Integración regional: CELAC vs OEA y el rol de Argentina
No podemos dejar de hablar de Perú, la asunción de Pedro Castillo y la importancia que ahora parece que van a tener los distintos organismos internacionales como la CELAC y el Grupo Andino, sobre todo atravesado por la reivindicación de las comunidades originarias.
Castillo en su primer discurso dijo absolutamente de todo, si querés ver un resumen copado te dejo este artículo con los puntos claves.
En la ceremonia inaugural estuvieron presentes Alberto Fernández (Argentina) quien fue el primer presidente en felicitarlo por su triunfo electoral, Sebastián Piñera (Chile), que hay que destacar que fue su primer viaje fuera de territorio chileno desde el comienzo de la pandemia. Por otro lado, fue el primer acto que Guillermo Lasso (Ecuador) y Luis Arce (Bolivia) participaron en calidad de presidentes; Iván Duque (Colombia) y el Rey Felipe VI (España) también estuvieron presentes, sobre todo con los ojos puestos en las reuniones bilaterales, al igual que Francisco Bustillo (Canciller de Uruguay) que viajó en representación de Lacalle Pou y Hamilton Mourao (Vicepresidente de Brasil) quien asistió en nombre de Bolsonaro.
Y en esta foto se ve claro quienes están al lado del nuevo presidente de Perú. Fernández y Arce, formando un tridente clave para la cooperación sur-sur que Argentina está buscando para la etapa de post-pandemia.
¿Por qué digo que Argentina está buscando esto? Vayamos al grano.
Porque así como empezó esta nueva administración, empezaron los cuestionamientos a la nueva visión de política exterior de descolonización que impone el nuevo gobierno.
Una política exterior “abierta y democrática”, que priorice la integración regional, el fortalecimiento de organismos como la CELAC y el Grupo Andino, y la reactivación de UNASUR, anunció el nuevo canciller peruano Héctor Béjar al asumir el cargo. En su primer discurso como ministro de Relaciones Exteriores, dijo que “la autonomía e independencia serán un principio esencial de la nueva diplomacia peruana, las decisiones se tomarán en función de los intereses de nosotros, que es la expresión colectiva de la nación, y no de intereses de otros”.
No mencionó al Grupo de Lima, principal vocero internacional de la oposición al régimen venezolano, que el Perú ha integrado con entusiasmo en los anteriores gobiernos, pero fue claro en señalar que el nuevo gobierno se guiará por el principio de “no intervención en los asuntos internos de otros países” y que en ese marco buscará contribuir a un diálogo entre los distinto sectores venezolanos y no el enfrentamiento con el gobierno de ese país. Un claro distanciamiento del Grupo de Lima y a las propuestas de la candidata Fujimori y su visión de la política exterior.
“Sudamérica y América Latina en especial, tienen una deuda pendiente con sus pueblos para articular una acción conjunta y responsable en la lucha regional contra el COVID. Nuestros países tienen la obligación ética de cooperar en esta lucha, independientemente de las orientaciones políticas de los gobiernos” afirmó.
Es por ello que la reunión de cancilleres de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) del sábado 24 de julio que tenía como principal objetivo la búsqueda de una estrategia regional para adquirir vacunas y celebrar los 238 años del natalicio de Simón Bolívar, ahora toma más relevancia.
Porque el encuentro, que tuvo lugar en Ciudad de México, fue noticia por otras razones. La principal, un discurso del presidente anfitrión, Andrés Manuel López Obrador, haciendo un llamado a sustituir la Organización de Estados Americanos (OEA).
El mandatario incluso delineó algunas características que debería tener ese nuevo organismo, al que equiparó con la Unión Europea: debería ser un ente “verdaderamente autónomo, no lacayo de nadie, sino mediador a petición y aceptación de las partes en conflicto en asuntos de derechos humanos y de democracia”. La idea fue rápidamente rechazada por Colombia, pero bien acogida por figuras como Alberto Fernández, Luis Arce y José Mujica.
Incluso Fernández sostuvo que la OEA “ha dejado de ser un organismo que funcione y sirva a América Latina”. A través de Twitter, Arce dijo “hacerse eco de las palabras del hermano López Obrador”, mientras que el expresidente uruguayo Mujica dijo, tras apoyar a AMLO, que “es un deber aprender a gobernarnos nosotros mismos; la tutoría de los intereses de las potencias del norte nos ha hecho mucho mal”.
