Qué esperar para 2019 y después

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Pasadas ya dos semanas de Octubre y con la nueva cúpula del BCRA a cargo de Guido Sandleris y un plan que incluye meta de agregados con emisión cero, vimos al dólar perder un 11% y situarse más cerca de la banda inferior de $34 que de la superior que es de $44. Inclusive, se puso en marcha el sistema de subastas diarias de Leliq, la nueva tasa de referencia que retrocedió 1,6 puntos en la semana. Y como dato adicional, el prestigioso portal de negocios Bloomberg, barajó la posibilidad de que lo peor pudo ya haber pasado para el peso argentino, no solo porque disminuyó fuerte la voracidad por el dólar, sino también porque en agosto comenzamos a tener superávit con Brasil, además hay muchos menos argentinos por el mundo, las tasas están levemente en baja y los futuros están en cierta sintonía con el BCRA. Es decir que todo indica que el dólar en el corto plazo pudo haber encontrado un techo empezando a buscar su nivel de equilibrio. Sin embargo, hay cuestiones relacionadas a la confianza y credibilidad del plan económico que muestran fuertes debilidades y siembran dudas de cara a lo que se viene.
Es que el nuevo acuerdo con el FMI que se anunciara el pasado 26 de septiembre demuestra claramente que las probabilidades de default han dejado de ser cero. Es decir que el acuerdo sin dudas ayuda a minimizarlo a lo largo del mandato de Mauricio Macri. Sin embargo la administración que la suceda en 2019 tendrá que posar sobre sus hombros un riesgo de default dentro de un escenario muy complejo y ni hablar si los desequilibrios macro persisten.
Resumamos así, el riesgo de default hasta las elecciones 2019 está prácticamente resuelto, salvo que aparezca algún otro cisne negro no necesariamente externo. Sucede que este nuevo acuerdo le permite recibir al gobierno muchísimo más dinero del que hubiera imaginado el consenso de economistas, es decir que se extiende de USD 50.000 millones a USD 57.100 millones. O sea, que en el período 2018/2019, el gobierno recibirá USD 18.800 millones de más en relación al acuerdo firmado en junio adelantándole el financiamiento a un total de USD 51.200 millones quedando disponibles del presente acuerdo para la próxima administración solamente USD 5.900 millones, es decir casi 10 veces menos.
También es necesario tener en cuenta que el FMI, aprobó este préstamo, únicamente porque EUA es el principal socio del organismo y es quien mantiene un fuerte apoyo a nuestro país. Distinto es el caso de los otros miembros fuertes como Japón, Inglaterra, Alemania o Francia que no están de acuerdo con el acuerdo firmado. Por lo tanto, Argentina tendrá mucha presión por cumplir su programa fiscal, o de lo contrario el peso unificado de esos países que no adhieren el acuerdo, comenzara a inclinar la balanza. Sucede que el FMI está hoy muy expuesto al riesgo argentino, somos el 20% de su cartera pero si sumamos toda la nueva línea de crédito que recibiríamos pasamos arriba de 45%. Es decir que somos el país donde la mayor parte del dinero del FMI esta ubicado. Y si Argentina no cumple, habrá muchas cabezas que tendrán que dar explicaciones o bien rodar. Por eso, tendremos una lupa muy grande puesto sobre nuestra economía donde las exigencias van a ser muy fuertes. La salida de Caputo es solo una pequeña señal de ello.
Adicionalmente si el FMI está presente, los agentes económicos al olfatear que algo no está bien, desconfían como viene sucediendo hasta ahora, de la credibilidad en el programa económico. Y es por ello que se van de cualquier activo argentino y se refugian en el dólar por la simple reacción de protección. Y es por eso que, cae la demanda de dinero, que sube el dólar, que sube el riesgo el país y el costo de financiamiento. Así cae el consumo y el nivel de actividad y con ello sube el desempleo. Y esto lo muestra claramente el adelanto del FMI por USD 15.000 millones en Junio, que se esfumó en menos de 3 meses y no sirvió para restablecer la credibilidad y la confianza. O sea que más nos apoya el FMI y peor es el escenario en materia de confianza, sobre todo en el mediano y largo plazo que es el que necesita el gobierno para restablecer la demanda de dinero y que la economía comience a reactivarse.
