Los usuarios preferirían vivir en esta realidad virtual. Expertos analizan las ventajas y los peligros.

Un profesor de psicología la Universidad de México, Néstor Fernández Sanchez, realizó una investigación sobre la repercusión de las redes sociales y el impacto en las conductas de los usuarios.

El metaverso afecta la psicología individual y las relaciones interpersonales. Aunque este entorno promete la seguridad en la que los usuarios convivirán, los problemas de la vida real podrían trasladarse a ella, así lo afirma la socióloga Fabiola Camacho, profesora de la Universidad Autónoma Metropolitana.

La plataforma al ofrecer una representación del mundo 3D, al que se podrá a acceder con tecnologías como la realidad virtual y la realidad aumentada. Los usuarios que se conecten por medio de aplicaciones para teléfonos inteligentes o gafas de AR, comunicándose entre sí a través de avatares, como así lo definió Meta.

Este mundo virtual resulta atractivo para sus consumidores. Sin embargo, la interacción a la que apunta se limita a las animaciones. “Si se logra emular al sistema nervioso, podría ser más inmersivo”, aclaró Fernández, con respecto al realismo de la plataforma. El especialista señaló que la interacción de la voz y movimientos en las extremidades hacen a la plataforma una alternativa para el trabajo a distancia, consideró.

Además, pone en duda que las personas desarrollen una adicción, desde su perspectiva tendría que ofrecer estímulos similares a situaciones placenteras como el consumir alcohol, “tendría que ofrecer el equivalente a estos estímulos”. Y en caso de que esto ocurriera, los usuarios querrían repetir las experiencias a las que acceden en la plataforma, porque con ellas producen esta sustancia.

“El metaverso será adictivo si se les da a los usuarios aquello que activa los neurotransmisores para liberar dopamina”. “Eso inicia la cadena de placer”, afirmó. Más que adicción, lo que Fernández supone que pasará será el trastorno de conducta adictiva: “ansiedad por estar conectado, repetición del acto, agresividad al privarse de la plataforma e invertir mucho tiempo en ella”.

Advirtiendo que el metaverso podría afectar la percepción de la realidad debido a los noveles de satisfacción que se experimenten en la plataforma. “Al encontrar más beneficios en la vida virtual, las personas podrían sentirse desdichadas cuando apaguen sus dispositivos inteligentes”. Como resultado, se priorizará la vida que llevan dentro de la plataforma, “donde ven que satisfacen sus necesidades de identidad”.

Paraíso para unos pocos

Sobre la decisión de vivir en el mundo virtual, el psicólogo recordó el caso de un conocido suyo. “Él estaba en esa realidad incluso mientras trabajaba. Medio comía y dormía pocas horas solo por estar allí. Él pertenecía a aquel mundo y parecía conectarse por la satisfacción que sentía”. Fernández solía caminar con su amigo en un ambiente pacífico, un entorno que el metaverso busca recrear.

Camacho, por otra parte, tiene sus reservas. Acceder al metaverso requiere cierto nivel adquisitivo: el Meta Quest 2, unas gafas RV cuestan 7477 pesos, en plataformas como Amazon cotizan en 12000 pesos. La socióloga advierte que las brechas “crean ciudadanos de segunda”, en la vida real podrían agradarse según se acceda o no al mundo digital. Lo que crearía “ciudadanos de cuarta categoría”, señaló.

Además, la socióloga enfatizó que surgirán nuevas formas de encontrar bienestar para aquellos que se sientan insatisfechos con la realidad. Por otro lado, con la plataforma iniciará la generación de nuevos empleos “como pasó con YouTube en su momento”. En este sentido, Camacho vislumbró el potencial económico del metaverso, considerando la revelación de la ex gestora Haugen Frances (ingeniera, ex empleada de la firma) quien reveló que la forma “robará a las personas más información y dará a la empresa otro monopolio en internet”.

Uno de los aspectos más interesantes resaltados por Camacho es la necesidad de pactar un uso responsable de los productos de Meta, para prevenir delitos digitales y hackeos.

Adaptación de la nota de Diego Durán, para el medio INFOBAE.

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