El rumbo del fomento forestal

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La explosión forestal que se dio en 2020, cuando el Gobierno Nacional declaró la actividad como esencial en plena pandemia, hizo que industriales de nuestra provincia duplicaran su producción sumando turnos de trabajo en sus cadenas para cubrir la creciente demanda en todo país.
La algarabía, producto de las ventas por parte de algunos actores del sector, ocultaba el descontento de los productores forestales que dejaban de producir bosques para siempre; producto de años de recibir precios bajos por su materia prima y sentirse los menos beneficiados del negocio.
La decisión de dejar los árboles fue y es irreversible. Fue costoso para el Estado convencerlos que sean parte de una cadena que no tiene rendimientos anuales como la agropecuaria. El éxodo a la yerba se había desatado.
La mano invisible del mercado les jugó una mala pasada y agravó la situación del sector forestal a mediano y largo plazo.

El Estado y el sector
Basta recorrer el interior de nuestra provincia para tener el mejor relevamiento de datos.
Las quejas son mayoritariamente las mismas: la pérdida de tiempo. Tanto para la aprobación de las carpetas, como en el desembolso de esos fondos que se ven deteriorados por el avance inflacionario.
El productor misionero al tener una chacra diversificada advierte una burocratización excesiva en la ejecución de la ley, trabas para la llegada de fondos al sector forestal, algo que no existe en la cadena agropecuaria que maneja una lógica más práctica y expeditiva a la hora de desplegar distintos programas.
Esta situación obliga a replantear las políticas a través de las cuales el Estado contiene al sector. Hoy el fomento de la actividad debe rediscutir las herramientas que hacen al entramado productivo y hacer reingeniería para frenar un colapso.
En tiempos de desregulaciones y modernización del Estado, la implementación de la Ley 27487 debería desburocratizarse, volverse eficiente, ejecutiva y darse en el marco de un emprendimiento forestal integrado que alcance la promoción de plantaciones e industrias.
Cambiar la lógica de implementación es crucial para incentivar la participación y revertir la lectura que hace el Gobierno Nacional, para quien, ante la falta de presentaciones de carpetas que soliciten planes forestales, entiende que la ley no tiene razón de ser, desconociendo que la propia burocracia es la que desalienta el proceso.
Esto lleva a otro interrogante ¿Seguir subsidiando la creación de bosques o poner énfasis en las mejoras tecnológicas de los procesos industriales que aseguren mejores rendimientos y mayor valor agregado?
El interrogante es crucial a partir de los datos presentados por la Dirección Nacional de Desarrollo Forestal que plantean lo siguiente.

Los números del país
Los últimos datos presentados por la Nación respecto a la relación del consumo de materia prima y producción industrial de 2022 mostró que los aserraderos del país utilizaron 10.930.047 metros cúbicos de madera para producir 3.857.147 metros cúbicos, lo cual en porcentaje representa un rendimiento del 35% evidenciando que la diferencia de 7.076.000 metros cúbicos fueron a parar en distintos subproductos.
Es decir de cada rollo que ingresa a un aserradero objetivamente se aprovecha un tercio.
Pero hay un dato más alarmante aún, si se analiza que del total de 3.8 millones metros cúbicos de madera aserrada en el país el 72,9% de la comercialización (más de 2.8 millones) fue en formato de tablas; solo el 27,1% fue destinados a remanufacturas.
Es decir que en su amplia mayoría estamos frente a productos con bajo valor agregado.
Los datos están demostrando en general una industria que desaprovecha la materia prima, esto en tiempos de abundancia no penalizaba, pero ante un futuro donde se avizora escasez la lógica debería mudar. ¿Debe el productor forestal pagar el bajo rendimiento industrial siendo concientes de que esa realidad, depreció el valor de la tonelada de madera, determinando el éxodo de muchos forestadores a otras cadenas?

