Impaciencia por el dinero en efectivo

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La disponibilidad de dinero en efectivo hace más difícil el postergar las gratificaciones en el tiempo. Esto es lo que concluye una investigación, de la que se publicó un informe en el Journal of Consumer Psychology (*).
Se le ofreció a unas personas, en el contexto de la investigación, la opción de recibir ahora una pequeña suma de dinero, o bien recibir dentro de 3 meses el 277% de esa suma. A un grupo esa suma se le ofrecía en efectivo, mientras que a otro grupo se le ofrecía a través de su tarjeta de crédito.
El 78% de los participantes a quienes se les ofrecía el dinero mediante la tarjeta de crédito, aceptaban la propuesta de diferir el cobro 3 meses para cobrar el 277% de la suma. Sin embargo, para el grupo al que se le ofreció la suma de dinero en efectivo (dinero físico), el porcentaje que aceptó la postergación de 3 meses para el cobro fue del 49%.
Esto es, el grupo correspondiente al cobro mediante tarjeta de crédito, aceptó postergar 3 meses el cobro en un 59.18% más respecto al grupo del cobro en efectivo.
Según los autores de la investigación, cuando se trata de decisiones intemporales (en contraste con las opciones de conductas de compra/gasto), encuentran que el dinero en efectivo dificulta las decisiones, en comparación con otras formas de dinero (como las tarjetas de crédito) y tiende a hacer perder a los consumidores oportunidades financieras lucrativas.
Los investigadores realizaron otros dos experimentos diferentes para intentar explicar la conducta observada en el primero. Para ello, en el segundo experimento se examina si el dinero en efectivo en mente (en lugar de opciones como el dinero en tarjeta de crédito) promueve durante las decisiones financieras, diferentes niveles de afecto o de autoestima.
En el tercer experimento se pretende iluminar el mecanismo subyacente en la conducta del primer experimento, por un lado para la memoria, porque asegurar ganancias futuras requiere desprenderse del dinero ahora y, por otro lado, desprenderse del dinero es usualmente más costoso psicológica y emocionalmente (más doloroso) que desprenderse de otras formas de dinero (como el de las tarjetas).
Lo que hallaron los investigadores, es que enfocar la atención en la “prevención” (seguridad, responsabilidad, estabilidad) modera el efecto del dolor por el desprendimiento al dinero actual en efectivo. Esto influye en la voluntad de esperar por una gratificación mayor en el futuro. Partir desde el foco mental en el dinero en efectivo fue más costoso (doloroso) que partir desde el dinero en el formato de tarjeta crediticia. Este efecto indirecto fue mitigado al enfocar poderosamente la atención en la prevención (estabilidad y seguridad futura). En este caso, el dinero físico (efectivo) no incidió negativamente durante el desprendimiento del cobro actual, por lo tanto no afectó la voluntad de postergar la gratificación.
Los autores afirman que sus hallazgos muestran cuándo y cómo el dinero en efectivo (comparado con otras formas de dinero) incrementa los ratios de descuento (por ejemplo el margen al que las personas están dispuestas a desprenderse de una gratificación futura para acelerar la recepción actual de dinero).
También afirman contribuir respecto al entendimiento de quién tendría mayor o menor propensión a sufrir un sesgo por el efecto del dinero en efectivo en las decisiones intemporales. Mientras que en promedio, las asimetrías en la paciencia emergen cuando se negocia tiempo por dinero en efectivo, muestran los investigadores que dichas asimetrías son más (o menos) probables de manifestarse en individuos con menos (o más) foco en la prevención.
Dichos hallazgos evidencian una dimensión de la personalidad no documentada anteriormente en estas interacciones. Esto facilita la comprensión de mecanismos que potenciarían la mejora o el perjuicio del bienestar financiero de las personas.
Los investigadores enfatizan que, dados los resultados que se mencionan en la investigación y, teniendo en cuenta que más de la mitad de los trabajadores del mundo perciben su compensación económica mediante dinero en efectivo, esta población estaría en desventaja crónica cuando se trata de ahorrar dinero a largo plazo (debido a la dificultad explicada anteriormente para demorar gratificaciones cuando se debe rechazar ahora dinero en efectivo).
Por supuesto, estas afirmaciones deben ser matizadas teniendo en cuenta el lado opuesto: cómo las personas pueden endeudarse más (y generalmente lo hacen), cuando se dispone de la facilidad del crédito que otorgan las tarjetas. Esto significaría que, quienes disponen de dinero en efectivo gastan lo que tienen disponible ahora (y se les dificulta acceder a crédito por falta de solvencia) mientras que, quienes disponen de medios de financiación (crédito) tienden a gastar más (comprando más cantidad y usualmente afrontando costos financieros extras por dicha transacción) aunque no dispongan actualmente en su cuenta del dinero necesario  para dicha operación (quedan endeudados).
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(*) Rod Duclos; Mandur Khamitov (2019): Compared to Dematerialized Money, Cash Increases Impatience in
Intertemporal Choice, Journal of Consumer Psychology (2019). DOI: 10.1002/jcpy.1098

