Y el consumo, ¿Cuándo se recupera?

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Hay mucha diferencia entre el inicio de marzo de este año respecto al del año pasado. En primer lugar, y muy importante, la estabilización en torno a la inflación, la calma del tipo de cambio y el crecimiento mostrado en el último tiempo de la actividad económica. Este escenario es radicalmente opuesto a inicios de marzo de 2024 cuando la inflación seguía descontrolada, veíamos todavía un alto impacto de la devaluación y la economía comenzaba a entrar en la fase más fuerte de la recesión. Por ende, las perspectivas son notoriamente diferentes.

Sin embargo, no hay que descansar en esos escenarios. Respecto a la inflación, que venía estable más cerca del 2% que del 3%, los datos provisorios muestran que podría tener un repunte en febrero impulsada por un sector de alimentos y de servicios. Cuando antes veíamos la posibilidad de que el índice marcara una suba cercana al 2,1%, ahora la estimación se elevó al 2,7%. Siendo esta la principal bandera política del gobierno, naturalmente ese repunte sería un leve paso atrás para la agenda del gobierno. 

Por otro lado, el tipo de cambio sigue en el centro de debate por su posición de atraso y por las fuertes intervenciones del BCRA. A la par, corren rumores semana a semana de un supuesto pedido del FMI de devaluar la moneda, que tuvo estos días un nuevo capítulo con el informe del BofA que proyectó un dólar a $ 1.400 para fin del año con salida del cepo, lo que implicaría una devaluación cercana al 25%. Esto, por supuesto, pondría un acelerador a la inflación. 

En tercer lugar, la actividad económica creció fuerte en diciembre y cerró el año en niveles de caída inferiores a los proyectos, pero esa contención de la caída estuvo muy ligada a sectores puntuales mientras que otros que son claves de la economía nacional mostraron bajas de importante magnitud: por caso, el comercio cerró bien diciembre con +7,4%, aunque tiene un arrastre estadístico importante. Lo relevante para ese sector es el acumulado anual: cayó 7,5% en 2024. 

Quedémonos un rato en la pata optimista: si la economía viene creciendo, la inflación sostiene niveles “aceptables” y salarios muestran alza de recuperación, ¿entonces cuándo arranca la recuperación del consumo?

Veamos brevemente cuáles fueron los últimos datos que conocimos para la provincia de Misiones particularmente. Como era de esperar, el año 2024 cerró con ventas en supermercados en fuerte retroceso: -24,5% en términos reales, con caídas de doble dígito en todos los meses en la comparación interanual. Dígitos más, dígitos menos, esto era esperable por varias razones: en primer lugar, el volumen de consumo de los meses finales del 2023 estaba afectado por la propia incertidumbre que generó la inflación: en esos momentos, valía más tener un producto que tener un billete, por lo que se generó un factor de stockeo muy importante. En segundo lugar, no es menor que también durante el 2023 Misiones, como otras provincias de frontera, tenían un volumen de venta que provenía de países vecinos, algo que desapareció el año pasado. En tercer lugar, y quizás lo más importante, es que la recuperación parcial e incipiente que tuvieron los ingresos durante el último tramo del año no fue del todo suficiente para levantar el consumo: un poco por insuficiente de las recuperaciones, un poco de incertidumbre, y un poco porque otros gastos de los hogares se encarecieron mucho más y ello impide que toda mejora salarial se vuelve al consumo masivo. 

Aun con todo esto, y aún con ventas cayendo año/año, los últimos tres meses mostraron en Misiones una tendencia a la recuperación: comparando mes/mes, las ventas crecieron 5% en octubre, 4% en noviembre y 10% en diciembre. Si esta tendencia continúa e incluso mejora bajo el supuesto de que los ingresos podrían profundizar una tendencia al alza, entonces podemos pensar que para el final del primer trimestre el consumo también se descompondrá en la provincia. 

