Jorge Vasconcelos: “Hay muchos casos en los cuales no conviene una política de motosierra, sino de bisturí”

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La Fundación Mediterránea diseñó un plan económico que está a disposición del nuevo presidente, Javier Milei, con sugerencias para cada una de las áreas y economías regionales de la Argentina. El documento tiene la impronta de Jorge Vasconcelos, investigador jefe del IERAL, quien vino a Misiones a una reunión con los principales empresarios de la región. Antes mantuvo una entrevista con Economis en la que dio sus definiciones sobre el nuevo escenario para el país. 

El nuevo presidente dijo que se viene una estanflación, pero usted dice que estamos allí desde hace una década ¿Cuál es la realidad económica del país? ¿La única salida es el ajuste?

La Argentina está efectivamente estancada desde hace más de 10 años. Esos estancamientos pueden ocurrir con tendencias deflacionarias, como en Japón, la famosa década perdida en los años 90. En el caso de Argentina, es un estancamiento con una inflación que hasta hace tres años fue alta, pero moderada, o sea, era una inflación del 2-3% mensual la que teníamos. Y en los últimos tres años cambia ese fenómeno, la inflación se empieza a acelerar, pasamos del 50% en 2021 al 100% en 2022, y ahora vamos al 200% o más en 2023. O sea, se está duplicando la tasa de inflación año a año. En parte, el Gobierno saliente logró que el nivel de actividad no cayera tanto, pese a la sequía, que impactó mucho en las provincias agroindustriales, porque una forma de financiar el nivel de actividad fue con expansión del gasto público, acentuada en los últimos meses por las elecciones, y el hecho que, pese a que no había dólares para importar, se estuvo aumentando fuertemente la deuda de importaciones, lo cual permitió que el nivel de actividad no se trabara, pero a costa de un endeudamiento muy fuerte, un aumento de endeudamiento muy fuerte, por importaciones impagas. De hecho, el nivel actual de deuda de importaciones es superior a los 50.000 millones de dólares, y lo normal sería tener, porque siempre hay deuda de importaciones, una deuda de 25.000. O sea, que una de las herencias que recibe el gobierno de Milei es un exceso de endeudamiento por comercio exterior del orden de los 25.000 millones de dólares. Eso permitió que el nivel de actividad no cayera tan rápido en 2023, pero ahora se han acabado realmente los dólares, y eso se nota con estos indicadores: entre septiembre y octubre el nivel de actividad cayó 1,2% en un solo mes, lo cual es muy fuerte, y estos anuncios que leemos todos los días, que escuchamos todos los días, de parálisis de plantas industriales.

¿No hay otra salida que no sea estanflación?

