Carlos Giménez, el juez que imputó por homicidio simple a un conductor alcoholizado: “Me jugué por un cambio de paradigma”
Puede ser un juicio que marque un antes y un después en la justicia misionera. En el banquillo de los acusados estarán el irresponsable conductor y el mismo sistema legal que hasta ahora inclina la balanza hacia los victimarios. Es la primera vez que un conductor alcoholizado puede ser juzgado por homicidio simple y no por homicidio culposo. La diferencia, sustancial, es que se considera homicidio doloso cuando se interpreta que hubo intención de matar o que el autor tenía conocimiento de que podía provocar la muerte. Tiene penas de ocho a 25 años.
El homicidio culposo, carátula habitual en los incidentes de tránsito, solo contempla condenas de hasta cinco años de prisión, por lo que los responsables terminan en libertad.
El protagonista del caso es Gastón Brunner, el joven que con 1,44 gramos de alcohol en sangre manejaba a alta velocidad y desató una tragedia cuando chocó de frente con otro vehículo y mató a dos personas, además de herir a varias más.
El juez Carlos Giménez, a cargo de la instrucción del caso Brunner, asegura que “toda la sociedad debe replantearse los excesos de velocidad, el alcohol, la política mejorar las herramientas legislativas, la Policía mejorar los controles y la Justicia, ser más rigurosa”.
La mirada del juez coincide con el reclamo de miles de familias en todo el país. El propio presidente Mauricio Macri planteó ante el Congreso la necesidad de penas más duras para la irresponsabilidad al volante. Hace algunos años, en Buenos Aires se abrió el debate. Sebastián Cabello fue condenado por un caso similar, en el que mató a una madre y su hija en un choque a alta velocidad cuando manejaba un auto preparado. Fue condenado, pero una apelación lo dejó en libertad.
Con sus 34 años y cuatro como juez, Giménez no siente que haya decidido nada extraordinario, sino que encontró los elementos necesarios para desandar un camino distinto. Sin embargo, admite que no siempre se cuenta con todos los indicios que requiere la actual legislación para encuadrar con mayor severidad los casos.
Para aplicar la figura de dolo eventual fue clave el testimonio de una joven que iba con Brunner en el Volkswagen Vento que conducía a alta velocidad. Habían pasado la noche de fiesta. Entraron a Posadas y pretendían volver a salir para extender la diversión en las afueras. Pero la joven advirtió de lo peligroso del momento y en varias oportunidades pidió que Brunner baje la velocidad e incluso parara. Pero no. Cruzaron un semáforo en rojo y casi chocaron previamente en la avenida Tulo Llamosas. La tragedia los esperaba segundos después. A las 10.25 del 13 de febrero de 2016, el VW se cruzó de carril frente al Campus de la UNaM y chocó de frente con un Ford Fiesta Max que era conducido por Carmen Susana Prestes (41) y en el que también viajaba Oscar Meza (57), además de otra mujer y una menor. Prestes y Meza murieron en el acto, mientras que las otras dos víctimas sufrieron lesiones graves. Además, una pareja que iba en un VW Country que también fue alcanzado por el impacto sufrió lesiones leves.
Brunner terminó detenido y tras las rejas durante 44 días, hasta que fue liberado tras cumplir una caución de un millón de pesos. Permanece en libertad y así llegará al banquillo, donde la Justicia resolverá qué grado de responsabilidad le cabe.
Giménez desde un primer momento sostuvo la calificación de homicidio doloso, carátula que todavía puede ser modificada por el fiscal del Tribunal que juzgará al acusado. Sin embargo, el trabajo del juez fue ratificado por la Cámara de Apelación en un voto en disidencia.
El camarista José López confirmó la carátula, José Jacobo Mass votó en disidencia al advertir que no se acreditaba el extremo del dolo eventual, y finalmente, Ricardo Venialgo votó en consonancia con López.
Pese al voto en mayoría, los camaristas, con una mirada garantista, tampoco comparten la figura del dolo eventual, porque el Código sólo refiere a hechos intencionales o dolosos o ad culposos imprudentes. Sin embargo, dan un paso adelante al admitir que se resuelva en el debate. La Ley Penal aplicable más benigna se tiene que dirimir en la etapa procesal siguiente que es el juicio, que en definitiva pondrá fin al conflicto. El fiscal también puede reformar la carátula, en beneficio del imputado, pero no agravar la situación.