Como si esto fuera poco, el gobierno con la salida de Caputo en el Banco Central en lugar de ubicar a un hombre fuerte que comprenda que la inflación es lo peor que nos puede pasar (además de que es un fenómeno monetario como ya no se discute en el mundo y que la misma  se la previene con política monetaria responsable y se la cura con política ortodoxa contractiva), nombra a una persona que cree que la inflación se la combate con acuerdos de precios, lo cual demuestra que de inflación sabe poco y de cómo combatirla mucho menos. En definitiva, la clave será ver si el mercado le cree o no al nuevo presidente q dio en su inicio un discurso que para quienes no conocen su pasado, le podría parecer muy optimista. Pero estamos ante un gobierno que viene muy golpeado como para soportar una política monetaria extremadamente recesiva como lo indica el discurso brindado. Si la base monetaria no crece más, la tasa de interés que hoy ya está en 70, se puede ir arriba de 100 con lo que la actividad se va a desplomar de forma peligrosa. Tengamos en cuenta que los resultados de una política contractiva contra la inflación tienen un rezago importante y recién se verán para mayo o junio con suerte, mientras que en el medio la inflación será muy alta con un nivel recesivo peor. En resumen, si bien el gobierno tiene un 2018 para el olvido, es difícil pensarlo soportando un escenario tan oscuro y sobre todo tan cerca de las elecciones presidenciales.
Y las medidas adoptadas parecen no comprender las necesidades más urgentes. Si la economía necesita dólares y mayor actividad para recaudar más, con mayores impuestos a los que exportan, el efecto que se logra es el inverso, es decir contrario a lo que más necesita el gobierno que son ingresos de dólares. Ello puede llevar a que el mercado testee al BCRA llevando el dólar a niveles más cercanos a $50. Eso sin mencionar que quien sabe que tiene un impuesto, liquida menos por ende son menos dólares y menos oferta. En conclusión, a pesar de haber actuado en forma muy tardía, el gobierno debe apuntar a una fuerte baja del gasto principalmente en la política a fin de poder reducir impuestos y apuntar así a reactivar una situación donde actualmente hay un país que no permite ganar dinero, que por ello nadie invierte y por eso ni se recauda ni se genera empleo. Eso solo lo puede llevar a cabo con coraje y valentía, algo que el mercado ya descontó que no sucederá y por ende difícilmente se restablezca la confianza.

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Dólar 40 – Confianza 0

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El Gobierno acaba de vivir la peor semana de su gestión, aun por sobre aquella de mayo pasado la cual terminó con la salida del entonces presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, la que hasta hoy es la única cabeza que rodó en el medio de tanta mala praxis. Y esa mala praxis, la falta de un programa claro en lo económico y financiero y la subestimación de los problemas que se profundizan con el tiempo, hacen eco en la corrida cambiaria que venimos viviendo desde el 23 de abril pasado cuando el dólar estuvo por última vez por los $20.
Y el fusible que hizo saltar todo, esta semana, fue la pésima puesta en escena del presidente Mauricio Macri, que previo a la apertura del mercado el último miércoles, salió a realizar un anuncio muy flojo sin tener previamente el aval del Fondo Monetario Internacional, sin ningún tipo de explicación técnica algo que los mercados mínimamente requieren, y con un mensaje más apoyado en la fe y la esperanza que en hechos concretos y planificados. Fue más un manotazo de ahogado que un mensaje claro y contundente como la situación hoy pide a gritos.