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Información macroeconómica, expectativas y conducta

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Christopher Roth, del Institute on Behavior and Inequality (briq), en Bonn, y Johannes Wohlfart, del Departmento de Economía de la Goethe University, en Frankfurt, publicaron un informe de avance de investigación (*), en el que describen cómo las expectativas macroeconómicas de los individuos afectan causalmente sus perspectivas económicas personales y su conducta.
Explican que las expectativas familiares (unidades de consumo) respecto a los futuros ingresos afectan su conducta financiera y su consumo y, debe ser modelada por las percepciones del riesgo idiosincrático y agregado. Los agentes de decisión política ocupan un rol fundamental en el cambio de perspectivas macroeconómicas de las unidades familiares de consumo, y la confianza de los pequeños consumidores respecto al crecimiento económico son centrales en la lenta recuperación del consumo de muchos sectores  luego de una recesión.
En la investigación se plantean responder dos preguntas. Primero: ¿son relevantes las informaciones o noticias sobre la macroeconomía, como los pronósticos profesionales sobre crecimiento económico, como información disponible en las unidades familiares? Segundo: ¿afectan las unidades familiares sus expectativas respecto a su propia situación económica y su conducta económica, en respuesta a cambios en sus expectativas respecto al crecimiento económico?
Para variar exógenamente las expectativas de los participantes, los investigadores les proporcionaron diferentes informes profesionales sobre la probabilidad de una recesión económica. Los participantes actualizaron sus perspectivas en respuesta a los informes profesionales, extrapolando las expectativas respecto a sus circunstancias económicas personales y ajustando sus planes de consumo y compras accionarias.
Afirman que la extrapolación de las expectativas respecto al desempleo personal es encabezada por los individuos con alta exposición al riesgo macroeconómico (por ejemplo, personas con experiencias anteriores de desempleo, quienes habitan en zonas con alto desempleo, o quienes trabajan en industrias más cíclicas), consistentemente con los modelos macroeconómicos de información imperfecta en los que las personas están desatentas a los indicadores económicos, aunque comprenden cómo la economía funciona.
En el experimento, los investigadores manipularon información en la que se valoraba, según los pronosticadores profesionales, diferentes probabilidades de una caída real del PBI. De este modo los experimentadores pudieron examinar el efecto causal de las expectativas del retroceso de la economía, en las expectativas sobre los resultados personales y en la consiguiente conducta de los participantes.
La magnitud del efecto alcanzado es consistente con las pérdidas de empleo durante la última recesión y, hay heterogeneidad en los resultados en línea con estrategias ante exposición al riesgo. Los investigadores afirman que proveen evidencia de que las expectativas de las personas sobre la macroeconomía afectan causalmente sus planes de consumo y sus compras de acciones.
En general, los hallazgos de la investigación –afirman los autores- son consistentes con los modelos macroeconómicos de información imperfecta: primero encontraron que los consumidores son inicialmente ignorantes sobre los signos pertinentes respecto a la macroeconomía. Segundo, los participantes ponen al día, actualizan sus expectativas económicas, en respuesta a los informes profesionales que se les facilitan, respecto al contexto macroeconómico, en concordancia con las predicciones de actualización bayesianas, aunque este no es el caso para individuos con bajos niveles educativos. Tercero, la actualización de las expectativas personales es consistente con los datos en términos del tamaño de la heterogeneidad, indicando que los participantes  tienen un entendimiento de su propia exposición al riesgo macroeconómico.
Desde el punto de vista práctico, los investigadores afirman que los resultados identifican grupos específicos, que los diseñadores de políticas pueden esperar que reaccionen a una perspectiva económica mejorada. Específicamente, los grupos con mayor exposición al riesgo agregado (como individuos trabajando en industrias cíclicas) son más propensos a responder a una mejora en la perspectiva macroeconómica, mientras que una gran proporción de la población no es probable que reaccione. Los diseñadores de políticas pueden maximizar los efectos de sus estrategias comunicativas apuntando a estos grupos.
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(*) Roth, Christopeher and Wohlfart, Johannes, How Do Expectations about the Macroeconomy Affect Personal Expectations and Behavior? (14 Feb 2019). http://dx.doi.org/10.2139/ssrn.3016052 Disponible en: https://papers.ssrn.com/sol3/papers.cfm?abstract_id=3016052