Los camaristas consideraron que no se puede “cercenar la teoría del caso homicidio intencional”, que sustenta la fiscalía con el apoyo de una testigo presencial de los pre-momentos del hecho.
¿Eso es lo que está en disputa?
Acá estamos en un grado de probabilidad, pero la sentencia la da el juicio, o el final de juicio.
Va a ser un juicio donde estarán en la mira el acusado y la propia legislación…
Vamos a ver. Tenemos un juzgado muy abierto y verá qué elementos hay. Yo fui testeando y si bien muchos dicen que no existe el “dolo eventual” o que es muy difícil de probar, que sólo está en el ambiente científico, pero es muy difícil comprobarlo, yo creo que están los elementos, como para empezar a hacer ese cambio de paradigma.
¿Por eso se animó a sostener esa acusación?
Sí, me la jugué. Sé que a mi edad es complicado abrir caminos, porque es como que te dicen: “Está loco este vago, qué le pasa”. Pero creo que había que hacerlo, es el momento, con la estadística negativa que tenemos, cada vez vienen peor. Hay una cosa en la sociedad que es como que “en la justicia no pasa nada”. “Vos chocás, matás y no pasa nada”. Y es la misma sensación que por ahí tengo yo, a mí me llegan a matar a mis hijos, o algún familiar y yo quiero que sea condenado.
Es lo que toda la sociedad quiere, pero también hay algo de hipocresía, de no hacerse cargo de los propios excesos, como la velocidad o el alcohol…
Coincido. Creo que tenemos que hacer un poco de mea culpa como sociedad, y definir qué tipo de sociedad queremos.
Giménez es una de las caras nuevas de la Justicia misionera. Tiene 34 años y asumió a los 30, en 2014. Es uno de los jueces nacidos en los albores de la democracia.
Reconoce que la tarea penal es agobiante, con más de tres mil causas por turno. Pero no pierde la frescura de sus primeros días como juez. “Yo creo que un juez de Instrucción tiene que estar en todos los lugares de los hechos que le sea materialmente posible, porque si no judicializás en el momento, cuando pasa el tiempo se vuelve muy poco probable que se esclarezcan los hechos”, decía entonces. Lo mismo sostiene ahora, sentado en su despacho lleno de libros de derecho penal y una estatuilla de la Justicia vendada y con una balanza en delicado equilibrio.
Técnicamente, ¿Qué pasa si se comprueba su teoría y se lo condena? ¿Otro deberá tomar una medida similar?
No es obligatorio. No hace obligatorio un fallo a las decisiones de los demás jueces, salvo que sea un fallo plenario, pero que no sucede acá. Esto por ejemplo en una cámara de casación penal, si las salas 2,3,4,5 salas deciden en ciertas cuestiones, eso es obligatorio, pero para ellos. Ahora, no es obligatorio en los demás jueces penales. Pueden mantener la teoría de la culpa con representación o que para ellos no exista el dolo eventual, y que lo decida un tribunal o que lo juzgue en consecuencia. Sin embargo, el fiscal puede apelar, lo puede rever una cámara o un tribunal y lo pueden dar vuelta.
¿Para comprobar esto hay que trabajar un poco más?
Se tiene que dar un conjunto de cosas. Yo si no tenía el testimonio de esta chica que le dijo: “Frená, pará, me bajo”, se me iba a hacer imposible mantener. Tiene que haber elementos, de lo que haya en el expediente, en la causa, en el sumario, a lo mejor ese policía que no le puso esa coma, o no le puso ese: “Pará”, y a mí se me cae la teoría del caso y mi calificación. En este caso se dio todo.
El de Brunner es apenas un caso entre tantos con elementos similares: jóvenes alcoholizados matando personas a alta velocidad. Belén Michalec, Rocío Santa Cruz, Ángel Ramón Martínez, y tantos otros nombres vinculados a la muerte de personas inocentes. Misiones está entre las cinco provincias con mayor cantidad de muertes en tránsito. Cientos de casos de muertes que sólo forman parte de las crónicas periodísticas y un inmenso dolor de familiares, que nunca encuentran consuelo.
Las causas que se apilan en los archivos judiciales tienen hoy una mínima esperanza para que de una vez por todas algo cambie. No es casual que ese cambio llegue de la mano de un juez joven, con una mirada más humana que la fría letra del Código.
Los fallos son mensajes, y la sociedad hace mucho tiempo que hoy espera que ese mensaje sea, respeto por el dolor del ajeno y justicia.