Ahora bien, es cierto que hay varios factores de incertidumbre coyuntural que explican la corrida que venimos viviendo. Desde lo externo: la suba de tasas de la Reserva Federal de Estados Unidos, las crisis de Turquía y Brasil y el “flight to quality” de los activos que se van de los emergentes hacia el país gobernado por Donald Trump.
Desde lo político: la imagen del Gobierno, el futuro presidente, el presupuesto 2019 y los posibles cambios en el gabinete.
En lo económico: la recesión, el ajuste fiscal, el programa económico/financiero y el equipo que lo comandara.
Desde lo financiero: el riesgo país, la falta de dólares, las necesidades de financiamiento, y el cierre de los mercados. Y desde lo monetario: la inflación y sus metas, el nivel de tasas, el desarme de Lebacs y la política monetaria.   
Es cierto que el dólar a 40 de hoy está muy sobre reaccionado y se explica básicamente por una falta de confianza que poco tiene que ver con los desequilibrios macro que nuestro país ya trae a cuestas hace demasiados años. En un contexto así se pierde total referencia de precios, se opera con una banda entre compra y venta muy amplia, la oferta de dólares desaparece porque espera que siga subiendo y la demanda se recalienta porque teme una mayor suba. Así es como el precio del dólar sube descontroladamente, retroalimentado por la huida del peso (caída de la demanda de dinero) y su valor en $40 en un contexto así puede también ser $50 o $60, pero no por ello ser su verdadero valor. Sin embargo, no podemos insistir en que nuestra crisis sea producto únicamente de lo externo, ya que ningún país emergente tiene hoy esta suba del dólar o del riesgo país y semejante pérdida de reservas. Y sobre todo, ninguno de ellos terminó en el FMI.
Ahora bien, el Gobierno no tiene tiempo, pero si tres caminos para restablecer la confianza y ellos son: Anunciar medidas de fondo en la programación económica. Todo lo que se anuncie se lo debe hacer sostenido tanto en información precisa como mediante mensajes contundentes. Y cambios de nombres, sobre todo ahí donde los responsables de elaborar medidas y realizar los anuncios concretos, no logran la confianza esperada. En este último punto, es claro el agotamiento que ha alcanzado hace tiempo a todo el equipo de Marcos Peña con Mario Quintana y Gustavo Lopetegui que mucho mal le ha hecho al gobierno sobre todo desde el 28 de diciembre pasado cuando decidió entrometerse en el BCRA con las claras consecuencias en la economía y por las que nunca nadie pagó, excepto Sturzenegger quien en definitiva fue víctima de un asalto a su organismo. Por otro lado, el ministro de hacienda Nicolás Dujovne también luce muy debilitado y la presencia de un ministro fuerte en un momento como este es clave. No sorprendería que las próximas medidas incluyan movimientos en estas áreas.
En fin, veremos si lo que nos espera por delante es la primavera o seguiremos en el crudo invierno argento. 

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Entra Toto, sale Fede, lo que el Mercado pedía

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Y finalmente fue Federico Sturzenegger el fusible que saltó para tratar de enderezar un Titanic que parece decidido a partir el iceberg en dos, cuando la historia marca que solo terminará en el fondo del mar si decide ir de frente.
El ahora ex presidente del Banco Central, a pesar de la intervención que sufrió el pasado 28 de diciembre por parte de la jefatura de gabinete lo cual le asestó un gran golpe de credibilidad a la entidad, demostró igualmente un pésimo manejo de la política monetaria, sobre todo desde el 23 de abril pasado cuando inició la corrida cambiaria.
Es cierto que en la lucha contra la inflación, a pesar del fracaso en domarla, jugó un papel muy solitario que necesitaba ayuda coordinada con Hacienda desde el lado fiscal, como también es cierto que fue en su momento un gran protagonista de la salida del cepo logrando domar la herencia del dólar futuro que pudo derivar en una hiperinflación. Pero nuevamente, cuando tuvo las riendas para tranquilizar la corrida cambiaria, generó pésimas señales dilapidando reservas y erosionando la credibilidad frente al mercado.