Misiones en la escena
La provincia con su constitución minifundista tiene un desarrollo forestal ideal donde cada industria tiene una función territorial muy importante en la creación de mano obra y movimiento económico distribuido en todo el territorio, un modelo distinto al que puede verse en la región, donde priman grandes extensiones en manos de pocos grupos económicos. Estas grandes islas, mononegocios, dentro de los territorios están siendo fuertemente cuestionadas por el escaso desarrollo comunitario que generan, chocando con la premisa de la responsabilidad social empresarial.
En un legítimo afán de crecimiento los industriales misioneros invirtieron en transporte y elaboración, atomizando su esfuerzo. La producción de bosques y la tecnificación de sus líneas era la estrategia más certera, que los hubiese tornado más competitivos en cantidad y calidad, en un mercado global cada vez más exigente.
Esta falta de agregación de valor no es ajena y el propio gobernador Passalacqua en el “Taller de cierre del Programa de Sustentabilidad y Competitividad Forestal” en marzo de este año reconoció que Misiones debería ser un gran productor de muebles y afines.
El sector representa una eslabón importante dentro de la economía de nuestra provincia. Su aporte al producto bruto geográfico es determinante y su diferencial respecto a otras regiones radica en la distribución territorial del entramado industrial propiciando un rol social al movilizar los pueblos y parajes en torno a la cultura del árbol.

Actualizar la hoja de ruta
A pesar del desalentador panorama que se extiende sobre el sector forestal, existe la posibilidad de re-encausar el camino para seguir impulsando el crecimiento y el desarrollando de nuestras comunidades.
Hoy el mundo cuestiona fuertemente si las producciones forestales implantadas equilibran los tres objetivos fundamentales: el beneficio económico, el impacto social y el impacto ambiental.
La realidad forestal debe buscar una lógica de fomento que plantee un proceso de desarrollo forestal integrado.
La propuesta se encuentra de forma implícita en la norma 25080 y sus modificatorias cuando versa: “Asimismo, se podrá beneficiar la instalación de nuevos emprendimientos forestoindustriales y las ampliaciones de los existentes, siempre y cuando se aumente la oferta maderera a través de la implantación de nuevos bosques.”
La norma respecto al manejo sostenibles es clara: “Las actividades comprendidas en el régimen instituido por la presente ley son: la implantación de bosques, su mantenimiento y su manejo sostenible incluyendo las actividades de investigación y desarrollo, así como las de industrialización de la madera, cuando el conjunto de todas ellas formen parte de un emprendimiento forestal o forestoindustrial integrado.”
Reformular las políticas forestales es tarea insoslayable del Estado en trabajo conjunto con el sector privado, amalgamando las voces que integran la cadena productiva, y las comunidades donde están emplazadas, con el objetivo de lograr un desarrollo sustentable para todos.

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Con el Instituto Provincial, Misiones recupera su potestad en la economía yerbatera

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El proyecto de crear un Instituto Misionero de la Yerba Mate presentado por Carlos Rovira constituye un acto de inmenso contenido político, con dimensiones  económicas, sociales e institucionales. Trasunta una firme voluntad de ejercer autonomía en la toma de decisiones para recuperar la potestad sobre el desarrollo del cultivo tradicional que, en nuestra provincia, está en las bases estructurales de la economía agraria con agricultores y de la profunda convicción democrática de los misioneros.

Si el proyecto es Ley, Misiones recuperará a corto plazo la potestad sobre la economía yerbatera que la ley del INYM había enajenado con la norma, tan autoritaria como tramposa, de definir los precios por unanimidad. Todos sabemos que en estas dos décadas la estrategia de la industria fue delegar en la Nación la decisión final, con el famoso laudo.

Se reconoce que Rovira es un “tiempista”, es decir que sabe ajustar las necesidades con las condiciones objetivas, medir los objetivos con lo posible, lo que no es fácil en política. Y no se puede negar que presentó el proyecto en el momento político justo, cuando los grupos concentrados del sector lograron incluir en el inconstitucional DNU de Javier Milei la desregulación de la economía yerbatera.

Vale aquí una digresión para hacer una observación. El DNU que firmó el presidente Milei, como lo afirman los constitucionalistas reconocidos, incluso los doctrinariamente liberales, avasalla normas constitucionales y destruye las bases del funcionamiento republicano. Es una cuestión que no tiene aristas para un debate porque no hay dos opiniones sobre el alcance institucional del decreto. El debate entonces, si no tiene sentido en el mundo de las ideas, debe darse en el barro de la política, donde se mide la relación de fuerzas.  En una guerra no gana el más justo sino el más poderoso.

En síntesis, Milei firma el DNU porque se siente respaldado por las urnas, pero fundamentalmente por el poder económico, cada vez más concentrado en la Argentina.

Entonces, Milei firma el DNU y trata de imponerlo por la fuerza. Misiones, le responde con las armas que le dan las instituciones.

