsos a la economía de Misiones.
A su vez, la suba de tasas de interés también ha generado un fuerte impacto en el inicio de nuevas obras y de inversiones (tanto nuevas como de ampliaciones ya programadas). Este limitante al financiamiento generó hasta el momento una caída del 5% en términos reales en la inversión en Misiones, una tendencia que difícilmente cambie hasta que no haya una fuerte reducción en el costo del crédito. De hecho, el stock de préstamos otorgados ha aumentado un 38% en el último año, mientras que los depósitos bancarios crecieron el 41%. En este punto cabe destacarse que los préstamos en situación no normal, aun cuando aumentaron el 60% durante el último año en Misiones, se mantienen en niveles muy bajos (3,2% del total).
Se observa además como el desempleo en la ciudad de Posadas asciende al 2,4% (mientras a nivel nacional los valores alcanzan el 9%), lo cual implica que no hubo una pérdida importante en puestos de trabajo (-1,5% en el último año). Por lo tanto, los principales problemas del mercado laboral regional pasan por la pérdida de poder adquisitivo de los salarios (que tuvieron una suba nominal que del 23,4%) y por el incremento de la informalidad en la ciudad de Posadas (que alcanza el 37,1% en el tercer trimestre de 2018).
Esta caída de poder adquisitivo se reflejó especialmente en las ventas minoristas, donde se observó la variación negativa tanto en los patentamientos de autos 0km como de motos 0km en la provincia de Misiones (con caídas anuales del 12% y 9% respectivamente). Las ventas de combustibles en Misiones mostraron crecimientos anuales leves de manera tal que las ventas de nafta aumentaron 0,3% y las de gasoil 2%.
A partir de este diagnóstico, se puede observar que el nuevo escenario, con cambio de precios relativos y la modificación del tipo de cambio ha beneficiado claramente a tres sectores de la provincia de Misiones (dada su condición de economía altamente integrada al comercio formal e informal con los países vecinos): el sector exportador formal de la provincia, el sector turístico y el sector del comercio minorista en las ciudades fronterizas. Estos serán los sectores de los que podremos recibir buenas noticias durante este año 2019, ya que tienen el potencial de impulsar la economía regional en el nuevo contexto.
El sector exportador ya ha comenzado a recuperarse en 2018 registrando un crecimiento del 3% en el total de las exportaciones de Misiones durante el primer semestre de 2018 aunque con algunos productos que muestran fuertes incrementos en las ventas internacionales, como Yerba Mate (+25%) y Madera Aserrada (+35%), fenómeno que probablemente se extienda a gran parte de los sectores exportadores a medida que se publiquen datos más actualizados del sector.
El sector turístico se ha beneficiado fuertemente ya desde inicios de 2018 con la política nacional de habilitación de nuevas aerolíneas y nuevas rutas, con lo cual se observa que la cantidad de pasajeros transportados en el aeropuerto de Posadas creció el 41% y en Iguazú (con la remodelación llevada adelante) creció un 9%. Más allá de que la ocupación hotelera dada por la cantidad de plazas ocupadas en Posadas e Iguazú registró un descenso en el año del 7.6%, debemos sumar las noticias de nuevas inversiones hoteleras en la región, que generaran sin lugar a dudas un impulso para el sector.
En el caso del comercio en ciudades fronterizas, el cambio de precios relativos ha desalentado a los argentinos a consumir en Paraguay y Brasil, lo cual sin dudas es una buena noticia para los comerciantes de la región (paliando en parte la caída del poder adquisitivo de los salarios). Sumado a esto, cabe mencionar que se espera para el año entrante que tanto Paraguay como Brasil continúen creciendo (+4% y +2% respectivamente), con lo cual es posible esperar que vuelvan nacionales de estos países a pasear por nuestra provincia en búsqueda de productos y servicios locales.
 
Otro sector con indicadores interesantes es el de la construcción, debido a que la caída de la construcción pública registrada a partir de 2015 en todo el NEA implicó un cambio interesante en la estrategia del sector (si bien aún lejos de los niveles previos de actividad ya que los despachos de cemento casi no han tenido variaciones en el último año y el consumo de asfalto cayó 36% producto de la caída de la obra pública). Dentro de este marco, muchas empresas constructoras han buscado mantener la actividad a través del desarrollo de proyectos inmobiliarios privados y esto se puede observar en que la superficie autorizada a construir (variable que sirve como indicador de los proyectos que tiene el sector) está creciendo a un ritmo del 30% en Posadas y 25% en Oberá.
 
