Crónica de un domingo pleno de caminantes

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El clima del domingo estaba agradable, las bajas temperaturas de días anteriores dejaban paso a un leve calor proporcionado por un sol que entibiaba las mejillas, pero que no sofocaba a los caminantes. El tiempo jugó a favor para que luego de varios fines de semana encerrados, los posadeños pudieran disfrutar de una salida que se les fue negada por razones sanitarias. Fue un reestrenar de la Costanera, con su río, con sus paseos, con ciertas exigencias, pero que no impidieron el disfrute del aire fresco vespertino.

La consigna era clara, se informaron por todos los medios posibles y por si algún desprevenido no llegó al final del comunicado, una camioneta recorría el paseo costero con un altoparlante recordando todas las medidas que se debían tomar durante la caminata y en el retorno al hogar. En los inicios de cada tramo se encontraban puestos municipales con trabajadores ofreciendo repelentes alcohol, además de asesorar cualquier eventualidad que el transeúnte precisara, además de musicalizar cada sector. 

Las fuerzas de seguridad también estuvieron presentes, apostados en lugares estratégicos, controlando de manera sutil y efectiva que nadie incumpla con las normas. Su presencia se notaba, pero no invadía. 

Para la familia

La Costanera fue escenario, como lo era habitualmente, de un variopinto de personalidades que se acercaron a despejarse, a distenderse y aprovechar este “recreo permitido”. Personas solas, parejas y padres que aprovecharon para que sus hijos puedan disfrutar de la jornada soleada a la vera del río. 

Los más pequeños fueron, posiblemente, quienes menos comprendieron el motivo del encierro repentino en sus hogares, por lo que esta salida significó una inyección de recreación necesaria. Desde un pequeño Superman que corría con su capa entre las piernas de sus padres, pasando por un introvertido niño que intentaba frecuentemente quitarse el barbijo que le incomodaba, hasta un bebé que estaría gozando de su primer paseo participaron de la caminata.

Los hijos caninos tampoco faltaron a la cita y decenas de ellos volvieron a recorrer esa avenida, cruzándose con algún otro que le movía la cola o le gruñía generando un forcejeo entre sus dueños. No obstante las situaciones conflictivas entre los animales fueron pocas y no generaron problemas que se salieran del control, quedando en una anécdota más.

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La responsabilidad

Las expectativas ante el acatamiento de las directivas, por parte de la población, eran inciertas. El cumplir una serie de requisitos para dar una vuelta sonaba hasta insólito, aunque necesario. En los días previos mucho se habló sobre si valía la pena o no salir bajo tan estrictos controles, pero la concurrencia fue tan amplia como responsable.

La necesidad de salir a respirar un aire distinto al de los últimos dos meses, pudo más que el escepticismo que generaban los controles. Las personas no se detenían más que para estirar o sacarse una foto que posiblemente compartirían posteriormente a sus redes. Los puestos municipales cumplían eficientemente su trabajo, ofreciendo alcohol para desinfectar o repelente contra mosquitos y los efectivos policiales observaron silenciosamente el comportamiento ejemplar de los vecinos.

La prueba fue superada con éxito, gracias a la responsabilidad de los vecinos que respondieron a la confianza que les fue depositada para este domingo. El objetivo ahora será mantener el compromiso, para que se repita gradualmente, hasta volver a la normalidad.

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