Sólo desde la corrida cambiaria, el dólar subió casi un 40% (50% desde el inicio de 2018), la tasa de política monetaria paso de 27.25% a 40% y se perdieron más de USD 11.000 millones en reservas en vano porque terminamos pidiendo socorro al FMI por USD 50.000 millones. En el medio no sólo que el mercado no se calmó, sino que se vio aún más exacerbado por un manejo muy poco prolijo, confuso e incomprensible.
Es por ello, que otra vez tarde frente a los acontecimientos, el gobierno reaccionó y tomó nota muy a su pesar, de que el anuncio sobre el FMI no fue suficiente y que el mercado pedía mayores cambios junto a las medidas de ajuste.
Así, el gobierno le entrega al mercado un trader sin dudas exitoso para ser ahora presidente del BCRA y que es hoy el hombre fuerte del gobierno, quien hereda una bomba de lebacs pero con un tipo de cambio real, el más alto de la era Macri.
La duda es si Caputo es lo que el Banco Central realmente necesita para articular una política monetaria y cambiaria que coordinada con el ahora ministerio de Economía & Finanzas, logre tranquilizar al mercado para después si comenzar a desarrollar la lucha contra la inflación.
Como todas las reacciones últimas del gobierno, y sobre un momento crítico como este, el del BCRA parece más un movimiento fuerte para inyectar credibilidad, que un análisis exhaustivo sobre la persona adecuada para el puesto. Le deseamos muchos éxitos a Messi jugando como defensor.
Por Alejandro Rodríguez
@alerod31   

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Blindaje 2, la venganza

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Cuando en el mundo se habla de lo particular de países como Japón o la Argentina, lamentablemente el nuestro es un caso desde la óptica negativa en relación al de nuestros amigos nipones. Es que en la conferencia de prensa de ayer para anunciar el mega acuerdo histórico con el Fondo Monetario Internacional, estuvieron presentes y como protagonistas excluyentes, las dos personas a las cuales los medios prácticamente daban por sentado que serían eyectados de sus sillas a más tardar para abril, inclusive los nombres de reemplazo eran vox populi.
En fin, el anuncio, no tardó en llegar y serán USD 56.650 millones que financia todo el programa 2018/2019, de los cuales USD 50.000 millones serán del FMI mediante un stand-by a devolver en 3 años con una tasa variable que rondará entre 1,96% y 4,96%. Veremos cuántos millones se desembolsan porque la tasa de interés es 1,96% anual si pedís menos de USD 8.500 millones, 4% si es más, 4,96% si es más que eso y por más de 3 años. El 30%, o sea los primeros USD 15.000 millones serán desembolsados el próximo
20 de junio coincidiendo con el vencimiento de lebacs de esa semana, todo esto descartando que la reunión del directorio del fondo apruebe oficialmente el préstamo ese lunes anterior donde en Argentina será feriado. Además cerró acuerdo con el BID, el BM y el CAF por USD 5.650 millones.
Del acuerdo y la conferencia de prensa, podemos rescatar varios ítems muy interesantes a analizar:
 El primero, lo político ya que sin dudas la Argentina ha recibido un tremendo apoyo internacional logrando en cuestión de días nada menos que 11 veces lo que suele ser un acuerdo normal del FMI. El interés del mundo en que la gestión de Macri continúe en 2019 es fuerte y claro, sobre todo cuando parecía que el mundo le comenzaba a dar la espalda.
 Siguiendo en lo político, pero ya en lo doméstico, y a poco más de 5 meses de ser prácticamente intervenido en su BCRA, y en lo que seguramente fue uno de los grandes detonantes de la presente crisis cambiaria, Federico Sturzenegger logra un relanzamiento de su gestión inclusive con mayor poder de decisión de aquí a futuro, algo que el fondo va a solicitar y que será parte del proyecto de ley que le otorgará al Banco Central mayor autonomía.