Pero ¿por qué pensamos que los ingresos podrían mejorar? En primer lugar, porque si bien el crecimiento de la actividad es todavía altamente heterogéneo, comienza a verse un “derrame” paulatino sobre otros sectores que podría llevar a la recomposición de salarios; por otro lado, la base comparativa va a ayudar; y en tercer lugar, el empleo mostraría mejoras de la mano de la actividad y ello impactaría de lleno en los ingresos de los hogares. Posiblemente, en este último punto esté la clave. Hace unas semanas mencionamos este problema actual y los datos específicos del sector de la construcción que conocimos esta semana lo ratificaron: estamos transitando (muy lentamente) un cambio de tendencia: de mucho empleo con salarios a la baja al “poco” empleos con salarios al alza. En la construcción, vimos que la provincia tuvo una notable mejora del salario real sobre finales del 2024 pero con empleo todavía a la baja, una situación que debería revertirse o, por lo menos, achicarse, en la medida que se recompone el sector en general. En otros sectores vemos también un fenómeno similar: se perdieron puestos de trabajo por la imposibilidad de sostenerlo desde los costos y por la merma en la actividad durante gran parte del año pasado y, con el repunte de la misma, el primer impacto fue la mejora salarial (baja de inflación mediante) pero dejando al empleo en segundo lugar. 

Si todo sale bien (no podemos garantizar) el empleo debería iniciar una relativamente veloz mejora, a la par que los ingresos sostendrían una tendencia, aunque sea leve, al alza. Esto será la clave para que el consumo repunte de manera importante: que los ingresos de los hogares mejoren no solo por recomposición salarial, sino también, y sobre todo, por empezar a recuperar ingresos perdidos por pérdida de empleo. El factor multiplicador de este fenómeno, si se da, será de fuerte magnitud. 

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Misiones tiene los mayores ingresos familiares de la región pero desafíos en la distribución

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Históricamente en la Argentina, el debate público sobre los ingresos de los hogares ha tenido, como mínimo, dos vertientes: por un lado, su variación respecto a una inflación altamente arraigada en nuestra economía; por el otro, la equidad en su distribución dentro de la sociedad.

Algo de esto pudimos observar en el reporte publicado por el INDEC hace unos días, referido a la Distribución del Ingreso en las provincias. Estos datos derivan de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) en su versión Total Urbano. ¿Qué es este relevamiento? Es una versión extendida de dicha encuesta que toma no solo a los principales aglomerados urbanos (donde se mide, por ejemplo, la pobreza y la indigencia), sino también a otras localidades de las provincias con más de 2.000 habitantes. Se publica solo una vez al año y recopila datos correspondientes específicamente al tercer trimestre de cada período.

Esta versión ampliada de la EPH nos permite observar, en primer lugar, las tasas del mercado de trabajo de las provincias, que normalmente conocemos solo para los aglomerados urbanos. Aquí podemos hacer un primer stop para analizar la diferencia que presenta Misiones al considerar la provincia por un lado (vía EPH ampliada) en comparación con Posadas en particular (vía EPH continua). Para los últimos datos disponibles se evidencia que el total provincial no presenta diferencias significativas respecto a lo conocido en su momento para Posadas. La tasa de actividad provincial estuvo en torno al 45,5%, mientras que en Posadas alcanzó el 45,9%; la tasa de empleo fue de 44,0% para la provincia y de 44,3% para Posadas; y la tasa de desocupación se ubicó en 3,2% a nivel provincial y en 3,4% en la capital.

Como se puede ver, las diferencias son relativamente nulas, lo que evidencia que el interior provincial posee una potencia en materia laboral muy fuerte, algo que no se observa en todas las provincias del país y mucho menos en el NEA, donde las capitales suelen concentrar tasas de actividad y empleo considerablemente más elevadas. Los datos ratifican esta posición: en Corrientes la diferencia en la tasa de actividad del aglomerado capital respecto al total provincial es de 3 puntos; en Chaco, de 5,3; en Formosa, de 2,7; y en Misiones, de solo 0,4. Respecto a la tasa de empleo, en la capital de Corrientes es 2,8 puntos superior al total provincial; en Chaco, 3,2; en Formosa, 3,3; y en Misiones, solo 0,3.

