Luis Pastori

Diputado provincial y nacional (M.C.)

Panorama fiscal del primer trimestre 2024: “Así cualquiera” 

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De acuerdo con un informe de la Oficina de Presupuesto del Congreso, durante el primer trimestre del año (ene-marzo 2024) el Gobierno nacional mejoró sus resultados tanto primario como financiero respecto al mismo período del año 2023. El resultado primario acumulado fue de $3,4 billones en tanto que el financiero acumulado fue de $0,7 billones, ambos superavitarios. 

El resultado primario es la diferencia entre ingresos y gastos sin considerar el pago de los intereses de la deuda pública (es como hacer de cuenta que no existiera deuda). En tanto el resultado financiero es la diferencia entre los recursos y gastos totales, dando como resultado superávit o déficit fiscal según sea el signo positivo o negativo.  

Sin embargo, surge una luz amarilla. Si tomamos los números solamente del mes de marzo, ambos resultados fueron negativos sosteniéndose en los buenos datos del primer bimestre, en particular de enero. 

Estos resultados del primer trimestre resultan de una caída del 4,1% interanual real de los ingresos totales pero compensados con una caída de los gastos totales de un 30,7% interanual real. El término “real” significa descontado el efecto inflacionario. 

¿Cómo se llegó a ello? Con una mezcla de “motosierra” más “licuadora” en niveles sin precedentes. Los recortes más pronunciados se computaron en: 

a) Gastos de Capital en un 83,3%. Aquí lo más afectado fueron las erogaciones por obra pública prácticamente paralizada -en rigor, ya habían comenzado a ralentizarse o suspenderse en los últimos tiempos de la gestión Alberto Fernández-, pero que con Milei directamente desaparecieron. 

b) Transferencias a Provincias en un 85,1%. El desplome abarca tanto a las transferencias automáticas (como la coparticipación) como a las no automáticas (mal llamadas discrecionales). Para Misiones, el derrumbe de transferencias automáticas al 15 de abril es del 22,5% real interanual en tanto que las no automáticas se desmoronaron en un 99,9%. El efecto combinado de ambas implicó para Misiones una pérdida de recaudación de $63.784 millones acumulado en el primer trimestre (Fuente: Consultora Politikon Chaco) 

c) Subsidios Económicos (energía y transporte) con una caída del 57,9% real interanual. Lo sentimos (y sufrimos) con la factura de luz siempre cara en Misiones y el precio del boleto de colectivos urbanos. 

d) Haberes Jubilatorios: los no compensados por bonos sufrieron una baja real del 42% interanual en el trimestre, mientras que los haberes con bonos se redujeron un 27,8% real en el mismo período. Ello, como consecuencia del desacople entre la dinámica inflacionaria y la (muy mala) fórmula de movilidad del gobierno peronista (el haber promedio del primer trimestre tuvo una actualización nominal del 117,6% interanual, mientras que la inflación promedio del trimestre fue del 275,4% interanual. 

e) Transferencias para obras públicas a provincias, municipios y Empresas del Estado, así como equipamiento educativo, se redujeron más del 90%. 

f) Gastos en Personal (sueldos empleados públicos nacionales) tuvieron una caída del 16,8% real interanual. 

En palabras de mi abuela: Así cualquiera”. Los datos preliminares de los primeros quince días del mes de abril muestran la continuidad del derribo de la recaudación tributaria fruto de la recesión económica, especialmente de los tributos coparticipables como el Impuesto a las Ganancias. Los ingresos públicos hoy se encuentran sostenidos por impuestos distorsivos y no

coparticipables como el Impuesto PAIS, el Impuesto al Cheque y los Derechos de Exportación. 

Urge entonces transparentar la política fiscal, para lo cual es fundamental que el Poder Ejecutivo envíe en breve el proyecto de Presupuesto 2024 injustificadamente demorado y una reforma tributaria integral tantas veces anunciada y tantas veces postergada.

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Que la excepción no sea permanente

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La Cámara de Diputados buscará sancionar esta semana el proyecto de ley de Solidaridad y Reactivación Productiva que incluye la Emergencia Económica, un recurso legal que le da amplios poderes al Poder Ejecutivo para, entre otras cosas, para reasignar partidas y modificar eventualmente impuestos.