Lo que pasa es que el déficit fiscal, del sector público nacional, está más o menos en los cinco puntos del PIB. El PIB argentino son 600.000 millones de dólares a este tipo de cambio. O sea, cuando uno habla de un déficit de cinco puntos del PIB, está hablando de un déficit anual de 50.000 millones de dólares. Para ese déficit no hay financiamiento. Entonces, por eso es que estamos viendo la aceleración de la inflación, y pasó de 50 a 100 y de 100 a 200, en tres años. Al no haber financiamiento, estamos frente a una situación que se llama no lineal. Es decir, no es que con un poquito más de déficit, yo voy a tener un poquito más de inflación. Ahora estamos en una situación límite, por la cual, si uno tuviera un poco más de déficit, tendría mucha más inflación. Mucho más. En los modelos que usamos en el leral, internamente, que son simulaciones, nos da que, si hubiera que seguir financiando un déficit de cinco puntos del PIB en 2024, la inflación, en lugar de ser del 300%, como está hoy, si uno mira la proyección de los últimos meses, se iría a 900%. No hay financiamiento al déficit y además la gente se desprende más rápido de los pesos, y eso hace que el impuesto inflacionario achique su base. Cuando uno tiene una base imponible más chica, necesita más alícuota, o sea, más inflación, para una misma recaudación, entre comillas, que es la recaudación del impuesto inflacionario. Frente a esa situación, cualquier político que entienda bien lo que está pasando, y que sepa que tiene cuatro años para gobernar, lo lógico es que avance en esta dirección. Es decir, que los problemas aparezcan lo antes posible, porque si esos problemas se pueden resolver, entonces los siguientes años, el plafón político que pueda tener el gobierno… puede llegar a ser mejor. Desarmar esta situación tampoco es sencillo. El Gobierno está llegando al 10 de diciembre, con un equipo económico prácticamente inexistente, salvo la designación del ministro de Economía. Para evitar entrar en ese escenario hipotético de 2024 de inflación del 900%, el área más importante es la cuestión fiscal. Pero todavía no hay secretario de Hacienda, por lo menos en el momento que estamos conversando. No hay designado un secretario de Hacienda que se tiene que ocupar de agarrar el bisturí y ver cómo, en qué lugares del gasto público trabaja, para empezar a reducir el déficit. Lo primero que uno imagina en los primeros 4 o 5 meses de Gobierno es que, al no haber un ajuste de gasto público con bisturí, para evitar que sea demasiado de motosierra, lo que el Gobierno puede terminar haciendo es decir: ‘Voy a gastar tanto, mi pauta de gasto va a ser esta, en pesos, con una buena estimación de a cuánto va a ir la recaudación en los meses siguientes’, fijando esa pauta por debajo de lo que espera recaudar. Entonces empezar a salir del déficit fiscal, pero de un modo general, con todas las partidas, porque es muy difícil que el 11 de diciembre sepamos por cada repartición cuánto puede gastar. Después está el tema de la economía. El tema, obviamente, de la aprobación del presupuesto para 2024, que va a ser una negociación política. Y en esa negociación política hay un tema de gobernabilidad, que es que las bancadas de la Libertad Avanza son minoritarias, tanto en Senado, más todavía en Senado, como en Diputados. Y tampoco alcanza la alianza entre la Libertad Avanza y el PRO. Por lo tanto, se depende mucho de las bancadas independientes. Es todo el poder a los gobernadores. Pero los gobernadores en general nunca han sentido el incentivo de decir, “vamos a hacer un ajuste fiscal”. Las provincias, en cierto modo, se benefician con la inflación, porque la recaudación responde a la inflación. Entonces, las provincias hoy no están en una situación de crisis. Pero la última reforma del llamado plan platita de (Sergio) Massa, del ministro saliente, que consistió en devolver IVA y eliminar prácticamente Ganancias para una masa amplia de contribuyentes tendrá un fuerte impacto en las provincias. Si uno mira conjuntamente el impacto de la menor recaudación de IVA y la menor recaudación de ganancias, para el 2024 van a ser, implica una merma de recaudación de dos puntos del PIB. Esos dos impuestos son coparticipables. Entonces, un punto del PIB menos de ingresos para el Tesoro Nacional y un punto del PIB menos de ingresos para el consolidado de provincias. Justamente hoy sacamos un informe donde mostramos que para 19 provincias de las 24, si se mantuviera la reducción de recaudación de IVA y ganancias, los flujos de coparticipación automática el año que viene obligarían a un ajuste del gasto de entre el 3% y el 5% para 19 provincias, entre las cuales están las provincias del norte, Misiones, Corrientes, Formosa. Milei no ha dado ninguna señal de que quiera eliminar esa reforma de Massa, vinculada con IVA y Ganancias. Pero no hay un secretario de Hacienda. Lo que nosotros creemos es que cuando asuma un secretario de Hacienda y haga las cuentas, le va a decir a Milei: ‘No podemos prescindir de esta recaudación’. Eso es lo que los gobernadores están esperando escuchar.

Le pidieron una compensación a Alberto Fernández…

Claro, claro. Eso los gobernadores están esperando escuchar de un secretario de Hacienda designado por Milei. Pero ese tema es el corazón de las negociaciones en el Congreso en las próximas semanas, porque si el Gobierno nacional se convence de que necesita restituir la recaudación de IVA y Ganancias como era antes, va a encontrar a los gobernadores de aliados y obviamente ahí va a haber pases de facturas El Gobierno nacional va a decir: ‘Bueno, los acompaño a los gobernadores en esta cuestión que ustedes están pidiendo. A cambio de eso, ¿Qué concesión nos hacen a través de sus diputados, de sus senadores para aprobar las leyes que necesitamos aprobar en el arranque?

Jorge Vasconcelos durante la entrevista con Economis y Open en el hotel Julio César.

Usted hace unos días dijo que hay un ritmo de emisión que se duplica cada 12 semanas más o menos, ¿no?

Sí, sí. La base monetaria. 