¿Qué nos mostró el INDEC respecto a los ingresos? Cabe recordar que la EPH, como su nombre lo indica, es una encuesta. Por lo tanto, las respuestas provienen directamente de las personas y no de registros administrativos. Esto permite captar ingresos no laborales y, sobre todo, los laborales de personas que no tienen empleo formal, algo que de otro modo no podría detectarse. Además, como la intención es evaluar los ingresos de las familias, se elaboran diferentes categorías para organizar la información.

Empecemos con una de las más importantes: el Ingreso Per Cápita Familiar (IPCF). Esto es, como el nombre lo indica, la sumatoria de los ingresos de un hogar dividida por la cantidad de personas que lo integran. Este indicador es uno de los más relevantes para observar los niveles de ingreso de un hogar. El total nacional, según la EPH, tiene una media de IPCF de $393.767, con muy fuertes desvíos por provincia, que son históricos y varían en función de las coyunturas económicas, y que —basado principalmente en los extremos superiores— muestran que CABA y las provincias patagónicas registran altos niveles de ingresos de manera histórica.

La provincia de Misiones registró una media de IPCF de $320.768, algo más baja que el promedio nacional (repetimos, influido por los desvíos porteños y patagónicos), pero lo relevante es que se ubica como la provincia con el mayor IPCF, no solo del NEA, sino de todo el Norte Grande, marcando fuertes distancias con otras provincias de la macrorregión: por ejemplo, el IPCF misionero es 8% superior al de Corrientes, 16% mayor al de Tucumán, 24% superior al de Salta y 45% mayor que el de Chaco. Un dato casi anecdótico que refuerza este panorama es el posicionamiento en el ranking nacional: el top 10 de provincias con los menores IPCF está conformado por las 9 provincias del Norte Grande, salvo Misiones. Es decir, es la única provincia de la macrorregión que escapa del extremo inferior del ranking.

Pese a tener el mayor nivel de IPCF de la región ampliada, respecto a 2023 se registró una caída del 2,6% en Misiones, rompiendo así dos años consecutivos de incrementos: en 2022 fue de +1,6% y en 2023 de +5,6%. Igualmente, este descenso es relativamente leve en comparación con otros casos: por ejemplo, en Corrientes se registró una caída del 10,1%.

Ahora bien, ¿qué tan bien distribuido está esa media del IPCF? Para ello, se debe considerar el coeficiente de Gini, una medida de desigualdad económica que varía entre 0 y 1, donde un valor de 0 indica igualdad perfecta (todos tienen los mismos ingresos), mientras que un valor de 1 representa desigualdad máxima (una sola persona concentra todo el ingreso). Por ende, cuanto más cercano se está al 0, mayor es la igualdad; y cuanto más cercano al 1, mayor la desigualdad.

En Misiones, el coeficiente de Gini para el IPCF marcó 0,418 (+0,050 respecto a 2023). Si bien se sitúa por debajo de la media nacional (0,431), es el séptimo valor más alto del país y el segundo mayor del Norte Grande, solo por detrás de Chaco, que lidera el ranking nacional con 0,443. Esto nos indica que la distribución del ingreso tiende a ser más desigual y, por ende, existen desafíos para alcanzar mayores y mejores grados de distribución de la riqueza.

Continuemos con el detalle de lo que dejó la EPH y analicemos ahora el Ingreso Total Individual. Esta variable mide el ingreso total percibido por una persona, que incluye tanto los ingresos laborales —como sueldos, honorarios, ingresos por trabajo independiente, etc.— como los ingresos no laborales, que pueden ser jubilaciones, pensiones, subsidios, alquileres, rentas, entre otros. El Ingreso Total Individual (ITI, en adelante) es útil para evaluar el poder adquisitivo de una persona en términos absolutos y analizar desigualdades entre ocupaciones, sectores o géneros. Se utiliza ampliamente en estudios de mercado laboral. Esto es clave para entender, de manera práctica, la diferencia con el Ingreso Total Familiar (más allá de lo conceptual): si el objetivo es analizar el mercado laboral, el ITI es más importante; pero si el foco está en las condiciones de vida y la pobreza, el IPCF es más relevante.

