El Tiar es un zombi de la geopolítica
Zombie se dice respecto a un muerto al que se le atribuye vida (o que se lo considera vivo), pero que no deja de ser un muerto. Se aplica también a organismos ya descartados e inviables, a los que algunos impresentables intereses pretenden conferirle una aparente vitalidad de la que irremisiblemente carecen.
Eso es plenamente aplicable al TIAR (Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca), instrumento pergeñado por EEUU cuando comenzaba la Guerra Fría, con el cual de hecho puso a todos los países del continente, y a sus fuerzas armadas, bajo su expresa tutela.
En teoría, estableció la total solidaridad del continente, ante cualquier agresión extracontinental que pudiera amenazar a cualquiera de los países.
Lo real fue manejar geopolíticamente al continente, bajo dominio total de EEUU, pretextando cualquier presunta amenaza de la Unión Soviética, la otra gran potencia mundial de la Era Bipolar; era que duró cuatro décadas y media, hasta el colapso y disolución de la URSS.
El riesgo de una hipotética intervención militar directa soviética en América, más bien podía preocupar a mentes afiebradas, siendo además dudosas las disposiciones logísticas para un eventual operativo a tan grandes distancias; y mucho más remoto fue el “riesgo” posterior de una supuesta amenaza militar china, que por largas décadas careció por completo de capacidad ofensiva a largo alcance, y demostradamente eso no entraba dentro de sus objetivos estratégicos.
Por el desarrollo de los acontecimientos en la revolución cubana castrista, los hechos se consumaron antes de siquiera amenazarse con una intervención armada bajo la cobertura institucional del TIAR, cuando ya Cuba contaba con el explícito respaldo de la URSS. Sobrevendría luego el fiasco de la invasión a Bahía Cochinos por parte de cubanos anticastristas entrenados y equipados por EEUU; allí tampoco fue convocado el TIAR.
En verdad el TIAR fue casi nulo para evitar la crisis de los misiles, que en 1962 puso al mundo al filo de un enfrentamiento directo de ambas superpotencias. Esa crisis se resolvió de hecho, mediante tratativas directas entre Kennedy y Kruschov.
Pero en cambio, fue una herramienta muy funcional, para dar falsamente, cobertura “institucional” a la invasión de EEUU a Santo Domingo, en 1965, con la finalidad real de derrocar a un gobierno que pretendía la soberanía nacional, gobierno que como es usual, fue denigrado como “comunista” o “subversivo”, por
las usinas de comunicación del imperio y las alineadas con ese pensamiento político económico.
El TIAR fue la espada de Damocles, que pendió sobre cualquier gobierno de Íbero América y El Caribe, que intentara salirse de la espesa red de condicionamientos de todo tipo, coartantes de la soberanía; y en todos esos casos la rápida acusación era la de ser “una nueva Cuba” o “un nuevo peligro comunista”.
La era de las guerrillas de orientación marxista – leninista, básicamente en las décadas de los ’60 y ’70, con sus altos costos en vidas y destrucciones, fueron combatidas por gobiernos anticomunistas, sin intervención alguna del TIAR, lo cual
pudo ser lógico, pues fueron considerados conflictos internos, sin amenazas extracontinentales. Sutilezas de la diplomacia, que le dicen…
Esas guerrillas, al menos en el caso argentino, fueron fogoneadas y
parcialmente equipadas por las potencias anglosajonas, para crear las condiciones de guerra civil, en la cual imponer el neoliberalismo y destruir nuestra economía. Lo explican varios expertos en Geopolítica, en especial el Dr. Julio Carlos González.
