Idas y venidas de la gestión; ¿pueden prolongar la recesión?

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Las idas y venidas del gobierno nacional en temas como el del Correo y la actualización de jubilaciones son malas noticias en términos de gestión, sobre todo después de los cambios ministeriales de fin de año, destinados a mejorar la coordinación entre las distintas áreas. La pregunta es si estas vacilaciones pueden afectar las expectativas como para detener la incipiente salida de la recesión. A juzgar por las variables financieras (bolsa, tasas, dólar), que son las más sensibles, no hay un impacto significativo en el corto plazo, mientras que varios de los vectores de crecimiento ya están en marcha.

Es el caso de la agroindustria, con un plus de cosecha estimado en 2 mil millones de dólares respecto del ciclo anterior y la obra pública, que estaría aportando 1 punto más del PIB que en 2016. A su vez, con datos preliminares, la demanda de bienes de consumo masivo estaría aumentando 2 % interanual en febrero, luego de muchos meses en terreno negativo.

No obstante, la “sensación térmica” de la reactivación puede no coincidir con los datos objetivos, debido a que este rebote convive con los cambios estructurales que intenta el gobierno, por los cuales se retiran subsidios de las tarifas, se sincera el costo del dinero y se admite algo más de competencia en los mercados. El problema está en que, sin esos “ruidos” que alteran el corto plazo, quedaría trunca la transición hacia un crecimiento sustentable más adelante.

 

Tras cinco años de estancamiento, con cepos al cambio y al comercio exterior que formaban parte de un verdadero círculo vicioso, la salida de la recesión que se bosqueja en el arranque de 2017 no estará exenta de tensiones. Es que junto a la recuperación cíclica están operando una serie de cambios estructurales, inevitables si se aspira a un sendero sustentable de crecimiento, pero portadores de un “ruido” que, por momentos, puede confundir. Justamente por ese conflicto, lo que se demanda de la gestión del gobierno nacional es la máxima sincronización.

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El año pasado, las idas y venidas con las tarifas energéticas fueron un contratiempo serio, porque hasta que el tema se resolvió, subsistieron dudas sobre la magnitud de la corrección fiscal que el Ejecutivo habría de lograr, al tiempo que se demoraban las inversiones necesarias para resolver los cuellos de botella del sector. Es distinta la naturaleza de los contratiempos de las últimas semanas, asociados al Correo y a la actualización de las jubilaciones, aunque tienen el común denominador de poner en tela de juicio el sistema de decisiones del gobierno. Probablemente, el rediseño de fin de año derivó en una saturación de expedientes en la Jefatura de Gabinete, con la paradoja que la mayoría de las decisiones legalmente siguen dependiendo de la firma de cada ministro, secretario, o funcionario de cargo equivalente. El balance de estos primeros dos meses de 2017 anticipa nuevos retoques al organigrama, tanto para evitar contratiempos con las próximas medidas como para que los fusibles queden lejos de la figura presidencial. 

Hay señales tempranas de recuperación gradual de la inversión. Las importaciones de bienes de capital, que en buena parte de 2016 permanecieron en terreno negativo, pasaron a crecer un 11,8 % y un 13,3 % interanual en el cuarto trimestre y en enero de 2017. La Inversión Extranjera Directa, que en 2015 aportaba paupérrimos 111 millones de dólares mensuales a la cuenta de ingreso de capitales, en los últimos tres meses escaló a 260 millones de dólares/mes, todavía muy poco para el tamaño de la Argentina, pero con tendencia firme.

Pese a estos datos, es evidente que hay inversores para los que las condiciones del país no han madurado. Desde la incertidumbre internacional, hasta la asimetría entre la presión impositiva y los servicios prestados por el estado, pasando por el tipo de mandato que habrá de emerger de las legislativas de octubre, todas son razones de peso para demorar los proyectos. Por eso resulta tan inoportuno sazonarlas con nuevas dudas sobre el sistema de decisiones.

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Más allá de estos inconvenientes, lo cierto es que la salida de la recesión está en marcha y sólo podría ser frenada por hechos más contundentes. Ha sido importante que el gobierno nacional (y varios provinciales) se haya asegurado el financiamiento externo de buena parte del año en estos meses, porque esto despeja el terreno para los ambiciosos planes de obra pública.

A su vez, pese a las dudas del escenario mundial, los precios de las commodities están un escalón arriba del año pasado, con los daños climáticos importantes pero limitados. Economistas de Ieral le han puesto número a estas dos fuentes principales de crecimiento: Marcelo Capello estimó que la obra pública pasará de 2,4 a 3,4 puntos del PIB de 2016 a 2017, consolidando las tres jurisdicciones (Nación, provincias y municipios), mientras que Juan Garzón cifró entre 0,6 y 0,8 puntos del PIB la contribución de la agroindustria a la expansión de la economía este año, computando efectos directos e indirectos. 

 

Del lado del consumo, los datos de febrero habían sido anticipados por la recaudación de enero de impuestos asociados al mercado interno. En términos reales se aproximó a una variación neutra, luego de caer más de 5 % interanual en meses previos. ¿Afectará la dinámica de las paritarias esta tendencia? Primero hay que hacer bien los cálculos: para los docentes de la provincia de Buenos Aires, la propuesta de 18 % para 2017, implica una mejora en términos reales del orden de 3,5 % anual acumulativo (maestro de primaria, con 10 años de antigüedad) en el trienio que arranca en 2015, año en el que los sueldos terminaron siendo pagados por la actual gestión.

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