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Riesgos al invertir por errores en estimar la autoeficacia

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Unos investigadores afirman, en una publicación del Journal of Business Venturing (*), que los inversores novatos (amateur) que tienen una visión distorsionada (exagerada) de su propia habilidad para descubrir buenas oportunidades de inversión, son tres veces más propensos a decidir “improductivamente” cuando invierten en proyectos de financiación colectiva (equity crowdfunding).
Explican en el informe, que estos inversores (crowdfunders) que tienden a errar en el cálculo de su propia capacidad de discernir buenas oportunidades de inversión: (1) dejan rápidamente de procesar apropiadamente la información, (2) se esfuerzan menos en efectuar los correspondientes análisis de procesos decisorios, (3) equivocadamente siguen a la multitud y, (4) apresuradamente deciden invertir en opciones poco rentables (o extremadamente riesgosas).
Al día de la fecha, dicen los investigadores que muchos inversores en fondos colectivos han sufrido significativas pérdidas financieras, debido a inadecuadas inversiones en proyectos colectivos de financiación. Datos de uno de los portales líder en “equity crowdfunding” muestra que uno de cada cinco de tales negocios o acuerdos retorna “nada” a los inversores.
Estos resultados –afirman- contribuyen al mejor entendimiento del impacto de las pistas informacionales, durante nuevos procesos decisionales sobre riesgos de inversión. Específicamente, muestran que inversores principiantes con elevada distorsión respecto de su propia capacidad para descubrir “buenas oportunidades de inversión”, son altamente susceptibles a los sesgos de la “multitud” y a conductas de “rebaño” o de “masa”.
Asombrosamente, estos inversores aportaron cerca de tres veces más en opciones poco ventajosas, comparado con el grupo control. Hablando prácticamente –expresan-, estos resultados despiertan cierta preocupación por los inversores principiantes con elevada y errada concepción de su autoeficacia, cuando se sumergen en decisiones de inversión en fondos colectivos de riesgo equitativo.
No se está criticando la opción de poder invertir, con pocas regulaciones normativas, en empresas emergentes y proyectos “prometedores”. El problema está por un lado en la poca información disponible sobre las empresas emergentes o proyectos. Por otro lado, está la poca disponibilidad de herramientas y estrategias de análisis de riesgo (costo-beneficio) y decisión financiera, por parte de los inversores principiantes. Se lanzan a invertir en opciones sin saber bien lo que están haciendo y, pagan por ello un alto precio: perder sus aportaciones económicas. Es como destinar los ahorros al casino o la lotería…
Esto no es sorprendente, si se compara con la gran proporción de nuevos negocios que surgen constantemente en el mercado, de los cuales no logran superar un año o dos de existencia. Hay muchos agentes que “tienen la certeza” de que invirtiendo en tal o cual proyecto, lograrán buenos retornos de su inversión. La realidad muestra que el mercado termina “absorbiendo” a la mayoría de dichas inversiones y se diluyen, dejando al inversor “poco informado” sin sus ahorros o habiendo perdido completamente su  capital.
No se requieren permisos o habilitaciones especiales para destinar los ahorros en nuevos proyectos de inversión (existe desregulación), con lo cual, cualquier agente, con o sin capacidad analítica para invertir, lo hace. Esto aumenta la posibilidad de “decidir incorrectamente y perder todo”, sin opciones para reclamar… Administran mal sus recursos, por carecer de información y herramientas adecuadas.
Esto nos indica entonces, que para los agentes que no tienen herramientas específicas de análisis financiero (para alcanzar decisiones eficientes) y que tienen poca experiencia en este campo, es necesario, antes de lanzarse a invertir, investigar y analizar (para alcanzar eficacia). Pero esto requiere “herramientas técnicas” de las que no disponen, o bien, necesitarían “asesoramiento profesional” (del que tampoco suelen disponer).
Existen muchas posibilidades que se pueden desarrollar, organizar e implementar, para intentar proteger a estos inversores inexpertos, de modo tal que el mercado siga recibiendo fondos “de la gran masa no profesional”, sin necesidad de que esto sea una “catástrofe económica”, para la mayoría de los inversores novatos que, sueñan con poder colaborar con proyectos “atractivos” y beneficiarse del proceso.
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(*) Regan M. Stevenson, Michael P. Ciuchta, Chaim Letwin, Jenni M. Dinger, Jeffrey B. Vancouver. Out of control or right on the money? Funder self-efficacy and crowd bias in equity crowdfunding. Journal of Business Venturing, 2019; 34 (2): 348 DOI: 10.1016/j.jbusvent.2018.05.006