Claro que las FFAA y las FFSS nunca lo entendieron, como tampoco entienden de Geopolítica ni de Historia ni de Economía, excepto honrosas excepciones. Años de severa colonización cultural, que hicieron estragos en los uniformados argentinos…
El TIAR subsistió anacrónicamente hasta 1982, año de la Guerra del Atlántico Sur, entre Argentina y Gran Bretaña, antes y durante la cual, con “candidez” propia de colonizados mentales en grado superlativo, la Junta de Comandantes Militares y su entorno de civiles ultra conservadores, que usurpó el poder en Argentina,
quiso suponer primero el eventual apoyo de EEUU a Argentina, luego la presunta neutralidad, y en ese contexto de ignorancia geopolítica e histórica muy profunda, se solicitó vanamente el apoyo del TIAR contra la agresión extracontinental perpetrada por el imperio británico.
En esa circunstancia, el TIAR se mostró como letra muerta, un simple galimatías pergeñado por EEUU para subordinar al resto del continente de acuerdo a sus designios. Y los designios de la mega potencia desde comienzos del siglo XX (o incluso antes), tienen a Gran Bretaña como el principal aliado estratégico, potencia colonial a la cual llaman “los primos” por su afinidad cultural,
ideológica e incluso racial. Cualquiera medianamente bien informado lo sabe, los comandantes proceseros no, al igual que muchos retirados de las FFAA y FFSS, que siguen anclados en los años ’70, e ignorantes en grado superlativo del mundo actual.
Como letra muerta, anacrónica y falta de toda lógica, estuvo desde entonces, cuando se desnudó su falsedad ideológica, como mero instrumento de EEUU para alinear y subordinar su “patio trasero”.
En los últimos años, desde 2017, se formó el Grupo de Lima, claramente como organismo ad hoc, para centralizar las operaciones de agresiones diplomáticas y amagos bélicos contra Venezuela, el “vecino díscolo” que se niega a volver a ser manejado a su antojo por las Potencias Atlantistas y los poderes
financieros transnacionales. Incluso, se hicieron eco de tambores de guerra, con operaciones de desestabilización y amenazas directas de intervenciones armadas “de las democracias” u otras figuras retóricas falaces.
Gobiernos claramente oligárquicos impuestos por operativos de guerras mediáticas y/o judiciales con intervenciones de “servicios”, como los de Argentina y Brasil, hicieron punta en los operativos vergonzosamente intervencionistas contra Venezuela, incluso apoyando al hoy desinflado pseudo presidente Guaidó, un títere fogoneado por intereses impresentables, como los de las petroleras
anglosajonas y todo el contexto geopolítico vinculado al poder que implica el dominio de enormes fuentes de energía, y otros recursos valiosos, como los de Venezuela.
Pero lo que molesta principalmente a los Atlantistas y sus marionetas de Íbero América, es el “mal ejemplo” de accionar no subordinado, de Venezuela, Bolivia e incluso Nicaragua; además de los acuerdos estratégicos que esas naciones hermanas mantienen y profundizan con China y Rusia…¡nada menos que alterando la subordinación que los Atlantistas pretenden reinstalar en el “patio
trasero”! Y eso no se termina de entender, si no se razona vinculado con los sucesivos conatos de agresión contra Irán por parte de los Atlantistas y sus aliados, en el Medio Oriente petrolero y gasífero; mientras que en apoyo de Irán también se ve el accionar chino – ruso.
El rejuntado de gobernantes ultra liberales (de la tipología de colonia dócil) de nuestros países, despreciando y pisoteando la doctrina de la no intervención en asuntos internos (como lo es el caso venezolano); con el fogoneo desde el norte, pretendió utilizar al zombie diplomático que es el TIAR, en un operativo con mucho circo mediático y diversas presiones, que parece haberse desinflado, entre otros motivos por las crisis de gobierno que asolan a Argentina, Perú, y parece asomar en Brasil, generando contradicciones que dejan sin sustento al prefabricado “presidente” Guaidó; y que incluso habrían provocado cambios con fuertes cimbronazos internos en el gobierno de Trump, pero esa ya es otra historia, con sus propias complicaciones y vericuetos no siempre conocidos.