Finalmente, la dinámica económica de la región dependerá del éxito del proceso de estabilización a nivel nacional (más allá de algunos sectores que claramente están creciendo debido al nuevo contexto y a políticas estratégicas para la región). Es clave la reducción de la tasa de interés y de la inflación, así como también una mayor previsión en el tipo de cambio esperado, para volver a crecer y hacer sustentable este crecimiento. 
 

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¿Pueden los alimentos complicar la política antiinflacionaria?

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Escriben Juan Manuel Garzón y Federico Wyss, fundación Mediterránea. Esta columna analiza lo que está sucediendo con los precios minoristas de los alimentos en los últimos meses.1 El tema interesa no sólo porque la inflación es un problema aún pendiente de resolución en Argentina, sino también porque sus efectos pueden ser aún más dañinos en términos sociales si los precios que más suben son los de productos básicos, de aquellos bienes que tienen una mayor incidencia en los presupuestos de los hogares más humildes, como es el caso de los alimentos.
En el primer trimestre del año se observó una aceleración importante en el ritmo de suba de todos los precios de la economía, incluyendo la denominada inflación “núcleo” y la canasta básica de alimentos.
Hacia fines de 2017 los precios que más monitorea al gobierno, los de aquellos productos que no están vinculados a servicios regulados y que no presentan estacionalidad marcada a lo largo del año, venían creciendo a una tasa mensual de entre 1,1% y 1,4% promedio (últimos tres meses) considerando tres índices de precios de referencia (IPC CABA, IPC Córdoba e IPC INDEC Nacional).

En el primer trimestre de 2018 la inflación núcleo había escalado ubicándose en un rango de entre 1,9% y 2,2% mensual. Algo parecido sucedería con los precios de los alimentos, que en este periodo crecían a tasas de entre 2,0% y 2,3% mensual3 , no sólo más altas que las que traían, sino que además levemente superiores a las del conjunto de productos antes referido.
Que los precios de los alimentos se hayan adelantado a otros precios de la economía es un fenómeno que no ha sido frecuente particularmente en el último año y medio (segundo semestre 2016 y 2017). En efecto, si se repara en lo sucedido con los precios en Ciudad de Buenos Aires (IPC CABA) o en la provincia de Córdoba (IPC Córdoba) se encuentra que en general los precios de los alimentos han crecido por debajo de la tasa general de inflación y de la tasa de inflación núcleo. 
Por caso, la inflación núcleo promedió el 1,8% mensual en CABA y el 1,6% mensual en Córdoba durante 2017, mientras que la inflación de la canasta de alimentos fue del 1,6% y el 1,5% respectivamente, es decir, menor en ambos casos. En lo que va del 2018 la situación se ha invertido en Córdoba, alimentos creciendo al 2,3% mensual (primer trimestre) y núcleo al 1,9%, mientras que se ha nivelado en CABA (2,0% en ambos grupos de productos).

¿A qué se debe y qué implica esta aceleración en los precios de los alimentos?
La principal hipótesis para explicar la escalada en los alimentos es el comportamiento del precio del dólar en el período bajo análisis. Debe recordarse que el tipo de cambio subió un 16% entre noviembre del año pasado y marzo de este año.
Y si bien el BCRA ha logrado disminuir la correlación entre la evolución de la divisa y la del nivel general de precios, en ciertos segmentos de productos (aquellos que se exportan o importan, como los alimentos), esta disociación se hace casi imposible por el arbitraje permanente que existe entre ventas domésticas y ventas externas.
Tomando como referencia los períodos de julio 2013-noviembre 2015 y diciembre 2015 – marzo 2018 (ambos de 28 meses), se observa que en ambos los precios de los alimentos (IPC CABA) tienen una alta correlación con el tipo de cambio, más alta por caso que la inflación núcleo. También puede apreciarse que en el segundo período la correlación entre variaciones del dólar y los precios se reduce en todos los grupos de productos, fundamentalmente en el nivel general. 
El “puente más ancho” que vincula precios de alimentos con tipo de cambio fue un elemento a favor de la política anti inflacionaria del BCRA cuando el precio del dólar estaba, por distintos motivos, creciendo poco en términos relativos. Por caso en abril del 2017 el dólar crecía al 7% interanual cuando precios núcleo y alimentos lo hacían a tasas superiores al 20%.
En el contexto actual, donde hay más presiones a la suba en el tipo de cambio (efecto de la sequía sobre los agro dólares, suba de tasas de interés en Estados Unidos, impuesto a la renta financiera de extranjeros, “desencuentros” entre el BCRA y el Poder Ejecutivo en materia de política monetaria), dónde hay menos margen para mantener rezagado al tipo de cambio, la posibilidad de que los precios de los alimentos operen como un ancla del nivel general o al menos en forma neutral luce más remota.
Finalmente, resulta interesante analizar lo que viene sucediendo en los distintos grupos de alimentos, a los efectos de identificar fenómenos particulares o específicos.
Utilizando como referencia los tres índices de precios ya mencionados (IPC GBA INDEC, IPC CABA e IPC Córdoba), se observa que mientras los precios de los alimentos subían en promedio entre un 6% y 7% entre diciembre 2017 y marzo de 2018 en las tres mediciones, los precios de algunas categorías de productos lo hacían a un ritmo mucho mayor y lo contrario sucedía en otras.
Por caso, tres grupos relevantes, frutas, carnes y panificados, subieron por encima del promedio, mientras que otros cuatro, hortalizas, lácteos / huevos, aceites, azúcar / dulces, por debajo de la media (con excepción de los lácteos en Córdoba, cuyos precios muestran una variación de +10%).
Vale comentar dos casos en particular. En primer lugar, el de las frutas, quizás el que más llame la atención, considerando que sus precios crecieron a tasas de entre 14% y 17% en el primer trimestre, que duplican a las de toda la canasta de alimentos. Una hipótesis para explicar esta aceleración en los precios de las frutas es el importante incremento que se produjo en las exportaciones de casi todas ellas en el primer trimestre de 2018 (limones, peras, manzanas, etc.); un contexto de mayor escasez relativa de producto en el mercado interno puede haber disparado las cotizaciones.