No se puede permitir no hacer nada. La desregulación destruirá los ingresos de los más de 10 mil pequeños productores de yerba que viven con sus familias en las chacras y pueblan de norte a sur el territorio misionero.

Recapitulando, hablamos de una observación: Milei justifica las medidas que contiene el DNU en la destrucción de las capacidades del Estado para liberar al individuo de las restricciones y las regulaciones. Pero, como vienen señalando intelectuales, la épica de la competencia que promueve termina cercenando la autodeterminación de las personas, con la argucia de su libertad.

El Estado nunca es neutro. Siempre defiende intereses y siempre está determinado por la lucha de clases. El débil Estado benefactor de los últimos cuarenta años, se transforma en un Estado gendarme para dar toda la libertad a los más poderosos. Las dionisíacas escenas propias del Gran Hermano de Orwell que nos mostraron a la Ministra de Seguridad y al Presidente siguiendo por las pantallas de la Policía Federal la marcha del 20 de diciembre, es la manifestación del Estado “presente”, presente como custodio de los ricos. Pero siempre hay Estado.

Volviendo a la yerba, en este contexto, creemos firmemente en la existencia de un organismo regulador de la economía de la yerba mate. Es la impronta de las luchas de nuestros productores a lo largo del siglo XX.

La creación de un Instituto Provincial de la Yerba Mate ya hubo de considerarse en Misiones, desde el cierre de la Comisión Reguladora de la Yerba Mate, CRYM, en 1991.

En los años en que tuve la responsabilidad de representar en la Cámara de Diputados a un extendido sector de la sociedad misionera, el tema fue de recurrente debate en las Comisiones.

Así como se constituyó el Instituto Forestal, también se puso sobre la superficie las debilidades del Inym que, como señalamos, con el famoso laudo, quedaba impotente para definir el precio en función de los costos de producción de los pequeños productores.

Recuerdo que, por un lado, el PAYS proponía la creación de un Fondo parecido en su funcionamiento al FET y por el otro ya, en esos años, desde el radicalismo doctrinario la creación del Instituto Provincial. Pero había muchos obstáculos a superar. Desafiliar a todos los actores de la cadena del Inym era el principal ya que, su creación a principios de siglo fue el resultado de un firme resistencia y movilización de los productores para poner un límite a la “libertad” que tenían los grandes molinos para fijar el precio antojadizamente.

Admitíamos entonces que abandonar el Inym podría haber sido una medida drástica para Misiones, pero lo que era cierto y sigue siendo cierto es que Misiones perdió la potestad de regular el precio de la yerba y que en la provincia no podemos solucionar este problema; cada que aparece este tema, le decimos al sector que no lo podemos resolver porque le delegamos esa potestad a la Nación.

Hoy esa potestad, entonces delegada por Ley a un ministro de la Nación, la tendrán las marcas concentradas.

Pero lo que hay recordar siempre es que la yerba es un recurso natural provincial y que este recurso es de la Provincia y no de la Nación y no de pocos molinos.

El proyecto de crear un Instituto Provincial de la Yerba Mate despierta una esperanza concreta.

El Instituto Forestal como espejo

Estamos convencidos de que un Instituto Misionero de la Yerba Mate será una buena herramienta para cumplir con los fundamentos de la creación del Inym. Es posible porque Misiones tiene todavía el 90 porciento de la producción.

Vale como espejo lo que venimos haciendo en el Instituto Forestal Provincial, desde su génesis legislativa y su puesta en funcionamiento hace ya tres años, el objetivo fue crear las condiciones para que el desarrollo económico y social de pequeños y medianos productores e industriales de nuestra provincia. Enfrentando la acción monopólica que condicionaban el mercado en favor de pocos, contenidos en la consigna de dejar todo librado al mercado que oferta y demanda se equilibren. La mano invisible no equilibró y tampoco produjo el derrame anunciado. 

En ese contexto la conformación del Infopro se consolidó como un logro para el sector, ya que sentó en su Directorio a todos los representantes de la cadena. Productores, trabajadores, cooperativas,  industrias y el Estado juntos para debatir y definir las políticas forestales. Cara a cara, con diálogo y poniendo números sobre la mesa.