Tras las reuniones bilaterales (incluso con el mandatario conservador Guillermo Lasso) que Fernández tuvo en Perú en el marco de la asunción de Pedro Castillo, se planteó la idea de que sea el próximo presidente de la CELAC. Con el apoyo explícito de México, quien hoy posee la presidencia del organismo regional, Alberto Fernández podría asumir el cargo el próximo mes, a pocas semanas de haber dejado la presidencia pro-tempore del MERCOSUR y haber hecho entrega de la misma a Brasil, que el año próximo va a las urnas y Lula tiene todas las de ganar.
Hay que destacar que el MERCOSUR atraviesa, el período de menor densidad de vínculos transnacionales económico-comerciales de su historia. Este declive de los intercambios intra-zona comenzó a consolidarse a partir de 2011 y fue acentuándose, de manera abrupta, a partir del avance de la demanda de productos primarios de China que, a la par, contribuyó a la aceleración de un proceso de primarización del bloque.
Frente a ello, los países del MERCOSUR no generaron nuevas condiciones para un re-despegue productivo basado en proyectos conjuntos de diversificación productiva. Por el contrario, se fueron incrementando lentamente dinámicas unilaterales y creencias dogmáticas que desalentaron cualquier tipo de acuerdos.
Es por ello que, en este contexto, para entender un poco más el rol de la CELAC de cara al futuro, hay que hablar de los cuestionamientos que hoy posee la OEA, el organismo que se intenta debilitar en el plano geopolítico.
La aparente inacción ante la deriva represora en Nicaragua, el silencio ante la situación de Honduras y la cuestionada actuación tras el golpe al presidente Evo Morales en Bolivia no han ayudado a mejorar la situación de la OEA de cara a distintos actores regionales. Incluso la Iniciativa Democrática de España y las Américas (IDEA), que engloba a exmandatarios como José María Aznar, Jorge Quiroga y Mauricio Macri, emitió un comunicado criticando a la OEA por no actuar a tiempo en Nicaragua.
Y si le queremos echar más nafta al fuego, La Cámara de Representantes de Estados Unidos introdujo en Julio una ley llamada “Asignaciones de Fondos para Operaciones en el Extranjero”, que ahora pasa al Senado, donde pide al Departamento de Estado indagar si las denuncias de la Organización de Estados Americanos sobre irregularidades electorales contribuyeron al golpe contra Evo Morales en 2019.
La OEA sigue siendo un actor influyente, pero con una política centrada en la agenda de Estados Unidos hacia América Latina. Bajo la secretaría de Luis Almagro se ha alejado de una posición imparcial y se ha enfocado en la estrategia geopolítica de la potencia contra gobiernos específicos, especialmente los del ámbito bolivariano. Esto fue ratificado por un estudio hecho en la Universidad de Salamanca, España, donde indican que en Bolivia no hubo fraude electoral e incitan a que Luis Almagro sea denunciado por delitos de lesa humanidad ante el Tribunal de la Haya.
Ha sido catalogada muchas veces como un organismo ineficiente que refleja las fracturas que hay en la región. La organización postergó una reunión para tratar la situación de Cuba tras la oposición de varios países, y en el caso de Venezuela no logró el consenso necesario para adoptar una resolución determinante ante la crisis.
Hay que tener presente que la OEA se levantó en la Guerra Fría, y es probable que agarre nuevamente vigor por el auge de China y los constantes esfuerzos de Rusia por reaparecer como un actor dominante dentro del sistema internacional, sobre todo a través de la diplomacia de vacunas, el recurso de soft power que hoy las potencias eligen para relacionarse con nuestra región. Si querés leer más sobre esto, te dejo este artículo que escribí al respecto.
Hay un ente regional que responde a necesidades nuevas, que es la CELAC, como decía anteriormente. Es una OEA sin Estados Unidos ni Canadá y fue creada para impulsar un diálogo sur-sur en América, un poco al margen de la gran influencia, sobrevalorada, de esos dos países. Hay que repensar la OEA, sobre todo teniendo presente que ni Cuba ni Venezuela participan en ella.