 Relacionado a lo anterior pero en lo monetario, es clave el hecho de que el BCRA ya no podrá asistir más al tesoro mediante adelantos transitorios, lo cual básicamente se traduce en que no se podrá monetizar más el déficit o como a muchos les gusta decir, el fin de la maquinita. Esto sin dudas es positivo en cuanto a que si se reducen los agregados monetarios (emisión), la inflación va a tender a bajar mucho más rápido que hoy donde con déficit, el único instrumento es la tasa de interés y claramente no alcanza. En resumen, el FMI exigirá apagar los tres motores de creación de dinero: 1) asistir al fisco, 2) comprar dólares, 3) los intereses de las Lebacs x contener 1 y 2. Y en base a esto último, se conoce que los USD 15.000 millones del primer desembolso irán directo al tesoro para que estos sean entregados al BCRA a fin de que el Gobierno recompre unos USD 25.000 millones de Letras Intransferibles en los próximos 3 años, que servirán para ir reduciendo el stock de Lebacs. Sin dudas, era urgente comenzar a desarmarlo.
 En materia inflacionaria, se decretó oficialmente la muerte de la meta del 15% para 2018 al tiempo que directamente esperan una inflación de hoy a un año del 21% y para este año solo se espera que sea como 2017. Mientras que los objetivos para los próximos 3 años son 17%, 13% y 9%.
 En lo fiscal, el déficit primario (antes de intereses) correrá a una velocidad muy superior esperando que cierre el 2018 en -2,7% del PBI, pero para 2019 se reducirá a -1,3% (frente al -2,2% inicial), para llegar a la convergencia fiscal en 2020 (-1,2% que era el objetivo inicial) y la idea es llegar al superávit en 2021. Ese -1,3% del PBI para 2019 es factible gracias el esquema de las PPP que permite cambiar obra que hacía el gobierno, ahora la realizarán los privados, además del programa de reducción de subsidios original. El acuerdo ya incluye en qué se va a gastar menos, por grandes conceptos: obra pública, subsidios, salarios públicos y transferencias a Provincias, y también que no baje el gasto en jubilaciones y planes sociales, sino que aumente en caso de que la  situación socioeconómica empeore más de lo previsto.
Lo mencionado más arriba es lo que ya se conoce. La tijera fiscal, recortará un poco menos de $500.000 millones. Sin embargo, también surgen las incertidumbres que no han sido tan aclaradas:
 Quizás la más importante ¿Cómo impactarán los efectos de este acuerdo sobre la economía real? Y sobre todo, como afectará a las provincias. Si bien es cierto que las mismas se encuentran hoy en una posición mucho mejor (al menos varias de ellas) a otras épocas, el recorte levanta preocupaciones lógicas. Es que el escenario para 2018 es negro para hogares, pymes y negocios de barrio en general: salarios que crecen mucho menos que la inflación, contracción/recesión económica, deterioro de situación laboral. El Gobierno apuesta a retomar el sendero para 2019 y ya da 2018 por perdido. Eso también implica que en 2018 van a hacer todos los ajustes que necesiten: por ejemplo, más aumentos de tarifas que los previstos hasta acá. ¿Por qué? Para que la meta de inflación 2019 no sea tan difícil de cumplir, y para llegar a elecciones con alguna mejora.
 Ahora bien, si el fondo pedirá mayor libertad en el tipo de cambio, ¿Qué pasará hoy cuando en la mesa de cambios se retire la oferta actual de USD 5.000 millones a $25? ¿Es de esperarse un dólar más tranquilo en lo sucesivo o lo dejarán flotar a niveles que dicte el mercado? Sobre todo teniendo en cuenta que 2018 en materia de inflación ya está perdido. Y ahí todo parece indicar que el muro puesto hasta hoy será en principio vulnerado pero de ser necesario habrá intervención.