El debate con base técnica propuesto desde el Instituto produjo un sismo en un sector que utilizaba el sistema “cacho decimal” (un cachito más, un cachito menos) para definir muchas de sus prácticas. Los inicios fuimos muy resistidos, hasta que se entendió la lógica y la necesidad de que los debates sean con datos que respalden posiciones. Siempre buscando la sustentabilidad de toda la cadena, comenzando por el eslabón más débil. El tiempo transcurrió y la gimnasia del debate con argumentos propició que todas las definiciones de precios salgan por unanimidad, con acuerdo de todos los integrantes del Directorio. Condición que a diferencia del Inym no es necesaria, las votaciones del Infopro se definen por mayoría simple. La conjunción del trabajo entre los sectores público y privado es posible, el diálogo es la herramienta.

El Infopro, como así también el futuro Imym, es la respuesta misionera en la misma línea que vienen implementando las grandes potencias, las que disponen mecanismos que resguardan su producción local y sus mercados internos. La desregulación económica y la apertura indiscriminada es una acción que va a contra mano de lo que experimenta la económica a nivel internacional. En un mundo convulsionado, la respuesta siempre es local.

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Contra el centralismo porteño

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La designación de un empresario, sin trayectoria política ni compromisos con las luchas populares, como director ejecutivo de la Entidad Binacional Yacyretá ha revelado la persistencia de prácticas anquilosadas  del centralismo porteño en la toma de decisiones del Gobierno Nacional.El centralismo porteño tiene una significación histórica que es más que simbólica para los pueblos de provincias como Misiones que desde la organización nacional después de Caseros ha sido condenada a suministrar mano de obra y recursos naturales baratos a las grandes ciudades.Lógica que no se ha roto en la toma de decisiones de los movimientos populares del siglo XX que más allá de logros históricos en la construcción de un país más justo siempre se vieron ganados por lo urgente para postergar lo necesario.  No negamos los legados históricos ni las tradiciones del radicalismo, el justicialismo y socialismo democrático, más nos identifican, pero somos conscientes que la crisis de representatividad que implosionó el sistema de partidos a principios de siglo obliga a revisar las prácticas políticas en defensa de los principios de justicia y libertad.Esa práctica nefasta que calificamos como centralismo porteño entendemos está en el núcleo de los debilitamientos de los gobiernos populares que terminan en nuevos ciclos conservadores y neoliberales.El centralismo porteño es un método de organización que se corresponde con la idea de la revolución desde el Estado. Pero hay que aprender de la historia, aún de la más reciente. El poder concentrado en la Casa Rosada o en los comité de Buenos Aires, siempre ha terminado obturando la dialéctica entre pueblo y dirigencia, propia del centralismo democrático, que construye la toma de decisiones en base a debates que fluyen de abajo hacia arriba, de la periferia al centro. No puede haber disciplina partidaria si las decisiones políticas de los órganos superiores de cualquier frente o partido no son tomadas en consenso y sin respetar la libertad de crítica.Alberto Fernández parece haberlo tenido claro. Ya antes de haber sido elegido como candidato del campo popular sostenía argumentos que pueden resumirse en su frase: “soy el más federal de los porteños”.  Dirigentes, militantes y simpatizantes del radicalismo popular de Misiones, en su momento resistimos, por constitución ideológica y ética, los mandatos del Comité Nacional de la UCR cuando la orden era votar por Macri y resistimos mandatos del Comité Provincial en la misma sintonía gorila. Identificados con las luchas por el federalismo y la democratización de los partidos, nos sentimos nuevamente sorprendidos, más que por las designaciones decididas en Buenos Aires en cargos de relevancia política, por la vigencia de esas prácticas avasallantes del centralismo porteño, que, desde Avellaneda y Juárez Celman sabemos es también ejercido por provincianos cooptados por el sistema.  No es el poder central el que conoce las prioridades y necesidades de cada provincia, sino cada organización política local.Que quede claro que no hacemos política como un juego de disputas personales, sino como una responsabilidad y compromiso que asumimos en nuestras constituciones subjetivas. Reivindicamos y hacemos política desde jóvenes a pesar de la carga antipolítica del sentido común que ha logrado en nuestro país poner bajo sospecha a cualquiera de nosotros dedicados a la política.Reiteramos no hacemos política por los cargos, pero sí entendemos que la lucha política en esta etapa histórica de nuestro país tiene centralidad en ganar los gobiernos para manejar el aparato del Estado.Ganar el Gobierno no es ganar el poder, los gobiernos pasan el poder queda.Por eso hablamos de la centralidad de la lucha por manejar al Estado que nunca es  neutral.Y en este sentido los cargos políticos que forman parte del nivel de los órganos superiores de una Administración pública cualquiera, adquieren una significación asociada al proyecto político que ganó las elecciones.El viernes negro de la gestión Fernández que tuvo sus causas precisamente en la falta de compromiso de los funcionarios de segunda línea de la Anses con el proyecto político, debe servir de experiencia.  La forma de provisión de los cargos de designación política debe fundamentarse básicamente en la confianza, pero no personal como la que generan las amistades sino en la confianza política que no nace de un repollo sino de las trayectorias y las relaciones que van construyendo la militancia política. En base a estas interpretaciones consideramos que las designaciones en la EBY, el INYM y el FET debieron haber sido al menos consultadas con el Frente de Todos de Misiones.Hacemos pública estas observaciones porque el mismo Presidente pidió que le hagamos saber de los eventuales errores de gestión. Lejos estamos de la intención de debilitar el frente popular. Al contrario. Divulgamos nuestra interpretación para fortalecerlo en el debate desde las bases..