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La actividad económica del NEA cerró con algunas variables positivas y la inflación más baja del país

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Un estudio de la fundación Mediterránea, firmado por sus investigadores en el NEA, Juan Cuevas y Gerardo Alonso Scwharz, revela que el índice de precios al consumidor elaborado por el Congreso registró en el mes de Diciembre de 2017 una variación del 3,1 % con relación al mes anterior (lo cual implica una inflación acumulada en los últimos doce meses de 24,6%). Por su parte, el Índice de Precios del INDEC (IPC INDEC) señala también un incremento de precios de 3,1 % mensual (acumulando una inflación anual de 24,8%). A su vez, resulta interesante que el índice de precios del INDEC (que comenzó a difundirse en 2016) tiene una desagregación por regiones. En este sentido se aprecia que en la región noroeste como en la de cuyo la variación fue de 25,5%, en la región pampeana fue de 25%, la región de GBA fue de 25%, la región patagónica 23,5% y, finalmente, cabe destacarse que en la región noreste la variación fue de 22,3%.

Recursos federales
Dentro de los recursos públicos de las provincias, un ítem importante es la coparticipación que hace la Nación con las provincias. Al observar esta variable en las provincias del NEA, entre el 2016 al 2017, en el total de recursos recibidos todas las provincias tuvieron incrementos. En Corrientes el total de recursos coparticipables creció 34,6%, mientras que algunos de sus componentes crecieron arriba de porcentaje (como ser obras de infraestructura (36,5%), vialidad (52,3%) y FONAVI (41,5%) entre otros ítems).
En la provincia de Chaco el total de recursos coparticipables creció 27%, mientras que algunos de sus componentes creció arriba de porcentaje (como ser obras de infraestructura (35%), vialidad (45%) y FONAVI (39%) entre otros ítems).

En Formosa el total de recursos coparticipables creció 28%, mientras que algunos de sus componentes creció arriba de este porcentaje mencionado (como ser obras de infraestructura (43%), vialidad (59%) y FONAVI (43%) entre otros ítems).
Por último, en Misiones el total de recursos coparticipables creció 36%, mientras que algunos de sus componentes crecieron arriba de porcentaje en el período mencionado (como ser obras de infraestructura (38%), FONAVI (43%) entre otros ítems y la excepción fue Vialidad (34%)).
Mirando el contexto financiero de las firmas como así también de las personas físicas, en el total país en el tercer trimestre del 2017 respecto del tercer trimestre del 2016 creció un 2,8% los préstamos en situación no normal de 3,1% a 3,2%. Observando la situación para las provincias del NEA, la provincia de Corrientes, para el tercer trimestre del 2016 disminuyó la cantidad de préstamos en situación no normal, un 17,4% respecto a igual trimestre del 2015 pasando de 3,8% a 3,1% y en el mismo período del 2017 esta variable disminuyó un 8,5% pasando de 3,1% a 2,9%. La provincia de Chaco, en el tercer trimestre del 2016 los préstamos en situación no normal crecieron respecto al tercer trimestre del 2015 un 47,8% pasando este índice de 1,5% a 2,2% mientras que en el 2017 esta variable disminuyó un 25,7% pasando de 2,2% a 1,7%. En la provincia de Formosa, en el tercer trimestre del 2016 respecto al tercer trimestre del 2015, los préstamos en situación no normal disminuyó un 42,2% pasando de 6,3% a 3,3% y en el tercer trimestre del 2017, esta variable creció un 48,3% pasando de 3,6% a 5,4%.
Por último, en Misiones, los préstamos en situación no normal en el tercer trimestre del 2016 crecieron 18,9% respecto al tercer trimestre del 2015 pasando del 1,6% al 1,9% y en el 2017 creció respecto al tercer trimestre del 2015 un 5,5% pasando de 1,9% a 2%.