 Por último no queda claro, como sucede con la inflación 2018, cual es el objetivo de crecimiento para este año el cual se esperaba en 3% pero ciertamente con la contracción que se viene más la sequía que dilapido el segundo trimestre, es de esperarse en el corto plazo un escenario de estanflación o sea bajo crecimiento o recesión con alta inflación.
La vuelta al fondo es un hecho, también lo es que hemos perdido tiempo en hacer lo mismo que hoy nos pide el fondo. Sin embargo, hoy un ajuste será recesivo mientras que en diciembre de 2015, haberlo hecho hubiera sido expansivo. ¿Por qué? Porque en ese entonces la caída de la actividad realmente se hubiera más que compensado con un shock real de inversiones. Hoy eso no va a suceder, tenemos caída de la demanda de dinero, déficit, inflación, devaluación, deuda y presión impositiva record. En conclusión, el ajuste será doloroso y probablemente nos lleve a una estanflación. De todas formas, el ajuste lo tenías que hacer solo que hoy tenemos a quien culpar. Pero el fondo no tiene la culpa, nosotros lo llamamos y menos mal que atendieron el teléfono…

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El mercado le torció la mano al Central

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El Gobierno y en especial el Banco Central vivieron su semana más turbulenta desde que asumieran hace más de dos años. En solo siete ruedas el tipo de cambió aumentó 8,5 por ciento para cerrar este último viernes en baja en 22,28 pesos.
En el medio, la tasa de política monetaria pasó de 27,25 a 40 por ciento y se vendieron en dos meses USD 7.726 millones de reservas internacionales para intentar evitar una suba que finalmente se dio de todas formas. Y resultó así, no solamente porque en Estados Unidos las tasas volaron a niveles que no tocaban hace diez años, sino porque además la semana pasada comenzó a regir la aplicación del impuesto sobre la renta financiera a extranjeros. Como si fuera poco, tuvimos un martes de anuncio de tasa en el que extrañamente no se anunció ninguna modificación.
Si bien hay disparadores coyunturales, también hay problemas estructurales detrás de la suba del tipo de cambio. Es que no hubo un motivo único que lo explique, sino que se trató de un combo de situaciones.
El problema fue sobre todo la dinámica en velocidad que tomó el tipo de cambio y que nadie esperaba, incluido el propio Gobierno.

 
Entre los disparadores coyunturales hay cuestiones internacionales, como lo mencionado de la suba de tasas en Estados Unidos y posterior fortalecimiento del dólar en el mundo pero también cuestiones bien locales como la intervención política del pasado 28 de diciembre y por supuesto el impuesto a la renta financiera.
Por lo tanto y frente a semejante escenario, lo lógico era que el peso se deprecie, como el resto de las monedas.
Ahora bien, lo preocupante fue la posición del BCRA: la primera reacción fue intentar frenar ese movimiento vendiendo reservas a contramano del mundo, debido al impacto en precios que tiene el dólar en Argentina y en un contexto de inflación alta. Sin embargo, como siempre, el mercado le torció la mano y el dólar subió.
Adicionalmente, subestimó no solo las señales que mostraban al Estado nacional y Provincias sin poder colocar deuda en el exterior desde enero sino también el desarme de posiciones de los bancos y peor aún, de los fondos del exterior que se encontraron con la renta financiera y una tasa mucho más atractiva y menos riesgosa en el exterior.
A partir de allí, el BCRA, a pesar de sus intervenciones en niveles históricos, no logró contener la suba, falló en sus objetivos y a pesar de su poder de fuego entre tasa y reservas, se manejó en forma muy descoordinada haciendo insuficiente toda medida adoptada, generando además pésimas señales y retroalimentando sus efectos.
Tengamos en cuenta que la Argentina tiene un severo problema estructural por un déficit de cuenta corriente que cerró en 5% del PBI en 2017 y no se avizora un camino que garantice que comiencen a entrar más dólares de los que salen actualmente.