Y cómo desarmar esta bomba. ¿Cómo cree que se desarma esta bomba? ¿Es necesario un shock como el que estamos conociendo que podría venirse?

En el diagnóstico sobre el tema de las Leliqs, yo creo que hay, de parte de Milei y del Gobierno entrante, una sobre ponderación del problema. O sea, está exagerado como problema el de las Leliqs en el diagnóstico del Gobierno entrante. O sea, si uno mira esta aceleración de inflación que tenemos del 50 al 100 y del 100 al 200, entre 2021 y 2023, eso no se explica por las Leliqs. Eso se explica por lo que decía antes, porque no hubo financiamiento genuino para el déficit del Tesoro y porque es un problema fiscal, y porque la gente se desprende cada vez más rápido de los pesos, aumenta la velocidad de circulación del dinero y es un problema de expectativas. Los dos problemas, el problema fiscal y el problema de expectativas, en nuestra opinión, o en la opinión del Instituto, dependen de cómo se resuelva la cuestión fiscal. Por lo que decía antes, o sea, porque si Argentina está en una situación no lineal, si intenta repetir el mismo déficit en 2024, no va a tener una inflación de 200. Puede llegar a una inflación del 900. Entonces, el problema principal es claramente fiscal. Las Leliqs están estabilizadas o relativamente estabilizadas, como por proporción del PIB, en unos 9 puntos del PIB. Es una cifra alta. No es que haya que minimizar la cuestión. Es una cifra alta. Pero, en este momento y en diciembre, el stock de Leliqs se está achicando en términos reales, porque las tasas de interés están en el 10-11% y la inflación en noviembre, probablemente de 14%, y la inflación de diciembre, probablemente dé arriba de 20%. Entonces el stock de Leliqs en cierto modo, se está achicando por la aceleración de la inflación en la cual estamos en este momento metidos.

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Dejando que fluya, medio que se va a acomodar.

Claro. No harían falta medidas excepcionales. Pero, me parece que el matrimonio Milei-Caputo, presidente-ministro de Economía, de cierto modo, esos acuerdos se tejieron a la luz de un diagnóstico similar sobre la importancia del problema de las Leliqs. O sea que, aunque yo esté diciendo esto, es probable que cuando asuma, cuando el gobierno empiece a tomar decisiones, haya medidas específicas para tratar de achicar el problema. El tema del abordaje de las Leliqs a su vez va a requerir una política cambiaria distinta a la que se venía hablando desde los dirigentes de la Libertad Avanza. Inicialmente se hablaba de dolarización. Creo que fuimos muchos los que intentamos demostrar que no era una opción ventajosa, ni viable para la Argentina en este momento. Eso ha quedado en un segundo plano. Pero, todavía no se sabe si va a haber algún régimen cambiario más parecido al de la unificación que hizo (Federico) Sturzenegger cuando arrancó Macri en 2015, o si va a haber algo más parecido a un mercado desdoblado, pero regulado. Es temprano para saber qué va a hacer el Gobierno, se puede conjeturar o un sistema cambiario más parecido al que impulsó Sturzenegger, o un sistema más parecido a esto que les digo, dos mercados, libre por un lado y oficial por otro. La ventaja que tendría en el arranque un mercado desdoblado es que, si bajan la tasa de interés de los pases y hay más presión sobre el dólar, esa presión iría, no al mercado oficial, no le quitaría reservas al Central, sino que iría al mercado libre, al dólar CCL o al dólar bolsa. Y lo que al parecer está tratando el ministro entrante Luis Caputo, es conseguir algún dinero fresco para poder vender dólares si el mercado libre sube mucho, si el dólar del mercado libre sube mucho, no tanto para comprimir la brecha cambiaria, sino porque ahí sería muy eficaz vender dólares porque se sacarían pesos de circulación con una fuerte potencia del dólar. O sea, si el dólar oficial está 750, 800 pesos y el dólar libre está a 1.200, 1.300 pesos, que el Banco Central venda dólares por el mercado libre a 1.200 pesos por cada dólar, saca por cada dólar que vende al mercado, extrae mucho más pesos de circulación, que si lo hiciera en el mercado oficial. Y eso es bueno para resolver el problema de exceso de pesos que hoy tiene la economía. O sea, por ahí pareciera que va a ir el sendero de acción de política económica.

