Acerca de nacionalismos puramente formales

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Un posteo muy claro acerca de los paralelismos entre Videla y Macri, realizado en algunos grupos supuestamente muy patrióticos, provocó una catarata de reacciones violentas pero nada fundamentadas, incluso algunas con caracteres de psicópatas, por parte de numerosos retirados de las FFAA y FFSS.
El problema está en que muchos que se dicen “muy nacionalistas” no son más que patrioteros de bandera, sin idea concreta de soberanía nacional, además que no saben nada de Historia, Economía y Geopolítica. Por eso, son proceseros contumaces, anclados en erróneos y perimidos dogmas de los años ’70, además de lo cual, en el colmo de las contradicciones profundas, muchos se dicen “nacionalistas liberales” y apoyan al apátrida macrismo, el mismo núcleo político neoliberal que está entregando soberanía en todos los frentes, en forma descarada y alevosa. ¡Pero los proceseros y patrioteros de bandera se dicen “muy nacionalistas! ¡TIENEN UNA CONFUSIÓN DESCOMUNAL EN SUS CABEZAS!
Tienen marcada tendencia a “hablarse encima”, solo con sus “camaradas” y otros que piensan igual o muy parecido, por eso no evolucionan ni razonan un ápice, no saliéndose jamás de la abultada carga de dogmas que les inculcaron como supuestas verdades absolutas.
Dogmas repetidos en los Institutos Militares (en los que se “enseña” que –falsamente- “hay solo dos doctrinas económicas”, no se enseña nada de Historia, excepto algunos formalismos huecos del academicismo mitrista, y evidentemente no dan ni pizca de Geopolítica); parece reforzarse a diario en los cuarteles (casi totalmente huérfanos de Doctrina Nacional desde 1955), y se machaca más aun en los cursos de “formación” de la Escuela de las Américas y similares.
También se les enseña que “el enemigo es interno” y que se debe desconfiar de “los civilachos”, sobre todo si tienen formación universitaria.
Ven “comunistas” hasta en la sopa, pero no ven ni entienden que los neoliberales están destruyendo la patria. Y se enfurecen como desquiciados si se les hace ver lo equivocados que están.
Viven anclados en los años ’70, defendiendo ideas ya por entonces bastante erróneas o muy sesgadas y fuera de foco real; y hoy totalmente anacrónicas; ¡pero montan en cólera si se les pone en evidencia como muy ignorantes de la realidad y muy cargados de falsos y en muchos casos burdos prejuicios!
Por lo general creen a pies juntillas en lo que podríamos llamar “la
santificación del uniforme”. O sea que por el mero hecho de ser uniformado, cualquiera sería merecedor de credibilidad, y portador de patriotismo y buenas intenciones.
Por eso elevan al rol de supuestos “próceres” a personajes siniestros que fueron meras marionetas de los poderes anglosajones, como Aramburu, Rojas, Videla y otros (por no ir más atrás en el tiempo). Y se enfurecen hasta el paroxismo
más irracional e incluso psicópata, cuando se les demuestra palmariamente que esos nefastos individuos fueron simples traidores a la patria.
Hablan y declaman grandilocuentemente acerca de Malvinas, pero no se les mueve ni una neurona ante los brutales actos de entrega de soberanía que el macrismo –al cual apoyan casi sin fisuras- perpetra a diario y sistemáticamente.
Odian o recelan de Rusia y China, sea por “solidaridad” con EEUU y la UE, o por asimilar a esas dos Potencias Continentalistas con un perimido “comunismo subversivo” de los años ’70. Por esa misma cerrazón mental extrema, algunos – incluso altos oficiales retirados- despotrican y recelan de Venezuela y de su buen 
armamento ruso y chino, ignorando que precisamente esas alianzas estratégicas del país hermano cuna de Bolívar, son las que obran de formidable contrapeso ante las intenciones de agresión militar que evidencian las Potencias Atlantistas (EEUU, UE y otros), más los “cuzquitos dóciles de gobiernos subordinados a ellos de nuestro continente.
Tampoco entienden que los militares venezolanos les podrían dictar cátedra de auténtico patriotismo, pues mientras aquellos priorizan su patria sobre “el sistema”, por estos lares olvidaron el patriotismo o lo distorsionaron por completo, para ser únicamente defensores “del sistema anticomunista”. Dicho de otra forma, acá entronizan la doctrina de la seguridad nacional, no aprendiendo nada en 40 años, mientras sepultan la necesaria Doctrina de la Defensa Nacional, 
bajo cuyas enseñanzas llegamos a tener muchos señeros patriotas de uniforme.
Como no entienden nada fuera de la “lógica” cuartelera – liberal
recalcitrante, ignoran que la soberanía se respalda con industria y tecnología propia, con un pueblo culto y sano además de patriota, con un territorio integrado y con una economía sana y desendeudada; no les importa e incluso se alegran ante los cierres de fábricas, las paralizaciones de proyectos tecnológicos y las
cancelaciones de obras públicas estratégicas, y no tienen ni idea de lo perverso de los acuerdos con el FMI y el brutal endeudamiento que hoy nos atenaza.
Desprecian a los obreros, siendo que los orígenes de la mayor parte de los suboficiales son del sector de clase media baja, al igual que el grueso de los obreros; a los que reprimen con ferocidad e incluso sadismo.
Los oficiales provienen mayoritariamente de la clase media (hay estudios que lo prueban, como uno meduloso del sociólogo Luis De Imaz), pero se asimilan por lo general muy fácilmente a las oligarquías (y sus intereses clasistas y antinacionales), a las que algunos llegan, sea por pasar a ser “generales de empresas”, o por braguetazos u otras vinculaciones oportunas. Por algo, desde 1955 les inculcan el desprecio por “el populismo”. Hay excepciones, tal vez unas cuantas.
Lo dicho a comienzos de los años ’80, por el historiador y gran patriota José María Rosa, en un fuerte editorial de la revista Línea, a la cual dirigía, a propósito del fallecimiento de gran Guglialmelli, parecería aun hoy tener –lamentablemente  mucha vigencia, al expresar “ha muerto el último General de la Patria, ahora solo 
quedan generales de empresa”.
Podríamos actualizar esa contundente frase, diciendo: “ahora solo parecen quedar militares de alto rango retirados, integrantes de la versión castrense del NED; National Endowment for Democracy”, o “CIA de buenos modales”, con la que cooptan políticos, jueces, sindicalistas y otros, que demuestren “flexibilidad” ante las “sugerencias” del establishment neoliberal transnacional y los intereses de las Potencias Atlantistas. De otra forma, cuesta entender como pese a la preparación que deben tener, y los fáciles accesos a informaciones de primera mano, puedan sostener posturas tan carentes de lógica y del elemental patriotismo. Claro que siempre hay honrosas excepciones.
El tema no se agota. Necesitamos Fuerzas Armadas, pero dotadas de espíritu y mentalidad Nacional; lejos de confusos en grados crónicos y cipayos asumidos.

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