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Aumentar la productividad grupal utilizando videojuegos

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Tal vez algunas personas piensen que pueda ser un exceso, montar en la empresa (organización) una sala o espacio de juego con una PlayStation, una Xbox, o bien en su defecto, computadoras conectadas en red, para que los empleados puedan jugar videojuegos en equipo… ¿Es excesivo o es estratégico?
Tal vez muchas personas ya conocen algunas de las estrategias grupales, como organizar partidos de fútbol, salidas a almorzar o cenar, encuentros de fin de semana, etcétera. Pero tal vez no han calculado los beneficios potenciales de organizar un espacio específico, en el contexto de la organización, para formar equipos cuyo único objetivo sea divertirse jugando videojuegos.
Pues bien, se publicó un informe de investigación (*) en el que afirman que se logra un 20% de aumento de productividad con unos 45 minutos de videojuegos en equipo, en grupos –no juegos individuales sino aquellos desafiantes que impliquen grupalidad, colaboración, estrategia, coordinación. ¿Parece bueno el resultado, cierto?
Igualmente lo es el beneficio en la calidad del entorno de trabajo y en la gratificación de los empleados, es decir, su compromiso con el equipo, con la organización, su motivación y su nivel de satisfacción laboral. Del mismo modo, podríamos mencionar los potenciales beneficios, por aumentar la creatividad al momento de abordar posibles soluciones “novedosas”, ante la necesidad de resolver problemas.
Sin embargo, hay que aclarar que se deben evitar videojuegos competitivos y situaciones grupales que puedan llegar a profundizar y reforzar prejuicios previamente existentes y vínculos negativos entre los miembros de los equipos. Los espacios de juego deben estar orientados y organizados para promover la diversión, la coordinación y el trabajo en equipo. Esto no debe ser una oportunidad para atacarse y enemistarse. El objetivo es justamente el opuesto y así debe ser el espíritu o clima grupal del espacio de juego.
Los equipos de videojuegos emergen como una potencial actividad de “construcción o armado de equipos de trabajo”. Esta estrategia desarrolla rápidamente cohesión grupal en equipos recién formados y, mejora la dinámica y el rendimiento del equipo. Se explica en esta investigación que los videojuegos en el ambiente laboral ayudan a los empleados a recobrarse de la fatiga y el estrés.
Los empleados pueden jugar en momentos de descanso –que los debe haber por supuesto-, así como antes y después del trabajo. Mencionan en esta investigación que se estima que un tercio de todos los empleados de Australia y de Nueva Zelanda, han usado videojuegos en alguna forma, para mejorar su productividad en el ambiente laboral.
Se sabía ya que hay evidencia de que las actividades específicamente diseñadas para los equipos en ambientes laborales mejoran varias dimensiones relacionadas con la cohesión grupal como los vínculos sociales, las conductas pro-sociales, la identificación grupal y la comunicación social. Las actividades en equipos de trabajo también activan un fuerte nivel de compromiso con los objetivos en  los miembros del equipo. Las investigaciones han mostrado un incremento en el compromiso con las metas que mejora el rendimiento grupal en una variedad de configuraciones.
La información aportada por esta investigación es muy rica en ideas y, brinda una gran variedad de estrategias posibles de ser implementadas en entornos de trabajo. Es extremadamente interesante la posibilidad de explorar estas tecnologías, con el objetivo de aumentar el rendimiento y la productividad de los equipos de trabajo. Por supuesto que esto irá acompañado de un aumento, también considerable, de la satisfacción de los empleados en sus espacios de trabajo. Suena prometedora la combinación…
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(*) Mark Jeffrey Keith, Greg Anderson, James Eric Gaskin, Douglas L. Dean. Team Gaming for
Team-building: Effects on Team Performance. AIS Transactions on Human-Computer Interaction,
2018; 205 DOI:10.17705/1thci.00110

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Las injusticias no siempre tienen el mismo precio

