El crédito al sector privado vuelve a crecer, subió 1,3% en septiembre y muestra señales de recuperación
Según el informe mensual del Banco Central, la mejora estuvo impulsada por los préstamos en moneda extranjera y por un repunte sostenido del crédito hipotecario. Sin embargo, la morosidad de las familias alcanzó su nivel más alto desde 2010.
Recuperación del crédito: desempeño heterogéneo y fuerte avance en moneda extranjera
El saldo real del crédito al sector privado registró en septiembre una suba del 1,3% al promediar los préstamos en pesos y en moneda extranjera, de acuerdo con el informe mensual del Banco Central de la República Argentina (BCRA), difundido con datos del noveno mes del año. La mejora ocurre en un contexto de recomposición paulatina del financiamiento tras el retroceso registrado durante 2023 y comienzos de 2024.
En el universo de préstamos nominados en pesos, el incremento mensual fue del 0,5% frente a agosto, mientras que la comparación interanual mostró un repunte del 47% contra septiembre de 2024. El avance, no obstante, fue “heterogéneo”, según detalla el documento:
- Préstamos con garantía real: +3,2% mensual.
- Líneas al consumo: sin variaciones significativas.
- Préstamos comerciales: -0,7%.
El dinamismo mayor provino de los créditos en moneda extranjera, que crecieron 3,2% mensual y 147,1% interanual, con los bancos privados nacionales liderando el proceso de expansión. Al integrar ambas denominaciones, el sistema financiero mostró una recuperación consolidada que llevó el saldo total a un alza de 1,3% en septiembre.
Hipotecarios en alza y depósitos en expansión: señales de normalización financiera
El informe del BCRA también destacó el renovado movimiento del crédito hipotecario. Mientras en septiembre se incorporaron 4.700 nuevos deudores, cifra que representó un 11,6% más que en agosto. En los últimos doce meses, el sistema sumó más de 41.200 nuevos tomadores, un indicador clave para la reactivación del financiamiento de largo plazo.
En paralelo, los depósitos bancarios también mostraron dinamismo. En pesos aumentaron 2,4% real mensual —y 17,1% interanual— con un fuerte salto en las cuentas a la vista remuneradas, que crecieron 6,4% real. Los depósitos a plazo fijo también avanzaron 3,7%. Los que son en moneda extranjera, los depósitos aumentaron 5,2% mensual y 7,9% interanual.
En términos sistémicos, la liquidez bancaria se mantuvo estable en moneda local, en torno al 39,8% de los depósitos. En moneda extranjera, la liquidez se ubicó en el 60%, con una mejora mensual de 4,4 puntos porcentuales.
Morosidad en máximos históricos y presión sobre las familias
El segmento menos favorable del informe estuvo asociado al deterioro de la cartera de ingresos medios y bajos. La morosidad de las familias escaló del 6,6% al 7,3%, marcando el punto más alto desde que el BCRA comenzó a elaborar registros sistemáticos en enero de 2010.
La suba se concentró en dos líneas clave del consumo: Préstamos personales: de 8,2% a 9,1%. Tarjetas de crédito: de 6,7% a 7,4%.
En el caso de las empresas, la morosidad también aumentó, aunque en rangos moderados: pasó del 1,4% al 1,7%, con mayor incidencia en los créditos prendarios.
El deterioro en la capacidad de pago de los hogares contrasta con el repunte del crédito total, lo que marca un escenario dual: recuperación financiera macro, pero con presión creciente sobre las familias endeudadas.
Claves macroeconómicas e impactos sectoriales
El aumento del crédito —especialmente en moneda extranjera— sugiere que sectores exportadores y empresas con ingresos dolarizados retomaron parte del financiamiento interrumpido en ciclos previos. Los préstamos con garantía real, que subieron 3,2%, suelen estar asociados a inversión en activos productivos.
En cambio, la caída en las líneas comerciales (-0,7%) indica que parte del entramado pyme aún opera bajo condiciones de demanda débil o alto costo operativo, lo que restringe el apalancamiento.
El fuerte avance del crédito hipotecario evidencia, por su parte, un reacomodamiento del mercado inmobiliario, donde la mayor estabilidad nominal y la paulatina recomposición del ahorro en pesos alivian restricciones previas.
La morosidad récord en familias constituye el principal factor de alerta: presiona a los bancos a reforzar políticas de provisiones y marca una fragilidad persistente en el consumo, con potencial impacto en comercios, servicios y pequeñas empresas.