Mencionó usted la palabra bisturí y no imagino mayor contraste que con una motosierra, ¿no? ¿Cree que hay un plan consistente en el nuevo Gobierno? 

En el plano fiscal va a haber alguna mejora en recaudación, porque las exportaciones agroindustriales en 2024 van a repuntar probablemente unos 15.000 millones de dólares. Estamos hablando de soja, maíz, trigo. La mayor oferta de gas y petróleo originada en el éxito de Vaca Muerta, bajará los costos de los subsidios a la electricidad, al gas, etcétera. Porque se prescinde de insumos de gas importado, del petróleo importado y eso es importante. Los cálculos nuestros nos dicen que la balanza comercial energética, vamos a pasar de un déficit del orden de los cinco mil millones de dólares en el 2022, a un superávit del orden de los tres mil millones en 2024. Es una mejora de ocho mil millones de dólares en dos años en el sector energético. Y no es solamente mayor nivel de actividad, sino mejor nivel de recaudación, para las provincias petroleras por regalías y para todo el sistema de subsidios en Argentina. Entonces, hay algunas buenas noticias para 2024, pero no alcanzan. Las empresas públicas que son candidatas obviamente al bisturí o la motosierra, generan un déficit en el orden de medio punto del PIB. Repito, el problema que tenemos que resolver es de cinco puntos. Es una contribución, pero lo mismo el gasto de la política, son cosas que no alcanzan. El estudio que hicieron el IERAL y la la Fundación Mediterránea, reservado para el presidente, tiene algunas ideas y formas de reducir el déficit porque hay mucha superposición de gastos. Hay muchos organismos que no cumplen ninguna función. Se puede poner en marcha el bisturí, pero como les decía antes, de un día para el otro es muy difícil que eso ocurra. Entonces, a lo mejor uno tiene que pensar el ajuste fiscal en dos etapas. La primera, de brocha gruesa y en algún momento de principios de 2024, segundo trimestre, o trimestre de 2024, ya formas mucho más precisas para que a su vez hagan menos daño, porque si uno corta gasto sin pensarlo, por ahí, o si puede interrumpir una obra que le faltan tres meses para que se termine, donde es mucho más costoso cerrarla, interrumpir la obra, que terminarla. En fin, hay muchos casos en los cuales no conviene una política, digamos, de…

De tabula rasa. Una de las cosas que ha dicho Milei, es que la obra pública se para. ¿Qué impacto puede llegar a tener esto en la actividad?

Ahí justamente estamos, cuando uno habla de Aerolíneas Argentinas o de la obra pública, son actividades que se despliegan en el territorio. La obra pública es un número en el presupuesto, pero puede ser algo que se está construyendo en la provincia A, es útil para la infraestructura de la provincia B. Sí. Entonces, yo creo que ese tema va a entrar en esta negociación que va a ser candente y muy intensa, y esperemos que, con buenos resultados, entre los gobernadores y la Nación. Obviamente que no se van a empezar obras nuevas. Es muy difícil que se interrumpan las obras que están en marcha. No hay ninguna obra que empiece y termine en un mes, o sea, cuando se inicia un proyecto de estos son varios meses, en fin. Todo eso hay que enfriarlo, digamos, como que se puede hacer de un día para el otro algo ahí. Y respecto del tema de depositar toda la expectativa de inversión en el sector privado, en realidad es raro que eso ocurra. Lo que sí debería hacerse, es un involucramiento mucho mayor de las provincias en el financiamiento de la infraestructura. Acá no existe prácticamente la obra pública biprovincial, triprovincial, y en realidad hay muchísimas necesidades de infraestructura que requerirían acuerdos entre dos, tres, cuatro provincias para resolver eso. Y cuando uno habla de infraestructura básica, habla de territorio y los territorios no están caprichosamente cortados por los límites provinciales. Entonces, yo creo que todo eso debería, sería sano que empiece a aparecer como propuestas, contrapropuestas, etcétera. Porque además para los organismos internacionales, para el BID, para la CAF, este tema de la infraestructura por regiones es crucial. Y, además, hay mucha infraestructura en la Argentina, que conecta a Brasil con Chile, el Atlántico con el Pacífico, o sea, hay muchas cosas que se podrían hacer en esta nueva agenda, pero no se va a poder prescindir del 100% de la inversión pública. Por lo que puede representar.