En lo que respecta a stock de préstamos para las provincias dele NEA entre el primer trimestre del 2016 al primer trimestre del 2017, todas las provincias tuvieron una performance positiva. La provincia de Corrientes creció un 45%, la provincia de Chaco 30,8%, la provincia de Formosa 45% y la provincia de Misiones 38% en el período mencionado.
 
Consumo de combustible
Los primeros diez meses del 2017 mostraron respecto a los diez primeros meses del 2016 en el consumo de gas oil una merma en el total país de 1,2%. En la provincia de Misiones hubo un incremento del 4,6%, Chaco 14,3% y Corrientes 24,1% distinto es el caso de Formosa que su consumo mermo un 7,8%. En el consumo de naftas para los diez primeros meses del 2017 comparando contra los diez primeros meses del 2016 vemos que a total país esta variable mejoró un 7,2%. Para las provincias del NEA, todas tuvieron una performance superior al total país en donde Chaco creció 12,5%. Corrientes 10,7% y Misiones 8,1%. La excepción fue Formosa que creció 1,4%.


Venta de cero kilómetros
En la venta de autos cero kilómetros, a nivel país esta variable creció 27,8% los diez primeros meses del 2017 contra los diez primeros meses del 2016, pasando de 63.548 a 77.227 autos cero kilómetros. En la provincia de Chaco esta variable mostró un crecimiento del 35% pasando de 1.227 autos cero kilómetros vendidos en el 2016 a 1.802 autos cero kilómetros vendidos en el 2017. La provincia de Corrientes tuvo un crecimiento del 23,7%, pasando de1.127 autos cero kilómetros vendidos en el 2016 a 1.797 autos cero kilómetros vendidos en el 2017. La provincia de Misiones mostró un crecimiento del 25%, pasando de 1.005 cero kilómetros vendidos en el 2016 a 1.237 cero kilómetros vendidos en el 2017. Por último, la provincia de Formosa que esta variable tuvo un crecimiento de 11,9%, pasando de 579 cero kilómetros vendidos en el 2016 a 762 cero kilómetros vendidos en el 2017.

En la venta de motos cero kilómetros, en el total país en los primeros nueve meses del 2017 contra los primeros nueve meses del 2016 esta variable creció un 48% pasando de 339.089 a 496.300 motos vendidas En la región NEA, tuvieron un desempeño inferior al total país. La provincia de Chaco mostró un crecimiento del 35,3% pasando de 27.515 a 37.227 motos vendidas. La provincia de Formosa tuvo un crecimiento de 37,7% pasando de 11.326 a 15.597 motos vendidas. La provincia de Corrientes tuvo un crecimiento de 40,6% pasando de 13.327 a 18.744 motos vendidas. Por último, la provincia de Misiones esta variable experimentó un crecimiento del 42,6% pasando de 10.571 a 15.079 motos vendidas.
 

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Más preocupación por el crecimiento que por la inflación

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El cambio de las metas de inflación anunciado a fin de 2017, que implica relajar el objetivo de 10 a 15 por ciento anual para 2018, es un nuevo episodio de “prueba y error” de un gobierno que recibió una pesada herencia, pero que también mostró falencias por asumir con un plan incompleto y sin el suficiente ensamblaje. Los frecuentes recambios ministeriales forman parte de este cuadro; también en su momento el replanteo de las metas fiscales. Obviamente, estos vaivenes afectan la credibilidad, pero sin alcanzar a opacar los avances de gobernabilidad del último período, con el Pacto Fiscal como hito. En realidad, en esta fase, más relevante que dar en el blanco en materia de inflación es cumplir con la reducción del déficit fiscal, para que el recorrido de la deuda pública se haga sustentable.