Revisemos ahora los datos del ITI: el promedio nacional estuvo en torno a $619.602, nuevamente impulsado por los casos porteños y patagónicos. En Misiones, esta variable marcó $499.644 y representa, una vez más, el mayor nivel de todo el Norte Grande, compartiendo las mismas características de diferenciación respecto a otras provincias que se detallaron para el IPCF. A diferencia del IPCF, el ITI experimentó un incremento en Misiones, que, si bien fue leve, es destacable: fue de +0,7%, por encima del total nacional (+0,5%) y notablemente diferente a otras provincias, como Corrientes, donde cayó 11,6%.

¿Cómo puede entenderse que el IPCF haya caído mientras el ITI aumentó? La clave de este fenómeno es la evolución del tamaño promedio de los hogares. En Misiones se observó un incremento, aunque leve, en el tamaño del hogar, lo que explica que, a nivel individual, los ingresos hayan aumentado, pero a nivel del hogar se registren descensos.

Siguiendo con el ITI, recordemos que es un indicador que considera tanto ingresos laborales como no laborales. Ahora bien, ¿cuál es la relación de estos con respecto al total? En 2024, el 28,4% del ITI correspondió a ingresos no laborales, por encima de la media nacional (23,9%), aunque notablemente por debajo del promedio del NEA (34,7%). De hecho, las otras tres provincias de la región se ubicaron en el top 4 de provincias con mayor participación de ingresos no laborales. Por ende, Misiones cuenta con una estructura de ingresos altamente atada a la actividad laboral, situación que se refleja en tener las mayores tasas de la región. Sin embargo, es importante destacar que, respecto a 2023, la proporción de ingresos no laborales en el ITI de Misiones creció: en ese año fue del 26,9%, lo que implica un incremento de 1,5 puntos. Esto posiblemente se explica por una mayor porción de ingresos provenientes de asignaciones familiares, un concepto que exhibió alzas reales en 2024.

Nos quedamos en el ITI con la intención de evaluar las brechas de género, es decir, cuánta diferencia existe entre los ingresos de varones y mujeres. Aquí se observa una fuerte señal de alerta para la provincia: la brecha de ingresos por género es del 31,1%, siendo la tercera más alta del país, además de haberse incrementado en 4,3 puntos respecto a 2023. La media nacional fue de 27,9%, por lo que la brecha misionera se posiciona muy por encima de ella. De hecho, esta brecha de género es, en Misiones, la más alta desde que se comenzó a medir la EPH ampliada (2016). Por ende, al igual que ocurre con el coeficiente de Gini, la reducción de las desigualdades —aunque en este caso, de género— debe ser una cuestión central en la agenda económica local.

Abandonamos el ITI para adentrarnos brevemente en otro indicador relacionado: el Ingreso de la Ocupación Principal (IOP). ¿Qué es esto? Es el ingreso total que una persona obtiene por su actividad laboral principal, es decir, el trabajo o actividad económica en la que dedica más tiempo o que considera su principal fuente de ingresos. Esto puede incluir sueldos, salarios, honorarios, comisiones, ingresos por cuenta propia, entre otros, derivados directamente de dicha ocupación.

Tal como se observó en el IPCF y en el ITI, también en el IOP Misiones muestra el mayor ingreso de todo el Norte Grande, con $447.161, aunque exhibe una caída interanual del 2,3%. ¿Por qué cae el IOP pero crece el ITI, como vimos antes? Esto se produjo porque, al descomponer el ITI en ingresos laborales y no laborales, el primero disminuyó un 3%, mientras que el segundo creció casi un 4%.