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Y una pregunta más de tinte social, si se quiere. Milei dijo, cuando habló de la estanflación, dijo, la única billetera abierta que hay que tener es la del capital humano para sostener a los caídos. Frase fuerte. ¿Cuánto de consideración tiene que tener el Gobierno Nacional respecto a estos caídos? 

Argentina siempre tuvo problemas económicos, hace mucho, pero problemas sociales de la magnitud que ha alcanzado ahora la diferencian negativamente de países vecinos. O sea, antes, si uno miraba los indicadores de crecimiento y los indicadores sociales, encontraba por ahí diferencias entre uno y otro, con Brasil, con Chile, con Uruguay. Pero con Uruguay teníamos la misma tasa de pobreza. Estábamos en el orden del 10%, 12%. Y hoy Uruguay tiene una tasa de pobreza de un dígito y nosotros estamos arriba del 40%. Entonces todo el país tiene que invertir en resolver el problema social y en darle una solución a la sociedad. Aprender a pescar y no una solución de pescado todos los días.

Un cambio cultural.

Un cambio cultural. En esta región, por ejemplo, hay claramente un desarrollo trunco que podría tener mucho impacto social que todo lo que es la industria forestal. Cuando el presidente Néstor Kirchner decidió vetar la posibilidad de que se instale una industria pastera en la Argentina, causó un impacto en el tiempo. Uruguay exporta hoy por 3.000 millones de dólares en industria forestal aproximadamente. Y en el momento en que Argentina interrumpe su desarrollo forestal, Argentina tenía más bosques sembrados, árboles creciendo que Uruguay. Hoy estamos en la misma cantidad de bosques, pero acá obviamente los estamos subutilizando porque exportamos muy poco. O sea que, tenemos una industria que tiene muchísimo potencial y que se abandonó al impedirse la industrialización de la madera. Así como eso, hay muchos casos. Entonces, se trata de asistir al fenómeno, de contemplarlo, de diagnosticarlo, de tenerlo presente todo el tiempo, pero tratar de empezar a encontrar formas de que eso se pueda revertir, no por asistencialismo solo, sino por desembarco de las personas que hoy reciben planes sociales a trabajos genéricos. Y el caso de la industria forestal me parece que es uno de los ejemplos claros de cómo una política cortoplacista en ese momento, mediados de la primera década del siglo XXI, generó un daño profundo y parecía que irreversible para todo ese potencial. Y que las inversiones al sector prácticamente no vinieran, desde hace 20 años no vienen, mientras la inversión forestal en la región en ese periodo es de más de 25.000 millones de dólares. Brasil, Chile y Uruguay han seguido capturando inversiones. Entonces el Estado tiene no solo que hacer a inversiones públicas mejor focalizadas, sino también redefinir reglas de juego. Porque fíjense que las pasteras que están en Uruguay no le compran raleo a los bosques argentinos. ¿Por qué no ocurre eso? Porque temen que Argentina les cambie las reglas de juego, a pesar de que les bajaría los costos a las pasteras. El sector forestal está tremendamente dañado por la incertidumbre jurídica. Pero  si los gobernadores se juntan y empujan… Entre Ríos, Corrientes, Misiones y alguna otra provincia, se puede revertir. Hay un montón de cosas si uno empieza a pensar la agenda del país, no como de dónde saco la plata para el próximo plan social, sino al revés, dónde encuentro los mecanismos para generar más empleo privado, empiezan a aparecer. Pero el tiempo ahí, digamos, no hay magia, es una ciencia.

¿Habrá una nueva ola privatizadora? ¿Es necesario o ideológico?

No es comparable la situación actual con la década del 90 cuando se hicieron las principales privatizaciones del país. No es comparable, porque no hay un volumen de empresas, salvo YPF, que pueda generar ingresos. Que la privatización sea una forma de resolver, en parte, el problema presupuestario, no se ve que sea factible. Y además, por ejemplo, no es conveniente que para sacarle precio a las empresas estatales se les den monopolios. O sea, lo que habría que hacer con Aerolíneas Argentinas hoy es, digamos, abrir más la competencia.