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Se publicó en Plos One (*) el resultado de una investigación en el que se explica que las personas –en el contexto de dicha investigación- no responden a las injusticias del mismo modo. Se describe en este informe cómo responden usualmente las personas ante dos tipos de injusticias: cuando cosas “malas” le suceden a personas “buenas” y, cuando “buenas” cosas le suceden a personas
“malas”.
Algo malo sucediéndole a alguien bueno –que no lo merece-, puede ser una situación azarosa como una catástrofe natural, por ejemplo un terremoto. Se afirma que todos quieren colaborar, pero en una pequeña escala. En lugar de colaborar restituyendo la casa al damnificado, tal vez le ayudan donando una pequeña suma de dinero. Esta ayuda –aunque poco comprometida-, brinda una sensación de que la justicia ha sido restituida: por obligación moral hicimos algo “bueno” y nuevamente se recupera el equilibrio.
¿Pero qué sucede en el caso opuesto, cuando a alguien “malo” le sucede algo “bueno”? En el contexto de esta investigación, cuando las personas perciben que alguien que ha cometido conductas reprobables y sin embargo es ilegítimamente beneficiado, premiado o recompensado de algún modo, las personas son reacias a hacer algo al respecto, aunque estén molestas con esta situación considerada “injusta”.
Según indica el informe, las personas suelen considerar que las fuerzas que están en juego en la situación injusta están más allá de su control, o que al menos será demasiado elevado el costo personal de hacer algo al respecto como para que el esfuerzo tenga sentido. Entonces, aunque manteniendo una especie de malestar, se espera que el universo, o la vida misma, se ocupen de “equilibrar fuerzas” para restituir la justicia alterada en tal caso.
Sin embargo, en las pocas ocasiones en las que las personas deciden hacer algo para restituir la justicia, lo que sucede es que estas intentan desposeer a dicho infractor de todo lo que no debió haber adquirido injustamente. No se conforman con un pequeño costo para el transgresor. Esto significa que no intentarán sacarle “algo” aunque sea pequeño, para volver al equilibrio, sino que intentarán dejar a tal mala persona en la ruina (castigo severo), de modo tal que –en el futuro- no intente cometer una injusticia equivalente. Para lograr esto, las personas que se movilizan, estarán dispuestas a dedicar mucho tiempo y energía.
Sin embargo, como esto difícilmente puede ser llevado a cabo en el mundo real, es decir, semejante venganza restitutiva del daño causado al equilibrio de la justicia, entonces las personas se contentan con aguantar el enojo y esperar que el universo equilibre las cosas…
Por lo tanto, cuando las personas perciben que malas cosas le suceden a buenas personas, con unos cuantos “billetes” sienten que la cosa está en armonía nuevamente. Sin embargo, un poco de dinero para castigar a alguien malo que ha sido injustamente beneficiado, no soluciona el desequilibrio o perturbación ocasionada.
Solamente cuando las personas sienten que tienen la garantía y seguridad de que sus acciones llegarán hasta el malhechor de modo efectivo, es que deciden actuar y hacer algo al respecto.
Finalmente dice el informe, dado que la mayoría de las personas no tienen acceso a este tipo de garantía, es que deciden no actuar para reparar la injusticia y, depositan tal confianza en el “destino”.
En el caso de las personas buenas que han sufrido una injusticia, también hay quienes se movilizan voluntariamente y brindan mucho tiempo y energía para intentar ayudar, incluso arriesgando su propia vida. En este tipo de situaciones, el causante del desequilibrio, ha sido un agente “impersonal” como puede ser una catástrofe. Por lo tanto, no tiene sentido dirigir una “venganza” (castigo) con el propósito de demostrarle que esa conducta está prohibida. En este caso, el impulso de venganza se disipa y el equilibrio se alcanza con facilidad mediante un pequeño gesto: no hay una lucha interna contra el agente causante de la injusticia.
Cuando el agente de la injusticia es un agente humano clasificado como “malo”, se pretende aplicar la venganza restitutiva, que enseñe a tal agente que dichas conductas perturbadoras del equilibrio están prohibidas. Cuando aparece la imposibilidad -legal o práctica- de aplicar dicha venganza, queda una sensación de impotencia en la capacidad de volver al equilibrio: hay una lucha interna contra el agente causante de la injusticia. Aparece la sensación de impunidad y el malestar.
Este tipo de problemas pueden surgir en las organizaciones, cuando los empleados perciben que alguien es beneficiado ilegítimamente. En esta situación, si bien la mayoría puede ser que no “actúe”, podrían aparecer conductas negativas para la organización, tales como desaprobación, falta de cooperación, sabotaje, ocultando información o brindando información incorrecta.
Por otro lado, si alguien sufre una injusticia azarosa y no recibe el apoyo que considera merecer, puede abandonar el apoyo al grupo…
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Jeff Galak, Rosalind M. Chow. Compensate a little, but punish a lot: Asymmetric routes to
restoring justice. PLOS ONE, 2019; 14 (1): e0210676 DOI: 10.1371/journal.pone.0210676

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