Para concluir, analicemos el último indicador: el Ingreso Total Familiar (ITF). A diferencia del Ingreso Per Cápita Familiar, este no se divide por la cantidad de integrantes, sino que mide el total de ingresos de un hogar. En este aspecto, Misiones no lidera en la región: con $882.982, se ubica en segundo lugar en el NEA, detrás de Corrientes (que registró $937.769). Sin embargo, aquí hay una clave para entender esta situación: en Corrientes se observan mayores ingresos totales en un hogar, pero también un tamaño de hogar superior, llegando a un promedio de 3,16 integrantes; en Misiones, en cambio, el nivel de ingresos totales es inferior, pero el tamaño del hogar es menor, con un promedio de 2,75 personas. Por ende, al calcular el ingreso per cápita, en Misiones los ingresos resultan ser superiores.

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La recuperación acelera: los casos de la industria y el comercio misionero

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El fortalecido proceso de desinflación, sumado a los procesos de (paulatina) reactivación de diversos sectores de la economía, provocan que empiecen a observarse considerables recuperaciones salariales en Misiones. En esta nota de Economis hicimos una primera aproximación de la situación global provincial, pero en esta oportunidad vamos a detenernos particularmente en dos sectores: la industria manufacturera y el comercio, dos pilares de la economía misionera que son, a su vez, los dos sectores que ocupan la mayor cantidad de puestos de trabajo (cerca del 40% del total provincial). El análisis abarca tres dimensiones: empleo, empresas y salarios. 

Empecemos por lo salarial. ¿Qué pasó en la Industria misionera? Si tomamos el salario promedio del sector, en su variación interanual, el derrumbe iniciado a finales de 2023 se sostuvo hasta julio de 2024. En este marco, el primer cuatrimestre fue catastrófico, con una caída mensual promedio del orden del 19% real. Entre mayo y julio, el sector continuó mostrando bajas, pero mucho más moderadas (-5% promedio mensual) dando así lugar a un proceso de detención de la baja e incipiente inicio de recuperación en paralelo al comienzo de la reactivación de la actividad a nivel general. Esta fuerte desaceleración de la caída interanual estuvo apoyada en un proceso de recuperación real mensual: entre mayo y julio, la industria sostuvo alzas mes/mes a un promedio del 2,5%. Con ello, llegamos a agosto con un dato relevante: primera suba real interanual (+6,0%) apoyada además con una suba mensual considerable (+4,0%). Entre septiembre y noviembre (último dato disponible) el crecimiento interanual se sostuvo llegando a su pico justamente en noviembre, cuando se registró +16,7%. 

Por ende, vemos dos claros escenarios: los primeros siete meses de caídas (de las cuales cuatro fueron a doble dígito) y los otros cuatro con subas, de las cuales los tres últimos fueron a doble dígito. Esto genera, lógicamente, que al observar la variación acumulada todavía se sostenga en negativo: -4,9% para el período enero-noviembre, un resultado que se descomprime de un primer semestre con -14,8% y el parcial del segundo semestre con +7,9%. Aún con un diciembre muy positivo, el año cerrará a la baja pero con perspectivas altamente positivas, ya que el inicio de año fue un golpe muy duro de revertir para el sector, tal como sucedió con la economía en general. 

La contracara en la industria viene de la mano del empleo: entre enero y noviembre acumula una caída de 3,0% y si bien hay una desaceleración (del -6,5% en julio a -4,6% en noviembre), la recuperación va a tardar todavía más en llegar. Este contraste entre lo salarial y el empleo puede explicarse por la propia dinámica de la economía argentina actual: la baja de la inflación, mayor certidumbre y mejores expectativas reflejaron primero mayor capacidad de mejorar remuneraciones antes que crear empleos, que sería, o debería ser, el siguiente paso. 