En la próximas horas el Congreso Nacional estará ocupado en el debate de un proyecto de ley, el primero enviado por el nuevo gobierno, del cual ha trascendido hasta ahora solamente su rimbombante nombre: “Ley de Solidaridad Social y Reactivación Productiva en el marco de la emergencia económica”, y que esconde bajo tan llamativa y ostentosa denominación lo que en la jerga se conoce como “superpoderes” que se delegan del Legislativo al Ejecutivo. 

Es una verdadera lástima que el proyecto liminar de la nueva administración persiga el otorgamiento de facultades extraordinarias que no condicen con el momento que vivimos, pero que además se enmarca en un contexto en el que el oficialismo cuenta con mayoría en el Senado y es primera minoría en Diputados con el apoyo de otros bloques con los que lograría también la mayoría requerida para aprobar leyes. Quiero referirme en particular a la llamada “emergencia económica” cuyo inmediato antecedente es la ley 25.561 del 2002 (Duhalde) que iba a regir por dos años, pero que fuera sucesivamente prorrogada por los gobiernos kirchneristas y habiendo nalmente vencido el 31/12/2017 no fue continuada por la administración Macri. 

Es decir que esta “emergencia” duró nada menos que dieciséis años, convirtiendo la excepción en una regla, atravesando épocas de crecimiento de la actividad económica a “tasas chinas” con superávits scal y comercial. Cabe entonces hacerse la pregunta obligada: ¿estamos hoy realmente en una situación de emergencia, parecida a la que vivimos en Argentina en el año 2001, y que por lo tanto exigiría una nueva medida de excepción como la que se dejó sin efecto hace menos de dos años? 

Para dilucidar ello recordemos cuales son las “sombras” que oscurecen el panorama actual. Básicamente: a) la caída de la actividad económica en promedio los últimos cuatro años del 1,2% (en el período 1984/2019 cayó en 15 de los 36 años); b) La pobreza aumentó en los últimos cuatro años del 30 al 36%, con un promedio de 36% anual desde 1984, c) la inación aumento del 28 al 55% pero el promedio 1984/2019 es del 68%, d) el desempleo al segundo trimestre 2019 es del 10,6% siendo el promedio de los últimos 36 años del 11% y e) una deuda pública con problemas de liquidez y no de solvencia y que debe ser reestructurada. 

Sin embargo, podemos contrastar estos datos claramente negativos de situaciones que la anterior gestión no pudo solucionar con las “luces” que signican importantes logros que no pueden ser minimizados.  Veamos: a) baja del décit fiscal primario del 5,8% del PIB en 2015 a menos del 1% este año; b) baja del gasto público primario del 5,5% del PIB (especialmente en subsidios a la energía y el transporte); c) baja del décit scal total del 5.1% en recaudación de impuestos nacionales del 40,5% en 2015 al 49,5% en 2019; e) equilibrio energético; f) baja de la presión impositiva del 31 al 28% del PIB (baja en las alícuotas de ganancias para sociedades y suba del mínimo no imponible para personas humanas; baja en las alícuotas de Bienes Personales y suba del mínimo no imponible; baja de las retenciones a las exportaciones -soja del 35 al 24% y el resto del 22 al 6%-; mínimo no imponible para las cargas patronales; impuesto al cheque a cuenta de Ganancias); g) balanza comercial superavitaria y el décit de la cuenta corriente cercano ya al equilibrio; h) tipo de cambio competitivo; i) nuevos acuerdos comerciales con la Unión Europea y el EFTA. 

Las políticas públicas se pueden discutir, pero los números no tanto. Volvemos entonces a la pregunta clave: ¿estamos realmente en una situación de emergencia tal que amerite delegar poderes al Ejecutivo como los que pretende la administración Fernández?. Entendemos que no. Que lo excepcional no puede ser permanente. Que estamos en una coyuntura difícil, compleja y delicada: SI. Pero en emergencia: NO. Por ello, se equivoca el nuevo gobierno en su primer apuesta grande. Equivocación que, nuevamente, la terminaremos pagando todos los argentinos. 

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El deber del nuevo Presidente de continuar con los avances obtenidos

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Después de 91 años, un gobierno no peronista elegido democraticamente culminó su mandato en tiempo y forma. Los cuatro años del gobierno de Cambiemos liderado por Mauricio Macri, representaron todo un desafío para propios y ajenos, ya que en primer lugar, se gobernó con minorías parlamentarias en ambas cámaras, y en segundo, el logro de los consensos requirió no solo de acuerdos con la oposición peronista que siempre tuvo mayoría, sino también con las tres grandes fuerzas que confluyeron en el frente: UCR, PRO y Coalición Cívica.

