El turismo en el mundo tras la pandemia
El turismo continúa siendo uno de los sectores más perjudicados por la pandemia de COVID-19, especialmente en los países de la región de Asia-Pacífico y las Américas.
Por Aleksandra Babii y Sanaa Nadeem – El turismo continúa siendo uno de los sectores más perjudicados por la pandemia de COVID-19, especialmente en los países de la región de Asia-Pacífico y las Américas. Los gobiernos de estas regiones, y del resto del mundo, han tomado medidas para mitigar el impacto económico sobre hogares y empresas, pero a más largo plazo el sector tendrá que adaptarse a la «nueva normalidad» tras la pandemia.
Si usted no se anima a subirse a un avión en la actual situación, sepa que a muchas otras personas les ocurre lo mismo. Según la Organización Mundial del Turismo de las Naciones Unidas (OMT), se estima que las llegadas de turistas han caído un 74% en 2020 con respecto a los datos de 2019.
Esto ha tenido graves repercusiones para muchos países en desarrollo de Asia-Pacífico y las Américas , en particular, para pequeños estados insulares. Antes de la pandemia, el turismo era una actividad sumamente importante, que generaba más del 10% del PIB mundial. Un porcentaje que era aún mayor en el caso de los países dependientes del turismo.
En el camino de la recuperación
La recuperación requerirá la amplia disponibilidad y la distribución generalizada de vacunas, así como la adopción de soluciones de política económica.
Algunos gobiernos han proporcionado ayudas financieras al sector, de forma directa o por medio de préstamos blandos y garantías. Tailandia destinó USD 700 millones a impulsar el turismo nacional, mientras que Vanuatu ofreció subvenciones y desgravaciones tributarias a las pequeñas y medianas empresas. Los gobiernos también han ayudado a las empresas a adaptar su modelo de negocio y reciclar profesionalmente a su personal. En Jamaica, el gobierno ofreció clases de capacitación en línea gratuitas de certificación a 10.000 trabajadores del sector turístico para ayudarles a mejorar sus capacidades.
Sin embargo, el escaso espacio fiscal supone un obstáculo para muchas economías dependientes del turismo. Es posible que las nuevas iniciativas para reactivar el sector surtan efecto. En Costa Rica, por ejemplo, los festivos nacionales se han trasladado de forma provisional a los lunes con el fin de fomentar el turismo nacional prolongando los fines de semana. Barbados introdujo un visado denominado «Sello de bienvenida», un permiso de residencia que permite a quienes teletrabajan vivir en Barbados y trabajar desde allí durante un año. Fiji ha puesto en marcha la iniciativa “carriles azules” que permite a los yates atracar en sus puertos deportivos tras cumplir estrictos requisitos de cuarentena y pruebas.
Cuando la pandemia termine, un desplazamiento constante hacia el ecoturismo —un sector en rápido crecimiento que se centra en la conservación del medio ambiente y la creación de empleo local— podría dar un impulso adicional a la industria. El ecoturismo ya es un componente fundamental de la estrategia turística de Costa Rica. Tailandia también está intentando desplazarse hacia mercados especializados, incluidos los viajes de aventura y de salud y bienestar.
La tecnología también puede desempeñar un papel importante. Puesto que es probable que el distanciamiento social y los protocolos de salud e higiene sigan vigentes durante el futuro previsible, la prestación de servicios sin contacto y las inversiones en tecnología digital podrían tender un puente hacia la recuperación.
Por último, si la reducción de los viajes perdura como consecuencia de cambios en las preferencias de los viajeros o de las cicatrices económicas, es posible que algunos países dependientes del turismo se vean obligados a iniciar un complicado camino hacia la diversificación de sus economías. La inversión en otros sectores distintos del turismo es un objetivo a largo plazo, pero podría favorecerse reforzando los vínculos entre el turismo y la agricultura, las manufacturas y el entretenimiento de producción local. En Jamaica, por ejemplo, se ha puesto en marcha una plataforma en línea que permite a los clientes del sector hotelero comprar productos directamente a agricultores locales. Además, se podrían ampliar las exportaciones, incluidas las de servicios, por medio de acuerdos regionales que permitan superar las limitaciones que imponen economías de escala pequeñas.
Las soluciones concretas serán distintas en cada país, y el ritmo y el alcance de la recuperación dependerá, lógicamente, de la evolución internacional. Pero estamos ante una notable oportunidad que debe aprovecharse. Más allá de la prioridad inmediata de mitigar los efectos de la pandemia, los países deben crear una «nueva normalidad» para el sector turístico. La diversificación, la adopción progresiva de modelos de turismo más sostenibles y la inversión en nuevas tecnologías podrían ayudar a conformar la recuperación.