Eso sin dudas genera mayor incertidumbre. Pero nuevamente, el problema no es el déficit externo en sí ya que es lógico que se dé sobre todo en una economía en crecimiento y con inversión, sino la velocidad y el ritmo que había tomado. Y así, como consecuencia de la fuerte desregulación de la cuenta de capital para que entren y salgan dólares, los movimientos de los capitales a corto plazo son más fuertes y abruptos, que en momentos de auge no se ven, pero en momentos de salida sí. Y el déficit externo no es otra cosa que una consecuencia del abultado déficit fiscal consolidado de casi 10 puntos del PBI que tiene hoy el país entre provincias, cuasi fiscal e intereses de la deuda.
 
Ya adentrados en el mes de mayo, con una semana corta y un jueves en el que el BCRA definitivamente hizo todo mal en el cierre de la jornada, el riesgo país se disparó a 470 puntos básicos. Finalmente el día viernes el BCRA salió a jugar fuerte. Y antes de la conferencia de prensa de Nicolás Dujovne y Luis Caputo, informó la suba de la tasa a 40 por ciento con la idea de generar las condiciones para que sea atractivo quedarse en pesos, reduciendo la presión a la compra de dólares.
Recordemos que el viernes pasado ya había subido la misma tasa a 30,25%. Entre los anuncios, se obliga a que los bancos se desprendan a partir de este lunes de dólares, es decir que la posición global neta de los bancos en moneda extranjera deberá reducirse y generará oferta en el mercado. Una medida un tanto polémica por cierto que ya ha sido utilizada y criticada cuando la usó el kirchnerismo (el famoso “cepo”), sobre todo porque este mismo Gobierno había subido esta posición alentando la dolarización de los bancos el año pasado, cuando el problema era que sobraban los dólares. Adicionalmente, se anunciaron metas fiscales más estrictas. Esto principalmente es una señal al mercado ya que muchos bancos de inversión pedían en sus reportes un sendero fiscal más duro, lo que  también implica, dado un menor déficit, una menor necesidad de financiamiento en un mundo más complicado, y con un escenario de tasas más altas en el mercado local. Eso sí, lograr esa nueva meta fiscal significará recortar la obra pública, lo cual es una mala señal ya que sin dudas comprometerá tanto crecimiento como inversión y sobre todo a las provincias que les toque el ajuste.
En conclusión, el BCRA se mostró finalmente en forma coordinada pero el final de la película sigue abierto, puesto que se necesitarán varias semanas para tranquilizar definitivamente el escenario actual.
Hay un problema estructural de largo plazo que el Gobierno se muestra incapaz de resolver empezando por las cuestiones fiscales, una presión impositiva feroz y un Estado tan ineficiente como impagable con la política de fondo que sigue alejada de la realidad y de los ingresos que un país pobre como la Argentina puede hoy generar.
El tema a partir de ahora, se centrará en cómo reducir semejante tasa ya que no se puede convivir así por mucho tiempo pero lo principal es que pase la furia y no se recaliente mucho más la inflación. Los impactos en la economía real serán evidentes, pues habrá traslado a precios de la suba del dólar para la nafta, insumos importados, bienes transables, etc. tanto directos como indirectos.
Vale aclarar que estamos lejos de una crisis terminal. El BCRA tiene reservas de sobra y se alcanzará un nuevo equilibrio, aunque seguramente con un dólar y tasa más elevados que antes.
Pero la señal de un BCRA que puede ser doblegado genera preocupación para el futuro y el Gobierno debería tomar nota de ello. Quizás sea necesario un fuerte cambio en el equipo económico para respaldar las señales dadas hasta el momento puesto que hay nombres que lucen ya muy desgastados y con gran responsabilidad sobre lo sucedido.
El ministro de finanzas dijo que está turbulencia no los tomó desprevenidos y la realidad parece contradecir esos dichos. Por lo tanto, hará falta demostrarlo con hechos, no palabras. El mercado no vive de ellas.
dríguez

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