Como todo gobierno, el que terminó esta semana tuvo sus aciertos y sus errores. En el presente artículo me quiero detener principalmente en algunos de los aciertos que consideramos importantes, es decir, en los avances que permitieron notables mejoras para los argentinos, y que creemos, el Presidente electo tiene el deber y la oportunidad de mantenerlas y mejorarlas, y no de paralizarlas o destruirlas. La consolidación de estas políticas que paso a enumerar a continuación, deben ser las bases para la consolidación de verdaderas políticas de Estado que perduren en el tiempo, sin importar el color político de quién gobierne.

MÁS COPARTICIPACIÓN A LAS PROVINCIAS: en estos cuatro años se construyó un verdadero federalismo en el país, donde las Provincias pasaron a depender menos de los arbitrios del Presidente de turno. Si en 2015 las transferencias automáticas llegaban al 40,5% de la recaudación federal, en 2019 estas transferencias representan el 49,5%. Este mayor envío de recursos permitió a las Provincias atender mayores demandas sociales y mejorar sus cuentas, ya que en 2015 el resultado financiero de todas las Provincias fue deficitario en un 0,7% del PBI, mientras que en 2019 terminan con un superávit global del 0,2%.

POLÍTICA AEROCOMERCIAL EFICIENTE Y FEDERAL: hubo una estupenda revolución en los vuelos de cabotaje, a partir de una mayor inversión y reordenamiento de Aerolíneas Argentinas, como así también, de la convocatoria a volar a nuevas empresas, que permitieron el aumento de las rutas áreas entre 2015 y 2019, pasando de 162 a 269, y el aumento de pasajeros en vuelos de cabotaje, que pasaron de 10,4 a 16,4 millones. Este aumento en la cantidad de pasajeros de cabotaje, se hizo con una visión más federal, ya que en 2015 solamente 0,6 millones de pasajeros no pasaron por CABA en sus vuelos, y finalizando el 2019 la cantidad asciende a 1,5 millones.

INTEGRACIÓN CON EL MUNDO Y AUMENTO DEL INGRESO DE DÓLARES. Una de las debilidades de nuestro país, es la falta de dólares. Al finalizar el 2015, el déficit en la balanza comercial llegó a los 3.420 millones de dólares, el déficit en la cuenta corriente a 2,7% del PBI, y las reservas brutas en el Banco Central llegaron a 25 mil millones de dólares. Este 2019 Cambiemos deja el país, con un superávit en la balanza comercial de 16.100 millones de dólares, un menor déficit en la cuenta corriente del 0,9% del PBI, y mayores reservas en el Banco Central con 43 mil millones de dólares. Gran parte de este saneamiento se llevó adelante con una política inteligente de integración con el mundo, que se reflejó en más acuerdos comerciales que en 2015. En cuatro años, pasamos de tener alianzas comerciales con un 10% de la economía global, a tenerlas con un 33%. Se deja de esta manera, una excelente base para la expansión de nuestras exportaciones en los próximos años, y el correspondiente ingreso de dólares a nuestra economía.

LUCHA CONTRA EL NARCOTRÁFICO Y LA INSEGURIDAD: a partir de una mayor inversión, una revalorización y un mejor trato a nuestras fuerzas federales, hubo grandes avances en la lucha contra el delito organizado. Esto se puede ver por ejemplo, en el aumento de las incautaciones de droga que hubo entre el 2015 y el 2019, pasando de 11.175 a 28.108, y en la recuperación de autopartes robadas a partir de allanamientos en desarmaderos, que pasaron de 3 en 2015 a 75 en 2019. También se observan avances en la política de seguridad; si comparamos los datos anuales de secuestros, estos bajaron de 294 en 2015 a 32 en 2019; si lo hacemos con la tasa de homicidios cada 100 mil habitantes, estos bajaron de 6,6 a 5,0 en cuatro años; si lo hacemos con las muertes por hechos de violencia en espectáculos deportivos, estos bajaron de 27 a 4 en cuatro años; y si vemos los civiles muertos por fuerzas de seguridad cada 100 mil efectivos, estos también tuvieron una baja de 8,6 en 2015 a 3,7 en 2019.

