Qué esperar para 2019 y después

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Pasadas ya dos semanas de Octubre y con la nueva cúpula del BCRA a cargo de Guido Sandleris y un plan que incluye meta de agregados con emisión cero, vimos al dólar perder un 11% y situarse más cerca de la banda inferior de $34 que de la superior que es de $44. Inclusive, se puso en marcha el sistema de subastas diarias de Leliq, la nueva tasa de referencia que retrocedió 1,6 puntos en la semana. Y como dato adicional, el prestigioso portal de negocios Bloomberg, barajó la posibilidad de que lo peor pudo ya haber pasado para el peso argentino, no solo porque disminuyó fuerte la voracidad por el dólar, sino también porque en agosto comenzamos a tener superávit con Brasil, además hay muchos menos argentinos por el mundo, las tasas están levemente en baja y los futuros están en cierta sintonía con el BCRA. Es decir que todo indica que el dólar en el corto plazo pudo haber encontrado un techo empezando a buscar su nivel de equilibrio. Sin embargo, hay cuestiones relacionadas a la confianza y credibilidad del plan económico que muestran fuertes debilidades y siembran dudas de cara a lo que se viene.
Es que el nuevo acuerdo con el FMI que se anunciara el pasado 26 de septiembre demuestra claramente que las probabilidades de default han dejado de ser cero. Es decir que el acuerdo sin dudas ayuda a minimizarlo a lo largo del mandato de Mauricio Macri. Sin embargo la administración que la suceda en 2019 tendrá que posar sobre sus hombros un riesgo de default dentro de un escenario muy complejo y ni hablar si los desequilibrios macro persisten.
Resumamos así, el riesgo de default hasta las elecciones 2019 está prácticamente resuelto, salvo que aparezca algún otro cisne negro no necesariamente externo. Sucede que este nuevo acuerdo le permite recibir al gobierno muchísimo más dinero del que hubiera imaginado el consenso de economistas, es decir que se extiende de USD 50.000 millones a USD 57.100 millones. O sea, que en el período 2018/2019, el gobierno recibirá USD 18.800 millones de más en relación al acuerdo firmado en junio adelantándole el financiamiento a un total de USD 51.200 millones quedando disponibles del presente acuerdo para la próxima administración solamente USD 5.900 millones, es decir casi 10 veces menos.
También es necesario tener en cuenta que el FMI, aprobó este préstamo, únicamente porque EUA es el principal socio del organismo y es quien mantiene un fuerte apoyo a nuestro país. Distinto es el caso de los otros miembros fuertes como Japón, Inglaterra, Alemania o Francia que no están de acuerdo con el acuerdo firmado. Por lo tanto, Argentina tendrá mucha presión por cumplir su programa fiscal, o de lo contrario el peso unificado de esos países que no adhieren el acuerdo, comenzara a inclinar la balanza. Sucede que el FMI está hoy muy expuesto al riesgo argentino, somos el 20% de su cartera pero si sumamos toda la nueva línea de crédito que recibiríamos pasamos arriba de 45%. Es decir que somos el país donde la mayor parte del dinero del FMI esta ubicado. Y si Argentina no cumple, habrá muchas cabezas que tendrán que dar explicaciones o bien rodar. Por eso, tendremos una lupa muy grande puesto sobre nuestra economía donde las exigencias van a ser muy fuertes. La salida de Caputo es solo una pequeña señal de ello.
Adicionalmente si el FMI está presente, los agentes económicos al olfatear que algo no está bien, desconfían como viene sucediendo hasta ahora, de la credibilidad en el programa económico. Y es por ello que se van de cualquier activo argentino y se refugian en el dólar por la simple reacción de protección. Y es por eso que, cae la demanda de dinero, que sube el dólar, que sube el riesgo el país y el costo de financiamiento. Así cae el consumo y el nivel de actividad y con ello sube el desempleo. Y esto lo muestra claramente el adelanto del FMI por USD 15.000 millones en Junio, que se esfumó en menos de 3 meses y no sirvió para restablecer la credibilidad y la confianza. O sea que más nos apoya el FMI y peor es el escenario en materia de confianza, sobre todo en el mediano y largo plazo que es el que necesita el gobierno para restablecer la demanda de dinero y que la economía comience a reactivarse.
Como si esto fuera poco, el gobierno con la salida de Caputo en el Banco Central en lugar de ubicar a un hombre fuerte que comprenda que la inflación es lo peor que nos puede pasar (además de que es un fenómeno monetario como ya no se discute en el mundo y que la misma  se la previene con política monetaria responsable y se la cura con política ortodoxa contractiva), nombra a una persona que cree que la inflación se la combate con acuerdos de precios, lo cual demuestra que de inflación sabe poco y de cómo combatirla mucho menos. En definitiva, la clave será ver si el mercado le cree o no al nuevo presidente q dio en su inicio un discurso que para quienes no conocen su pasado, le podría parecer muy optimista. Pero estamos ante un gobierno que viene muy golpeado como para soportar una política monetaria extremadamente recesiva como lo indica el discurso brindado. Si la base monetaria no crece más, la tasa de interés que hoy ya está en 70, se puede ir arriba de 100 con lo que la actividad se va a desplomar de forma peligrosa. Tengamos en cuenta que los resultados de una política contractiva contra la inflación tienen un rezago importante y recién se verán para mayo o junio con suerte, mientras que en el medio la inflación será muy alta con un nivel recesivo peor. En resumen, si bien el gobierno tiene un 2018 para el olvido, es difícil pensarlo soportando un escenario tan oscuro y sobre todo tan cerca de las elecciones presidenciales.
Y las medidas adoptadas parecen no comprender las necesidades más urgentes. Si la economía necesita dólares y mayor actividad para recaudar más, con mayores impuestos a los que exportan, el efecto que se logra es el inverso, es decir contrario a lo que más necesita el gobierno que son ingresos de dólares. Ello puede llevar a que el mercado testee al BCRA llevando el dólar a niveles más cercanos a $50. Eso sin mencionar que quien sabe que tiene un impuesto, liquida menos por ende son menos dólares y menos oferta. En conclusión, a pesar de haber actuado en forma muy tardía, el gobierno debe apuntar a una fuerte baja del gasto principalmente en la política a fin de poder reducir impuestos y apuntar así a reactivar una situación donde actualmente hay un país que no permite ganar dinero, que por ello nadie invierte y por eso ni se recauda ni se genera empleo. Eso solo lo puede llevar a cabo con coraje y valentía, algo que el mercado ya descontó que no sucederá y por ende difícilmente se restablezca la confianza.

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