¿Qué pasó con el comercio? En lo salarial, comparte las características con la industria: una importante caída en el primer tramo del 2024 y recuperación sobre finales del año, aunque cabe destacar que ambos procesos se dieron con menor intensidad que el caso anterior. El salario promedio del comercio mostró caídas interanuales entre enero y julio a un promedio del 9,3%: en este caso, enero fue el peor mes (-21,4%) pero luego desaceleró fuerte, bajando a un solo dígito y llegando al -3,9% en julio; a partir de allí, comenzaron las subas: inició con un leve +0,9% en agosto y llegó a +6,3% en noviembre. Este proceso se pudo lograr por mejoras en la evolución mensual real, que fueron algo inestables pero con predominio de subas. 

Al igual que ocurrió para el caso de la industria, lo contundente del golpe del primer semestre del año provocó que el acumulado del año siga exhibiendo bajas: entre enero y noviembre, el salario promedio del comercio está en -4,2%, pero también se observa una clara mejora al descomprimir el período: el primer semestre cerró en -10,1%, mientras que el parcial del segundo semestre lleva +3,3%.

Como se dijo anteriormente, el proceso salarial en la industria y en el comercio muestra la misma dinámica pero a diferentes velocidades. Recordemos: en la industria, el salario acumulado en el primer semestre cayó 14,8% y el comercio -10,1%; a su vez, la recuperación del segundo semestre es de +7,9% en la industria y +3,3% en el comercio. Para la industria, a caída más fuerte, mayor intensidad de recuperación; para el comercio, caída algo más moderada y recuperación también de menor intensidad. 

Por su parte, el comercio también vive el mismo proceso que la industria en lo relativo al empleo: -1,6% en el acumulado enero-noviembre, pero se destaca que en los últimos dos meses tuvo incrementos, aunque muy leves, que permiten pensar en que este sector comience a reactivar también desde esa variable

Si traspolamos la situación de empleo y salarios del comercio y la industria al total de la economía, solamente como una especie de ejercicio teórico, podemos pensar en una nueva dinámica socioeconómica: durante el 2022 y 2023 predominó en la agenda pública el concepto de trabajadores pobres: había altos niveles del empleo en el país pero con una gran franja de los mismos bajo la línea de la pobreza por una fuerte alza de inflación; para finales del 2024, podemos empezar a pensar en que hay menos trabajadores pobres (por recomposición salarial) pero también hay menos trabajadores en actividad. Es decir, luego de caer de manera muy fuerte, el salario muestra una mejora pero el empleo no lo hace aún a un nivel deseable. 

Entonces, en términos socioeconómicos, la mejora de ingresos sumada a la desaceleración de la inflación mejora las condiciones de vida de los ocupados, pero al haber menos ocupados, el saldo global todavía está en niveles demasiado altos.

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Misiones exhibe una importante mejora del salario real

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De acuerdo con los datos de la Superintendencia de Riesgos de Trabajo (SRT) de la Nación, la masa salarial del sector privado formal en Misiones creció 7% real mensual en noviembre, al tiempo que se ubicó 8,6% por encima de igual mes del 2023.  

La información provista por la SRT permite realizar una aproximación de la evolución salarial en la provincia y, en ese contexto, Misiones no solo registró una importante suba en noviembre sino que acumula siete meses consecutivos con alzas

Luego de una  muy fuerte caída en diciembre (-11,4%) y un 2024 que inició también con mermas  considerables (-6,2% en enero) desde mayo, Misiones muestra crecimientos sostenidos, que fueron de importante magnitud entre mayo y junio, desaceleró la recuperación hasta octubre, pero repuntó de manera muy significativa en noviembre. Esto generó que, además, en ese mes se registre un alza interanual de 8,6%. 

Cuando se analiza la evolución de la masa salarial global y los salarios promedios por sector de actividad, se registraron resultados positivos para la mayoría de estos. En noviembre, de los 18 sectores de actividad relevados para el segmento privado registrado, 16 mostraron mejoras mensuales del salario real. En ese marco, en Finanzas, Industria y Agro la mejora salarial llegó al doble dígito, al tiempo que solamente los servicios Inmobiliarios y el sector de Electricidad tuvieron bajas. 