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Inmenso

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Repensar y madurar preceptos politicos y profundas convicciones no es detenerse, todo lo contrario. Analizar para madurar no debilita la acción, todo lo contrario, la potencia.

El triunfo del Frente de Todos es inmenso. Entender el contexto en que se dio es imprescindible. Europa marcha cada vez más hacia la derecha y las últimas elecciones parlamentarias muestra el crecimiento de la extrema derecha como respuesta a los problemas económicos sin solución.

Una vez más aparecen la xenofobia y los intentos separatistas -Brexit, Cataluña- como mecanismo para aislarse de la realidad creyendo que con ello se evita lo inexorable. Latinoamérica no es la excepción.

También ha girado a la derecha en los últimos años buscando en el neoliberalismo las mismas soluciones que, ya ha comprobado muchas veces, nunca llegan.Todo lo que pasa en Europa y en América repercute profundamente en Argentina, un país que “vive” mirando y buscando soluciones afuera. A todo ello debemos sumar las renovadas presiones de Estados Unidos en la región, que ya no incluyen golpes de estado al viejo estilo militar, pero si encubiertos por su nuevo sistema de guerra jurídica-mediática llamada lawfare. 

La puja con China y Rusia se ha trasladado al patio trasero y como todos sabemos será cada vez más cruenta. Con todo este escenario externo adverso, la oposición aún tenía un desafío mayúsculo: unificar un frente para intentar construir una alternativa válida al modelo propuesto y sostenido desde afuera. Y lograron hacerlo.

Por más que se trate de simplificar, el Frente de Todos es mucho más que el peronismo, sus constantes referencias a Lula, Evo y Mujica dan prueba de ello. El triunfo es inmenso por todo lo adverso y por el “momento” político de la región.

Es  inmenso porque Macri representa en nuestro país, lo que Bolsonaro y Piñera representan en sus países: el intento de dar respuesta a los problemas aislando y marginando a inmensa parte de la sociedad aumentando la desigualdad y la injusta distribución de la riqueza. Sirve de muestra el mapa del país con las victorias de cada candidato. 

Pero este inmenso triunfo electoral, impensado hace un año y medio atrás, deberá atravesar el desierto con todo tipo de desafíos y con el modelo neoliberal agazapado y esperando. No es casual que por éstas horas se hable más de la “excelente” elección del presidente en funciones que pierde -aún manejando todos los resortes del poder-  que del inmenso triunfo arduamente construido por los ganadores. 

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Regreso al Futuro

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“Que se vayan todos, que no quede ni uno solo” era la consigna que más se escuchaba aquellos 19 y 20 de diciembre de 2001, cuando el pueblo argentino, luego de una larga noche neoliberal, le decía basta a una clase política corrompida que en una década dilapidó gran parte del capital social acumulado durante un siglo.

Un 20 de diciembre Fernando de La Rua, entonces presidente de la República Argentina, huía en helicóptero por los techos de la Casa Rosada, mientras un pueblo entero, tomaba las riendas de su destino como nación enfrentando la represión de un Estado de Sitio declarado que no pudo frenar la rebeldía popular.

