El trilema (y no falso) de Milei
Se van a cumplir siete meses de la actual gestión que significó un giro a 180 grados de la conducción de la política económica (o al menos eso parecía).
El balance que se puede hacer sobre la evolución macroeconómica es que claramente muchas cosas cambiaron, pero vamos a referirnos a tres variables claves que componen nuestro trilema:
1 La situación fiscal : Después de años la Argentina mostró un superávit fiscal de cinco meses seguidos, a pesar de las inevitables consecuencias recesivas en el corto plazo (nadie con seriedad puede decir que había otro camino en un país al borde de la hiperinflación sin financiamiento externo), esto generó fuertes expectativas positivas sobre el futuro del país, del Gobierno y de la baja de la inflación como consecuencia de no tener que emitir más dinero para financiar el déficit del Estado; nadie en el mundo discute que la emisión para cubrir el déficit fiscal genera inflación.
2 La inflación: desde un 200% anual en el 2023 y un 25,5 % solo en diciembre lo que ya era inmanejable, bajó mes a mes a una tasa todavía alta pero mucho menor del 4.2 % en mayo.
La inflación es el impuesto más regresivo que hay, bajarla es lo más progre que se puede hacer para los trabajadores, de hecho, entre abril y mayo los sueldos promedio empezaron lentamente a ganarle a la inflación.
Punto aparte:
Puede ser que en algunos meses veamos algún déficit o que la inflación no siga bajando tan bruscamente como en los primeros meses, bajar una inflación alta es fácil, una moderada no tanto, pero la señal de consistencia que manda el gobierno de que esta va a ser su hoja de ruta es altamente positiva para mostrar un horizonte consistente para el país. Si la recuperación va a ser en V o en U me parece poco relevante cuando el problema de la Argentina es que no tiene crecimiento a largo plazo, así que para los dos puntos a pesar del costo social que tuvieron en términos de actividad económica, el balance es ampliamente positivo e incluso esto se refleja en los índices de aprobación de la opinión pública sobre la gestión.
3 El tipo de cambio:
Acá entramos en el tema polémico; hace un tiempo escribí en este mismo medio medio el artículo https://economis.com.ar/no-de-nuevo-decia-el-dolar-los-precios-y-la-inflacion/ donde considero que un tipo de cambio competitivo es clave para la actividad económica del país: por las exportaciones, para la recaudación de retenciones e impuestos que consoliden el superávit fiscal y para acumular reservas.
Después del fuerte salto provocado por la devaluación del 13 de diciembre pasado, el dólar fue perdiendo contra la inflación porque la tasa de devaluación del 2% siempre corrió por debajo, como vemos en los datos del tipo de cambio real en el gráfico siguiente:
Fuente: elaboración propia en base al BCRA.
Como vemos el tipo de cambio ajustado por la inflación se ubicaba alrededor de los 86 puntos, en un año donde no se acumularon reservas, Caputo devalúa el 13 de diciembre y lo lleva a 161 puntos, (casi 100%) y hoy vuelve a los niveles previos (87 puntos) porque mes a mes la tasa de inflación supera a la devaluación.
Consecuencias: el BCRA terminó junio con el peor resultado en cuanto a reservas; vendió 84 millones de dólares más de los que compró. No parece mucho, pero si tenemos en cuenta que todavía es el segundo trimestre donde entra el grueso de dólares por la cosecha, que no se están pagando importaciones y que los dólares paralelos volvieron a subir a brechas del 50 % el panorama se pone alarmante.
El problema:
Argentina necesita dólares para crecer, no tenemos acceso a los mercados internacionales de crédito, lo que se está negociando con el FMI no alcanza para mucho, menos si hay incertidumbre.
En este contexto el Gobierno dobló la apuesta y dice que no va a devaluar más del 2% mensual, pero los exportadores no quieren liquidar divisas a ese precio y los importadores quieren adelantar compras porque está barato; en este contexto las opciones son las siguientes:
1 Bajar retenciones para dar más competitividad a las exportaciones, pero esto significa menos recaudación y deteriorar el resultado fiscal.
2 Devaluar más, pero esto hará que algo se traslade a precios y la inflación pueda repuntar; aparte el problema de cómo queda la credibilidad del gobierno que quiere mostrar firmeza en las decisiones y dice que no se mueve del 2%.
3 Seguir al 2% de devaluación, acumular más atraso cambiario y atraso de la recuperación económica, por ende de la recaudación y el equilibrio fiscal; pero sin alterar el camino de la inflación, aunque si la falta de dólares se agrava, las importaciones se empiezan a fijar más por el dólar paralelo que por el oficial y esto presionaría sobre los precios.
Dólar, Superávit fiscal e inflación; el Gobierno tiene el desafío de corregir uno lo más posible resignando los otros dos lo menos posible
Conclusión:
El valor del tipo de cambio es un tema de ardua discusión en la Argentina, Milei al igual que Cavallo refiriéndose a la convertibilidad no creen en la devaluación, sino que en la Argentina hay que tener más competitividad. Este argumento no solo es válido sino deseable, pero es un proceso de largo plazo, y la Argentina de hoy no puede esperar tanto.
Tener una inflación como la que teníamos y tenemos es insoportable y no hay forma de despejar un horizonte agradable para el país. Pero si bajar la inflación lleva al atraso cambiario que hace que la economía no despegue, no se exporte y no se junten reservas tampoco sirve de mucho; terminará generando un desempleo más insoportable que la inflación misma.
El trilema entre Inflación, equilibrio fiscal y tipo de cambio competitivo no tiene una solución, es más bien una administración cuidadosa que se debe llevar con cuidado en el tiempo, y tampoco el salto devaluatorio tiene que ser tan grande, pero cada mes que pase en el que la inflación sea más alta que la devaluación el problema se va a seguir agravando, nadie dijo que iba a ser fácil…