Alea Jacta Est (La suerte está echada)
Dicen que la expresión puede atribuírsele al mismísimo Julio Cesar, en el momento que éste cruzara el río Rubicón en el norte de Italia, límite entre Italia y la Galia Cisalpina, provincia que le había asignado el Senado romano.
Luego de cruzar el río Rubicón, con la tropa con la moral alta y su liderazgo, disconforme con la orden del el Senado, de alejarlo u apartarlo de Roma, tomó la decisión de iniciar una larga guerra contra Pompeyo… el final es historia y quien dejó su nombre grabado en ella… Julio Cesar.
Esta locución latina reafirma y resalta una decisión difícil que ha sido tomada o cuando en los hechos ya no hay marcha atrás.
El resultado del domingo 11 de Agosto, ya ha marcado el rumbo de los acontecimientos en la importante decisión de los argentinos, la que nos compromete por los próximos cuatro -yo creo que muchos más- años.
Mucho se han agitado las aguas, infundiendo temor, amedrentando, castigando a quienes se han manifestado en desacuerdo con la actual gestión de gobierno -un gurí de 17 años detenido por un Twitter amenazante es muestra suficiente- de una derecha vernácula que NUNCA entendió la necesidad y el sentir de las grandes mayorías de este país.
Vale la pena un ejercicio y consultar los libros de historia para conocer, los nombres y apellidos de los protagonistas del derrocamiento de Hipólito Irigoyen, para sorprenderse y concatenar los hechos, intereses y motivaciones de nuestra historia institucional -esa inquietud se la dejo para los más curiosos-.
Las medidas anunciadas bajo la lupa del contexto previo, han quedado desfiguradas, y aparecen así como una verdadera afrenta a la inteligencia del soberano.
Del “no entiendo porque ustedes votan mal”, al “te doy una limosna por dos meses para que me votes”.
Una demostración de debilidad más que de sagacidad, obvio que ni siquiera puede ser considerada la interpretación del resultado de las urnas y claramente conlleva subyacente el prejuicio de clase.
Hace 100 años, se juntaba a la peonada con asado, folklore y tragos, se le retenía el documento y se los llevaba a votar condicionados, hoy el presidente ha aggiornado el método a estos tiempos, la ratio es la misma, el menosprecio de otro, al que se cree menos capaz de elegir, de discernir, un menosprecio a su inteligencia.
Le falta al Presidente un gesto de grandeza, que podría manifestarse generando una mesa de trabajo con el ganador, consensuar medidas y asumir los costos del rumbo que le quiere imprimir el próximo presidente.
Por otro lado, el resultado electoral, ha mostrado una faceta muy interesante de algunos funcionarios y dirigentes del Misionerismo que por minutos parecían olvidarse de Andresito.
Es que hay quienes se han quedado encandilados por las luces de Buenos Aires, otros embelesados con el sonido caracterizante del hablar porteño, el shhhho, otros dominados por la pasión que pudo más que la razón y también los hubo quienes priorizaron sus intereses personales por sobre los grupales: el resultado, la boleta corta tercera.
La Renovación siempre ha construido sus resultados electorales con mucho trabajo, convicción y una enorme cuota de fe -creer en lo que se está haciendo-.
Ha faltado un poco -o mucho- de todo eso.
Se ha visto mucha militancia de redes en todas las líneas de Gobierno, a excepción de los máximos responsables que han caminado incansablemente y honrado en los hechos el slogan de gestión que posibilitó el aplastante resultado del 2 de junio, “estar cerca de la gente”.
Queda entonces abierto un interrogante y un desafío hacia Octubre.
¿Se van a reemplazar piezas del andamiaje de trabajo electoral que se han mostrado confundidos entre lo nacional y lo provincial, para lograr de esta manera mayor claridad en el mensaje?
El desafío es simple, mejorar enormemente la performance de la boleta corta propuesta.
Aleas Jacta est. La suerte está echada.