El poder como servicio

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La liturgia de cada domingo nos acompaña a que alimentemos nuestra fe en la cotidianidad de nuestra vida. El Evangelio de este domingo (Mt 5,17-37), nos propone esta enseñanza directa que el Señor realiza a la multitud, y que en el texto de San Mateo empieza con las bienaventuranzas, y continua con diferentes exhortaciones de Jesucristo, el Señor. Él señala que no vino a abolir la ley o los profetas, sino a darle cumplimiento: «Les aseguro que, si la justicia de ustedes no es superior a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos» (Mt 5, 20). El texto de este domingo se presenta exigente y replica en nuestro interior para tomar conciencia que ser cristiano no es solamente el cumplimiento de rituales.
Si nuestro estilo de vida no está impregnado de la existencia del amor de Dios y del amor misericordioso a los hermanos, el Señor nos dice que será difícil que entremos en el Reino de los Cielos. Este es el gran desafío que afronta nuestro tiempo, muchas veces sumergido en estructuras de pecado que generan ambientes materialistas y mediocres, requiriendo de cristianos que sean verdaderos discípulos y misioneros de Jesucristo y testigos de la Vida.

No es fácil captar el núcleo del cristianismo. Comprender que la centralidad de la caridad, la justicia y la misericordia son las «credenciales de ingreso» al Reino que nos propone el Señor. Esta comprensión es indispensable para todo bautizado que se dispone a asumir este camino que queremos intensificar como discípulos y misioneros de Jesucristo. Debemos acentuar que estas credenciales de ingreso al Reino que son importantes para todos, lo son especialmente para aquellos que tenemos responsabilidades en la conducción ya sea como pastores, o bien como dirigentes sociales, políticos, económicos. Todos aquellos que debemos dar cuentas del bien o de los daños que provocamos desde nuestras tareas y compromisos. 

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Considero muy importante en relación a este tema del poder como servicio subrayar algunas reflexiones del episcopado argentino sobre el estilo de liderazgos que necesitamos hoy: «En este tiempo necesitamos tomar conciencia de que los cristianos, como discípulos y misioneros de Jesucristo, estamos llamados a contemplar, en los rostros sufrientes de nuestros hermanos, el rostro de Cristo que nos llama a servirlo en ellos. Para nosotros, este es el verdadero fundamento de todo poder y de toda autoridad: servir a Cristo, sirviendo a nuestros hermanos. 

En un cambio de época, caracterizado por la carencia de nuevos estilos de liderazgo, tanto sociales y políticos, como religiosos y culturales, es bueno tener presente esta concepción del poder como servicio. Como Iglesia, este déficit nos cuestiona. En un continente de bautizados, advertimos la notable ausencia, en el ámbito político, comunicacional y universitario, de voces e iniciativas de líderes católicos, con fuerte personalidad y abnegada vocación, que sean coherentes con sus convicciones éticas y religiosas. 

Por eso, es fundamental generar y alentar un estilo de liderazgo centrado en el servicio al prójimo y al bien común. Todo líder, para llegar a ser un verdadero dirigente ha de ser ante todo un testigo. El testimonio personal, como expresión de coherencia y ejemplaridad hace al crecimiento de una comunidad. Necesitamos generar un liderazgo con capacidad de promover el desarrollo integral de la persona y de la sociedad. No habrá cambios profundos si no renace, en todos los ambientes y sectores, una intensa mística del servicio, que ayude a despertar nuevas vocaciones de compromiso social y político. Alentamos a los líderes de las organizaciones de la sociedad a participar en «la reorientación y consiguiente rehabilitación ética de la política». Les pedimos que se esfuercen por ser nuevos dirigentes, más aptos, más sensibles al bien común, y capacitados para la renovación de nuestras instituciones. Queremos reconocer con gratitud a quienes luchan por vivir con fidelidad a sus principios como así también a los educadores, comunicadores sociales, profesionales, técnicos, científicos y académicos, que se esfuerzan por promover una concepción integral de la persona humana. A todos ellos, les pedimos que no bajen los brazos, que reafirmen su dignidad y su vocación de servicio constructivo. Uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo es recuperar el valor de toda sana militancia». 

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El Evangelio de este domingo nos pide que vivamos nuestro compromiso cristiano, estilo de vida y servicio con mayor radicalidad y donación. 

Les envío un saludo cercano y ¡hasta el próximo Domingo!

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