ISIS 2.0: el retorno

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Europa está pasando por una etapa de transformación profunda. Los cimientos de ese hegemón vanguardista están atravesando una crisis de identidad que trae aparejada una gran cantidad de problemáticas, una de ellas, imposible de menospreciar: terrorismo internacional.

Isis, Daesh o Estado Islámico, como quieras decirle, volvió a decir presente en Europa. Es cierto, hace tiempo había aparecido en Rusia con una masacre realmente severa, pero en la parte occidental, esta institución parecía haber bajado de intensidad. Cada tanto se hacía público algún tipo de intento de atentado o inclusive manifestaciones donde se veían banderas de esta organización terrorista. El tema es que esto fue de manera creciente, hasta llegar a un atentado frustrado a tiempo. Dos miembros fueron detenidos cuando planeaban hacer un ataque de carácter suicida en el recital de Taylor Swift en Austria. Las alarmas volvieron a sonar.

Ataque en células 

El peligro es latente cuando se habla de cualquier tipo de atentado o de accionar terrorista, aunque el tema de ISIS es un verdadero calvario en el viejo continente y su aparición repentina es preocupante por la gran cantidad de años en los cuales se ocuparon recursos de muchos Estados para combatirlos en Siria principalmente, aunque la desactivación de sus células llevó más tiempo.

Justamente es visible la situación por la cual hay temor. El modus operandi de actuar en células lleva a que se consolide una red de potenciales terroristas y con serias dificultades para dar con los cabecillas. 

Este método utilizado por ISIS consiste básicamente en que un “reclutador” comienza a operar en varios países donde las diásporas musulmanas tienen asiento y crecen en consonancia con la crisis migratoria que azota a Europa. 

Este reclutador va hacia comunas de carácter musulmán, hace contactos, e inclusive utiliza redes sociales para cautivar a los más jóvenes. A partir del convencimiento, logra que las personas se alisten, pero no conozcan al cabecilla del reclutador. A partir de allí arma su propia célula y actúa de manera individual a otras células. Es decir, cuando inteligencia o la policía los detiene, solo pueden delatar a quienes forman parte de su célula y no al resto de miembros que pueden andar ocultos en la sociedad, ya que directamente no los conoce.

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Migrantes, los apuntados por ISIS

Como cualquier organización de estas características, el grupo más vulnerable de la sociedad es quien se inserta rápidamente. Justamente, este reclutador se aprovecha del contexto migratorio en crisis de Europa. El creciente e incesante oleaje de migrantes que arriba de países africanos y asiáticos al viejo continente ha provocado, en cierta medida, la gran crisis de personalidad que está atravesando, en connivencia con la falta de un líder regional que pueda tomar partida e impartir políticas de contención, en caso de ser requeridas. Países como España, Francia, Italia y Grecia son los grandes receptores de estos contingentes humanos que se escapan de crisis multifactoriales de sus países de origen. Con ello, arriban muchos musulmanes, lo que aporta esa dosis de multietnicidad que caracteriza, últimamente, a Europa. Entre ellos vienen grupos o personas que luego se transforman en reclutadores o que eligen formar parte de ISIS, entre otras organizaciones terroristas, con fines económicos y religiosos. Otros son reclutados por la situación de precariedad a la cual están sometidos en gran medida una vez que llegan a Europa. Lejos de los flashes de futbolistas que tienen origen en algún país africano o asiático y juegan en ligas de élite, el destino de la mayoría es la indigencia con una inserción lenta en la sociedad. Eso, sumado al encono con la occidentalidad que filosóficamente pueden tener incorporado o no, más el sentimiento del europeo conservador, que mira de costado a quienes provienen de otras tierras y costumbres, es un aliciente perfecto para que vean al terrorismo como negocio. 

Occidente en la mira

Hay algo cierto de esta aparición de ISIS. Es repentina pero se cocinó por años. Cuando se había desactivado gran parte de estas células, el crecimiento de migrantes propició un “new age” en las filas terroristas. Nuevas camadas de jóvenes que ven allí algún tipo de respuesta que el sistema parece no ofrecerles. Asimismo, el concepto del occidentalismo es clave para comprender cuales son sus objetivos de ataque. Desde religiones como el cristianismo hasta movimientos de inclusión como colectivos LGBT, entran en la misma “bolsa” cuando hablan de occidentalismo. Expresiones propias de estas tierras, algunas con más tradiciones como la religión y otras más contemporáneas como géneros musicales o expresiones de diversidad. Ese amplio espectro que ISIS considera “occidental” es, en realidad, gran parte del enemigo construido por el yihadismo extremista. Que se entienda la diferencia entre musulmán y yihadista. Musulmán es quien profesa la religión del profeta Mahoma, y yihadista es quien aplica la yihad (sacrificio) más radical, como puede ser una guerra santa. 

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Entendiendo esto, es fácil entender la razón por la cual eventos como los Juegos Olímpicos o recitales como los de Taylor Swift son los objetivos que ISIS 2.0 puede tener en mira. Representan gran parte del consumo occidental al cual culpan como los causantes de gran parte de sus problemas y del impedimento de la constitución de regímenes islámicos en otras tierras. Un problema que evidentemente es histórico y data de la Edad Media, y, aún, no tiene solución. 

Además de eso, elegir eventos masivos tiene como aliciente el hecho de poder cobrarse la vida de miles y miles de inocentes con un agregado filosófico para ellos, en término de ser yihadistas, pero también para llevarse la mirada de todos los medios internacionales. El terror no es negociable para ellos pero sí que se trata de un negocio, inclusive. 

Hay quienes dicen que Estados Unidos estuvo detrás de la creación de ISIS en su momento, sin embargo, hoy en día ya se habla de un movimiento terrorista que oficia de manera autónoma, como lo fue Al Qaeda. Lo que sí se puede visualizar es que Europa tiene un gran desafío para afrontar. La crisis migratoria ya dejó de ser un problema habitacional o poblacional, inclusive dejó de ser económico, ahora es humano. La filtración de estos grupos terroristas sumado a la hiperconectividad del mundo por redes sociales hacen que cualquiera pueda ser un potencial terrorista, y en esta crisis de identidad del viejo continente, hasta el más bueno desconfía del santo. 

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