FRENO A LA CORRUPCIÓN: si hubo un tema donde se produjeron cambios radicales fue en la lucha contra la corrupción. Para generar menos incentivos hacia la comisión de este delito, se atacó a una de sus principales causas: el sobreprecio en la obra pública, y su correspondiente retorno a la clase política. Fue así que a partir del 2016, las obras públicas nacionales bajaron sus costos con la puesta en marcha de licitaciones abiertas, digitales y con pliegos gratuitos, que evitaron la colusión de empresas y permitieron una competencia real entre las mismas para ofrecer el mejor precio al Estado. El siguiente dato nos refleja el gran avance que hubo en la disminución de las prácticas de corrupción, que se reflejaron en el ahorro de millones de recursos, que pudieron destinarse a otras áreas: en 2015 el precio promedio pagado por cada kilómetro de ruta fue de 4,6 millones de dólares, mientras que en 2019 fue de 2,3 millones.

ESTADÍSTICAS CREÍBLES Y TRANSPARENCIA EN LOS ACTOS DE GOBIERNO. Finalmente me quiero referir a un simple pero fundamental avance del gobierno liderado por Mauricio Macri: la re construcción de un INDEC con estadísticas creíbles para toda la población. Este hecho fue la clave para todas las políticas públicas que se implementaron en los últimos cuatro años, y que tendieron hacia una mayor transparencia en los actos de gobierno: la Digitalización de trámites en la Administración Pública, la sanción de la Ley de Acceso a la Información Pública, el aumento de la designación de cargos en el Estado realizados a través de concursos, entre otras medidas.

Los avances están a la vista, y cuentan con un gran apoyo de la población. Creemos que el nuevo presidente Alberto Fernández tiene el deber, pero sobre todo la oportunidad de continuar con las mismas, y construir así verdaderas políticas de Estado.

Luis Pastori. Diputado Nacional UCR-Juntos por el Cambio

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Opáma (se acabó) el “misionerismo”

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Desde hace un par de elecciones, la renovación provincial se autoadjudicó representar al conjunto de todos los misioneros utilizando el apelativo “misionerismo”, como parte de un marketing político que apunta a la estrategia de un partido único.

El llamado “misionerismo” dio para cualquier cosa. Todavía está fresco en la memoria, la relación totalmente mimetizada con el kirchnerismo durante el período 2003-2015, donde sus legisladores nacionales se integraron al interbloque del entonces “Frente para la Victoria” acompañando sin chistar los mandatos de Néstor primero y de Cristina Kirchner después.

Con la llegada de “Cambiemos” al poder, rápidamente cambiaron su alineamiento bajo la consigna: “gobernabilidad con gobernabilidad se paga”; sus legisladores nacionales formaron entonces un bloque propio desde donde brindaron apoyos en forma selectiva para la aprobación de ciertas leyes y, al igual que la gran mayoría de las provincias, gozaron de los favores del período de mayor federalismo fiscal de los últimos 30 años, lo que les permitió recomponer las finanzas y pasar del déficit a un superávit fiscal inédito.

Al llegar las PASO 2019, el “misionerismo” se expresó –en palabras del gobernador Passalacqua- pidiendo en un spot: “meté los cuatro diputaditos (sic) de la renovación…y a nivel nacional hacé lo que te plazca… no hay voto equivocado a nivel nacional.. cualquier voto es el correcto..”

El resultado fue que la renovación perdió -por primera vez desde su constitución- unas elecciones a cargos de representación nacional, saliendo en tercer lugar detrás del Frente de Todos y de Juntos por el Cambio, lo que le permitiría, de repetirse el resultado en octubre, renovar una sola banca de las cuatro que había logrado en 2015 y disminuyendo en 50 puntos la cantidad de votos obtenidos solamente dos meses antes en las elecciones provinciales.

Semejante catástrofe electoral hizo que el “misionerismo” entrara en profunda crisis, por lo que, para las elecciones del 27 de octubre, la “boleta corta” ya dejó de ser la boleta inteligente y la del sagrado respeto al voto del misionero.

Entonces, la “boleta corta” de agosto se reemplaza ahora por la “boleta corta con corta” de octubre, un verdadero “mboyeré” (mezcla de cosas sin orden aparente) que busca de forma rebuscada inculcar que se debe agregar a la boleta de los “diputaditos” renovadores una y sólo una boleta presidencial: la de la fórmula Fernández-Fernández, para lo cual instruyen a sus votantes que primero deben cortar la categoría presidencial en aquella que presenta el “Frente de Todos” (la primera “boleta corta”) y luego agregar la de los diputados renovadores (la segunda “boleta corta”).

