En San Ignacio ellas toman el volante y conducen su propio destino

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Conducir un vehículo parece ser una tarea sencilla, millones de personas lo hacen, muchos acceden a la licencia luego de aprender con algún familiar, tal vez el padre, algún amigo. No obstante, las mujeres continúan siendo marginadas y estigmatizadas en una cultura patriarcal que, mediante diferentes formas de desacreditación, limitan las posibilidades de ellas a ser tratadas con el mismo respeto que se los trata a los hombres, detrás del volante.

Andrea Pietrowski vio como esta marginación, a veces sutil, a veces más evidente, se perpetraba en su comunidad, en la localidad de San Ignacio. “Escuchaba mucho las dificultades que tenían las mujeres para aprender a conducir, sobre todo hoy donde todavía vivimos en un mundo muy machista, así que se me ocurrió crear esta escuela, pensando en ellas”, explicó.

El proceso no fue fácil, pero con el objetivo claro, el apoyo de la familia y de amigas, entendió que debía poner manos a la obra y, en diciembre de 2019 arrancó, con Escuela de Manejo Master School San Ignacio. El nombre es compartido con otra escuela de manejo de San Juan, con quienes tienen un nexo luego de conocerse en una capacitación sobre el rubro.

Es que para brindarle más seriedad al proyecto y ofrecer un servicio de excelencia, Andrea realizó una investigación previa de cómo funcionan otras escuelas, las normas de seguridad, la parte legal y a eso le sumó capacitaciones. Durante el proceso de formación conocieron a capacitadores de diferentes partes del país, entre los que estaban los instructores de San Juan, con quienes decidieron emprender en conjunto de manera remota.

Este convenio les permitió manejarse en conjunto con sus pares del cuyo. “Más  que nada, compartimos las capacitaciones del día a día, como avanzan los alumnos, se hace una estadística de cuantos estudiantes es posible tener en el mes,  qué aprendieron durante el cursado, si avanzaron o no avanzaron”, explicó Andrea. Esto les permite también compartir experiencias que puedan ser útiles al otro en algún futuro, “estamos en contacto siempre, porque eventualmente nos encontramos con alguien que tiene problemas de aprendizaje, ya sea por alguna mala experiencia, algún accidente traumático y debo estar capacitada para ayudarlas a superar eso”, reflexionó.

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El programa de estudio consta de ocho clases de una hora por encuentro, aunque eventualmente hay casos que deben prolongar la capacitación, ya sea por tratarse de personas mayores o porque la estudiante tiene alguna dificultad de aprendizaje. “Para eso llevamos una planilla donde voy marcando los objetivos logrados y los no logrados, lo que hay que repasar o no”.

Cada estudiante puede realizar el curso con el autoescuela, aunque algunas prefieren usar su auto particular, es una decisión de cada uno. Andrea las prepara de manera integral, para que rendir la parte teórica y la práctica en las mejores condiciones y así sacar su licencia de conducir.

Luego de casi dos años de instalar la propuesta en San Ignacio, Andrea ya formó a más de 100 estudiantes que lograron aprender a manejar y, en muchos casos, sacar la licencia de conducir. “No suena a un número muy grande, pero para un proyecto que está creciendo, como el nuestro, creo que es un buen número”, advirtió.

A pesar de radicarse en la ciudad de las Reducciones Jesuíticas, estudiantes, en su mayoría jóvenes de entre 18 y 30 años, de Santo Pipó, Gobernador Roca y Santa Ana se acercan para solicitar sus servicios.

Esto tiene que ver, también, porque en San Ignacio rige recientemente una ordenanza que regula los requisitos, condiciones de seguridad, trabajo y enseñanza de las escuelas de manejo. Al haber un marco regulatorio, genera mayor confianza a los estudiantes sobre las competencias del capacitador o capacitadora. Una herramienta fundamental que garantiza seguridad ante algo tan cotidiano, pero importante para la seguridad vial que tanto hace falta en la región.

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Doble comando

Una de las falencias que tiene actualmente Andrea es la falta del doble comando para poder enseñar de manera más óptima y brindar aún mayor seguridad a sus estudiantes. Este sistema está diseñado para ser utilizado en vehículos con transmisión mecánica o automática. A través de este mecanismo, es posible controlar los pedales originales desde el asiento del copiloto.

“Estamos queriendo instalarlo, pero tiene un costo importante. Además hay que mandarlo a hacer en Córdoba o Buenos Aires y la última vez que me presupuestaron, hace un año estaba cerca de los 60 mil pesos”, explicó. Un monto que, debido a la tasa de inflación local debe haberse duplicado a la fecha de publicación de esta nota.

Sin embargo, es el próximo objetivo que tiene Andrea, debido a que este sistema la provee de múltiples ventajas: de uso universal, es decir puede ser usado en cualquier tipo de vehículo; mantiene la integridad estructural del automóvil, ya que no requiere soldaduras que debilitan los componentes originales; permite mantener las características originales del vehículo eliminando pérdidas del valor comercial del automóvil al momento de una reventa; puede ser reinstalado cuando necesite renovar su flota, lo que se traduce en una inversión a largo plazo.

Andrea sabe que todavía hay mucho camino por recorrer, pero la respuesta de la comunidad la fortalece para seguir superando las adversidades que se presente y le genera los ánimos para avanzar y crecer cada día más. Escuela de Manejo Master School San Ignacio se instaló en el sur de la provincia para, desde su lugar, derrumbar esos mitos misóginos sobre las mujeres y el volante.

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