La casa de las botellas: una propuesta sustentable en la ciudad de las Cataratas

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La crisis del 2001 fue una las más recordadas por su crudeza y por cómo afectó a diferentes sectores de la sociedad. La tasa de desempleo superó el 20 por ciento y dejó a miles de familias en total incertidumbre de cara al futuro, donde en los casos más extremos recurrieron hasta a basurales en busca de comida y recursos para subsistir.

En el barrio Las Orquídeas de Puerto Iguazú se erige La Casa Ecológica de Botellas, un emprendimiento que surgió por aquellos tristes años, en el seno de la familia Santa Cruz, a cargo de Alfredo. Alfredo Santa Cruz era un electricista que sufrió, como tantos otros, la falta de trabajo en aquellos años, pero nunca bajó los brazos y hoy dicta cursos de tecnología sustentable en diferentes partes del país y llegó a presentar su propuesta en el exterior, en países como Colombia y con una invitación para viajar a Sudáfrica.

Sin embargo, su fuerte, tal vez su templo es La Casa Ecológica de Botellas, un emprendimiento turístico, con fines sustentables y también sociales. Una casa, donde las paredes están construidas sobre botellas de plástico y otros objetos reciclados, al igual que sillones y hasta una cama donde los visitantes pueden acostarse a sacarse una foto. “Siempre y cuando no se duerman”, se ríe Alfredo.

Alfredo habla con tranquilidad, con la paciencia que tuvo para sacar a su familia adelante en años pocos generosos, con la templanza que lo mantuvo firme en aquellos años donde los calificativos más amables que recibía, por hurgar en basurales, fueron: “crotos” “botelleros”, “cirujas” o “cartoneros”. “Ahora le cambiaron el nombre a recicladores urbanos, pero seguimos siendo los crotos o cartoneros que la gente dice con desprecio”, recordó.

Fueron tiempos difíciles, había una familia que alimentar, deudas que pagar y niños que atender,  sumados al estrés que le generaba la falta de empleo, pero sobre todo el estigma social antes mencionado. “No tengo miramientos en decir que me estaba enfermando y mi hija más chica quería una casita para sus muñecas que no podía comprar, entonces decidí armarla yo, con los materiales que tenía en abundancia, las botellas”, cuenta.

Fueron tiempos de prueba y error, de ver que funcionaba mejor, hasta llegar al resultado que fue la piedra basal del actual emprendimiento, una pequeña casa hecha con botellas de plástico y objetos reciclados. El resto, fue trabajar y no aflojar, como dice el mismo Alfredo, “la solución es trabajar, los materiales están pero es necesaria la voluntad de querer salir adelante, de querer progresar”, indicó. Poco se imaginó, en ese entonces, que ese deseo de su hija, por una casita, sería el puntapié para arrancar una tecnología que, después de veinte años, recorre el mundo.

“Cuando se empezó a popularizar, empezamos a crecer con el emprendimiento, tuvimos asesoría de ingenieros que nos ayudaron a mejorar la técnica, de psicólogos, en fin, de muchos profesionales que nos fueron aconsejando en cómo transitar este camino que estamos caminando”, explicó con extrema humildad.

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Las construcciones están hechas a base de botellas de plástico, pero luego se le agrega una carpeta de cartón (usualmente de la leche tetra pack) y arriba un revoque de cemento y arena, para darle la firmeza necesaria. Esto brinda, además de un refugio acorde a las necesidades de cualquier hogar, un aislante térmico y acústico natural, debido al aire interno de los envases.

Un personaje de una célebre película de superhéroes dice en un momento que “Un gran poder, conlleva una gran responsabilidad” y Alfredo entendió que esa idea que lo ayudó a salir adelante, a crecer, debía ser compartida con quienes más lo necesite, como el mismo lo necesitó en su momento. “Cuando iba a los basurales a buscar cosas, veía a gente en peores situaciones que la nuestra y entendí que tenía las herramientas para ayudar a quienes más lo necesiten, siempre y cuando ellos quieran”, reflexionó.

