“Hay que hacer que reviente todo”. El grupo creado por Germán Palavecino el 11 de julio, llamado “Imputados por la protesta”, sirvió como base para la organización de la nueva sublevación que fue sofocada la semana pasada. Los policías, varios en actividad y algunos retirados, habían sido los cabecillas de la revuelta de mayo. Llamativamente, Ramón Moisés Grinhauz, el actual abogado de Ramón Amarilla, uno de los retirados y que encabezaba la Mesa de Diálogo policial, también estaba en el grupo que comenzó a diagramar el nuevo levantamiento. Sin embargo, fue eliminado el 12 de agosto pasado. 

Amarilla era uno de los administradores del grupo, lo mismo que Palavecino y Horacio Elías. En total, tras la frustrada rebelión fueron detenidos ocho policías en actividad y retirados. Todos fueron expulsados de la fuerza. 

La acumulación de pruebas revela una larga trama de conspiración y que mientras se discutía en la Mesa de Diálogo, un grupo seguía instigando a otros oficiales a levantarse contra el poder superior. 

Amarilla, uno de los cabecillas de la protesta de mayo, no sólo sabía de los movimientos, sino que participaba activamente en la organización de la sublevación. “Acá se va a tener que pudrir todo de vuelta”, amenaza Amarilla en una conversación del domingo 15 de septiembre, horas antes de que sea aplacado el intento de sedición. “¿Cuándo podemos vernos?”, pregunta Diego Correa, el primero de los ocho policías detenidos. “Mañana”, le contesta Amarilla, en los prolegómenos del levantamiento frustrado. 

El juez Fernando Verón le negó la excarcelación a los detenidos y en las próximas horas les tomará declaración a un grupo de efectivos.

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