Si se hace la comparación interanual, fueron 15 sobre un total de 18 los sectores que presentan suba del salario promedio real, encabezados por Alojamiento y Restaurantes, Suministro de Agua y Saneamiento e Industria Manufactura, que tuvieron alzas en todos estos casos por encima del 16% real interanual. Por el contrario, los sectores que muestran bajas fueron Enseñanza, Explotación de minas y canteras y servicios Inmobiliarios.

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Radiografía laboral: la tasa de empleo joven en Posadas es la más alta de la región

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Hace varias semanas el INDEC informó los datos del mercado de trabajo por aglomerados urbanos que surgen de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH). En línea con la serie histórica, Posadas exhibe los mejores indicadores de empleo en el NEA. Ahora se pueden analizar esos indicadores por rangos etarios ni por sexo, con los microdatos de la EPH. 

Con ellos, se puede indagar de manera más profunda en los indicadores económicos, sociales y laborales de los aglomerados urbanos relevados y, por ello, es buena oportunidad para observar el comportamiento del mercado laboral posadeño en perspectiva regional. 

Al analizar los datos tanto por rangos etarios como por género, se observa que la tendencia general también aplica a los casos particulares: Posadas exhibe las mejores tasas de empleo de la región. Por ejemplo, en las personas hasta 24 años la tasa de empleo posadeña llega al 32% cuando la media regional es del 25%. El contraste es muy superior al comparar, por ejemplo, con el Gran Resistencia, donde es de apenas el 19%. 

Si se desagrega a ese rango etario por género, vemos una (también histórica) amplia brecha entre varones y mujeres: en el caso de los varones, en Posadas la tasa de empleo llegó al 40% mientras que en mujeres fue del 23%; pero aun en este contexto, en ambos casos se ven niveles superiores a la media regional: en el NEA la tasa de empleo de varones hasta 24 años fue del 29,5% y en mujeres del 20,5%.

¿Qué pasó con las personas entre 25 y 34 años? En Posadas la tasa de empleo llegó al 69,7%, superior al 69,1% del NEA. Los varones del aglomerado misionero muestran una tasa de empleo del 80,7% y las mujeres del 60,2%, ubicándose ellas por encima de la media regional que fue del 56%. 

A su vez, las personas entre 34 y 44 años registran la mayor tasa de actividad de Posadas, alcanzando el 82,4%, por encima de la media NEA (80,1%). También aquí es donde se observan las mayores tasas al desagregar por género: en varones llegó al 93,5% (vs. 91,5% NEA) y en mujeres al 71,9% (vs. 70,4% NEA).

Muy diferente no es la realidad entre las personas de 45 a 54 años: la tasa de empleo llegó al 78,9% cuando en el NEA fue del 77,1%. Aquí se puede ver que la brecha entre varones y mujeres se amplía: en los primeros fue de 91,9% y en las segundas del 68%, teniendo así 23,8 puntos porcentuales de diferencia (era 21,5 puntos en el rango etario anterior). De hecho, en este grupo las mujeres posadeñas tienen una tasa de empleo inferior (aunque muy levemente) de la media regional que marcó 68,1%.

Entre las personas de 55 a 64 años, naturalmente, la tasa de empleo se reduce significativamente, ya que muchas personas salen del mercado laboral. En Posadas llega al 57,9% contra 54,5% del NEA; en este grupo, nuevamente la brecha de género se amplía y con mayor fuerza: la tasa de empleo de varones es del 79% y en mujeres del 39%. Lógicamente, el hecho de que las mujeres puedan acceder a una jubilación a los 60 años y los hombres a los 65 años explica, en parte, esta fuerte diferencia. A nivel regional se observa el mismo fenómeno: 76,9% varones y 34,7% mujeres, en ambos casos por debajo de los niveles de Posadas.

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