Desde aquel entonces, las cosas no fueron igual en Argentina. Aunque algunos se fueron, otros se quedaron e, incluso, muchos otros políticos volvieron, lo cierto es que en Argentina, esas jornadas históricas deberían haber marcado un fuerte llamado de atención para cualquiera que detente el gobierno en el país. Desgraciadamente 18 años después estamos ante un escenario que se aproxima cada vez más a esos años de crisis y por ello creo conveniente repasar el pasado para entender el futuro.

¿Fue un reclamo de mayor democracia o un estéril grito de antipolítica?. Fue un debate sobre el frontal repudio a los partidos y su ejercicio del poder que mostró la gente en las calles, con la cacerola y a los gritos. “Que se vayan todos, que no quede ni uno solo”, se coreaba en todas las protestas, en alusión, claro está, a los políticos. La consigna aglutinadora del descontento social fue expresión de la crisis de representatividad de Argentina pero además: ¿fue injusta, reduccionista o destructiva?.

Los caceroleros  no eran un manifiesto de la antipolítica, por el contrario, la frase intentaba expresar la exigencia de la “apertura del juego democrático”. Si lo escuchabas (el que se vayan todos) suelto parecía infantil, sin objetivo ni dirección pero tenía  que ver con un modelo económico y político que no daba para más. 

Los analistas sociales Federico Schuster y Fortunato Mallimaci discrepaban por esos días, sobre la pertinencia de la consigna. Al primero le parecía “justa, entendible y justificable”. Al segundo, “confusa y simplificadora de una realidad compleja en un momento crítico”. Ambos coincidían en que expresaba el hartazgo y la falta de credibilidad en la clase política y en que era difícil prever qué sector iba a explotar su poder de convocatoria. “Estábamos en una situación negativa de desmovilización, ahora podemos mirar el lado positivo”. 

Mallimaci, menos esperanzador, vislumbraba el fantasma de la cultura autoritaria de la sociedad argentina. “No veo que la consigna incluya a los empresarios, a los dirigentes sindicales y religiosos que también fueron parte de este sistema. Creo que puede llevar a más o menos democracia, y que hay un grupo de gente que anima la consigna para alentar el descreimiento de la política partidaria y dejarnos a merced de los virtuosos no contaminados que pueden encarnarse en algunos comunicadores sociales, militares o empresarios”.

Para el sociólogo no se trataba de destruir la representación sino de reconstruirla. La historia muestra que ese tipo de experiencias (las asambleas) son importantes al principio, como espacio de creación, pero que para que haya participación masiva hay que buscar representantes, si no se canaliza en una estructura más tradicional es puro romanticismo.

Carlos “Chacho” Alvarez fue uno de los que se fue. Pero su renuncia a la vicepresidencia de la Nación tampoco fue aceptada por los caceroleros. “Es uno más de la partidocracia asquerosa”, decían. “El rechazo es contra la corporación política y creo que la respuesta es llamar a elecciones sin listas sábana”. ¿Quiénes reemplazan a los que están si todos se van? Los asambleístas reconocían que el futuro era incierto, apostaban a que de los barrios pudieran salir nuevos dirigentes que acompañen “al puñado que se puede salvar”, especulaban con que las comisiones barriales pudieran ser el prototipo de un organismo de control, reconocían que si se devolvían los ahorros algunos vecinos perderían interés por la movilización pero, sobre todo, rescataban que algo nuevo estaba surgiendo.

“Veo que en las asambleas hay mucha gente de mi generación participando activamente. Somos parte de los que fuimos desaparecidos o eliminados como personas en la dictadura y estuvimos todo este tiempo hechos unos burgueses de mierda. Ahora queremos construir nuevos caminos y eso es algo rico”, sintetizaba Susana, una vecina del Cid Campeador.

Agosto del 2019. Contra todo pronóstico de analistas, periodistas, politólogos y políticos, el 2001 está de vuelta. La economía real ya fue devastada. La crisis de deuda y el consiguiente default amenaza con llevarse puesto el sistema financiero. La realidad de miles de argentinos –escondida por la asistencia social- pone en jaque la paz social. Como ya sabemos, ésta secuencia terminará impactando en el sistema político.

No se aprendió del pasado. No se quisieron ver las señales de alerta que pululaban por todas partes. Ahora sólo resta esperar a que la sociedad esté varios pasos delante de su clase dirigente y pueda pacíficamente amortiguar lo que viene.

(*) abogado diputado MC

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