Es por eso que empezó a fomentar la construcción de casas y diferentes espacios con botellas, para familias que están en situación de extrema vulnerabilidad. “Podemos demostrar, que no es teoría, cómo se pueden transformar los residuos para hacer cosas útiles y evitar que el planeta se transforme en un gran basural, entonces le damos una segunda vida a muchos elementos que la gente desprecia o tira y con lo cual se puede tener una salida laboral por un lado y que pueda mejorar su condición de vida”, explicó.

En ese sentido, aclaró que para ello es necesario la formación, capacitar a la gente para que pueda desempeñarse en el mercado laboral o en lo que desee emprender. “La única manera de salir adelante, es trabajando, no hay otra manera. En ese aspecto, hemos encontrado el mecanismo para que las personas puedan transformar los residuos en cosas útiles y tener una salida laboral, es decir muebles, adornos; materia prima hay disponible”.

En consonancia a esto, Alfredo explicó que brinda seminarios gratuitos donde le soliciten, usualmente escuelas, sobre la confección de diferentes elementos con objetos reciclados. “Generalmente lo único que pedimos es que el solicitante de la capacitación se encargue de recolectar las botellas y los elementos para el curso y nosotros nos acercamos hasta el lugar”. Además, agregó que subieron diversos tutoriales a la plataforma de Youtube, para que las personas que les interese el reciclado, puedan seguirlo online.

El espíritu altruista de Alfredo no culmina con el compartir sus conocimientos, algo que no es poco, sino que también colabora con las familias que viven en una situación de extrema vulnerabilidad, para que tengan una vivienda en condiciones habitables. “La propuesta es que la familia trabaje con nosotros y, como hay cosas que hay que comprar, le advertimos que la única manera de llevar adelante el proyecto es que estén en condiciones y sintonía de trabajar, nosotros vamos con voluntarios y modificamos la casa”, remarcó.

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“La idea es que la gente sepa que, para todo, hay que hacer un poquito de sacrificio y que se puede vivir dignamente, a pesar de usar elementos descartables para buscar esa finalidad de vivir mejor”, agregó.

Ya para el año 2007, apenas seis años después de empezar con el proyecto, fue invitado a Colombia a presentar la propuesta y, hace apenas unos meses, recibió una invitación para armar una campaña de construcción en el Congo, África. “Todo esto fue posible gracias al aporte de mucha gente que acompañó, que asesoró y logró que esto se hiciera conocido, en una época donde internet no era tan popular y costaba más llegar a todos lados”, advirtió.

El año de pandemia paralizó los planes que tenía de llevar estos conocimientos a diferentes escuelas del país, algo que recién pudo hacer en los últimos meses. “Estuve por Mendoza, Catamarca, entre otras provincias, en un recorrido maratónico de pocos meses, para cumplir con lo pautado anteriormente”, señaló.

Mientras Alfredo habla, en el fondo del patio, tres jóvenes que no superan los 22 o 23 años, trabajan sentados sobre diferentes objetos mientras ríen y charlan entre ellos. Ellos se acercaron a La Casa Ecológica de Botellas a aprender a realizar diferentes cosas, con materiales reciclados: uno trabaja con palets de madera, hace escaleras, bancos; el otro utiliza cinchas de embalajes para hacer canastos, bolsos y el tercero confecciona artesanías con latas de gaseosas. “Ellos vienen a aprender un oficio y de paso pueden fabricar cosas que venden a turistas, eso les permite ganar unos pesos y prepararse para hablar con los visitantes, algunos después consiguen trabajos estables en hoteles o establecimientos dedicados al turismo, gracias a esta primera formación”, explicó orgulloso Alfredo.

En la Casa Ecológica de Botellas, hay diversos objetos hechos con materiales reciclados, desde la primera casita para la hija de Alfredo, hasta un banco modular que sirve de mesa y un auditorio para proyectar videos o películas, destinado a los visitantes. En medio de todos estos espacios y elementos, camina el padre fundador del espacio, con calma y parsimonia, con la paz de saber que deja un legado y un mundo un poco mejor.

Para quienes deseen contactarse con Alfredo para conocer la propuesta, pueden acercarse a el barrio las Orquídeas de Puerto Iguazú, km 5, o bien a través de su página de Facebook: La Casa Ecológica Iguazú; por Whatsapp al 3757542981, donde obtendrán más información del emprendimiento o cómo colaborar para la construcción de casas de emergencias, que realiza en diferentes barrios de la provincia.

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