Liberar los cielos…

Porque para las regiones del país es fundamental. Las Cataratas quizás recibirían cuatro veces más turistas, si hubiera mejor conexión. Mejor, mayor conectividad. Entonces, Aerolíneas lo que hay que hacer es, abrir la competencia. Porque las reglas del sector en la industria aeronáutica, en general están dictadas por el interés de Aerolíneas. No nos engañemos en eso. Entonces, que haya un regulador sobre la industria aeronáutica cuyo objetivo sea que haya la mayor cantidad de vuelos posibles dentro del país y del país para el resto del mundo. Con un tipo de cambio favorable para los turistas tendría una gran mejora de dólares, traídos por visitantes. Entonces, la prioridad ahí tiene que ser esa. Porque si uno dice, bueno, le mantengo el monopolio a Aerolíneas para venderla por 30 millones de dólares más, es una ganancia pírrica, una victoria pírrica, absolutamente. Y en el caso de YPF, en realidad, hay un cambio de autoridades y todas las referencias de quien va a ser el nuevo presidente de YPF son impecables en términos profesionales, etc. En este momento la prioridad, en el caso de YPF, es aprovecharla mejor, con todos los yacimientos que tiene. YPF en realidad podría hacer muchas privatizaciones secundarias porque tiene muchísimos terrenos en concesión para explorar y no los puede explorar todo. En fin, en este momento no hay una comparación con la época del 90 respecto de que eso pueda ser una solución para alguno de los problemas que tenemos. Pero sí sería bueno que haya más que eso. Y que haya más competencia para YPF, haya más competencia para Aerolíneas. Así, Aerolíneas y YPF son mejores y no peores empresas de lo que vienen siendo.

¿Le sorprendió el triunfo de Milei o lo esperaba?

No soy un aficionado a la sociología o a la politología, hablo como ciudadano nomás. Pero,  yo lo que noté, es que la pandemia tuvo un impacto sobre la forma de pensar los problemas por parte de la población, tremendo. Y los políticos no se dieron cuenta de eso. La radio, por ejemplo. La radio era un instrumento, era un medio de comunicación que estaba medio en baja hasta la pandemia. Y la pandemia hizo que la gente escuchara mucho más radio y participara mucho más en los programas radiales, etc. Y todos, en realidad, teníamos más tiempo para escuchar, etc. Y ahí se veía claro que la gente estaba indignadisima con el hecho de que los empleados públicos seguían cobrando el sueldo sin laburar, sin trabajar, sin hacer nada. Y que las normas sanitarias eran abusivas para aquellos que se debían ganar el mango día a día. Desde el Rappi hasta, digamos, el jardinero, o sea, mil oficios. Ahí empezó… No es la misma bronca contra el Estado que había a fines de los 80. A finales de los 80 era que Entel no daba teléfonos. No había forma de tener un teléfono con Entel. Esa era la bronca contra el Estado a fin de los 80. Que dio lugar a las privatizaciones. La bronca ahora vino por ese lado, o sea, el Covid puso en evidencia que había una población muy grande que estaba cobrando sin hacer nada. Y que cobraba lo mismo que si estuviera trabajando. Porque en Uruguay, por ejemplo, y lo vuelvo a citar como país porque me parece que es útil que lo tengamos como referencia. En Uruguay, los funcionarios, por encima de ciertos sueldos, se bajaron los salarios, hubo un acuerdo en el Congreso para bajar los sueldos mientras durara el Covid. Para los sueldos, superiores a 1000 dólares, para decir algo. 1500 dólares para arriba, 10, 15, 20% de recorte de sueldo. Como forma de financiar los gastos de la pandemia. Y acá, digamos, el Gobierno creía, porque los índices de popularidad de Alberto eran muy altos en marzo, abril. Creía que manteniendo a la gente en la calle y emitiendo pesos, estaba solucionando el problema. Y la bronca del que vive al día, contra el que seguía cobrando el sueldo sin hacer nada, para mí fue como una semilla que fructificó muchísimo en el período posterior al Covid. Porque a su vez no se modificó nada en la actitud de la dirigencia política. Y esta cuestión del 40% de pobreza, cuando antes teníamos el 10%, hace que haya muchísima gente que dice: “No tengo nada para perder”. Y es cierto. Votando como sea, no tengo nada para perder. ¿Qué voy a perder?  Entonces, estas dos cosas, dan bases para líderes disruptivos. Lo que pasa es que manejar el Estado no es para anarquistas. Si uno tiene un sesgo anarquista, mejor que sea asesor o analista de afuera. Pero meterse a tomar decisiones dentro del Estado requiere una disciplina, una formación, etcétera, que debe respetarse.

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