Las injusticias no siempre tienen el mismo precio

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Se publicó en Plos One (*) el resultado de una investigación en el que se explica que las personas –en el contexto de dicha investigación- no responden a las injusticias del mismo modo. Se describe en este informe cómo responden usualmente las personas ante dos tipos de injusticias: cuando cosas “malas” le suceden a personas “buenas” y, cuando “buenas” cosas le suceden a personas
“malas”.
Algo malo sucediéndole a alguien bueno –que no lo merece-, puede ser una situación azarosa como una catástrofe natural, por ejemplo un terremoto. Se afirma que todos quieren colaborar, pero en una pequeña escala. En lugar de colaborar restituyendo la casa al damnificado, tal vez le ayudan donando una pequeña suma de dinero. Esta ayuda –aunque poco comprometida-, brinda una sensación de que la justicia ha sido restituida: por obligación moral hicimos algo “bueno” y nuevamente se recupera el equilibrio.
¿Pero qué sucede en el caso opuesto, cuando a alguien “malo” le sucede algo “bueno”? En el contexto de esta investigación, cuando las personas perciben que alguien que ha cometido conductas reprobables y sin embargo es ilegítimamente beneficiado, premiado o recompensado de algún modo, las personas son reacias a hacer algo al respecto, aunque estén molestas con esta situación considerada “injusta”.
Según indica el informe, las personas suelen considerar que las fuerzas que están en juego en la situación injusta están más allá de su control, o que al menos será demasiado elevado el costo personal de hacer algo al respecto como para que el esfuerzo tenga sentido. Entonces, aunque manteniendo una especie de malestar, se espera que el universo, o la vida misma, se ocupen de “equilibrar fuerzas” para restituir la justicia alterada en tal caso.
Sin embargo, en las pocas ocasiones en las que las personas deciden hacer algo para restituir la justicia, lo que sucede es que estas intentan desposeer a dicho infractor de todo lo que no debió haber adquirido injustamente. No se conforman con un pequeño costo para el transgresor. Esto significa que no intentarán sacarle “algo” aunque sea pequeño, para volver al equilibrio, sino que intentarán dejar a tal mala persona en la ruina (castigo severo), de modo tal que –en el futuro- no intente cometer una injusticia equivalente. Para lograr esto, las personas que se movilizan, estarán dispuestas a dedicar mucho tiempo y energía.
Sin embargo, como esto difícilmente puede ser llevado a cabo en el mundo real, es decir, semejante venganza restitutiva del daño causado al equilibrio de la justicia, entonces las personas se contentan con aguantar el enojo y esperar que el universo equilibre las cosas…
Por lo tanto, cuando las personas perciben que malas cosas le suceden a buenas personas, con unos cuantos “billetes” sienten que la cosa está en armonía nuevamente. Sin embargo, un poco de dinero para castigar a alguien malo que ha sido injustamente beneficiado, no soluciona el desequilibrio o perturbación ocasionada.
Solamente cuando las personas sienten que tienen la garantía y seguridad de que sus acciones llegarán hasta el malhechor de modo efectivo, es que deciden actuar y hacer algo al respecto.
Finalmente dice el informe, dado que la mayoría de las personas no tienen acceso a este tipo de garantía, es que deciden no actuar para reparar la injusticia y, depositan tal confianza en el “destino”.
En el caso de las personas buenas que han sufrido una injusticia, también hay quienes se movilizan voluntariamente y brindan mucho tiempo y energía para intentar ayudar, incluso arriesgando su propia vida. En este tipo de situaciones, el causante del desequilibrio, ha sido un agente “impersonal” como puede ser una catástrofe. Por lo tanto, no tiene sentido dirigir una “venganza” (castigo) con el propósito de demostrarle que esa conducta está prohibida. En este caso, el impulso de venganza se disipa y el equilibrio se alcanza con facilidad mediante un pequeño gesto: no hay una lucha interna contra el agente causante de la injusticia.
Cuando el agente de la injusticia es un agente humano clasificado como “malo”, se pretende aplicar la venganza restitutiva, que enseñe a tal agente que dichas conductas perturbadoras del equilibrio están prohibidas. Cuando aparece la imposibilidad -legal o práctica- de aplicar dicha venganza, queda una sensación de impotencia en la capacidad de volver al equilibrio: hay una lucha interna contra el agente causante de la injusticia. Aparece la sensación de impunidad y el malestar.
Este tipo de problemas pueden surgir en las organizaciones, cuando los empleados perciben que alguien es beneficiado ilegítimamente. En esta situación, si bien la mayoría puede ser que no “actúe”, podrían aparecer conductas negativas para la organización, tales como desaprobación, falta de cooperación, sabotaje, ocultando información o brindando información incorrecta.
Por otro lado, si alguien sufre una injusticia azarosa y no recibe el apoyo que considera merecer, puede abandonar el apoyo al grupo…
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Jeff Galak, Rosalind M. Chow. Compensate a little, but punish a lot: Asymmetric routes to
restoring justice. PLOS ONE, 2019; 14 (1): e0210676 DOI: 10.1371/journal.pone.0210676

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