La CELAC cumple un propósito adicional. Por su proximidad geográfica y dependencia económica, México no puede confrontarse con Estados Unidos. Al mismo tiempo, no puede someterse si aspira a tener el respeto y la confianza para tomar el liderazgo entre sus aliados latinoamericanos. En ese acto de equilibrismo y de diplomacia a varias bandas, la imagen de la CELAC contrapuesta completamente a la OEA.
Pero pensemos también que el surgimiento de cualquier nueva organización supranacional implica desafíos enormes. Supranacional implica que se sobrepasan los límites de lo nacional y se dificulta el efecto vinculatorio cuando se incide en la soberanía. Las mayores presiones vienen del exterior y esto enciende de alguna manera los nacionalismos (que ya bastante envalentonados están).
Por otra parte, hay que entender que hay una desconexión entre los países que viven realidades totalmente diferentes. Como la impronta de EE.UU. es tan fuerte en la región, la única manera actual de imponer sanciones con algún efecto coercitivo es apelando a la potencia norteamericana. Por ello, si el resto del continente quiere tener alguna posibilidad de crear organismos de alcance regional que dejen huella, lo primero que tendría que hacerse sería reforzar los lazos económicos, a esto apuesta Perú.
Castillo en su plataforma planteaba la necesidad de contar con Centros internacionales de arbitraje para la región, un Sistema Interamericano de Derechos Humanos y un Grupo de Acción Financiera Internacional a nivel Sudamericano y Latinoamericano, para contrarrestar la influencia y poder que hoy posee el Fondo Monetario Internacional en nuestra región.
Pero todavía falta.
Pensemos que por decisión del Gobierno de Jair Bolsonaro, Brasil dejó la CELAC en enero del año pasado. Y mientras el gigante latinoamericano solo mira hacia dentro y se ha quedado sin aliados en el continente tras la salida de Donald Trump, el eje de México y Argentina, basado en la afinidad entre las Administraciones de Andrés Manuel López Obrador y Alberto Fernández, quiere llenar ese vacío en el liderazgo regional. Ya lo hizo con las vacunas, poniéndose al hombro la producción y distribución de insumos para toda Latinoamérica.
Alberto Fernández se consolida como el gran líder de la región y esto Washington lo tiene claro, de hecho, el principal asesor de seguridad nacional de Joe Biden, Jake Sullivan, llegará a Buenos Aires hoy (al momento de la publicación de esta edición).
¿La agenda del viaje? Argentina y Brasil.
Jake Sullivan, titular del Consejo Nacional de Seguridad (NSC) de la Casa Blanca, y Juan González, jefe del Hemisferio Occidental en ese organismo, que conocen la agenda geopolítica de Jair Bolsonaro y Alberto Fernández, en esta gira relámpago -junto a otros funcionaros de la Casa Blanca- apuntan tornar más fluida la relación con Washington.
González ya estuvo en abril en Buenos Aires, en una gira que incluyó otros países de la región y de hecho, en junio recibió a Sergio Massa, presidente de la Cámara de Diputados, en Washington. Que cuatro meses después regrese a Buenos Aires, pero esta vez acompañado por su jefe directo, confirma que sigue firme el plan de seducir a la Argentina, pese a las reticencias en política exterior que exhibe con frecuencia el gobierno.
Fernández podrá ser errático con su política respecto a Venezuela, Nicaragua y Cuba o podrá proponer sustituir a la OEA por la CELAC, pero sabe que “haciendo los deberes” con el tema del cambio climático gana muchos puntos en la Casa Blanca.
No es precisamente el caso de Bolsonaro, al que la oposición en su país y organizaciones ambientalistas globales acusan de poner en peligro el Amazonas.
China siempre presente. La cooperación militar y cibernética será otro asunto a tratar, con especial interés en el 5G y en lo que haga Brasilia con las presiones de Pekín para que Huawei provea esa red.
Se hablará del tema vacunas también, con quien el gobierno hizo un acuerdo por 3,5 millones, pero Venezuela, Bolivia y Nicaragua también serán asuntos importantes, así como la lucha contra la pandemia y el crecimiento económico compartido. Es decir, la renegociación de la deuda con el FMI y la necesidad de un apoyo de Washington en ese camino.