 
Tal como venía el mix de política económica, las elevadas tasas reales de interés comenzaban a amenazar la evolución del nivel de actividad, con lo que podría haberse afectado la recaudación impositiva, complicando la meta de un déficit primario en 3,2 puntos del PIB para este año. En la práctica, los anuncios de fin de año significan que la tasa real de interés será al menos tres puntos porcentuales inferior a la que se perfilaba hasta diciembre, y que el tipo de cambio puede estabilizarse en un valor algo superior al de pocas semanas atrás. Este nuevo mix no es bueno para mantener acotadas las expectativas de inflación, que de hecho se corrigieron al alza, de 16,6 % a 17,4 % para este 2018, pero parece diseñado para evitar que el ritmo de crecimiento del PIB perfore el piso del 2 % anual, un riesgo sobre el que alertaron los últimos datos (desestacionalizados) del EMAE. El momento del anuncio tiene que ver con una mayor firmeza del ancla fiscal, luego de las reformas aprobadas por el Congreso, particularmente la vinculada con el sistema previsional, que acota la variación del gasto primario a partir de 2018. 
La economía argentina cerró el 2017 con un cuadro monetario paradójico. Por un lado, la tasa de interés de corto plazo en un pico, 11 puntos porcentuales por encima de la inflación, por el otro, un verdadero boom crediticio, con una expansión del 44 % interanual. Las extraordinarias condiciones de liquidez del sistema financiero del arranque de 2017 hicieron que los bancos se despreocuparan de la captación de depósitos, que aumentaron a la mitad del ritmo de los préstamos. Pero este desfase no puede extrapolarse a 2018: o bien los bancos salen a tomar ahorros más agresivamente, o bien la oferta de créditos comienza a frenarse. Por una vía o por la otra, la contribución del crédito al crecimiento está destinada a ser bastante más débil que en 2017, un año en el que el stock de préstamos al sector privado trepó nada menos que 2 puntos del PIB. Con las tasas reales de interés vigentes antes de la modificación de las metas de inflación, este cambio de ritmo habría sido más notorio.

La preocupación por sostener el crecimiento deviene también de la floja performance de las exportaciones y de una recuperación de la inversión que está ocurriendo a un ritmo moderado.
En lo que hace a las ventas al exterior, este año el complejo agroindustrial apenas si podría repetir la marca de la campaña anterior, con exportaciones por 26 mil millones de dólares, aunque con mayor riesgo climático (La Niña), mientras que el resto de sectores, incluidos servicios como el turístico, vienen lidiando con un tipo de cambio real que limita la capacidad de competir con oferentes de otras partes del mundo.
Aunque el relajamiento de la política monetaria pueda llevar el tipo de cambio a un andarivel superior, hay que ver qué ocurre con los costos internos y las negociaciones salariales. A propósito, aunque la modificación de las metas introduzca mayor incertidumbre, también es cierto que si se afianza la posibilidad de un crecimiento por encima de 2,5 % anual para este año, esto puede facilitar paritarias que incluyan un componente de productividad. Es decir, sin sacrificar poder adquisitivo, los salarios pueden ayudar a anclar las expectativas de inflación, siempre que exista consenso alrededor de la expansión del PIB.
La expectativa de un crecimiento sin interrupciones es clave también para la trayectoria de la inversión, que ha reaccionado pero está lejos de ser satisfactoria: desde 2015, la tasa de inversión aumentó 0,4 puntos porcentuales (de 19,4% a 19,8 % del PIB), pero el déficit de cuenta corriente del Balance de Pagos pasó de 2,3 % a 4,5 % del PIB en igual período. Es decir, sólo un quinto del mayor uso de financiamiento externo se destinó a la formación de capital.
El origen del problema es la falta de ahorro nacional, por el elevado déficit fiscal. Es por eso que el Banco Central no puede hacer milagros en la lucha contra la inflación.

En 2017 la expansión monetaria fue de 610 mil millones de pesos, pero menos de una cuarta parte fueron transferencias directas del Central al Tesoro y el grueso (44 %) se explica por la compra de 16 mil millones de dólares originados en el endeudamiento externo. Hasta que no se reduzca el rojo fiscal, las opciones serán poco atractivas: si el Central dejara de adquirir esos dólares, el tipo de cambio se hundiría, afectando a los exportadores, y si la nueva deuda se tomara en el mercado local, se truncaría el crédito al sector privado. Y replicar el último año es volver a aumentar el stock de pases y Lebacs en nada menos que 415 mil millones de pesos, una movida costosa para absorber los excesos de liquidez, pero que, aún así, no impidió que la base monetaria se expandiera un 30% promedio en 2017.
Con tantos flancos abiertos, es imposible funcionar con piloto automático y es inevitable que, cada tanto, algún escollo obligue a recalcular la trayectoria. En ese momento, conviene no olvidar la jerarquía de las restricciones a superar.
 

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