Asistimos así a una disputa entre dos sectores para ver quien es más peronista, si el que lleva como primera diputada nacional a Cristina Brítez que aparece como la única avalada por CFK, o la que encabeza Diego Sartori de la Renovación, que es la preferida de Alberto, al punto que en los carteles renovadores esconden a Cristina, la candidata a vicepresidente.

En síntesis, el otrora poderoso electoralmente “misionerismo” termina patéticamente formando parte de la interna peronista fruto de su falta de convicción ideológica y de estrategias equivocadas.

El “proyecto misionerista” termina agonizando al enfrentarse con la realidad: no hay provincia viable sin un proyecto de país serio y sustentable. Y no todo es igual.

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Alberto, los Gobernadores, la rana y el escorpión

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La conocida fábula “La rana y el escorpión” atribuida a Esopo, cuenta que estaba una rana sentada en la orilla de un río, cuando se le acerca un escorpión que le dice: – Amiga rana, necesito cruzar el río. ¿Podrías llevarme en tu espalda? – No. Si te llevo en mi espalda, me picarás y me matarás. -No seas tonta -le respondió entonces el escorpión- si te picase, me hundiría contigo y me ahogaría. Ante esta respuesta, la rana accedió. El escorpión se colocó sobre la espalda de la rana y empezaron a cruzar el río. Cuando habían llegado a la mitad del trayecto, el escorpión picó a la rana. La rana, al sentir el picotazo y darse cuenta que iba a morir, le preguntó al escorpión: -¿Por qué me has picado, escorpión? ¿No te das cuenta de que tú también vas a morir? A lo que el escorpión respondió: – Rana…mi amiga, no lo pude evitar, porque es mi naturaleza.

La moraleja nos dice que, aunque el sentido común dicte lo contrario y acabes perjudicando a los demás e incluso a ti mismo, no puedes dejar de ser quien sos, es tu naturaleza.

Las recientes actitudes de diferentes actores de la vida política argentina, se parecen demasiado a la conducta del escorpión. Veamos:

Alberto Fernández, que adquirió notable relevancia luego del volumen de votos obtenido en las PASO del 11 de agosto pasado, sabe que todo lo que diga o haga pasa a tener repercusión inmediata en los mercados y consecuentemente en la vida de cada argentino en momentos tan complejos.

El aguijón dirigido a picar al gobierno (pero que termina afectando a la población), revela como pocas veces la mezquindad en el proceder de quien se autodefine como un “moderado” pero a poco de andar, no tiene elección posible: su naturaleza es más fuerte que el “acting” del supuesto templado y prudente candidato, exteriorizada en declaraciones de una perversidad inmensa como las expresadas ante las autoridades del FMI, o la prensa extranjera.

Los gobernadores K y asociados en tanto, no van a la zaga, aún después de haber gozado cuatro años de un federalismo fiscal que les devolvió no solo recaudación, que legítimamente les corresponde, sino lo más importante: la dignidad de no tener que arrodillarse todos los meses ante el poder de turno para “volver con una anchoa” (Mario Negri dixit).

Ello hizo que, de ser globalmente deficitarias a diciembre de 2015 pasen a ser globalmente superavitarias en 2018, incluso muchas de ellas como Misiones, aún luego del pago de los intereses de la deuda.

Sin embargo, el aguijón del escorpión estaba latente, escondido y disimulado. Bastó un resultado electoral para que salga a relucir su naturaleza de maldad intrínseca y buscar inocular el veneno que, de prosperar, hundirá no sólo al gobierno (la ingenua rana del cuento), sino también a todo el pueblo argentino que está a bordo del barco.

Existe sin embargo un antídoto que es más fuerte que el veneno más poderoso de los escorpiones de toda laya. Y es la voluntad del pueblo argentino, que sabrá expresarse y responder a las provocaciones y actitudes mezquinas de quienes pretenden gobernar sobre supuestas ruinas. Esta voluntad es la que puede cambiar definitivamente el destino de una Nación, que requiere dirigentes que, en honor al delicado momento que vivimos, nos muestren un camino con un horizonte despejado de escorpiones a los que, más temprano que tarde, les aflora la voluntad de inocular su veneno, simplemente porque es su naturaleza.

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